Esto no es una Historia (esclavoMadrid)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por esclavoMadrid.
No creía en ellos, algo había escuchado, si, ya sabéis lo que se dice; “…Te crees que estas hablando con una tia buena y son unos chavales pasando el rato.”. Pero sentía curiosidad, además yo siempre he tenido un lado “oscuro”, me gusta ser dominado, si, soy sumiso. Así que me dije, por que no.
Ese día no pasó nada especial, pero si es verdad, que estuve al tanto de una conversación entre dos personas, una era un Ama, así que podéis imaginar que me aprendí su nick, se hacia llamar D.salma.
En pocos días me hice un ávido seguidor del Chat, y empecé a entablar conversaciones con D.salma, me dio su correo, y pasamos de hablar por el Chat un rato, a horas y horas por el Messenger, tanto por el día, como por la noche. En todo ese tiempo era inflexible e autoritaria de una forma que jamás lo habían sido conmigo, me sentía atraído irreversiblemente por su poder, si, eso era lo que a Ella la encantaba, tener poder sobre mi, bueno supongo que esa sensación es un arma que todas las Amas ansían.
Yo empecé a decirla; “mi Señora, cuando vamos a tener una sesión real, necesito estar a sus pies”, Ella se reía, o de vez en cuando me daba un ciber-azote, para ponerme de nuevo en mi sitio.
Pero un día me dijo: “…Cuando estas libre, que días trabajas”.
Ni que decir tiene que me emocione, era lo que había estado esperando todo este tiempo atrás, sabía que era un momento crucial.
“Cuando Usted desee, estaré”.
“…Vamos, vamos, dime un día dao, así me había bautizado Ella.”
“Venga, quedamos mañana por la noche, a las 12:00 en el bar de la calle Circe, 16”.
“Allí estaré”.
Me presente como es lógico un poco antes, eran las 11:45, no quería llegar tarde y me apetecía verla llegar al lugar de encuentro. El local era pequeño y dentro no había nadie, pero la terraza era bastante grande, curiosamente también estaba vacía. La vi venir, no tenía ninguna duda, aunque nunca hubiera visto su foto, la habría reconocido, tenía ese aire de superioridad, caminaba como en una nube o por lo menos fue lo que me pareció. Se acerco a mi y con voz pausada y tranquila me pregunto: “hola, dao?”, no dije nada, moví como un tonto la cabeza afirmando y Ella se sentó.
Me miro fijamente a los ojos, aguante un poco la mirada calida, pero a la vez fría y penetrante, no se como explicar lo que sentí, sólo sé que duro un instante, baje la mirada y calle, ya estaba de nuevo a su merced.
Empezamos a hablar, cosas sin importancia, del tiempo, el sitio, si lo conocía y cosas así, mantuvimos una pequeña conversación hasta que vino la camarera a tomar nota, que por cierto, era muy guapa, ya me había fijado antes, además llevaba un conjunto de falda y un top que dejaba ver su pecho, firme y duro, pero como es obvio ahora, ni siquiera la mire.
Nada más irse, mi Ama, se hecho hacía delante mirándome a los ojos y me susurro; “acércate perro” seguía con su tono tranquilo pero autoritario y cuando me estaba echando hacía adelante, note su pie con fuerza en mi entrepierna, me puse más tieso que una garrota, como se suele decir, Ella se dio cuenta y volvió a susurrar con un tono más impaciente; “no te he dicho que te acerques, quiero clavarte el tacón en tus pelotas”. Me acerque mas la silla a la mesa y vi, como Ella se agarraba para hacer más fuerza., tuve que apretar los dientes, pero no retrocedí.
“Me gusta, aguantas bien ya veremos que tal te portas”.
“Quítate el zapato y masajéame el pubis”.
No tarde mucho en hacer lo que me decía, y enseguida estaba recorriendo con mi pie sus muslos, adentrándome en lo más profundo, Ella poco a poco, dejo que penetrara mi pie, abriéndose lentamente de piernas, hasta que por fin llegue a su vagina, y me di cuenta, bueno más bien note, que no tenía bragas, estaba húmeda y caliente, Ella percibió mi asombro y me dedico una sonrisa. Masaje lentamente, casi me caía de la silla, cuando me percate de que la camarera estaba a mi lado, con la bandeja y nuestras bebidas. Bea, que así se llamaba, me dedico una sonrisa de complicidad que acepte, poniéndome al instante rojo. Sirvió las bebidas y mientras lo hacía, note las manos de mi Ama quitándome el pie, la mire y tuve que apartar la vista de inmediato, pues note su cólera, se que tubo que contenerse para no ponerme de rodillas allí mismo, y se que lo hizo porque aunque era mi Ama, me respeta. Cuando Bea terminó de servir me volvió a dedicar su sonrisa, pero no se la devolví.
“Quién te ha dado permiso para mirarla, y menos delante mío.”
“Vete al servicio y lávate las manos y el pie, no quiero que tengas mi aroma.” Vacile un momento.
Se acerco a mi y me dijo; “te he dicho que vayas al servicio, no me has oído. ¡Ya!. Esta vez subió el tono, lo que me hizo levantarme deprisa, cruce la terraza y me adentre en el establecimiento, donde pregunte a la camarera Por lo urinarios, no dejaba de sonreírme, mientras recogía, parecía que iba a cerrar, en cuanto nos fuéramos, yo no puede evitar coquetear con Bea.
Entre en los servicios de caballeros, y me mire al espejo sin darme cuenta estaba oliendo mi mano, con la que había tocado mi propio pie, y con la otra apretándome la bragueta, de donde quería escapar mi pene, recordando lo que había pasado.
Para no desobedecerla aunque no quería hacerlo, levante mi pie hasta el lavabo, en plan posición de yoga y me empecé a lavarme, en ese momento se abrió la puerta, y al ver entrar a mi Ama, tuve que hacer todo lo posible para no caer al suelo de espaldas.
“Muy bien perrito, así me gustas que obedezcas.”.
Se subió la falda con las dos manos, levanto una pierna, y pisó la papelera que había de metal, quedando todo expuesto ante mi atenta mirada, la cual no podía apartar un segundo de su vagina.
“Ponte de rodillas ahora mismo y cómeme el coño, despacio, con suavidad”.
No salía de mi asombro, ¡ya estaba de rodillas!, me agarro del pelo y hundió mi cabeza contra su pubis, empecé a lamer con devoción, sin prisas, con ritmo, dejando que fuera Ella la que se moviera contra mi lengua. Si me gusta notar como se excita una mujer, como va moviendo su pelvis, despacio hasta que empieza a notar el orgasmo y entonces te agarra con fuerza.
Pero no llegue ahí, pues en cuanto se dio cuenta de lo que pretendía y que encima me había sacado mi polla, masturbándome, tiro de mi pelo hacía atrás, obligándome a dirigir mi mirada a sus ojos y me dijo; “levántate perro”. Me dio una bofetada de esas que te hacen girar la cara y la mejilla se te pone roja y la notas palpitar. “Eso por tocarte sin mi permiso, y esto por lamer tan bien”, y me beso en la boca. Para que os voy a decir lo que sentía, ya os lo podéis imaginar.
“Date la vuelta, mirando al espejo”, a través del cual vi, que tenía unas esposas y sin darme tiempo, ya había cerrado una en mi muñeca, hice un amago por darme la vuelta, pero cargo su peso contra el mío y me apretó contra el lavabo, cogio la otra muñeca y ya estaba engrilletado, la verdad es que me resistí poco, para que mentir. Note como me rodeo con sus brazos desabrochando mi cinturón, bragueta y dejando caer mi pantalón al suelo, me apretó mis partes, incrementado la fuerza y me tapo la boca, susurrándome al oído; “ahora vamos a follar, querido”.
Me agarro del pelo y Me arrastro detrás suyo hasta un inodoro individual, abrió la puerta y pasamos dentro, cogio mi cinturón y ató con el mis piernas a la altura de las rodillas. Siéntate, me dijo, Ella a su vez bajo la tapa, la limpio y tiro el papel, se sentó con las piernas bien abiertas y flexionadas apoyadas contra las jambas de la puerta, yo me había sentado de rodillas mirando al inodoro, bueno a su vagina, de la que seguía sin poder apartar la visión.
“Ahora si me vas a hacer correr, sigue como antes, esclavo”.
Ni que decir tiene que la morbosa situación me excitaba sobremanera, además, la humillación de estar ahí, de rodillas atado, medio desnudo y con el olor que había a orina y a su esencia, sin poderme tocarme era sobrecogedora. Empecé a chupar con la idea de hacerla tener el mejor orgasmo de su vida, me agarro del pelo de nuevo, casi no podía respirar cuando oí la puerta del servicio, trate de incorporarme, pero cerro sus piernas por detrás de mi nuca y me sujeto con fuerza apretándome la cabeza y tirando de mi pelo, estaba inmóvil, cuando Ella dijo, “vamos cariño, follate a este perrito”.
Trate inútilmente de zafarme de entre sus piernas, pero fue imposible. Note unas manos en mi trasero, acariciando, palpando y de repente, zas, azote tras azote con la mano, escuche una voz que decía; “tiene buen culo tú esclavito, ja, ja, ja.” Era Bea, la que tenía detrás. Note algo frío y húmedo en mi esfínter y lo que supe, era un dedo suyo entrando y saliendo, así estuvo un rato hasta que por lo menos, me metió tres dedos, entonces me agarró las caderas y me penetró despacio, con lo que sabía era un arnés, empujándome con sus vaivenes contra mi Ama, a la que de nuevo había empezado a lamer fogosamente.
Así estuvimos hasta que se corrió D.salma y luego intercambiaron las posiciones. Las lleve a las dos hasta el clímax, por lo que me compensaron dejándome masturbar, no sin antes pedir permiso, el cual fue otorgado con la orden explicita de que lamiera toda mi leche, mientras ellas se besaban y tocan todo su cuerpo delante mio. No tarde mucho tiempo y una vez que me corrí, D.salma me dijo, quiero que te vistas y te vayas, ya te llamare. Cuando quise replicar me encontré con otra bofetada, así que me vestí, quería volverla a verla, obedecí sin protestar más, las mire, haber si se habían desvanecido, y las deje metiéndose mano y besándose en el servicio, intuí que para ellas no había acabado la fiesta.
Salí del bar levantado el cierre, que estaba echado, volví a cerrarlo y camine por la calle, despacio, pensando en lo que había pasado, no podía creerme que fuera real, estaba feliz, contento, excitado como si acabara de ser Desvirgado con 15 ó 16 años, no se el tiempo que pase con ellas, ni cuanto tarde en llegar a mi casa, pero llegue y acabe de nuevo en el baño masturbándome a sabiendas de que sería castigado por ello. Me tome un vaso de leche y me acosté.
Ahora me siento dao, soy esclavodao.
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