Gracias a un ratón me convertí en su chulo, y él en mi travesti esclavo sexual.
Un chico que le tiene pánico a los ratones, es víctima de un amigo de él, que se aprovecha de sus miedos a los roedores, para convertirlo en un esclavo maricon travesti, del que se aprovecha convirtiéndose en su chulo..
En una ocasión en que había terminado de jugar un partido de futbol, al entrar al baño para darme una ducha, me encontré con un chico, completamente desnudo que tenía fama de maricón, casi de inmediato, se dio media vuelta, y sin decir una sola palabra, digamos que me ofreció en bandeja de plata, sus nalgas, ya estaba yo a punto de clavarle mi verga por el culo.
Cuando apareció de repente, un amigo mío, el mariquita y yo al verlo nos cortamos, nosotros dos tratamos de disimular, yo ocultando mi parada verga entre mis manos, mientras que el mariconcito, corrió a vestirse.
Mientras que mi amigo sumamente indignado, y molestó, me dijo que hablaría tanto con el entrenador como con el capitán, y el resto del equipo, si yo seguía haciendo esas cosas, con el mariconcito ese.
Le dije que todo era un mal entendido, que solo estaba vacilando al maricón, mientras que él, me advirtió que dejase de hacer eso o me retiraría su amistad, como a la semana mi amigo, y yo nos pusimos de acuerdo para estudiar en su casa, ya que en la mía era realmente imposible, y como su madre es enfermera, por lo general en las noches ella no se encontraba en su casa. Realmente esa noche estudiamos mucho, ya algo cansados, mientras nos comíamos un sándwich en la cocina, no sé de dónde ni como apareció un ratón, caminando por el piso bien pegado a la pared.
Cuando mi amigo bien pálido me lo señaló, nada más de verlo, entró en pánico, se puso a gritar como un desesperado, al mismo tiempo que se trepó en una de las sillas de la cocina.
Al principio pensé que se trataba de una broma del, pero al ver la manera en que gritaba y prácticamente lloraba, pidiéndome que se deshiciera del ratón, agarré una lata de no sé qué, que estaba al alcance de mi mano, y de un certero tiro, le di al ratón.
Luego me acerqué lo tomé por el rabo, lo levantó del suelo y como si fuera un trofeo, me acerqué, para mostrárselo, fue cuando me di cuenta de que le dio un pánico mayor.
Y del miedo que le dio, que no fuera a tirárselo encima, me pidió que me deshiciera del ratón, en lugar de ocultarlo continué mostrándoselo, y él actuando como un desesperado, gritando, y llorando, pidiéndome que lo retirase de su vista.
Fue cuando en medio de su desespero cometió el error de decirme llorando. “Por lo que tú más quiera deshazte de eso, y te juro que hago lo que tú quieras.”
Me le quedé viendo, bien serio, y de inmediato le pregunté. “¿O sea que, si lo guardo, tú harás todo lo que yo quiera, incluso si te digo que te vistas de mujer y me des el culo?” de seguro, ni pensó en lo que yo le había dicho, y de forma automática me respondió que sí.
Pero para asegurarme le volvió a preguntar, y tras escucharlo, a pesar de su lloriqueo, y quedar bien claro que lo había entendido, le dije. “Ok cuando lo guarde, vamos al cuarto de tú mamá, y te pones su ropa, y después me vas a dar el culo, y harás todo lo que yo te ordene.”
A lo que a pesar de su lloriqueo resignadamente me respondió, repitiendo mis palabras, diciéndome. “Te prometo que me voy a poner la ropa de mi mamá, y haré todo lo que tú me órdenes.”
Cuando terminó de decírmelo, agarré una bolsa de papel donde estaban los sándwiches que nos habíamos comido, y guardé el ratón muerto dentro, una vez que dejó de ver al ratón, comenzó a calmarse, dejó de llorar, y se bajó de la silla, cuando lo tomé por el brazo, y le dije. “Vamos al cuarto de tu mamá.”
Él se quedó paralizado, y apenas pudo decirme, con voz entrecortada. “Deja el juego.” A lo que acercando la bolsa a su rostro le dije. “Tú lo prometiste, y lo prometido es deuda, así que, a cumplir, o te tiro el ratón encima.” al tiempo que movía la bolsa, y dentro podía escuchar como el cuerpo del ratón golpeaba el papel.
Lo que lo asustó más todavía, ya que de seguro pensó que, en cualquier momento, se lo tiraría encima del, por lo que, de manera sumisa, comenzó a caminar en dirección al cuarto de su mamá, pero sin dejar de decirme. “Yo soy tu amigo, no me hagas eso.”
Simplemente lo mandé a callar, y le recordé el incidente en las duchas, diciéndole. “Por culpa tuya, no pude comerle el culo al mariconcito ese, ahora aguántate y cállate la boca.
Al llegar a la habitación de su madre, levantando la bolsa de papel, frente a su cara le dije. “Quítate toda la ropa.” Lo que de inmediato, a pesar de lo asustado que se encontraba, hizo.
Cuando ya estaba completamente desnudo, le dije. “Búscate, algún panti, y sostén, que te sirvan.” Mi amigo, a pesar de la vergüenza y el miedo que sentía, iba abrir una de las gavetas donde su madre, guarda la ropa íntima, le dije. “No de esa no, de la que ya está usada, para que no se dé cuenta de que te la pusiste.”
Y tal como yo se lo ordené, Jacobo buscó en la cesta de la ropa sucia, y sacó varias prendas íntimas de su madre, las que señalándola con el dedo le indiqué cuales agarrar, y ponerse frente a mí.
Una vez que se puso, el panti, y el ajustado sostén, le dije. “Asómate al espejo para que te veas.” y tal como se lo ordené así lo hizo.
Lo cierto es que realmente, parecía una chica, por su abundante cabellera, luego nuevamente le dije. “Ahora ponte esa faldita corta, esa blusa, las pantimedias esas, y cuando termines de ponerte todo, te sientas frente al espejo.”
A medida que se fue vistiendo, se parecía más a su madre, personalmente le pinté los labios, y le puse algo de color en la cara, diciéndole. “Ahora si pareces una verdadera chica.” Mi amigo, trató nuevamente de convencerme, de que no siguiera con eso, pero apenas comenzó hablar, colocando la bolsa frente a su cara, la abrí y cerré, y él por el miedo de que le tirase el ratón encima, de inmediato se quedó callado.
Después de eso, le ordené que me pusiera unos zapatos de taco, ya así vestido, y pintado, llevando la bolsa en mi mano izquierda, lo agarré por el brazo con mi mano derecha, y de esa manera lo conduje a la sala de su casa.
Donde prendí el equipo de sonido, y con la amenaza de tirarle el ratón encima, lo obligué a que bailase conmigo, a medida que comenzamos a bailar, metí la bolsa con el ratón en uno de mis bolsillos, y de inmediato le agarré con ambas manos, las nalgas.
Él trataba de no bailar tan pegado, pero en un descuido del, le he plantado un tremendo beso, y cuando trató de zafarse, solo dije. “Si quieres, saco el ratón.” por lo que de manera resignada me dejó que lo continuase, agarrando sus paradas nalgas, y besando, por lo que introduje mi lengua dentro de su boca, al mismo tiempo que seguía, acariciando sus nalgas, apretándolo contra mi cuerpo, y fue sintiendo la erección de mi verga.
Prácticamente ya se había entregado entre mis brazos, a pesar de que era evidente que nada de eso le gustaba, comenzó actuar algo raro, hasta el momento en que mis manos bajaron los pantis, él trató nueva, e inútilmente de zafarse, mientras que, lo apretaba con más fuerza le dije. “Ahora tu eres mi mujercita, acuérdate que debes hacer todo lo que yo te ordené.”
Nuevamente insistió en que no le hiciera eso, que él era mi amigo, fue cuando le dije. “O te callas, o te meto el ratón en la boca, o mejor aún, quiero que te metas mi verga en tu boca y me la mames.
Apena dije eso, le solté las nalgas, y coloqué mis manos sobre sus hombros, al tiempo que lo fui obligando a que se fuera arrodillando frente a mí, realmente no ofreció resistencia, por el temor a que cumpliera mi amenaza de meterle el ratón en la boca.
Así que cuando su rostro se encontró a la altura de mi verga, rápidamente extraje mi miembro del pantalón, y colocándolo frente a su boca le ordené, primero que me la besara, lo que por el miedo a que yo cumpliera mi palabra de ponerme el ratón en la boca, aunque con algo de asco de su parte, colocó sus labios contra mi glande, lenta, y suavemente comenzó a besarlo, hasta que le ordené que me lo comenzara a mamar.
Obediente, y de manera bien sumisa me hizo caso, abrió su boca, y poco a poco comenzó a chupar mi erecto miembro, y a medida que lo iba haciendo yo procuraba meterlo más, y más dentro de su boca.
Pero a medida que seguía mamando mi verga, coloqué mis manos sobre su cabeza, y presionándolo fui haciendo que él introdujera más adentro de su boca, toda mi verga.
Hasta que de momento le dije. “Ya está bien, lo que quiero realmente es comerte ese culo. Así que ponte en cuatro.”
Sollozando, pero sin dejar de hacer lo que le ordenaba, se le ocurrió preguntarme por qué le estaba haciendo eso, fue cuando le dije. “Te acuerdas del mariconcito al que se lo iba a meter en el baño, por eso él iba a completarme la matricula del próximo semestre. Pero ahora gracias a ti, no lo va hacer.”
Fue cuando diciéndome, que, si era por cosa de dinero, él me daría lo de su matrícula y ya, pero al decírmelo, le respondí. “Es que como sea tú me la tienes que pagar, así que calla boca, y no aprietes el culo porque te va te va a doler.”
Él se encontraba sobre el sofá de la sala con sus nalgas al aire, los pantis en sus tobillos, y la corta falda, prácticamente doblada sobre su espalda, fue cuando me fui metiendo mis dedos, embadurnados en vaselina, , lentamente se los fui pasando por sobre su esfínter, y de la misma forma comencé a ir introduciéndoselos dentro de su cuerpo.
Al principio uno, luego fueron dos de mis dedos, luego tres y finalmente cuatro. Los metía y sacaba, mientras que él se encontraba como paralizado.
Después de un buen rato le dije. “Procura relajarte, y no aprietes que entonces si voy hacer que te duela.” Casi de inmediato saqué mis dedos, y comencé a sentir su caliente y apretado esfínter contra la cabeza de mi verga, la presión que comencé a ejercer, permitió que su esfínter cediera, y se fuera abriendo, y dejando que mi verga lo penetrase.
Aunque, de seguro si llegó a sentir dolor, quizás por la vaselina, y por haber estado metiendo y sacando mis dedos de su culo, esté se fue dilatando, hasta el punto que finalmente sentí todo su cuerpo en contacto con el mío.
Por un rato me quedé quieto, pero luego comencé a sacar, y meter una y otra vez toda mi verga nuevamente dentro de su culo.
Sin que yo se lo dijera, comenzó a mover sus caderas, casi sin darse cuenta, yo lo apretaba más, y más contra mi cuerpo, y él a pesar de todo, comenzaba a disfrutar en parte todo lo que yo le estaba obligando hacer.
Después de un rato extraje mi miembro de su culo, y le dije. “Ahora ve al baño, y lávate, que luego quiero que me lo vuelvas a mamar.” de manera obediente me hizo caso, expulsó todo lo que había dejado dentro de sus nalgas, y después de lavarse regresó a la sala, fue cuando le entregué los pantis, y le ordené que se las pusiera nuevamente.
En ese instante le dije. “De ahora en adelante cuando te lo ordene, te vistes, y ya sabes lo que yo quiero, de lo contrario le cuento a todos los chicos del equipo, que tú me distes el culo, y que porque le tienes pánico a los ratones.”
Así que, a pesar de no querer, tuvo que complacerme en todo aquello que le ordenaba hacer, como por ejemplo depilar todo su cuerpo, y andar todo el tiempo con la ropa íntima de mujer puesta bajo su ropa.
Durante las siguientes semanas, por lo menos una o dos veces, ya fuera en su casa, o en la mía, lo obligaba a que se vestirse de mujer, y dejar que le hiciera lo que a mí, se me antojase, bajo la amenaza constante de contarles a todos nuestros amigos.
Posteriormente, sin que él se enterase, un día compartí nuestro secreto con uno de los chicos del equipo, esa noche apenas llegó a mi casa, le ordené que se vistiera como de costumbre, pero al regresar a la sala se sorprendió al encontrarme, acompañado por uno de los chicos del equipo de futbol, por lo que se vio obligado también a dejar que entre los dos hiciéramos con él lo que nos diera la gana.
Al principio lo puse a bailar conmigo, mientras el otro chico nos observaba, pero al rato el otro chico, se colocó tras de él, y mientras yo lo besaba, el otro levantó la pequeña falda que estaba usando, y comenzó primero acariciar sus nalgas, para luego dedicarse a pasar su desnuda verga por entre ellas.
Hasta que después de un rato, desnudamos por completo, pero le ordenamos al mariconcito, que se quedase así vestido, y que para mantener la ilusión de que era una mujer.
MI otro amigo, continuó pasando su verga por entre las nalgas del mariconcito, hasta que finalmente lo penetró, y vi cómo le enterraba toda su verga por el culo, al tiempo que yo lo obligué a que él le mamase mi verga.
El resto de la noche, nos la pasamos cambiando de lugar, obligándolo a que indistintamente nos diera el culo o nos mamase nuestras vergas.
A los pocos días volví hacer lo mismo, pero con otro chico del equipo, hasta que finalmente, la mayoría terminaron conociendo el secreto del, y dándole por el culo salvajemente.
Luego a los pocos meses, una noche le ordené que se vistiera lo más linda que pudiera, y lo llevé a pasear en un auto que me habían prestado, no fue hasta que nos detuvimos en una casa a las afueras de la ciudad que le dije. “Te vas acostar con un viejo muy rico.” y de esa manera, prácticamente me convertí en su chulo, y él en mi puta. Y todo por el pánico que le tiene a los ratones.
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