Esclavo doméstico. Parte 2
Segunda parte de cuando decidí entregarle mi vida a mi Amo, dándole todo lo que tengo. Humillación excitante..
Después, ese mismo primer día, lo llevé montado en mi espalda hasta la cama de nuevo y chasqueando los dedos pero sin decir una sola palabra yo entendí que quería el almuerzo ya, la orden de lo que quería almorzar era clara: alas a la BBQ calientes y frescas con jugo de Mora cuyo vaso tuviera 4 cubos de hielo. Preparé el jugo que era lo único que no estaba listo y le llevé todo en una bandeja plateada. Cuando llegué, estaba viendo televisión y estaba a punto de dormirse, se acomodó
-Deja la comida encima de la cama a mis pies, y agradéceme.
Me puse de rodillas y comencé a decirle
-Gracias señor por darme el honor de servirle, de atenderlo como usted se lo merece mi rey, mi señor, mi amo. Yo soy una basura sin honor a su lado y espero que le guste lo que preparé.
Me había preparado para que agradeciera mirándolo a los ojos, y en ese mismo momento me soltó una cachetada con rabia, que me hizo girar la cabeza de nuevo pero volví a poner la cabeza en orden y antes de poder pensar en la razón que había infundado la rabia de mi amo, recibí otros 2 golpes igual de dolorosos.
-Sirve de mesa, necesito estirarme en la cama con tranquilidad
No había terminado de decirlo, ni de acomodarme, cuando recibí el peso del almuerzo sobre mi espalda y él no se había inmutado en probar ni una pequeña parte. La bandeja estaba muy inestable, cualquier movimiento que hiciera mal se iba a regar todo y no quería enojar a mi amo. Sentía como me ardía la cara, sentía el dolor hasta en las muelas, esas cachetadas habían sido muy fuertes y no me había dado la razón, aunque no tenía que haber un motivo para los castigos. La tortura de la quietud duró tanto que de dolerme horrible las rodillas, mi cuerpo ahora estaba anestesiado y no podía moverme absolutamente nada, pero duró el tiempo que mi señor quiso. Luego de un tiempo, que no tengo con precisión, se dispuso a comer pero me ordeno quedarme en la misma posición mientras lo hacía, según él por si le estorbaba algo. Una vez terminó de comer, levanto la bandeja de mi espalda y me ordeno que lo llevara y lavara todo: esta función estaba contabilizada al igual que muchas de las funciones, por lo que lo que solo tenía 8 minutos para bajar, lavar y volver a ponerme de rodillas frente a él a la altura de sus pies donde fuera que estos estuvieran y siempre con la mirada al suelo y las manos atrás. Llegué con el tiempo preciso y me quedé allí, con ningún otro sonido más que el programa de televisión, el silencio era tan extremo que podía escuchar sus pálpitos, el teclear en su celular, y podía identificar donde una hormiga estaba caminado, creo que no era igual para él, al menos mi amo podía pensar en otras cosas, yo no.
En un momento inesperado, y sin levantar la vista de su celular, me ordeno con voz que con sumo cuidado quitara sus pantalones, eso no significaba otra cosa más que hacerlo despacio y que obviamente él no iba a ayudarme en lo absoluto por lo que yo sólo tendría que ubicarlo para darme acceso y quitar los pantalones. La tarea me puso a sudar un poco, a él no le gusta que yo sude, pero odia aún más que me limpie, entonces tocaba aguantarme las gotas correr por mi cara. Una vez logré deshacerlo del pantalón con mucho esfuerzo y colocarlo ordenadamente en su lado del clóset (previamente había decidido que me dejaría a mí un solo cajón y lo que allí no pudiera poner debía ser donado, así que también tenía que ponerme manos a la obra con eso próximamente) dejó su celular a un lado y me cacheteó nuevamente, se puso de pie y me ordeno quitarle los bóxer, luego olerlos y describir el olor argumentando que nunca había percibido su olor:
-La prenda interior de mi amo y señor huele a recién bañado, a jabón corporal de rosas. -Mientras describía me empujaba el bóxer para que me impregnara el olor- Mi amo huelo a una deliciosa brisa de mañana, a hombre semental. -Todo era cierto, a eso olía
-¿te gusta lo que hueles, maldito esclavo de mierda?
-Me gusta mucho, amo. Podría quedarme oliéndolos el resto de mi vida
-Espero que se quede con el olor impregnado para siempre, porque a esto debo oler siempre que me asees ¿entendido? -Una vez terminó la frase, me pegó una patada tan concentrada que caía al suelo al mismo tiempo que emitía un quejido vacío.
-Ahora, quiero que limpies con tu maldita lengua mi zona pélvica, y pobre de ti donde descubra la erección de ese maldito y estorboso micropene que te cargas. Advertido estás.
Se recostó de nuevo en la cama, concentrado de nuevo en su celular en lo que parecía un juego. Iba a ser difícil la no erección después de adorar la zona más deseada de mi amo. De vez en cuando, seguramente cuando perdía el juego, escupía cerca de donde estaba lamiendo para que me tragara su saliva, no podía ser más excitante y humillante a la vez. Luego de un rato, en el que me costó mucho trabajo mantener alejados mis pensamientos para no excitarme, porque él estaba muy pendiente de mi pene para poder castigarme, me dijo que parara y me hizo mirarme a los ojos
-Lo que voy a hacer a continuación es por hacer que perdiera en mi juego, maldita basura.
Empezó a lanzarme escupitajos. Luego del primero, que cayó justo en la comisura de mi ojo izquierdo, empezó a reírse sin parar. Después de ese, fueron muchos más, cerca de 25 escupitajos
-No puede ser, parece que te gusta este tipo de humillación. Esto va a ser divertido. Sin limpiarte, ya sabes.
-Si, señor.
Y continué con la adoración de la zona pélvica y muy rápido me hizo quitarle la camisa igual de suave y complicadamente como con los pantalones y después me ordeno besar y “adorar” la línea central de los músculos en su abdomen y de vez en cuando me cacheteaba o me escupía más y luego se carcajeaba con la vista de su basura llena de escupas secas que él mismo había emitido. Cuando se cansó de verme en su poder un poco, y luego de estar muy empalmado por varias horas me ordenó hacerle un café y me dio las indicaciones exactas
-Por cierto, usted ya comió?
-No señor, aún no me ha sido permitido
-Muy bien, la alimentación es un premio que tienes que ganarte. Más tarde veré como calmo el hambre que debes tener.
Tenía razón, aunque no me había percatado de que tenía hambre, ahora que lo mencionó, el dolor se volvió alarmante. Seguía en mi misión del café, cuando lo terminé subí a entregárselo y mientras se lo tomaba y veía un poco de televisión a mí me ordenó hacerme en un rincón de la habitación, en una posición que él decidió llamar “mesero” y siempre mirando a la pared, dándole la espalda. La posición dejaba mi culo expuesto todo el tiempo y afectaba de más mis rodillas: En cuclillas, con las rodillas flexionadas en un ángulo de 90° exactos dejando las piernas completamente abiertas, los brazos debían quedar estirados completamente como si llevara una bandeja ahí.
-Esa posición va servir mucho, debes practicarla bastante, es la más importante de todas las posiciones de esclavo. Ya verás todos sus buenos usos.
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