Gano más dejándome dar por el culo y mamando que limpiando oficinas…
Un chico que llega a la ciudad descubre que gana más dejándose dar por el culo y mamando vergas, que limpiando oficinas..
Gano más dejándome dar por el culo y mamando que limpiando oficinas…
.
Como muchos chicos de mi edad, apenas pude me fui de mi pueblo a la ciudad, para poder conseguir trabajo.
Por suerte llegué donde mi tía, hermana de mi madre, la que gustosamente me ofreció que me quedase en la habitación de mi primo, ya que él se encontraba preso.
Casi de inmediato me dediqué a buscar un trabajo, pero con la poca experiencia, por no decir que ninguna, y habiendo terminado milagrosamente la escuela superior, era casi imposible que encontrase algo.
Por lo que mi tía, me propuso que al igual que ella me dedicase a la limpieza de oficinas, algo que realmente no me gustaba, pero como ya a las dos semanas de seguir buscando trabajo, finalmente le dije a mi tía que podía probar a ver qué tal me iba.
Ya al mes de estar trabajando con mi tía, se nos ocurrió que en lugar de quedarme limpiando junto a ella, podía dedicarme a limpiar otras oficinas por mi cuenta.
Y así fue como comencé, a trabajar solo, por lo general llegaba cuando ya el personal de las oficinas se había marchado, y me dedicaba a limpiar.
Al terminar, si el baño de la oficina tiene una ducha, aprovecho y me doy un baño, pero cierto día, en una de las oficinas, en que me encontraba, regresó el gerente, mientras que yo me duchaba al verme de espaldas.
No sé por qué pensó, que yo era una chica, puede que sea que como soy delgado, y ando con el cabello largo, eso lo llevó a pensar que en lugar de un chico era una chica.
Fue cuando se dirigió a mí, diciéndome. “Señorita disculpe, me puede decir ¿si tardará mucho?”
Rápidamente cerré la llave de la ducha, tomé mi toalla me la puse alrededor de mi cuerpo a la altura de mi cintura, y al voltearme hacía él de inmediato le dije, que no iba a tardar mucho, pero además le aclaré que yo no era una chica, sino un chico.
La cara de sorpresa que el tipo ese puso, al escucharme, también me sorprendió a mí, ya que nunca nadie me había confundido con una chica, a pesar de mi cabello largo, de que soy lampiño, y de lo delgado que soy.
Pero casi de inmediato, el tipo ese que era algo gordo, medio calvo, y como de unos cincuenta tantos años, comenzó a acercárseme y a verme de manera rara.
Lo que, a mí en lugar de incomodarme, como que me hizo sentir algo especial.
Estando a menos de un paso de mi persona, él continuó hablándome, diciéndome que, si no me interesaría ganar, una buena cantidad de dinero extra.
Apenas lo escuché decirme eso, y aunque yo nunca había tenido relaciones sexuales con otros hombres, por su forma de verme, y su manera de hablarme, como que supe a qué era lo que él se refería.
No sé si fue, el escucharlo decirme que me ganaría una buena cantidad de dinero extra, o no sé qué.
Ya que, en lugar de indignarme, haciéndome el pendejo, le pregunté qué era lo que él quería que yo hiciera.
Acercándose más a mí, colocó una de sus manos sobre mi cadera, diciéndome. “Bueno lo que yo quiero son dos cosas, una es darte por el culo, y la otra es que me manes la verga.”
Yo puse cara de sorpresa, mientras que él había continuado deslizando su mano desde mi cadera, hasta mis nalgas. Y lo único que se me ocurrió decirle, fue. “Bueno no se realmente, es que he escuchado decir, que eso duele mucho”.
Sin dejar de estar acariciando mis nalgas por encima de la toalla, me dijo. “La verdad es que puede que te duela un poquito, pero te aseguro que te pagaré bastante bien.”
La verdad es que en lo único que me enfoqué fue cuando, me dijo. “Te aseguro que te pagaré bastante bien.” Por lo que de inmediato, le dije. “Bueno si es así, dígame donde, y qué debo hacer.”
El gerente de la oficina, sin quitar su mano de mis nalgas, me condujo hasta su oficina, y de inmediato señalando un gran sofá, me dijo. “Aquí y ahora, así que quítate la toalla, y recuéstate bocabajo en el sofá.”
Yo de inmediato sin detenerme a pensarlo, le hice caso, por lo que me quité la toalla que tenía alrededor de mi cuerpo, quedándome completamente desnudo frente a él.
Siguiendo sus órdenes, me recosté bocabajo sobre el sofá, al tiempo que él me indicó que separase un poco mis piernas, cosa que hice de inmediato.
En esos momentos, él se movió a su escritorio, extrajo algo de una de las gavetas, y con paso resuelto se dirigió hacia mí.
Lo primero que volví a sentir, fue una de sus manos, que volvían acariciar mis nalgas, les juro, que nunca en mi vida, había hecho algo parecido, es más hasta ese momento jamás los hombres me habían llamado la atención.
Pero apenas él comenzó a acariciar mis nalgas, yo comencé a sentir una especie de placer, a medida que sus dedos se fueron acercando a mi esfínter, a los pocos segundos, comenzó a untarme algo entre mis nalgas, y mi esfínter.
Al poco rato, sentí como uno de sus dedos me comenzó a penetrarme, y casi de inmediato, otro, y luego otro, así hasta que de seguro ya tenía más de media mano metida entre mis nalgas.
La que fue introduciendo y sacando un sin número de veces, pero contrario a lo que yo esperaba, lejos de producirme algún insoportable dolor, lo que yo sentía era un rico y raro placer.
Ya que a medida que él continuaba metiendo y sacando su mano de entre mis nalgas, me iba diciendo lo lindo, y sabroso que era mi apretado culito.
Así como, que la próxima vez que nos llegásemos a ver, a él le agradaría que yo usara algo de ropa íntima femenina, preferiblemente de color negro.
Algo de lo que me di cuenta fue, que a medida que él continuaba dilatando el hueco de mi culo, a mí se me fueron escapando uno que otro gemido, así como el tono de mi voz comenzó a sonar algo femenino.
Otra de las cosas que me di cuenta, fue que yo a medida que él seguía haciéndome todo eso, yo involuntariamente comencé a mover mis nalgas.
Hasta que, pasado un buen rato, extrajo sus dedos de mi culo, y sacando su verga del pantalón la dirigió al centro de mis nalgas.
En ese momento fui sintiendo como se fue colocando sobre mí, y a los pocos segundos, comencé a sentir como la cabeza de su caliente verga, entraba en contacto con mi esfínter, y como este se fue abriendo a medida que él me fue penetrando.
La verdad es que siempre me dolió algo, pero no tanto como para que yo le pidiera que se detuviera.
Y mucho menos que me lo sacara, por lo que yo comencé gustosamente a mover mis caderas a medida que el gordo gerente continuaba metiendo y sacando toda su sabrosa verga de mi propio culo.
Como les mencioné, hasta ese momento nunca antes ni tan siquiera me había pensado que yo me dejara hacer algo así, por dinero.
Pero a medida que el gerente, continuaba sabrosamente dándome por el culo, penetrándome salvajemente una y otra vez, yo no paraba de mover mis nalgas.
Viciosamente las restregaba contra su cuerpo, buscando sentir más, y más dentro de mi todo su miembro.
Disfrutando al máximo de cómo me sujetaba con fuerza por mis caderas, apretándome contra su cuerpo, una y otra vez, al tiempo que me mordisqueaba la nuca y mis orejas.
Por un buen y largo rato, el gerente me estuvo dando bien duro, mientras que yo con voz afeminada chillaba y gemía de placer, hasta que él finalmente se vio dentro de mi culo.
Luego por un rato nos quedamos sin movernos, hasta que él tras sacar su verga de mi culo, me dio una ardiente nalgada, y me indicó que me fuera a lavar al baño.
Cuando me senté en el inodoro instintivamente expulsé todo el semen que me había dejado dentro, y tras darme otra ducha, comencé a secarme.
Mientras que él después de lavar su verga con agua y jabón, me dijo. “Acuérdate que te dije que eran dos cosas, ya hiciste una, te falta el otro cariño”.
Al escucharlo decir eso, de inmediato me acordé de que, desde un principio, él me había dicho que aparte de darle el culo, debía mamar su verga.
Así que apenas vi como mantenía su miembro agarrado fuera del pantalón, no dude ni un segundo en arrodillarme ante él, y agarrado su verga con mis manos, la dirigí a mi boca.
Al principio me dedique a lamer su colorado glande como si fuera una gran barquilla de helado.
Para luego poco a poco comenzar a ir introduciéndolo dentro de mi boca, para de esa manera dedicarme a succionarlo una y otra vez, a medida que fue volviendo a ponerse bien duro.
La verdad es que yo esperaba que eventualmente acabara dentro de mi boca y garganta, pero no fue así.
Ya que una vez que se le volvió a poner en completa forma, sacó su verga de mi boca, y llevándome rápidamente de nuevo al sofá, me tomó por los tobillos, levantó y separó mis piernas, y cuando me vine a dar cuenta, ya me estaba enterrando nuevamente toda su verga dentro de mis nalgas.
Por lo que vi claramente como su miembro desaparecía dentro de mi culo, una y otra vez.
Después de todo eso, mientras me vestía, me dijo que, si yo quería, él me podía recomendar a varios clientes.
Por lo que sin pensarlo dos veces le dije que sí, esa noche cuando regresé a la casa de mi tía, no le dije nada de lo que me había sucedido, ni todo el dinero que me había ganado, por darle el culo y mamarle su verga al gerente.
Hoy en día continuó limpiando oficinas, pero es porque es la excusa perfecta para atender mis clientes…
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!