Forzada iniciación sexual, en sus vacaciones, de Julián, de 11 añitos, por su Tío Édgar, de 27.
Lo que debía ser unas tranquilas vacaciones de verano, se convirtieron en una intensa e imparable sucesión de sexo consentido, con mucha leche por todos lados..
El incesante movimiento de la madera era una constante, y el sonido de los resortes iba en constante crecimiento, así como la fuerza del bombeo. En el medio del catre, teniendo como huésped al viejo y oloroso colchón, de una plaza y media de tamaño, era testigo presencial de la inequívoca danza, coordinada e intensa, entre dos cuerpos que vencían las diferencias, para unirse en un acto tan corrupto como placentero. En ese momento, Julián, un niño de tan solo 11 años de edad, era un mero receptor, pasivo, de la fortaleza hecha con base en la tierra arada, sol y machete de un hombre quien emulaba, con sus 27 años, cuerpo moreno, totalmente marcado y con su propia herramienta, que la naturaleza le brindó, de unos 21 centímetros de largo y 11 de circunferencia, la fuerza de la jornada laboral diurna, de forma intensa y directa, en el culito del pequeño niño, devenido en su canal aliviador de esperma. Los gemidos pasaban en un segundo plano, a consecuencia de la mano izquierda puesta con firmeza en la boca del obligado receptor, mientras que la derecha hacia de puente/sostén entre el fogoso ultrajador, y la sometida víctima, que con sacrificio y resiliencia, aguantaba por tercera noche consecutiva, lo que sería su destino en esas semanas de lo que debería ser unas vacaciones de verano, pero más bien, a la luz de los hechos, resultaba ser unos inicios forzados en las artes amatorias y las consecuencias de una virilidad descontrolada, en los campos del norte argentino; aquel lugar donde abundan los penes solitarios, con deseos de aligerar la blanca y espesa carga, y escasean las vaginas y/o rectos jóvenes, sin discriminar el sexo biológico o la preferencia sexual.
Fue así que, instantes después de un intenso jadeo por parte del penetrador, que la totalidad de la inmensa descarga fue a parar al fondo del canal del violado sobrino que, sin dejar de lado la sorpresa, volvía a sentir, una vez más, la sensación de una importante cantidad de líquido caliente en sus entrañas y observar, aún atónito y sin comprender del todo la situación, a su mismísimo Tío Édgar, el hermano menor de su padre biológico Juan, descansar a su lado, rendido a los brazos de Morfeo, tras la prohibitiva y cansadora proeza masculina hacia el, su propio sobrinito quien, sin desearlo y buscarlo; preso de las amenazas de quien debería ser su Tío protector, se estaba convirtiendo en su putita proveedora de desahogo y desfogue secreto.
La salida del sol indicaba el inicio de una nueva jornada, en lo profundo del interior argentino; tan profunda como la nueva penetración a la que, tan temprano, era vilmente sometido el jovencito, quien con lágrimas en los ojos y discretos jadeos, producto de la grave amenaza que le manifestó su empotrador, aquella primera vez en la que, en los pastizales de la estancia, perdió por completo, producto no de uno sino de dos tiros en el culo, su inocencia, como también recibió su forzado pase de niño a mujercita, a pura, intensa y dolorosa pija. Ambos compartían, esta vez, la misma posición boca abajo: uno con sus mandíbulas, mordía con toda su fuerza y desesperación la inerte almohada, mientras el otro, con sus manos aferradas a las pequeñas caderas de su pasivo, sostenía sus tremendas y furiosas salidas y entradas, guiadas por su descomunal pene mientras que, en simultáneo, soplaba la pequeña nuca de su ahora mujercita, dejando así bien en claro quien debía gozar y a quien, circunstancialmente, le tocaba sugrirz todo eso durante el ininterrumpido proceso de generación y explosión de leche humana, para así iniciar el día alimentando las indefensas entrañas de Juliancito o, mejor dicho, Juliancita la bien cogida, intensa y repetidamente, de noche y de día.
Al desayuno formal, asistieron tanto el padre, la abuela, el Tío ultrajador y el sobrino ultrajado. El papá de la múltiple víctima, ignorando completamente cualquier señal de alarma, como el rengueo o decaimiento que su amado hijo hacía al caminar o expresaba constantemente, anunciaba su ida a la ciudad, en compañía de la abuela, para emplear el día entero en diversas gestiones; sin advertir que esa decisión, inconscientemente, desencadenaría en la primera jornada a tiempo completo que Edgar, el tío viril, insaciable y fogoso varón, invertiría en la sexual y precoz formación en el arte de recibir amor por la boca, la garganta y el culo, de su indefenso y desprotegido sobrino Julián.
Lo que para algunos sería un sueño frustrado de la niñez y adolescencia, para este niño resultaba una dolorosa y terrible realidad. A lo largo de esa jornada, sin apenas paisa, la pequeña víctima fue experimentando todo lo que uno puede imaginar, como por ejemplo la humedad de labios pasados por la poronga con precum, el tacto y fragancia de su nariz con los vellos de sus dos enormes huevos o, descubriendo por primera vez, los límites de la expansión de su boca, cuyo costado fue varias veces marcada por el tremendo glande de su violador, hasta casi romperse; de sus pómulos maltratados por intensos golpes de su glande y tronco, guiado por sus manos, o su adolorida e irritada garganta, producto de intensas y guiadas penetraciones, las cuales igualaban o en momentos superaban en intensidad las que recibía por el culo, lo cual generaba muchas babas, arcadas y hasta vómitos, así como el sabor de la leche de macho del campo, que fue depositado en lo profundo de su vulnerado sistema digestivo, como así también el olor y la viscosidad del semen del hermano de su papá, que dos veces fue vertida, producto de la infinita excitación de este experimentado violador, a lo largo y ancho de sus facciones; la lastimera y retirada cogida «contra natura», en múltiples posiciones: de perrito en la sala, cabalgado arriba suyo en la cama y bombeado de arriba a abajo en la cama, por la pared en el baño, cucharita en el suelo del pasillo, patitas al hombro en la cocina; en total, para cuando la noche empezaba, ya contabilizaban 6 intensos tiros: una en la boca, una en la garganta y dos en el culo, que se sumaron a los dos en su carita los que, con un placer indescriptible, por una parte, y un constante sufrimiento por la otra parte, marcaron para siempre ese momento y el total de las tres semanas en la que nuestro principal protagonista, ante la inadvertencia de todos, se dejó poseer, sin chances de resistencia, a los instintos más bajos y morbosos de su inaugurador forzado en el mundo del placer entre hombres. Su Tío, conocido en la zona por preñar hembritas inocentes, algunas rendidas a sus engañosos encantos y otras, sometidas a su tremenda fuerza corporal en alguno de los herbales de la zona, encontró por vez primera dos orificios, tan prohibidos y deliciosos, sin otro dueño que no sea el, que lo utilizaba cuando quería, a su gusto y deseo, que no dejó un solo sitio del niño sin recibir leche, como ninguna noche sin deslizar cada uno de sus 21 centímetros en lo más profundo de su ser, teniendo así un lugar seguro donde cumplir su misión y sueño en esta vida, según el entendía, que era darle placer a los amantes de la pija y ser el mejor proveedor de la leche de macho que pudiera existir.
Y así fue como, durante 21 días, Julián, sin buscarlo recibió tantas sesiones de desenfrenado sexo y semen como aguante y deseo tuvo su Tío, que nunca cambió la rutina de la violencia y potencia, aprovechando así el largo y esperado sueño de tener un delicioso y apretado muñequito sexual a su entera disposición, y quizá gracias a ello, años después, este sobrinito continuó disfrutando del gusto a las grandes, gruesas y lecheras porongas como la que recibió, sin pausas, en aquel caluroso (por dentro y por fuera) verano en que debutó una y otra vez, con su cuerpo provocando la producción de tanta leche seguida como nunca más, ni siquiera cuando de adolescente fue nuevamente violado por el portero de su colegio o por el albañil de su casa, recibió en su vida…
Me gusto tu relato pero le falto algo mas, todo fue contado en un solo relato y el unico que disfruto fue el tio no se loe demas que comenten pero le falto mas….. 😉 🙂 😉 🙂
Hola Alex, gracias por tu crítica, que me ayuda a crecer en esto que estoy empezando. Me doy cuenta que tengo una tendencia a dejar en un segundo plano al violado, veré de corregirlo.