Entrenamiento privado….
Un chico que asiste a un gimnasio, se molesta porque los demás se burlan de él, debido a su físico, habla con un entrenador para entrenarse en privado, y este se aprovecha de la situación y le come el culo. .
Entrenamiento privado….
Hay algo que desde que era chico nunca había podido hacer bien, eran los ejercicios físicos, no importaba lo mucho que me esforzara por una razón u otra siempre me salían mal.
Para colmo de males, al gimnasio al que asistía, había un grupo de hijos de la gran puta, que siempre que me encontraban tratando de ejercitarme, les daba por ponerse a joderme, vacilarme, y faltarme el respecto.
Cuando no era que me decían, señorita o jovencita, es que se ponían a, hacerme vulgares insinuaciones.
Razón por la cual hablé con uno de los entrenadores personales, y le pedí que me entrenase, de manera individual, sin la presencia de ninguna otra persona.
Mi entrenador, luego de que consiguió que entrenásemos después de que cerraran el gimnasio, me dijo. “Ya sabes si te voy a entrenar, me tienes que obedecer en todo, y no te preocupes si al principio los ejercicios no te salen perfectos, lo primero es lo primero, y eso es que sepas seguir instrucciones, sin negarte.”
Desde las primeras sesiones, me dejaba exhausto, por los tantos ejercicios que me ponía hacer.
Pero como a la tercera sesión, comenzó a corregir mi postura, colocando sus grandes manos ya fuera en mis muslos, mis brazos, mi pecho y en ocasiones hasta en mis nalgas.
Cosa que les confesaré, que me ponía algo nervioso, el sentir como sus fuertes dedos presionaban mis débiles músculos.
Ya en la cuarta sesión, apenas comencé a realizar los ejercicios, me detuvo de inmediato, diciéndome. “No te estas esforzando demasiado, además esa ropa que traes puesta, lejos de facilitarte los ejercicios, te obstaculiza. Así que quítatela, para poder determinar que realmente estás haciendo mal.”
Yo, aunque lo pensé por unos segundos, me acordé de que había quedado con él en seguir sus instrucciones sin negarme.
Por lo que como a esa hora, no había más nadie en el gimnasio, rápidamente me quité la sudadera que cargaba puesta, por lo que algo avergonzado de mi cuerpo, ya que además de ser un poco gordito, mis pechos por el exceso de grasa parecen más bien un par de pequeñas tetas.
En ese momento quedé únicamente con mis pequeños interiores puestos, los que para colmo de males se me enterraban entre mis nalgas.
Nuevamente comencé a realizar los ejercicios, y en el momento en que me encontraba más concentrado, que siento que mi entrenador que se encontraba tras de mí, me agarra con fuerza, por las caderas.
Pegando su cuerpo al mío, al tiempo que me dice. “Ahora separa las piernas, y comienza a agacharte lentamente” Cosa que fui haciendo al pie de la letra.
Pero apenas comencé a realizar esa repetición, comencé a sentir que, pegado a mis nalgas, había algo caliente y duro.
Justo cuando le iba a decir eso, mi entrenador, sin más ni más se separó de mí, indicándome que era lo que estaba haciendo mal.
Por vergüenza, o por tener la idea de que él me había pegado su verga a mis nalgas, me quede callado, pero a los pocos minutos, eso volvió a suceder.
Sentí nuevamente que apenas se colocó tras de mí, y nuevamente me tomó por las caderas, casi de inmediato comencé a sentir ese grueso y caliente bulto, pegado a mis nalgas,
Las que apenas estaban cubiertas por mis pequeños interiores, pero a medida que yo seguía realizando ese ejercicio, con mis piernas separadas, continué sintiendo aquella cosa dura y caliente.
Nuevamente pensé comentarle algo al respecto, cuando una de sus manos se deslizó de mi cadera, a mi pequeño miembro, que, para mi mayor vergüenza, justo en ese instante, aunque pequeño, lo también lo tenía erecto.
Yo no sabía que hacer, si detenerme, o continuar con el ejercicio, hasta que de momento también comencé a sentir como sus labios, su lengua, o sus dientes, comenzaron a jugar con mi oreja.
Lo siguiente que sucedió fue que en un abrir y cerrar de ojos, mi entrenador me ha despojado de mis interiores, cosa que no sé cómo lo hizo, y casi de inmediato sentí su erecto miembro por completo entre mis nalgas.
Al tiempo que con la mano que me tenía agarrado mi pequeño miembro, lo comenzó a apretar, y a decirme. “Relájate, que los dos lo vamos a disfrutar”
Yo no sabía que hacer, cuando comencé a sentir que su verga comenzó a penetrarme por el culo.
Desde luego que pegué un fuerte chillido, por el dolor, pero al mismo tiempo él me apretó con más fuerza contra su cuerpo, y sentí como aquella cosa, me penetró por completo.
Yo me quedé como paralizado, pero a los pocos segundos, él me continuó, diciendo. “Ya se te va a pasar, pero ahora comienza a mover tus nalgas, putita.”
En mi vida me había sucedido algo semejante, pero a medida que aquella cosa larga, gruesa, dura, y caliente comenzó a seguir entrando y saliendo de mi culo.
Yo como que instintivamente, comencé a mover mis caderas, lo cierto es que ni idea tengo, como de momento me encontraba tirado sobre una de las colchonetas de ejercicio, moviendo mi culo, al tiempo que una y otra vez mi entrenador continuaba penetrándome.
Sus fuertes brazos, me apretaban contra su cuerpo, podía sentir su caliente respiración sobre mi nuca, y mis orejas, las que divinamente me mordisqueaba, a medida que no paraba de seguir enterrándome toda su verga.
Cosa que me sacaba, involuntariamente profundos gemidos de placer, por mi parte yo seguía moviendo mis caderas, y restregándolas con fuerza contra su cuerpo, voluntariamente quería sentir aquella cosa más, y más dentro de mí.
Hasta que en una de esas me apretó con tanta fuerza, con sus gruesos brazos, que temí que me fuera a partir en dos.
Por un rato ambos permanecimos tirados sobre la colchoneta, hasta que sentí que él sacó su cosa de mi culo. Y dándome una ardiente nalgada me dijo. “Linda anda a lavarte ese culito, que aún no hemos terminado.”
Yo como pude me puse de pie, y sin atreverme a decir nada, le obedecí, me fui al baño, y lo primero que sentí fue unas fuertes ganas de expulsar todo lo que él me había dejado dentro.
Luego en la ducha me di un baño, y me lavé bien las nalgas, sin dejar de pensar en todo lo que me había pasado.
Pero lo más raro de todo, era que en gran parte yo después de un corto rato, había comenzado a disfrutar todo lo que él me hizo.
Yo me estaba enjabonando cuando él entró a la ducha, y tras lavarse su verga, nada más bastó que me colocara una mano sobre uno de mis hombros, para que yo sin oponer la menor resistencia me agachase, hasta que mi boca quedó a la altura de su adormilada verga.
Apenas él comenzó a restregar mi cara contra su verga, fui sintiendo como nuevamente se le ponía bien dura, y casi de inmediato me puso a mamársela, a medida que el agua de la ducha nos caía a los dos encima.
De momento la sacó de mi boca, y haciendo que yo me recostase sobre el piso de la ducha, me tomó por los tobillos, separó mis piernas, y tras pasarme algo de jabón por entre mis nalgas, me volvió a penetrar.
En esos momentos vi claramente como su miembro era tragado por completo por mi culo, mi excitación fue tal que apenas agarré mi pequeño pene, me vine de inmediato, a medida que continuaba, clavándome su sabrosa verga por mi culo.
Yo nunca había pasado por algo semejante, pero esa primera vez, aun después de que se volvió a venir dentro de mí, fui yo quien voluntariamente me dediqué a mamar gustosamente su verga, hasta que se vino dentro de mi boca, obligándome a que me tragase toda su leche.
No les voy a venir con el cuento de que jamás volví por el gimnasio, la verdad es que continúo asistiendo, pero aparte del entrenamiento que me da mi entrenador personal, en ocasiones paso en el gimnasio, a la hora en que se encuentran todos aquellos hijos de la gran puta que me vacilaban, y me decían cosas, esperando a ver quién de ellos se atreve realmente, a meterse conmigo.
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