Finalmente, para conseguir trabajo, tuve que vestirme de mujer, mamar la verga del jefe, y dejarme dar por el culo por él.
Un chico decide vestirse de mujer para poder comenzar a trabajar, pero se ve obligado a mamar la verga de su futuro jefe, y posteriormente de que consigue el empleo actuando como mujer su jefe lo chantajea diciéndole que sabe que es un chico, y lo obliga a que le de el culo y siga mamando..
Después de graduarme de la universidad, pensé que rápida y fácilmente encontraría empleo, pero la realidad es que no fue así, ya que a donde iba, aparte de que, para darme el supuesto empleo, me exigían experiencia.
Además, de que en ocasiones me di cuenta de que, a mis excompañeras de clases, les era fácil encontrar trabajo, a pesar de carecer de experiencia.
No fue hasta que en una entrevista el encargado de realizarla, tras darle una corta ojeada a mi currículo, me dijo sin vergüenza alguna, que el cargo que yo aspiraba estaba creado para una mujer.
Eso me desbastó, y al llegar a casa me puse a beber, aprovechando que mis padres, y mi hermana se encontraban fuera del país, y que no pensaban regresar de inmediato.
Tras haberme bajado media botella de ginebra, de momento se me ocurrió que, si me vestía de chica, quizás podría encontrar mucho más fácilmente trabajo, al principio me pareció una locura, pero de momento que me dio por averiguar cómo me vería vestidito de nena.
Por lo que aprovechando que me encontraba solo en casa, fui al cuarto de mi hermana, y tomé varios de sus vestidos, así como algunas prendas íntimas, para ver que tal me quedaban.
A medida que seguí bebiendo, me fui probando todas las prendas que pude, y llegué a la conclusión de que, si lo hacía bien, nadie se daría cuenta de que era un chico.
Durante los siguientes días, aprendí además de depilar todo mi cuerpo, a maquillarme, a caminar con tacos, y a peinar y ponerme una abundante peluca de mi hermana.
Fue cuando viéndome en el espejo me di cuenta de que además de tener unas nalgas muy bien formadas, y bastante llamativas, mis pechos con el sujetador, o sostén apropiado, daba la impresión o ilusión de que realmente eran un par de tetas pequeñas, pero tetas, al fin y al cabo.
Luego de realizar una cita telefónica, asistí a la entrevista de empleo, de lo más maquillado y perfumado, usando un vestido de mi hermana, y unos zapatos de mi mamá que le combinaban.
Mi idea era primero conseguir el empleo, y una vez que lo tuviera, hacer todo lo posible para destacarme, haciéndome indispensable.
A mi currículo solo tuve que realizar un par de cambios, como en el nombre y sexo, al igual que el diploma de la universidad.
En camino a la entrevista, me di cuenta de que varios tipos, se quedaban viendo mis nalgas, y hasta más de uno me lanzó uno que otro piropo, lo que en parte me hizo sentir orgulloso de mi aspecto femenino.
Apenas llegué me pasaron a la oficina del dueño de la empresa, que era quien en persona realizaba las entrevista, vio mi currículo, lo que lo impresionó bastante por mis altas notas, pero de inmediato me dijo que, debido al tipo de negocios de su empresa, necesitaba reclutar a gente que estuviera dispuesta a todo.
El sueldo era más de lo que yo esperaba, pero lo que no me esperaba era que me dijera que tenía que pasar una sencilla prueba, y el puesto sería todo mío, en ese momento con toda su clama, extrajo su verga, y me dijo. “Ponte a mamar.”
Por unos segundos pensé mandarlo al carajo, pero de inmediato recordé el sinnúmero de veces que fui rechazado por ser hombre, así que, tragándome todo mi orgullo, y sin entrar en controversia, me arrodillé frente a él, tomé su verga entre mis dedos, y lentamente comencé a pasar mi lengua, por sobre su colorado glande.
Ya a los pocos minutos, la tenía por completo dentro de mi boca, mamándosela como Dios manda, lo cierto es que no me sentí nada mal por eso, es más cuando él hijo de la gran puta se vino dentro de mi boca, terminé por tragarme todo su semen.
Lo que evidentemente a él le gustó, tanto que de inmediato me dijo que el puesto era todo mío.
Apenas comencé a trabajar, reorganicé todo, desde los archivos, hasta las funciones de todas las empleadas, y como a los quince días el dueño de la empresa me felicitó, ya que hasta había habido un aumento en las ganancias gracias a los cambios que yo había realizado.
Ya era el viernes en la tarde, que nos encontrábamos a punto de cerrar, cuando me envió un e-mail, indicándome que deseaba que me quedase para discutir otros cambios que yo había sugerido.
Luego que la totalidad del resto de los empleados de la empresa se habían marchado, inocentemente entré a su oficina, para llevarme la gran sorpresa de encontrármelo completamente desnudo.
Lo peor de todo fue cuando lo escuché decirme. “Se que eres un hombre, pero eso no me importa, si quieres seguir trabajando aquí, será bajo mis términos.”
Yo me quedé callado, sin saber que decir, n que hacer, si salir corriendo o esperar a ver qué pasaba.
Cuando él me continuó diciendo. “De ahora en adelante aras todo lo que yo te ordene, de lo contrario diré que te despedí al darme cuenta de que eras un hombre, ¿Estás de acuerdo, sí o no?”
Apenas dijo esas palabras se me acercó, se colocó tras de mí, me levantó la corta falda que estaba usando, me bajó los pantis, y sin más ni más tras ensalivar sus dedos, me comenzó a penetrar por el culo.
Y no es que esa fuera la primera vez que me daban por el culo, pero ya llevaba tiempo que no lo hacía, desde que había terminado la universidad, ya que cuando me emborrachaba, algunos de mis compañeros se aprovechaban de mi situación, y me clavaban.
Por lo que no me consideraba maricón, pero en ese instante, a medida que fui sintiendo como su verga me fue penetrando, creo que instintivamente comencé a mover mis caderas, y a pedirle que me diera más duro.
A medida que mi jefe me fue cogiendo, yo fui disfrutando de manera consciente de todo el placer que me producía sentir su verga entrando y saliendo de mi apretado culo.
Era tal mi excitación, que apenas él tocó mi miembro, de inmediato me vine, sin poder controlarme, para luego de que cambiamos de posición, me recostó bocarriba sobre el sofá de su oficina, me tomó por los tobillos, separó mis piernas y nuevamente me enterró su verga.
Hoy en día, soy la ayudante especial del jefe, y aparte de dejar que me dé por el culo o me ponga a mamar su verga, si él lo considera necesario, me pongo a mamar, o dejo que me coman el culo, algunos de los principales clientes de su empresa.
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