Frotando, frotando, en el campamento, culo fui dando…
Un joven que trabaja en un campamento para adolescentes, se excita tanto viendo a una compañera de trabajo cambiándose de ropa, que después de ducharse en su cama se comienza a masturbar, pero se encuentra tan concentrado que no se da cuenta que sus nalgas quedaron descubiertas y……..
Frotando, frotando, en el campamento, culo fui dando…
Esto me sucedió, estando como supervisor, en un campamento de verano, para jóvenes antisociales.
No les voy a negar que, desde esa época, le agarré un tremendo gusto, a que me dieran por el culo.
Antes de eso era digamos el típico tipo joven de 22 que, a duras penas, y ocasionalmente la libraba con alguna noviecita, cuando no era que terminaba asistiendo a mi prostíbulo favorito, por lo discreta que era la dueña.
Por cosas de la vida, el pasado verano conseguí un empleo, como supervisor de un campamento de verano para chicos con problemas de conducta, por no decir hijos de la gran puta.
Realmente mi contacto con ellos era mínimo, mi labor consistía en supervisarlos en el dormitorio, el comedor, y más nada.
Entre las empleadas había una chica, que a todos nos traía locos, además la muy hija de la gran puta, como que lo sabía.
Porque no había día en que no dejase que ya fuéramos los empleados, como los internos, le viéramos el coño, claro que, de manera bien discreta, en ocasiones andaba sin pantis, se inclinaba un poco, y para que les cuento.
Pero la muy desgraciada, a nadie le soltaba prenda, es decir, no salía con ninguno, ella se deleitaba mostrando sus nalgas, su coño, sus tetas de manera, inocentemente accidental.
El dormitorio que yo supervisaba, creo y sin exagerar, que tenía el récord de pajas hechas, a nombre de ella.
Y como uno no es de hierro, una noche justo antes de acostarme, la vi por la ventana de su habitación, ella debió seguramente colocar, algo sobre el piso donde pararse, ya que desde donde yo me encontraba, pude verla completamente desnuda, acariciando su coño, de la manera más descarada posible.
Yo llegué al dormitorio, nada más pensando en el peludo y rubio coño de ella, apenas me di un duchazo, me recosté, sin ponerme nada, aparte de la sabana.
Y ya estando acostado, boca abajo, comencé a mover mis caderas, soñando despierto que me la estaba clavando a ella, mi verga la frotaba contra el colchón, por lo que mi prepucio lo estiraba para atrás y para adelante, una y otra vez.
Yo estaba tan y tan concentrado en mi sueño, que no me di cuenta de que la sabana que me cubría se había corrido, dejándome completamente desnudo, frente a los ojos de los tipos a los que debía supervisar.
Mi concentración fue tal, que no cuenta me di que varios de ellos se encontraban observándome justo a mi lado.
No fue hasta que uno de ellos, un tipo de lo más atrevido, al tiempo que yo continuaba moviendo mis caderas, y frotando mi verga contra el colchón, comenzó a tocarme las nalgas.
Cosa que honradamente les digo, ni cuenta me di, hasta que, de momento, comencé a sentir algo bien duro y caliente, rozando la raja de mis nalgas.
De eso a pasar a ser penetrado por él, no pasó ni un segundo, pegué tremendo grito, que rápidamente sus compañeros apagaron, colocándome una almohada sobre mi cabeza.
Sujetándome al mismo tiempo por ambas piernas, manteniéndolas separadas, al igual que mis brazos.
Mientras que el hijo de la gran puta ese, comenzó a penetrarme, al principio no soportaba ese tremendo dolor que sentía en mi culo, aparte de lo impotente que me sentí de ser sometido tan fácilmente por ellos.
Pero bien no pasaron unos pocos minutos en que el condenado, continuó metiendo y sacando su gruesa verga de mi culo, cuando ese tremendo dolor, comenzó a dar paso a un raro y extraño placer que jamás ni nunca antes había sentido.
Placer, que de manera involuntaria me llevó a comenzar a mover mis caderas, al punto que, a pesar de la vergüenza, el dolor, y humillación que pude haber sentido, desaparecieron dando paso a ese raro sentimiento, de placer que me estaba invadiendo.
Pero los muy desgraciados, no se conformaron con ver que su compañero me estaba penetrando, mientras que yo restregaba mis nalgas contra su cuerpo, buscando sentir más, y más dentro de mí su sabrosa verga.
Cuando un gordo con cara de pendejo, que yo pensé que era medio retardado, colocó su verga frente a mi boca, diciéndome. “Mariconcita, rica, ponte a mamar.”
Él, el decirlo y yo hacerlo, prácticamente fue una misma cosa, era algo que no podía controlar dentro de mí.
Esa noche creo que la totalidad de los diez chicos a mi cargo me han dado por el culo, y los que no seguramente les mamé su verga.
Al siguiente día era un secreto a voces, lo que había pasado dentro del dormitorio, excepto que yo no sabía que el chisme se había regado de tal forma, y manera que casi todo el mundo en el campamento lo sabía.
Por lo que cuando nos fuimos acostar, había una fila de varios chicos que esperaban para que yo les diera el culo.
Lo cierto es que no tuvieron que rogarme mucho para que yo, de manera voluntaria, dejase que me volvieran a dar por el culo.
Yo estaba en ese momento con mi cuarto o quinto chico, dejando que sabrosamente me hiciera lo que le daba la gana, mientras que con mi boca le mamaba su verga a otros.
Cuando de repente la luz del dormitorio fue prendida, de inmediato entraron los directores, encontrándome a mi dejando que me dieran por el culo, al tiempo que mamaba una gruesa verga con mi boca.
No espero que puedan entender cómo me sentí, entre humillado, avergonzado, en fin, hasta me puse a llorar, me amenazaron con llamar a la policía y levantarme cargos.
Mientras que yo estaba completamente desnudo frente a todos en el campamento, pero la muy hija de la gran puta, de la empleada se hacía la sorprendida.
Además, se me quedó viendo de una manera que me hiso sentir mucho más humillado.
Finalmente, no le levantaron cargos, pero fui despedido de inmediato, y tal y como me encontraba me entregaron mis cosas, diciéndome que ni me atreviese a vestirme dentro del campamento.
Por lo que tuve que andar desnudo un buen rato, y una vez llegué a los portones, donde rápidamente me vestí.
Hoy en día, ya sé de qué pata cojeó, por lo que soy una persona sumamente discreta, pero con mi particular gusto por ser bien calzado por otros hombres…
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