Gratos recuerdos.
Nuestras experiencias nunca pasaran al olvido..
Hola, quiero empezar por decirles que en la actualidad tengo 55 años de edad, las anécdotas a comentar son de cuando tenía entre 10 y 14 años.
Mi nombre es Dan, vivíamos en una zona rural de un estado playera de Venezuela. Específicamente nuestra comunidad estaba en un cerro donde para la época solo habían casas y mucha selva. La selva era nuestro sitio preferido para jugar a las escondidas y otros juegos que luego se hicieron comunes. La primera vez que yo tuve contacto sexual con una persona tenía unos seis a siete años, mi mamá salía a trabajar en las mañanas y me dejaba a cargo de una vecina, ya que para ese entonces mis hermanos mayores estaban en el colegio. Recuerdo como si fuera ayer, que mamá me dejó casa de aquella vecina y ella me mando a acostar en la cama de uno de sus hijos, que para aquel entonces tendría unos doce años mas o menos, recuerdo que él me metió debajo de su sábana y me quedé dormido, pues era aun muy de mañana.
Después de que me dormí, comencé a sentir que algo se metía entre mis nalgas y al sentir algo de dolor me desperté de golpe, para mi sorpresa era el hijo de la vecina que me estaba metiendo su pene por mi culito virgen y cerradito. Al ver él que yo me desperté, me puso la mano en la boca y me decía al oído que me quedara tranquilo que ya el dolor pasaría. Efectivamente, cuando sentí en el hueco de mi recto la cabeza de su pene, mi cuerpo se estremeció, sentí el dolor, pero también sentí algo de gusto. Mi macho comenzó a empujar con bastante delicadeza su cabeza hacia dentro, imagino que lo baboso, y ahora lo se, era su líquido preseminal. Cuando logró meter su falo dentro de mí, solo me decía al oído que me gustaría y cada vez que me hablaba me ensartaba su miembro, aquello dejó de dolerme y comencé a sentir un gran placer, claro, yo no sabía que era, pero me gustaba, sería por ello que nunca dije nada. Mi macho me estuvo dando empujones y sacaba y volvía a empujar cada vez mas fuerte dentro de mí. Hasta que sentí que se le hinchó mas y luego sentí algo caliente que dejaba dentro de mis tripas. Cuando dejó de moverse yo tenía mi pipito parado y él me lo sobaba, le daba de adelante para atrás y al revés. Al rato se le salió de mi culo su verga y fue allí cuando se la pude ver, aunque estaba flácida la verga de mi macho era larga, no muy gruesa, blanca y con la cabeza roja.
Él espero a que su mamá saliera de la casa a la esquina, como era la costumbre de aquellas mujeres y me llevó al baño, me hizo agachar y me dijo que hiciera pupú, yo obedecí y al levantarme pude ver que me había salido algo blanco y unas lineas rojas. Me lavó y me dijo que no debía decir nada de eso, como me gustó, no hice ningún tipo de comentario. Aquello se repitió todas las veces que mi mamá me dejó a cargo de aquella vecina, eso fueron varios meses. Al llegar a aquella casa, era automático que yo cogiera para su cuarto y me acostara en su cama.
Después de aquello uno con unos añitos mas, comenzamos a jugar por aquellos matorrales, mi experiencia se fortaleció mas cuando comenzamos con los juegos sexuales de niños primero, que si nos tocábamos, que si nos mostrábamos nuestros penes, que si comparábamos los tamaños, luego con los mas allegados comenzamos a tocarnos nuestros penes unos con otros, nos rozábamos las nalgas unos con otros, hasta que llegó el momento de mostrarnos nuestros culos unos con otro. Siempre los mas grandes fueron los primeros en comer culo, a mí me tocó mi primer culo como a los nueve años y fue la hermana de un amigo, fuimos a jugar a su casa y escondidos le bajé la pantaleta y le metí mi palito por su culito y después se lo metí por su cuquita, era tanta mi emoción, cuando de lo pude meter en su vagina que al rato de estar dándole me oriné dentro de ella. Su hermano era unos meses menor que yo y nos vio, pero no dijo nada, después jugando por los matorrales me dijo que le diera el culo o le diría a su mamá lo que hacía a su hermana. Y bueno me cogió con su pene casi igual al mío solo que un poco mas largo.
En otra oportunidad llegamos a la quebrada y nos encontramos a unos de los muchachos grandes haciéndose la paja y cuando nos vieron cada uno se hizo de nosotros y nos cogieron también. Uno de ellos era el hijo de la vecina y por su puesto él me escogió a mí.
Dejo para el próximo relato las cosas que nos fueron pasando con el pasar de los años.
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