Eres todo un mariconcitó, y te gusta que te dé por el culo.
El dueño de un gimnasio se encuentra duchándose, cuando entra un joven empleado y también se pone a ducharse, el dueño sin quitarle los ojos a las nalgas del chico y el chico sin quitarle los ojos a la verga del dueño. .
Eres todo un mariconcitó, y te gusta que te dé por el culo.
Me encontraba en las duchas del baño de mi gimnasio, cuando el chico, encargado de limpiar, y recoger las toallas, entró.
Yo comencé a enjabonarme, cuando él colocándose prácticamente a mi lado, de inmediato comenzó a enjabonarse, pero haciendo mucho énfasis en sus nalgas y caderas, las que, sin yo darme cuenta, capturaron por completo mi atención.
De inmediato me sentí algo incomodo a su lado, diciéndome a mí mismo como era posible que me llamara la atención las paradas nalgas de ese chico.
Pero al mismo tiempo mientras yo me enjabonaba mi verga, y mis bolas, me di cuenta de que él no apartaba su vista de mi verga.
Hasta que, no sé cómo me dirigí a él, y le pregunté, descaradamente. “¿Quieres tocarlo?” él se sintió sumamente avergonzado, y sin decir una palabra, me dio la espalda comenzó muy lentamente a retirarse, por lo que me dio la impresión de que se sentía ofendido, por la pregunta que le hice.
Pero de momento, vi algo en sus ojos que me provocó abrazarlo por la espalda, eso lo dejó petrificado, al tiempo que jamás pensé en llegar hacerle eso a otro hombre.
De inmediato mi boca se apoderó de su oreja, y al tiempo que la medio mordisqueaba, le decía suavemente. “No te de vergüenza, por la manera en que ves mi verga, me doy cuenta de que te llama la atención, yo solo quiero que la pruebes.”
Como si fuera un muñeco de trapo, hice que inclinase su cuerpo hacia adelante, y haciendo que separase sus piernas, y comencé a pasar la cabeza de mi verga, por sus también enjabonadas nalgas.
Mientras que él actuaba como quien no sabía ni qué hacer ni cómo actuar, me pareció que estaba a punto de darle un ataque.
Su respiración se aceleró tremendamente, yo podía sentir su corazón latir con fuerza, parecía ser que se le quería salir por la boca, todo su cuerpo temblaba, sin que él pudiera hacer algo para evitarlo, era como si se estuviera muriendo de frio.
Pero cuando mis enjabonados dedos, penetraron su esfínter, como por arte de magia todo su cuerpo se quedó tranquilo.
Casi de inmediato sentí como mí, caliente, y bien dura verga se abría paso dentro de sus nalgas.
Aunque se quejó de dolor, y hasta le brotaron unas cuantas lágrimas, no fue hasta que terminé de penetrarlo del todo, que comenzó a actuar de manera completamente diferente.
En mi vida había sentido nada igual, yo pensaba que mi mayor satisfacción hasta esos momentos era, el metérselo a una mujer.
Pero en esos instantes, el sentir las paradas nalguitas de él, chocando con mi cuerpo, me producían una satisfacción jamás, había sentido antes.
El chico, De manera involuntaria comenzó a mover sus nalgas, al tiempo que yo le decía una, y otra vez. “Ves cómo te gusta que te lo clave, tienes un culito sabroso, mi reina.”
Que lo tratase de reina, en nada lo molestó, yo seguí clavando lujuriosamente toda mi verga entre sus nalgas, mientras que él movía sus caderas, yo extraía por completo toda mi verga de su culo, y nuevamente, con fuerza se la volvía a enterrar divinamente.
En ciertos momentos me decía a mí mismo, que eso no podía ser, que yo era un hombre, pero nada más bastaba que él apretase sus nalgas, para que yo con más fuerza lo penetrase.
Involuntariamente él gemía de placer, en ciertos momentos, yo a pesar de ello, seguí disfrutando de lo que le hacía, hasta que finalmente me vine dentro de su apretado culito, apretando con fuerza todo su cuerpo contra el mío.
Después de eso tomé mi toalla, y tras un corto duchazo me marché, él se quedó con su culo bien abierto, hasta que la naturaleza hizo que lo expulsara.
Ya él estaba por ir a buscar su ropa, cuando regresé, me le quedé viendo de pies a cabeza, caminó a su alrededor, y le dije. “Ya sabes, o me das nuevamente el culo, y me mamas mi verga, o aparte de que llamó a tu familia, y le cuento lo que ha pasado, te despido, tú decides.”
Definitivamente lo que le terminaba de decir, no era en tono de juego, él se encontraba extremadamente confundido, por no entender que eso le hubiera gustado tanto.
Lo tomé por el brazo, como sabiendo la respuesta que él me daría, así desnudo como se encontraba, después de llevarlo hasta mi oficina, apenas abrí la puesta lo hice entrar.
Cerrando la puerta tras de nosotros, antes de tomar asiento en mi poltrona reclinable, coloqué las manos sobre sus hombros, y haciendo un pequeño esfuerzo, logré que se arrodillase frente a mí.
Casi de inmediato extraje mi verga del pantalón, y la coloque frente a sus ojos, él resignado a su suerte, no le quedó más remedio que abrir su boca, y comenzar a chupármela.
La verdad es que me sentí, sumamente raro, al tener mi verga dentro de su boca, y que me la estuviera chupando, hasta que agarrándole por la cabeza, comencé a movérmela más, y más rápido hasta que de momento me detuve en seco, fue cuando sentí que mi chorro de semen invadiendo toda su boca.
A él me parece que le dio algo de nausea, pero apenas salió de mi oficina, escupió todo, y en repetidas ocasiones, lo vi enjuagarse la boca, hasta que dándole una nalgada le dije. “Mañana te espero a esta misma hora, no faltes.”
Esa noche en mi habitación no dejaba de auto recriminarme, el haber abusado de ese chico poniéndolo a mamar, y penetrándolo, pero también pensé en lo bien que me había sentido mientras le daba por el culo, sin que él realmente, opusiera resistencia.
Al siguiente día, durante el resto del día, me di cuenta de que procuró no encontrarse conmigo, quizás por miedo, por vergüenza, o porque quizás porque no se atrevía a decirme que no.
Me dio la impresión, de que no pensaba presentarse a mi oficina, ya había terminado con todas sus tareas en el baño turco, cuando al darse cuenta de que ya eran casi las ocho de la noche, salió como un desesperado corriendo hasta que llegó a mi oficina.
Apenas llegó, cerró la puerta tras de sí, y sin que yo le dijese nada, se desnudó completamente.
Pienso que era algo que no podía controlar, él sabía lo que le esperaba, y con eso y todo se presentó, así que cuando, comencé a acariciarlo, y busqué su boca para besarlo, él me dejó que le hiciera lo que, a mí se me antojaba.
Sin que ni tan siquiera se lo insinuase, se agachó, y comenzó a mamar mi verga, hasta que, en cierto momento, le dije. “Mamacita quiero darte por ese culito.”
Mi manera de decirle eso, hizo que dejase de mamar, y sumisamente se colocase en cuatro patas esperando ser penetrado por mí.
Sentí sus paradas nalguitas, entre mis manos, con las que las tocaba acariciaba sus nalgas, una y otra vez, hasta que comencé a presionar suavemente la cabeza de mi verga, contra su palpitante esfínter.
Nuevamente sentí, como mi pedazo de carne se fue abriendo paso entre sus nalgas, esa sabrosa sensación me volvía loco, y al cual ya con una vez bastó, para sentirme adicto a esas nalgas.
Yo metía, y sacaba todo mi miembro de entre sus nalgas, mientras que él como poseído, movía sus caderas buscando una mayor satisfacción, y deleite.
A medida que le continuaba dando por el culo, le fui diciendo un sinfín de cosas, que jamás pensé que me agradaría decirle a otro hombre.
Mis brazos lo aprisionaban fuertemente contra mi pecho, mientras que él con fina voz me decía que le diera mucho más duro.
En esos instantes con una de mis manos le agarré su pequeña verga, y al tiempo que lo continuaba clavando por el culo, comencé a masturbarlo, hasta que a los pocos momentos hice que se viniera salvajemente.
Yo también me vine, pero dentro de su culo, cuando nos separamos, mientras que él expulsaba lo que yo le había dejado dentro, y se lavaba con agua, le dije. “La verdad es que eres todo un maricón, te encanta que te den por el culo verdad.”
A lo que ya no pudiendo negarse, y algo avergonzado finalmente me dijo que sí, por lo que me di cuenta de que, aunque lo niegue, le gusta que le claven una buena verga.
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