Es mejor que digan aquí le comieron el culo, y lo pusieron a mamar, a que digan aquí murió
Un joven estudiante es secuestrado, y al darse cuenta sus captores que no tiene dinero, el escucha que lo pueden matar, y dejar su cuerpo abandonado, por lo que el joven llorando les dice que él hace lo que ellos quieran, pero que no lo maten, por lo que le ordenan desnudarse y darle el culo a ellos .
Es mejor que digan aquí le comieron el culo, y lo pusieron a mamar, a que digan aquí murió.
Hasta donde yo sabía, los secuestros exprés, apenas son por unos pocos minutos, en ocasiones pueden llevarse hasta un par de horas, pero el mío duró un poco más de tiempo.
Yo salí de mis clases de chef de cocina, cuando de golpe, me han secuestrado, en plena calle me cubrieron con una trapo la cabeza, y me empujaron dentro de un vehículo el cual de inmediato arrancó.
Mis secuestradores, no tan solo me taparon los ojos, sino que además de amordazarme, me ataron los brazos atrás, y todo eso en un santiamén.
Al poco rato de haber arrancado, uno de ellos tuvo la gran idea de revisar mis bolsillos, encontrando mi cartera, al revisarla se dieron cuenta de que aparte de que no tenía dinero.
De inmediato también se percataron de que no tenía ni tarjetas de crédito, ni de banco alguno, por lo que se dieron cuenta de que ellos habían cometido un gran error.
Al escucharlos hablar de que cometieron un error, pensé. “Qué bueno que se dieron cuenta a tiempo, ahora espero que me suelten en cualquier esquina.”
Pero no fue así, el vehículo continuó su camino, y no se detuvo hasta que llegó a donde ellos se dirigían.
Fue donde sin dejarme ver nada, a empujones me hicieron bajar del vehículo, y aun estando atado, me llevaron dentro, de lo que debía ser una casa o edificio.
Me quedé tirado en el suelo, esperando a ver qué era lo que pensaban hacer conmigo, no fue hasta que debió haber llegado otra persona que aparte de que los regaño, les dijo. “Ahora que hacemos con este tipo, si lo soltamos ahora, de seguro va directo a la policía a contarles todo.”
Otro de los tipos dijo, pero él no sabe, ni quiénes somos, además lo podemos dejar aquí, y luego lo soltamos.
Fue cuando uno de voz chillona dijo, mejor le damos un tiro en la cabeza, y lo dejamos aquí encerrado, hasta que se pudra, además nadie lo va a encontrar en mucho tiempo.
Si en ese momento yo estaba asustado, cuando escuché al de la voz chillona, decir esas palabras, me entró un pánico tremendo de que me fueran a matar.
Sin llegar a quitarme la venda de los ojos ni desatarme, me dejaron tirado en el piso, los escuché salir, mientras continuaban discutiendo entre ellos, qué hacer conmigo.
Fue cuando uno de ellos mientras se alejaba, dijo. “Por lo menos si fuera maricón le pudiéramos comer el culo.”
Hasta esos momentos en mi vida, ni tan siquiera había llegado a pensar en tener sexo con otro hombre, y mucho menos que me fueran a dar a mí por el culo.
Pero ante la amenaza real, de que me fueran a pegar un tiro en la cabeza, o yo me dejase dar por el culo, les aseguro que no me costó mucho trabajo, el tomar la decisión de que si para seguir viviendo, debía dejar que me dieran por el culo, o hacer cualquier otra cosa que a ellos se les ocurriera, así lo haría.
Al fin y al cabo, que cuando me soltaran, yo no iba a salir corriendo a contarle a todo el mundo, que un grupo de delincuentes, me habían comido el culo.
Por lo que cuando tras pasar un largo rato, ellos regresaron, volví a escucharlos preguntarse entre ellos que hacían conmigo.
En ese instante uno de ellos, el de la voz gruesa, diciendo. “Voy a quitarle la mordaza, a ver si nos da alguna idea.” Y mientras los otros se reían, el tipo ese de la voz gruesa, me arrancó la mordaza.
Casi de inmediato, yo comencé a decirles, de manera desesperada. “Por lo que más quieran, háganme lo que ustedes quieran conmigo, pero no me maten, no me hagan daño, yo estoy dispuesto hacer lo que quieran, pero no me maten.”
Así que mientras yo repetía una y otra vez esas palabras tratando de convencerlos, de que no me fueran a matar, el resto de ellos se reía con fuertes carcajadas.
Hasta que uno de ellos, que supongo que era el jefe, dijo. “Ya escucharon al chico, podemos hacerle lo que nos dé la gana.”
En ese instante, tanto yo, como ellos callamos, mientras que el jefe de ellos continuó, diciendo. Tras escuchar el ruido que hace un arma cuando la carga, me preguntó. “¿Sabes que es ese sonido?”
Con voz casi inaudible le respondí que sí, y el continuó hablando. “Ya sabes si haces el menor intento por escapar, me vas a obligar a usar esto, y darte un tiro en la cabeza.”
Evidentemente para mí, fue bien claro el mensaje, de inmediato me dijo. “Desátenlo, y quítenle la venda de los ojos.”
Antes de que alguien se me acercase a soltar las sogas con que me habían atado, se me ocurrió decirles. “Si quieren desátenme, pero por favor no me quiten la venda de los ojos, así no sabré nunca quienes son ustedes.”
Eso desde luego que eso que dije, les pareció bien razonable, a quien fuera que estuviera en ese lugar.
No bien pasaron unos cuantos segundos, que esa misma voz me dirigiéndose a mí, me dijo. “Ahora lo que todos nosotros queremos, es que te quites la ropa. Y una vez que lo hayas hecho, quiero que te arrodilles, para que comiences a mamar mi verga.”
En ese instante pensé. “Es mejor que digan aquí le rompieron el culo, y lo pusieron a mamar, a que digan aquí murió.” así que, tímidamente, y mostrando que me encontraba en esos instantes sumamente asustado, me arrodillé.
Colocándome de rodillas frente a quien sabe quién, comencé a quitarme, todo lo que llevaba puesto en esos momentos, hasta quedar del todo desnudo, entre ellos.
Ya cuando quedé completamente del todo desnudo, ese mismo tipo dijo. “Quiero que te pongas a mamar mi verga.”
Así que procurando no hacerlo enfadar, comencé a levantar mi mano derecha, cuando me topé con las piernas de ese tipo, tanteando con mis manos, lentamente fui subiendo, guiándome por el filo de su pantalón, y de esa manera, fácilmente localicé su miembro, procurando no pensar en lo que yo estaba por ponerme hacer.
Abrí mi boca, y tras tener su miembro entre mis manos, lo fui dirigiendo poco, a poco en dirección a mi boca.
Continuamente y de manera repetitiva me seguía diciendo mentalmente a mí mismo. “Es mejor que me ponga a mamar, a que me metan un tiro en la cabeza.” No bien había dirigido su verga dentro de mi boca, que me puse a mamársela.
Al principio, no dejé de escuchar a uno que otro de los presentes decir, que yo tenía un lindo culo, por lo que supe que, en cosa de pocos momentos, de seguro alguno de ellos me estaría penetrando, por lo que me seguí diciéndome lo mismo.
El tipo al que le estaba mamando su verga, prácticamente me estaba ahogando con ella, pero mi temor a que se molestase conmigo, hizo aguantarme hasta las ganas de vomitar.
Pero al parecer no contento con eso, me dijo mientras que yo continuaba mama que mama. “Estas muy seriecito, quiero que te portes como un verdadero mariconcito, trata de imitar a uno, o mejor aún pórtate como si fueras una mujer.”
En mi mente visualice lo que estaba haciendo, me veía del todo desnudo con la venda en los ojos, arrodillado frente a un tipo sin rostro alguno, mamando su verga, de manera muy mecánica.
De inmediato comencé a verme, o visualizarme, aunque en la misma posición, y frente al mismo tipo sin rostro, pero actuando, como si eso de estar mamando su verga me gustase.
Por lo que, sacándomela de la boca, y mientras la mantenía sostenida entre mis dedos, con voz una falsa voz femeninamente, le decía. “Hay papi, que verga más rica tienes.”
En ese momento, comencé a actuar de la manera en que él me lo había ordenado, tratando de hablar de manera afeminada, y sacando su verga de mi boca, y mientras la sostenía entre mis dedos, le decía, algo similar a lo que había pensado.
Con mi lengua, y mis labios, lamí y besé de manera repetida la cabeza de su verga, para luego volver a introducirla dentro de mi boca, para seguir mamándosela, como si realmente eso me gustase, y mucho.
Yo estaba de lo más concentrado en continuar mamando, chupando, lamiendo, y hasta besando su verga, cuando uno de sus compañeros, dijo. “Ves ahora si me provoca comerle el culo al maricón este.”
De inmediato sentí que un par de manos me agarraban por la cintura, haciendo que me levantase del piso, mientras aun continuaba mama que mama.
En mi mente vi claramente todo, como después de hacer que me pusiera de pie, y aun con el torso inclinado hacia adelante, mientras continuaba mamando la verga al primero, el segundo tipo, con sus pies, me obligó a que separase las piernas.
Sus manos las sentí agarrando mis nalgas, una y otra vez, al tiempo que decía. “La verdad es que tiene un culito provocativo.”
Sentí que me dio una ardiente nalgada, mientras que yo sumisamente, y por el temor a que no me fueran a meter un tiro, si me ponía machito, continué mamando, dejando que ese segundo tipo hiciera con mi culo lo que se le antojase.
A los pocos segundos sentí esa cosa, dura y caliente, presionando contra mi apretado esfínter, y fue cuando lo escuché decirme. “Si quieres que te duela, y que te rompa el culo de verdad, sigue poniéndolo bien duro, que como sea te voy a meter mi verga. Pero si prefieres, relájate, para que no te duela tanto.”
Casi como por arte de magia, caí en cuenta de que me encontraba sumamente tenso, por lo que procuré relajarme.
Sentí sus dedos llenos de su propia saliva seguramente, embadurnando mi apretado esfínter, introduciéndolos lentamente, mientras que yo me decía a mi mentalmente. “Tú no eres maricón, haces esto, única, y exclusivamente para que no te vallan a amatar metiéndote un tiro en la cabeza.”
A los pocos segundos, los dedos los sustituyeron nuevamente por su verga, fue cuando comencé a sentir como lentamente comenzó a penetrarme, tomándome por la cintura, apretándome contra su cuerpo, su verga se fue abriendo paso dentro de mi cuerpo.
El dolor era poco menos que insoportable, pero ante el temor de recibir un tiro, continué aguantando y mamando.
Así que llegó el momento en que mientras a uno le mamaba su verga, el otro me tenía bien clavado por el culo.
No deje de recibir esas ardientes nalgadas, una y otra vez, hasta que, de manera quizás involuntaria, comencé a mover mis caderas, lo que a su vez me hizo sentir algo que jamás u nunca había sentido.
A medida que seguí mama que mama, y moviendo mí culo para satisfacer al segundo de los secuestradores, en parte aun, y a pesar de lo asustado que me encontraba.
De momento comencé a sentir algo nuevo y bien raro, ya que comencé también en gran parte a disfrutar de lo que me estaban haciendo, por lo que me comencé a masturbar.
Así que a medida que ocasionalmente dejaba de mamar, para mantenerlos a ellos dos contentos, les decía en un tono de voz bien afeminado, lo mucho que todo eso me estaba gustando.
De momento al tipo que le mamaba su verga comenzó a venirse prácticamente dentro de mi garganta, por lo que, para evitar las náuseas, casi de inmediato me tragué gran parte de su leche, hasta que él finalmente, bien contento sacó su verga de mi boca.
Yo aun no me había hecho a la idea de que me había tragado, casi de manera voluntaria, toda la leche de ese tipo, cuando de momento me topé con otra verga frente a boca, quizás algo más pequeña, pero verga al fin.
Así que, tratando de satisfacer a su dueño, a medida que la fui agarrando entre mis dedos, y antes de introducirla en mi boca, comencé a lamerla, al tiempo que el otro tipo continuaba dándome salvajemente por el culo.
El resto del tiempo que estuve secuestrado por esos tipos, en infinidad de ocasiones, ellos no me obligaron precisamente a que continuase dejando que les dieran el culo, o que les mamase sus vergas, mientras que yo actuaba así porque había descubierto que eso realmente me gustaba.
Permanecí encerrado en ese lugar como una semana, en el que perdí la cuenta de las veces que me dieron por el culo, o me pusieran a mamar sus vergas.
Finalmente, sin llegar quitarme la venda de mis ojos, me han sacado de ese sitio, y tras ser montado en un vehículo por espacio de más de una hora.
Luego me dejaron tal y como me encontraba, o sea desnudo sin nada de ropa, y con mis ojos vendados, en medio de una vieja, y poco usada carretera rural, a eso de las doce de la noche.
Apenas sentí que el vehículo en el que me había traído, hasta ese lugar se había marchado, esperé unos pocos minutos, y me quité la venda de los ojos.
Todo mi cuerpo olía, a sexo, sudor, y semen de hombre, caminé por la desolada carretera por un largo rato, hasta que un conductor al verme andando desnudo llamó a la policía.
Cuando ellos llegaron, y les conté que un tipo, me había asaltado, lo primero que me preguntó maliciosamente uno de los policías fue “¿Te comió el culo, ¿verdad?”
Y ya saben lo que dice el dicho. “El que calla otorga.” Por lo que, al quedarme callado, sin que yo dijera más nada, ellos entendieron que en efecto eso había pasado.
Al regresar a la residencia donde vivía, a nadie le comenté lo sucedido, procuré que mi vida continuase siendo de lo más normal.
Hasta que, a los pocos días, comencé a darme cuenta, que, de manera involuntaria, mi mirada se me iba tras las vergas de algunos de mis compañeros de clase.
Eso en ocasiones, hasta me hacía sentir, incomodo conmigo mismo, y casualmente un fin de semana, estando en la residencia, al entrar al baño para darme una ducha, de frente me encontré a otro de los residentes.
En ese instante él secaba su cuerpo con una toalla, ya que seguramente terminaba de darse una ducha.
Ambos nos quedamos viéndonos directamente a los ojos, pero a diferencia de otras muchas ocasiones en que me pudo haber ocurrido eso, bajé la mirada hasta clavarla en su miembro.
De inmediato, dejando caer mi toalla, di media vuelta, dándole por completo mi espalda, cerré la puerta del baño, y sin decirnos nada en lo absoluto, esperé.
No por mucho tiempo realmente, ya que en cosa de segundos sentí sus húmedas manos sobre mis hombros, y su erecto miembro pegado a mis nalgas.
Yo me incliné ligeramente, y en cosa de un momento ya me encontraba siendo felizmente penetrado por él.
A quien no tan solo dejé que me penetrase, sino luego de haber descargado toda su leche dentro de mi culo.
Sino que, además, de manera voluntaria, tomé su miembro entre mis dedos, y tras lavárselo dentro de la ducha, con agua y jabón, lo dirigí a mi boca, para dedicarme a mamar por un buen rato.
Después de ese primer encuentro, con él siguieron otros, y a otros compañeros de la residencia, los ayudé también a liberar su pesada carga.
Eventualmente dejé de estudiar para chef de cocina, y me matriculé en peluquería, ya que me hacía sentir mucho más feliz el trabajar en eso.
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