FUTURLAND 3 LA CEREMONIA DE INICIACION I PARTE
Albert se durmió con el consolador clavado en su ano cuando sonaron las trompetas que indicaban que era su gran día: su ceremonia de iniciación.
Albert permaneció horas en aquella estancia con el consolador dentro de él. Quería tener su ano dilatado para cuando, horas después, probase su primera polla de verdad.
La crema que se había metido en su ano con el consolador era relajante a la par que lubricante y le había hecho perder el conocimiento. Cuando despertó ignoraba cuanto tiempo llevaba con el consolador aquel dentro de su ano.
Delante de él, en el suelo, estaban secas las manchas de semen que eyaculó cuando se sentó en aquel dildo de goma de sólida base.
Bueno, mejor. Así tengo el ano dilatado para la ceremonia de iniciación –pensó cuando sonaron las trompetas de fiesta. Ya era la hora. Su día había llegado.
Había pasado toda la noche sentado en el pene de goma, clavado su ano. Su culto blanco lampiño se levantó del pene de ébano y salió corriendo a prepararse para asistir al gran estadio. En media hora iba a dar un paso muy importante: iba a ser un adulto.
todos los chicos se encaminaban al Gran estadio. Los chicos grandes a sentarse en las gradas para aplaudir y vivir el momento. Jóvenes como Marcus (capítulo I) se desplazaban para entrenar a los efebos. Y 25 niños de la clase de Albert se preparaban para su iniciación.
Había pasado media hora desde el inicio de toque de trompetas y ya todo el mundo estaba en el estadio ocupando sus puestos cuando, por megafonía un anciano venerable –jefe de la isla en la que se encontraba aquella colonia (Taurus I) del planeta saturno, comenzó a hablar parándose todos los cuchicheos y haciéndose un silencio sepulcral.
–Habitantes de Taurus. Hoy es el solsticio de verano, día grande en nuestra cultura. Ceremonia de iniciación que todos hemos experimentado a los 13 años.
(el público de aquel auditorio que asistía a la ceremonia, escuchaba al veterano noble, vestido con un sayo blanco, en respetuoso silencio
–Hoy 25 de nuestros chavales se graduarán.
Han pasado cinco años de entrenamiento esperando este gran día que les convertirá en adultos y buenos ciudadanos.
Hoy no sólo es una ceremonia importante para estos 25 omega, sino que también es el estreno de una nueva generación alfa.
Hoy es un gran día. Un histórico día.
¡Que empiecen los juegos!
Tan pronto terminó el discurso el gentío llenó de voces el estadio, voces que se callaron automáticamente cuando las trompetas volvieron a sonar.
Albert, y hasta un total de 25 chavales de su edad, se colocaron en círculos al lado de una especie de camillas. Como robots, en un movimiento sincronizado, los 25 niños se quitaron sus vestimentas dejando que estas cayeran sutilmente al suelo.
A su lado estaban otros 25 chavales, de 15-16 años. Sus ‘partners’ de colegio con los que habían entrenado en clase y que les iban a ayudar a pasar esta ceremonia de iniciación y vivir el gran rito, momento para el que se habían preparado durante los últimos años de colegio.
Los partners (beta), también se quedaron completamente desnudos rozando el cuerpo de sus compañeros a espaldas de estos. Jim, el compañero de 16 años de Albert, sin vello y de piel morena, tapaba su largo y delgado pene con la pierna y nalga de Albert, al que sujetaba por detrás y ayudó a quitarse la ropa.
La algarabía, el bullicio, al ver a 50 chavales imberbes completamente desnudos en mitad del estadio, era tremenda.
No pasaron más de unos instantes cuando un toque de corneta dio paso al inicio de los Juegos. Jim, con su pene erecto, rozaba las nalgas de Albert cuyo pene parecía de estatua griega de pequeño, no sabemos si cohibido ante tal expectación.
El roce con el joven cuerpecito sin embargo, empalmó a Jim a su máximo esplendor. Los 24 chavales, en una ceremonia que llevaban tiempo ensayando, hicieron lo mismo. Jim llevó a Albert al borde de la camilla y le tumbó boca arriba agarrando sus piernas y exponiendo sus nalgas aún por estrenar (pero no por mucho tiempo).
Los 25 treceañeros permanecían tumbados de espaldas levantando las piernas y dejando las piernas abiertas para facilitar el acceso a su ano para la que sería su primera penetración y paso a vida en sociedad probando por primera vez penes en sus anos (aunque en la boca ya los habían probado hacía unos años).
Volvieron a sonar las cornetas y la algarabía se hizo silencio y todos los del público se giraron cuando entrebastidores aparecieron de los vestuarios los 25 guerreros con el arm up en sus anos y arneses de cuero, que eran los que iban a desflorar a los pequeños en aquella ceremonia de iniciación. Uno era Marcus (el del episodio I) Para Marcus, el soldado diecinueveañero, también iba a ser su primera vez (pero para él como follador).
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