Estoy casi despierta
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por DomPeri.
En realidad también lo celebre por la tarde con mis amigas. Un momento que me estoy liando…
Soy Pammy, la cruel Pammy, la caprichosa Pammy, la diosa Pammy, de todas esas formas y muchas mas me dice mi novio. Claro que él es mi novio, mi perro, mi puta…, depende del humor del que yo este. Ah, y la discoteca no es suya, él solo trabaja allí de camarero. Voy a empezar por el principio.
Desde siempre, he sido caprichosa, he dominado a cuantos hombres han pasado a mi lado. Mi novio, que es tambien mi vecino, es dos años mayor que yo, pero siempre ha sido mi juguete. Tenemos “relaciones”, desde hace cuatro años.
Le desespero con mis caprichos, con mi crueldad. Le digo que es mi puta, y así le trato, como si realmente lo fuera. Es guapo, las chicas le miran mucho cuando les sirve en la discoteca, pero el solo tiene ojos para mí, me adora. A mi no me da celos, hace mucho tiempo que me di cuenta del poder que tengo sobre él y sobre todos los hombres. Bueno, sobre casi todos, realmente se me van los ojos detrás de los que parecen no verme. Eso me fastidia, y ellos son los verdaderamente me interesarían.
Ayer cumplí los 18, ahora empezare a ser lo que he visto que es un ama, una dominante. Lo he sido siempre, pero hasta hace poco no le ponía nombre. Hace poco lo descubrí en una pagina de Internet, “dominación femenina, amas y sumisos”. Voy a se un ama, un ama cruel y caprichosa, los hombres que me deseen sufrirán por mi mano…
Esto me lleva al principio, a mi fiesta de Halloween, celebrando mi mayoría de edad, veréis lo que me sucedió.
Estaba bailando, me encanta bailar, vestida con mi traje de esa noche, a mitad de la fiesta vi a un hombre, apoyado en la barra, de espaldas al mostrador. Estaba observando a las chicas que bailábamos, pero no como el típico chulito de discoteca, con el vaso en la mano y el aire entupido, sino con los codos apoyados en la barra, y la mirada fija e indiferente. Parecía un vaquero de película, pantalones azules, botas negras con grandes tacones torcidos, cinturón ancho con la camisa de cuadros metida por dentro, en fin, por una parte solo le faltaba un sombrero para parecer disfrazado, pero su aire era totalmente autentico.
Al principio le miraba divertida, hasta que su mirada se cruzo con la mía unas cuantas veces. Su aparente indiferencia empezo a molestarme. Me moví mas provocativamente, pero no pareció inmutarse. Finalmente decidí jugar otra carta. Para ir al servicio debía pasar a su lado, en el extremo de la barra. Fui hacia el con lo que yo pensaba que era una actitud irresistible. Cuando me acerque se cruzaron nuestros ojos, los suyos verde claros, fríos me miraron a la cara un momento y después sentí como bajaban a lo largo de mi cuerpo, desnudándome y acariciándome. Sin saber muy bien que hacer me fije en la hebilla de su cinturón, redonda, maciza, con un tono como de plata vieja. Cuando llegue a su altura, me sujeto del brazo, con naturalidad, firmemente:
“Hola, preciosa, soy Javi”. “Yo Pammy”, conteste sin pensar. No recuerdo la última vez que me desconcertó un hombre, pero su voz, un poco ronca, pareció resonar en mí estomago.
Poco después estábamos sentados en una mesa del rincón, al otro lado de la pista. Mi novio me mandaba miradas suplicantes cuando pasaba cerca, pero yo disfrutaba con su turbación.
Creo que, a pesar de la oscuridad, vi a mi novio rojo, cuando paso cerca de nosotros y vio la mano de Javi, dentro de mi falda de bruja, que aunque larga, tiene una estratégica abertura lateral.
Bueno, el resto de la noche paso en un soplo, no es que Javi hablara mucho, solo lo justo, pero sus labios, su lengua y sobre todo sus manos me lo decían todo. Con otro cualquiera, hubiera manejado la situación con mi estilo, pero me sentía cómoda entre sus manos y el tiempo voló.
“Nos vamos, preciosa”. Su voz me saco del trance en que estaba, era hora de irnos. “Pero estoy con mi novio, tengo que volver con el”. “Tenemos, preciosa, no tengo transporte”.
Estaba realmente desconcertada, incapaz de poner en marcha mi mecanismo de dominación. Sin darme cuanta estaba en el coche de mi novio, a su lado, con Javi sentado detrás mió, acariciándome el cuello.
Desde la discoteca a nuestra casa hay 30 kilómetros. A mitad de camino, las luces de un hotel. “Para aquí”, “¿Porque?” se atrevió a preguntar mi novio. “Por que yo lo digo. Vamos a dormir aquí”. Si otro cualquiera me hubiera hablado así, le habría partido los dientes con el bolso…
Ya en la habitación, Javi, sin precipitarse, me abrazo y con habilidad que admire me tubo casi desnuda en sus brazos, con el completamente vestido aun. Se despertó mi crueldad de ama, pero dirigida a mi novio. Quería ofrecer a Javi su humillación. “Perro, desnúdate”, “de rodillas en el suelo, a los pies de la cama”.
Javi, me siguió el juego, se aparto de mi abrazo y sentado en la cama. “Quítame las botas”. Con un gesto me reclamo a su lado, al acercarme tiro de mí y me echo atravesada sobre la cama. Todavía pude mandar a mi novio “Míranos, y mastúrbate mientras follamos”, “No se te ocurra correrte, perro”.
Pude quitar la camisa a Javi, mientras me amasaba las tetas, sabiamente, pero con rudeza, me mordía los pezones, el cuello, los labios, sin inmutarse por la mirada fija, los ojos brillantes, casi saltando las lagrimas de mi novio.
La mano de Javi, bajo por mi vientre, ardiendo, hasta apoyarse en mi coño. Enseguida un dedo entro en mi coño, fácilmente, como si le hubiera estado esperando. Moviéndole suavemente, y entrando de vez en cuando con rudeza, seguía yo su movimiento levantando el culo.
Bruscamente se separo de mí. Me quede desconcertada, hasta descubrir su intención. De pie, yo a un lado atravesada sobre la cama, desnuda y entregada, al otro mi novio, de rodillas, masturbándose. Javi se soltó tranquilamente el cinturón y bajo el pantalón. No tenia nada debajo, apareció su polla, salto, más bien, al librarse del estrecho pantalón. No me impresiono el tamaño, creo que era normal, aproximadamente como la de mi novio, pero si la seguridad con la que pareció brotar. Sin necesidad de que me lo indicara, me incorpore y acerque mis labios. Después de unos besos en la punta empecé a chupársela. Javi no me cogio de la cabeza, como mi novio cuando me apetece chupársela y pierde el control.
Me dejo hacer, un rato, sin moverse, sintiéndola rígida en mi boca. Después de un rato, me aparto, sin rudeza, me empujo sobre la cama, y sentí su polla dentro del coño, entrando fuerte hasta muy dentro, tocándome en todos los sitios a la vez.
Volví la cara hacia mi novio y casi a la vez un orgasmo me recorrió desde el coño hasta los dedos de las manos y de los pies. Al mismo tiempo sentí el espasmo de Javi, y los golpes de su leche en mi interior. Sentí su peso encima mió y antes de que me agobiara se giro y quedo atravesado a mi lado…
Enseguida se repitió todo, y más tarde otra vez. Cuando ya estaba rendida de excitación satisfecha, y casi adormilada, le sentí levantar de mi lado, cubrirme con la sabana y el ruido de la ducha.
Entre sueños se dirigió a mi novio: “Me voy, paga la habitación antes de marcharte” y el golpe de la puerta.
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