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Dominación Hombres, Fantasías / Parodias, Gays

Guapo y joven de déspota a discapacitado

Tuvo un accidente y aproveché para cuidarlo y petarle el culo a ese baboso.
Me presento. Soy Jorge Luis y me encantan las travestis activas. También los gays femeninos que soy muy perversos. Estuve casado pero mi mujer me dejo porque se dio cuenta de que pasaba horas en la madrugada mirando vídeos cerdos y guarros de temática homosexual.
Mido 175 cm, peso 80kg y me mide 16 cm en erección, pero es bastante gruesa.

Conocía a Marcelo porque era un elegante muchacho, vecino mío. Un veinteañero esbelto y muy presumido. Siempre cuidando su aspecto, su peinado, con su cabello suave y medio largo; y vistiendo con traje en las fiestas, o con ropa deportiva de marca siempre, y combinando prendas a la última moda para su Instagram.
Tenía mal carácter y se peleaba mucho con sus padres, que como buenos ricos solían dejarle solo mucho tiempo mientras se marchaban de vacaciones, o viajaban por negocios.
Una tarde noche, Marcelo condujo su coche para ir a una discoteca y tuvo un accidente. El coche derrapó y se salió de la carretera cayendo en un canal de aguas semilleno.

Por fortuna había una unidad policial esperando en la rotonda que lo observó todo. Llamaron a los servicios de emergencias y fueron a socorrerlo enseguida. Lo sacaron rápidamente, pero el tiempo que estuvo asfixiado en el coche y por las heridas del impacto en la cabeza, el muchacho tuvo que ser hospitalizado y entró en coma.

Al regresar al vecindario, Marcelo venía en silla de ruedas y tenía la mirada perdida. Tenía la cabeza apoyada en su hombro derecho y babea a ratos. No tenía control sobre su movimientos ni habla.
No tardé en darme cuenta que los padres de Marcelo no tenían tiempo para cuidarlo ni ganas. Contrataban asistentes que lo cuidasen pero no les duraban. Eran muy exigentes y se ve que Marcelo no se los ponía fácil. Aunque no se pudiera comunicar era terco e irascible, igual que cuando estaba sano. Yo comencé a ser amable con él, cuando lo sacaban a pasear, «como a los perros» pensaba, y iba a visitar a sus padres para interesarme por su salud, que era una excusa para vengarme de Marcelo.

Marcelo me llegó a ser tan atractivo que yo mismo me le insinué muchísimas veces. Una vez le propuse venir a mi casa, me contestó que no y le respondí: «¿No quieres una mamada?» -señalé su bulto y le dije: «Eso está para mamársela». Me ignoró y mirándome de forma despectiva se giró, y me llamó «maricón de mierda».

Al final me dejaron con Marcelo un día entero. Lo metí en casa y lo primero que hice fue tirarlo de la silla.
Lo observé en el suelo como se movía casi imperceptiblemente. Me saqué la polla y lo meé:
– Toma mariconazo, ¿quién es el mierda ahora? Mmm, te gusta, si no te gustase ya te hubieras ido a tu casa-.
Después de orinarme encima de él, lo senté en la silla y le pasé el rabo por la cara.
– mmm, ¿Qué ahora no me dices nada de la mamada que te propuse? Mmm, lo que pasa es que prefieres mamar tú, ¿Es eso vdd? Pues hoy te haré feliz puto. Siempre tan chulo porque nadie te daba lo que querías…una polla-.
Le restregué la polla por la cara y se lo pasé por sus labios cerrados y babosos hacia fuera. Le metí el nabo y con los dedos le abrí la boca.
– Eso es, chupaaa, chupa, mariquita-.
No la tenía dura pero con el roce de su lengua y sus labios cerrados llenos de su saliva me la empezó a poner tiesa. Ya empalmado le follé la boca hasta que mis huevos rozaron su barbilla.
Me cansé de eso y lo volví a tirar al suelo de un empujón. Lo puse de lado y le bajé los pantalones. Llevaba pañal. Se lo quité, abrí sus nalgas grandes y duritas que seguramente estar tanto rato sentado les haría perder ese volumen. Le metí un dedo en el ano de un solo impulso. Estaba tan apretado que me costó, se cerraba alrededor de mi índice y al sacarlo, salió un hilillo de sangre. Con la polla muy dura se la metí de golpe.
Marcelo solo gemía y hacia ruiditos con los labios sin vocalizar, pero a media que empujaba hasta el fondo, sus gemidos fueron chillidos de puerco. Lo sacaba despacio porque no podía ir rápido, pero en cuanto emergía más de la mitad, tomaba impulso y volvía a embestirlo. Así hasta que aflojó y lo bombeé agarrándolo de las caderas, como un loco. Después de unos cuantos empellones, me convulsione y llegué en su culo de inválido.
La saqué de su ano inflamado. Y le quité toda la ropa. Lo arrastré de un brazo y lo metí en la bañera. Su ropa la metí a lavar en un ciclo corto y a la secadora.

Después de que estuviera a remojo un rato con sales y jabón lo saqué de la bañera y lo tumbé en el suelo boca abajo. Observé su ano todavía inflamado pero cerrado y con un par de minúsculos cortes.
Fui a la cocina y tomé aceite de oliva. Lo puse en su ano y agarré el bote de la crema de afeitar y lo metí en su culo. Me costó, el ano se expandió y lo engulló como si tuviera hambre. Cuando metí el bote por la mitad, Marcelo soltó un llanto como si fuera una niñita abandonada. Lo empecé a mover rápidamente de adentro afuera sin sacarlo. Luego se lo saqué con fuerza y en un solo movimiento. Hice eso un par de veces más hasta que parte de su ano se vino con el bote al exterior. Luego con los pulgares se lo intenté meter. Le puse el pañal y lo vestí con la ropa recién salida de la secadora.

Una vez vestido le puse porno gore en la TV y algunos vídeos que me habían pasado en grupos de Telegram muy turbios.

Después en la noche la asistente de sus padres vino a recogerlo.
«¿Qué tal, cómo les ha ido?»
«Muy bien, está cambiado, vestido y lavado. Va a dormir como un ángelito. Ya comió, tranquila.»
«Pues qué bien, lo acostaré, no imaginas el trabajo que me quitas»
Se dirigió a Marcelo:
– ¿Te lo has pasado bien, Marcelo?
Venga, vamos a casa a acostarte-.
Marcelo solo babea de lado, su mirada se posó en mí y abrió mucho los ojos pero luego volvió a perder su punto de visión y parecía absorto en la nada.

Lo cuido de vez en cuando, pero ya me está dando asco.

13 Lecturas/24 diciembre, 2025/0 Comentarios/por Renepo
Etiquetas: culo, gays, joven, mamada, polla, puto, vacaciones, vecino
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