Esclavo por accidente…
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por mlopzzzssd
Un joven veinteañero es víctima de tres adolescentes que buscan divertirse.
Capítulo 1: Así empezó todo.
Tenía la baraja en la mano, cuando de repente se me acercaron un grupo de adolescentes que decidieron hacer campana en el instituto.
Uno de ellos me preguntó si podía tenía un cigarro.
Yo al instante le respondí que no fumaba, e inmediatamente al ver con el mazo en la mano me preguntó si querría jugar a una partida.
Aquella pregunta me extrañó no la esperaba, supuse que sería la típica partida para pasar el rato y luego irse a clase o a donde ellos creyesen oportuno.
Tras pensarlo unos segundos acepté por el hecho de que se les veía simpáticos.
Nada más sentarse en el otro lado de la mesa se presentó.
—Me llamo Andrés— dijo él.
—Yo Gonzalo.
Inmediatamente y saber a que sabíamos jugar nos decantamos por el póker.
—¿Qué quieres apostar?— preguntó él
—¿Apostar? Pensé que jugábamos por jugar.
—No me gusta jugar sin apostar algo.
—Decide tú.
Finalmente decidimos apostar dinero, era algo que a mi no me gustaba pero no quería entrar en otras cosas.
—Tengo una idea mejor, lo hacemos a una partida.
Un todo o nada, ¿hace?—preguntó mi rival.
—Vale—dije yo sin pensar a la vez que empecé a mezclar las cartas.
—Todo—volvió a repetir él.
La partida transcurría normal, con las respectivas manos hasta llegado el momento final en el que hubo que destapar las cartas de ambos.
Por insistencia de él yo destapé primero.
—Full—hizo una mueca de desagrado.
Vaya, vaya.
Sus otros dos amigos rieron tímidamente.
—Póker de reyes, lo siento amigo perdiste.
Me sentó fatal perder y mas porque era un experto jugando, había muy pocas personas que me ganaran en este juego.
Nada más terminar de lamentar la derrota deje todo el dinero encima de la mesa.
—Siento decirte que aquí no está todo.
—¿Cómo que no? Ahí está todo mi dinero no llevo mas y si quieres compruébalo.
—No me refería al dinero precisamente.
—¿A que entonces?
—La ropa.
—¿Cómo la ropa? ¿Mi ropa?
Me los quedé mirando, aquello no me gustaba nada cuando él dijo todo pensé por un momento que se refería a todo el dinero no a todo lo mío que llevaba encima en ese momento.
—Sí, has perdido y dijimos que era o todo o nada.
—Pero…
En ese momento vi como uno de ellos iba a ir bacía a mí, podía salir corriendo pero sería inútil me seguirían y al ser 3 me acorralarían y entonces sería peor.
Así que tras ver que iban en serio me puse en pie y empecé a quitarme prendas, primero los dos zapatos, los calcetines, la camiseta interior, la camisa y los pantalones, todo o dejé encima de la mesa.
—El calzoncillo también—dijo Andrés.
—Ni de coña.
—Hemos dicho todo, no tienes que tener nada puesto.
—Pero luego me devolveréis la ropa ¿no?
—Sí te portas bien sí.
Me quité el calzoncillo y lo dejé encima de la mesa.
Como podía ser que un adolescente de apenas 17 años me humillara de esa manera, no podía consentirlo.
—Bueno te voy a dar la opción de que recuperes tus cosas.
Pero esta vez no vamos a ser nosotros los que decidamos, será la suerte para que veas que así no hacemos trampas.
Si ganas te devolvemos todas tus cosas… pero si pierdes te comprometes por escrito a ser nuestro esclavo.
¿Entendido?
—Y si me niego al pacto
—Pues entonces, cogemos la ropa, nos vamos y te dejamos así.
—¿No seréis capaces?
—Quieres verlo.
Hizo el amago de coger mi ropa para guardarla.
—Está bien creo que no estoy en condiciones de negarme.
—Ni en la de negarte ni en la de negociar.
Raúl, otro de los chicos sacó una moneda dándome a elegir entre la cara y la cruz.
—Cara—elegí.
Ellos me pasaron la moneda para que yo la lanzara al aire, al tenerla en mi mano mire que fuera una moneda normal donde no tuviese dos cruces o dos caras.
Tras hacerlo y ver que todo estaba en orden, lancé la moneda al aire confiando en que saliera cara y rodo acabase.
Cuando ésta cayó al suelo todos comprobamos del lado del que había caído.
—Cruz, parece que hoy no es tu día de suerte.
En fin ya sabes lo que te toca.
—Pero…
—Sh, a callar ahora me toca hablar a mí, hablarás cuando se te pregunté.
A partir de ahora y como hemos acordado tú serás nuestro esclavo, harás todo lo que te digamos, como te digamos, y cuando te digamos ¿entendido?
—Sí.
—Si amo debes de responder cuando se te pregunte.
¿Cómo tienes que responder?
Aquello no me gustaba y en vista de que sus miradas asesinaban no quise buscarme más problemas así que respondí como me ordenaron.
—Si amo.
—Bien, veo que aprendes rápido.
Ahora vas a vestirte y venir con nosotros y cuidado intentes hacer malo porque entonces será peor.
Me dieron la ropa y me vestí, lógicamente para que no hiciera trampas y me fuera corriendo no me dieron el calzado, ni la cartera, móvil y llaves.
Tras andar y seguir el camino indicado por ellos durante al menos diez minutos llegamos a casa de Mario, el tercero de mis amos, una vez en ella empezaron su cometido.
—Bien, como los tres somos tus amos, nos llamaras por igual para que así no haya diferencias, y cuando respondas tendrás que hacerlo a la orden de “si señor o si amo”, no podrás hablar al menos que te demos permiso para hacerlo, no podrás tampoco mirarnos a los ojos, tendrás que ir siempre desnudo, y a cuatro patas.
Ten por seguro que si no cumples alguna de estas normas serás castigado de la forma que nosotros decidamos, ¿te ha quedado claro?
—Sí, amo—dije mirando al suelo.
En ese instante Raúl sacó su móvil y me hizo una foto para así poderme tener pillado con colgarla en algún momento si fuera preciso.
—Guau, que guapo sales, ahora que lo veo ganas mas desnudo que vestido.
Nos lo pasaremos bien contigo.
CAPÍTULO 2: EL PLANTEAMIENTO
Me encontraba atado de manos y colgado de unas cadenas que bajaban de unas poleas y mis pies separados unos centímetros del suelo.
Mientras mis amos hablaban sobre cual iba a ser el primer paso que iban a dar.
—Bien ¿qué podemos hacer con él? Preguntó Raúl.
En ese momento Andrés se dirigió a mí y me empezó a tocar la polla y los huevos.
—Y si ¿Lo castramos?
Se me encendieron los ojos como platos, aquello me parecía aterrador, tanto que nada más oírlo me empecé a remover como si estuviera fuera de mí.
—No, por favor no me castréis, haré lo que me pidáis pero no me los cortéis.
—Ya estás haciendo lo que queremos y vas a seguir—dijo Andrés mientras me retorcía la polla.
—Aaaaaaaaaahhhhh, si amo.
—¿Qué decís? ¿Se los cortamos y lo dejamos como un eunuco?
—Tengo una idea mejor—añadió Mario, cortarlos de momento no pero si podíamos jugar con ellos.
¿Qué os parece? Lo podríamos adiestrar, enseñarle.
—¿Jugar? No suena mal.
En ese momento Mario apartó a Andrés a un lado y después me empezó a tocar con fuerza la polla y los huevos.
—Por el momento lo que vamos a hacer es depilarlo, y con cera.
Solo podrá tener pelo en la cabeza, lo demás todo fuera.
Al cabo de dos horas ya estaba completamente limpio de tener pelo en cualquier lado que no fuera la cabeza, tras eso los 3 cogieron los móviles y empezaron a hacerme fotos desde varios lados.
—Qué guapo vas a estar en las fotos que colgaremos en la web.
—Soltarme por favor.
Uno de ellos cogió un cinturón y me dio en toda la espalda.
—Aaaaaaaahhhhh
—Te hemos dicho que tienes prohibido hablar al menos que te lo ordenemos.
—Si amo lo siento.
—Chicos, tengo hambre—dijo Andrés que tal si os invito a comer os hace una de huevos escalfados.
Nada mas decir eso Andrés sacó un mechero del bolsillo de su pantalón y lo encendió debajo de mis huevos haciéndome que me retorciera de dolor.
—Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhh me dueleeeeeeeee amo me dueleeeeeeeeee
Los tres se reían mientras Andrés mantenía el mechero encendido y yo seguía retorciéndome de dolor.
—Aaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhh amooooooooooooo por favooooooooorrrrrrrrrrr
No conté el tiempo pero debió de estar un minuto o algo así, claro que a mi me parecieron siglos.
El caso es que después de eso me dejaron un rato solo con mi dolor y con mis testículos rojos a mí suponer.
¿Qué mas tendrían preparado esos salvajes? ¿A que se referirían con mi adiestramiento?
Lo único de lo que estaba seguro es que esto no había hecho nada más que comenzar y no sabía cuando acabaría.
He de decir que llevaba un tiempo sin trabajar pero que aún podía permitirme el lujo de vivir solo, por eso una dos días después de quemarme los testículos me mandaron un nuevo mensaje en el que me citaban en unas urbanizaciones, me pedían varias cosas.
La 1ª que fuera puntual, la 2ª que llevará una bolsa vacía y la 3ª que fuera descalzo.
No entendía el porqué no podía llevar calzado, el caso es que sabiendo del palo que iban y muy a mi pesar de levantar miradas extrañas aquel día salí a la calle con la bolsa vacía en la mano y sin zapatos puestos.
Al llegar pude comprobar que el sitio era una zona de urbanizaciones desconocida para mí, la casa donde me dirigía era la más grande y con un espacio mas amplio que las otras.
Nada más entrar en la casa me desnudé y metí la ropa en la bolsa para luego atarla y meterla en la chimenea a expensas de poder ser quemada.
—No te preocupes, que si te portas bien y haces todo lo que te pedimos no la quemaremos y podrás volver a tu casita como viniste.
Después de eso Raúl me dirigió a una sala donde me situó en el centro.
Abrió un bail de donde empezó a sacar varios artilugios, entre ellos pude ver un cinturón de castidad, un collar de perro, muñequeras y tobilleras, y una bola con arnés.
—Estira los brazos y abre las piernas
Nada más pude ver como Raúl empezaba a ponerme un cinturón de castidad que limitaba mucho mi pene, si este crecía toparía de lleno con el borde del cinturón.
Después me pusieron las muñequeras y las tobilleras de cuero que tenían un aro de hierro.
Seguidamente me colocó un collar del mismo material y que también tenía una anilla de plata y para acabar me metieron dentro una bola con arnés que se ataba por detrás de la nuca que impediría que gritase.
—Con esto conseguiremos que no grites, vamos a hacer de ti lo que nosotros queremos recuerda que tus cojones están en juego así que te conviene ser un niño bueno—me dijo mientras me daba una pequeña bofetada en una mejilla.
Tras terminar de prepararme Raúl volvió a dirigirse al baúl para sacar de él una correa que enseguida enganchó a la anilla de la correa del cuello.
—Bien a cuatro patas, vamos.
Obedecí enseguida, tras esto empezamos a andar, bueno él a andar y yo a gatear.
Mientras avanzábamos a no sé donde me preguntaba donde estarían Andrés y Mario y que estarían preparando.
No sé a quién de los 3 temía mas, primero pensé que Andrés era el cabecilla y los otros dos sus secuaces, pero después de ver que Mario quemó mis huevos deduje que los tres estaban en el mismo nivel.
El camino se me hizo eterno y Raúl me hizo subir al tercer piso de forma que se me hacía incómodo hacerlo a cuatro patas, al llegar preguntó si ya podíamos entrar.
Me quedé asombrado con lo que vi, era una sala enorme donde habían diferentes elementos repartidos de forma pensada.
En una esquina había una pequeña jaula diminuta donde no supuse que cabría, justo en el centro una mesa de madera marrón con muñequeras de cuero y aros de hierro en los costados y esquinas, a la derecha de esta un potro y delante de este un soporte de madera con tres agujeros, los dos del lado mas pequeños que el del medio que era más grande.
También pude ver un armario donde supuse habría distinto tipo de material con el que supuse en algún momento me torturarían o me harían según qué cosas pensar.
—Bueno pues, esta va a ser tu sala de juegos.
¿Te gusta?
—Sí, si amo me gusta mucho—mentí
—Nos alegramos porque de todas formas te guste o no estoy completamente seguro de que pasaras muchas horas aquí.
Es mas porque no los probamos para ver si funciona todo.
Me llevaron a la jaula, me quitaron la bola de la boca, me hicieron meterme para luego cerrar la puerta, estaba sentado con las piernas cruzadas y también como llevaba las muñequeras aprovecharon para esposarme una mano al barrote de la jaula de forma que tenía que apañarme como fuera para comer o beber, ya que me dijeron que para estar encerrado no necesitaba las manos.
Luego me subieron a la mesa, me ataron las manos a las diferentes anillas para luego accionar el mecanismo, a medida que pulsaban un botón pude ver como mis piernas y mis brazos se separaban cada vez mas.
—Dinos esclavo, te gusta—
—Sí amo—Respondía con miedo
—Pues seguimos.
Llegué a un punto en el que empezaba a dolerme de separarse tanto mis extremidades.
—Ahhhhhh me duele, amo me duele.
—Te aguantas hay que probarlo hasta el final.
Volvieron a darle.
—Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah amooooooooooooooooooooo por favor, me duele muchoooooooooo amoooooooooooooooooooooooooooooooooooooo.
—Si le damos una vez más te partimos todos los huesos, quieres que le demos.
—No, amo, no por favor no le deis mas.
—Vamos a darle.
—No, noooooooooooooooo por favor amo por favor.
—¿Estás cómodo?
—No amo, me duele mucho.
—Me alegro porque te vas a quedar así un rato.
Nosotros nos vamos, pórtate bien y no te muevas de aquí.
Apenas podía moverme debido al dolor de estar tan estirado, a medida que avanzaba el tiempo intentaba saber cuánto llevaba así.
No llegué a calcular si fue media hora o quizás dos horas.
Al volver siguieron con las pruebas.
—Antes de seguir tienes sed.
—Si amo, mucha.
En ese momento Mario abrió una botella de agua pequeña lanzándome desde arriba un buen chorro del cual se perdió más de la mitad ya que solo un poco fue a parar a mi boca para solo mojarme los labios.
Después me desataron y me llevaron al potro donde me tumbaron para luego esposarme las manos en las patas de adelante y las piernas a las de atrás.
En ese momento sentí algo frío en mi culo, intenté moverme para evitarlo teniendo la suerte de que el potro cayera pero era demasiado pesado, al poco tiempo sentí algo entrando por mi culo.
—¿Sientes algo?—preguntó Andrés.
—Apenas nada amo.
—Me alegro
De repente y a lo bestia sentí como por mi culo entraba algo que me hizo retorcer de dolor.
—Aaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhh me duele amo, me duele.
Pude girar un poco la cara para comprobar que Raúl me estaba volviendo a hacer fotos en esa situación, esposado de pies y manos en el potro con no se que cosa metido en el culo.
Pensé si esas fotos las vería alguien algún día.
Por último, me liberaron de mi aprisionamiento para probar el otro artilugio, si en el potro podía girar la cabeza, en este no habría posibilidad ya que habían tres agujeros dos para meter los manos y en medio el mas grande para meter la cabeza.
Una vez con todo ya encajado, bajaron la otra mitad y echaron el cerrojo de forma que me dejaban nuevamente prisionero solo que esta vez las piernas las tenía libres.
Tras acabar con todas las pruebas y tras unas risas maliciosas entre ellos decidieron sacarme a pasear por la calle.
Me consolaba que en ese lugar no me conocía nadie y por lo tanto el bochorno sería menor.
Una vez salimos por la puerta me llevaron primero por una zona de campo donde a pasaba por todas clase de matorrales y piedras y para que yo pudiera hacer mis necesidades.
Al ir a hacer pis fui a ponerme a dos patas lo que enseguida provocó que Andrés me diera una fuerte bofetada.
—¿Qué se supone que haces? En estos momentos haces el rol de perro con lo cual tienes que hacer las necesidades como ellos.
Así que si quieres hacer pis, te pones a cuatro patas y levantas la patita.
Vamos.
Así lo hice, después continuamos para que pudiera hacer lo otro.
Una vez ya de vuelta me pasearon por la zona de calle para que la gente me viera y se quedaran con mi cara de perro o esclavo, ya no se lo que era en esos momentos.
—Adiós chicos, veo que tenéis mascota nueva—oí comentar a un chaval no mucho mas mayores que ellos.
Al llegar, me liberaron de mis ataduras, me dieron la bolsa con mi ropa y para que me vistiera.
—Puedes vestirte y marcharte por hoy ya ha sido suficiente, el cinturón no te lo quitamos para que así te vayas adaptando a él, nos quedamos la llave nosotros.
Atento al móvil para saber cuándo será el próximo día y donde.
Me marché nuevamente a mi casa asumiendo que ya no había marcha atrás y que estaba en manos de esos tres chicos que eran mis amos, y que para colmo de males me habían hecho infinidad de fotos de toda índole que podían utilizar de cualquier manera y en el momento que ellos considerasen preciso.
————————————————————————————————
CAPÍTULO 3: EL CUMPLEAÑOS
No pensé que me fuesen a exponer tan pronto a otras personas, nada mas llegar a casa de Mario pude comprobar que la casa había sido terminada de preparar para la fiesta de cumpleaños.
Yo enseguida ya estaba con mi único atuendo, mi nuevo compañero de fatigas, el collar y las muñequeras de cuero que me habían puesto y en disposición de ser lo que ellos querían que fuese.
—Hoy, vas a ser un poco de todo.
Vas a ser perro, esclavo, juguete, trofeo de exposición e incluso retrete.
Me asqueaba esa situación no se la gente que sería ni lo que me harían hacer.
¿Qué se podía esperar de una fiesta de adolescentes salidos?
Nada mas sonar el timbre Andrés me llevó a una de las habitaciones donde me esposó las manos a la cabecera de la cama y me puso un bola en la boca para que no gritara.
Al parecer tenían que preparar a los invitados sobre mi presencia para que no se sintieran molestos.
Pude oír risas y cachondeo, estuve en la habitación esperando como más de media hora, cuando Mario vino a buscarme.
Me quitó la bola y me explico claramente de que tenía que estar a la altura de las circunstancias y hacer todo lo que me habían enseñado.
—Sí amo, así lo haré.
Acto seguido me cogió de la correa y me sacó al salón.
Nada más entrar por él pude ver las caras de los demás invitados, eran gestos entre asombro y burla.
No entendían como yo un chico aparentemente mayor que ellos, me había dejado embaucar de esa manera, pero les daba igual porque iba a ser la persona que amenizaría la fiesta.
—Os presentamos a nuestro esclavo para todo.
—¿Y qué sabe hacer?—dijo uno de los invitados
—De todo—dijo Raúl.
—Mamarla también—preguntó el mismo
—Eso todavía no lo ha hecho lo estábamos dejando para una gran ocasión y cual mejor que hoy ¿no perrito?
—Se me está ocurriendo una idea—añadió Mario.
No pude escuchar lo que exponía porque se lo susurró a Andrés y a Raúl al oído, pero por las risas de ellos debía de ser algo muy fuerte.
De repente me encontré que le tenía que bajar los pantalones con la boca a Andrés, me costó algo lo que provocó que me dieran unas cuantas bofetadas pero finalmente lo conseguí, después me ordenó que hiciera lo mismo con el calzoncillo.
Una vez ya tenía su polla al descubierto esta quedó a expensas de entrar en mi boca.
—Esperad, antes de empezar Mario se pondrá detrás para darle por el culo mientras me la come y vosotros dos poneros uno a cada lado que mientras os hará una paja a cada uno con una mano.
Una vez ya colocado todos Andrés me dio permiso para empezar, al ver que yo lo hacía lento me cogió de las orejas y me metió su polla en mi boca, empecé a lamer mientras que con mis manos le hacía una paja a cada uno de los dos invitados que estaban, a su vez que Mario me la metía por el culo y Raúl ejercía de cámara grabando la escena desde varios ángulos.
—Mirad como lo hace todo, parece que sea un experto
—Joder como la chupa macho, mejor que las putas—dijo uno de los invitados.
—Uf me voy a correr—dijo Andrés.
En ese momento noté como descargaba su semen en mí obligándome a tragármelo todo.
Mientras Andrés se corría en mi boca pude sentir como los otros dos invitados rambién lo hacían manchándome las manos de semen.
—Ahora límpialo todo—ordenó Andrés
Me pasé la lengua por alrededor de mi cara para luego limpiar los restos de la polla de Andrés, una vez ya la limpié pasé a limpiársela a los invitados que también habían descargado bastante y por último a Raúl.
—Eh! Te dejas lo del suelo—Dijo Raúl que seguía grabando con la cámara.
Pasé la lengua por el suelo y terminé de limpiar el semen que había caído.
—Joder menuda bestia tenéis—dice el segundo invitado a la fiesta mientras se vestía.
—Y más provecho que le vamos a sacar—decía Mario mientras me palmeaba en el culo.
Una vez acabada la sesión decidieron seguir con la fiesta en la que mi siguiente misión era servir las bebidas, todo transcurría con normalidad hasta que de pronto noté cuando fui a servir una bebida a uno de los invitados como perdía el equilibrio derramando todo el alcohol en la ropa de éste.
—Joder, mirar cómo me ha puesto—dijo el invitado.
—¿Qué has hecho?—preguntó Andrés mientras me azotaba por el cuerpo.
—Nada amo nada, fue sin querer me puso la zancadilla.
—Eso es mentira y lo sabes—dijo el invitado.
—Encima mentiroso, eh!!!—dijo Raúl mientras me cogía del pelo y me arrastraba por toda la casa.
—No amo lo siento, fue sin querer.
—Sí, si vas a sentir el decir mentiras y el querer hacer quedar mal a mis invitados.
Me llevaron a la sala de castigo donde me colgaron de las cadenas que salían de las poleas para luego elevarme unos centímetros.
—Mirar cómo se mueve parece una pollito—dijo el invitado riéndose.
En ese momento Raúl sacó un cinturón y empezó a azotarme fuertemente.
—Aaaaaaaah eso duele amo.
—Zaaaaas!!!
—Aaaaaaaaaaaaaaahhhhhh amoooooo
—Zaaaaas!!!
—Aaaaaaaahhhhh amoooooo lo sientoooooooooo.
De repente la intervención del invitado paró los latigazos.
—Oye porque no me dejáis que le castigue yo, al fin de cuentas es a mí al que me ha manchado la ropa.
—Me parece buena idea—dijo Raúl—mientras quítate la ropa manchada que iremos a traerte una de repuesto,
Adrián que así se llamaba el invitado tomó la iniciativa de castigarme y con la vigilancia de uno de mis amos empezó a torturarme.
Entre Raúl y él decidieron bajarme y llevarme hasta la mesa donde me tumbaron y ataron manos y pies a las anillas que habían adjuntas a ella.
Tumbaron la mesa hasta el punto de quedar esta en línea recta como si estuviera acostado.
—Abre la boca—me ordenó.
La abrí y empezó a orinar dentro de ella haciéndome que me tragara su pis.
Después se dirigió al cajón para ver que podía hacerme.
No pude ver lo que sacaba pero si pude escuchar como hablaban a lo bajo los dos.
—Entonces dices que funciona—dijo Adrián,
—No lo sé aún no lo hemos probado—dijo Raúl.
—¿Lo probamos?
—Venga va.
Me pusieron unas pulseras de hierro en cada mano, y otras dos más en los pies para acabar también me pusieron un casco y un leve tuvo que me cabía en mi polla después de que Raúl me quitara el cinturón.
—Preparado, listo, ya.
No sentí nada, cuando de repente….
—Aaaaaaaaaaaaahhhhhhh
Empecé a temblar debido a la descarga eléctrica que estaba sufriendo por todo el cuerpo.
—Aaaaaaaaahhhhhhhhh
—Un poco mas de intensidad—dijo Raúl.
—Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhh
—Vale
Y pararon.
¿Te ha gustado?
—Mu- mu- mu- cho a- a- a- mo.
—Anda pero si tartamudea.
Lo hemos dejado tartamudo.
Di algo
—Me duuuu e le to to to do el cu cu cu cu er pop o po
—Así aprenderás la próxima vez a hacer las cosas bien y a no decir mentiras
Tras venir los demás a traerle la ropa a Adrián y comprobar lo que habían hecho decidieron dejarme la tarde así para que me recuperara y volver a la carga mas tarde.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!