Héctor el travesti
se puso mi pija en la boca y podía sentir su lengua acariciándome de forma que le pedí que pare o me haría acabar ahí.
Ni bien entramos vimos fotos de él travestido en una comparsa, colgadas en las paredes, y hasta al lado del televisor, quien me acompañaba era anti gays y se fue derecho a calibrar el tele mientras que a mí me dejó parado cerca del cliente, donde observé su piel cuidada, su aspecto casi femenino, suave, no puedo decir que fuera lindo, pero tenía cierto atractivo, o quizás me lo generaba a mí al saber que era travesti. Así fue que terminamos el trabajo y nos fuimos, sin más. Bromeamos un poco sobre la condición de este joven de unos 40 años y fue cuando me di cuenta que mi ocasional compañero era anti gays.
Tengo muy buena memoria para las direcciones y al poco tiempo, creo que no pasaron ni 15 días, salí solo a la calle con poco trabajo asignado, así fue que a media mañana me fui directo a la casa del cliente; paré el auto frente a su domicilio, mi corazón palpitaba fuertemente, en realidad no estaba seguro de lo que iba a hacer ni decir, pero necesitaba hablar con aquél travesti y entonces me decidí a bajar y tocar timbre. No tardó mucho en atenderme, lo encontré muy bien acicalado, en bata:
-Hola, sí, ¿Qué necesitás?
-Nada, vine por que tengo un reclamo que te falta algún canal. Dije algo nervioso
-La verdad que no llamé, el otro día me quedó lo más bien.
-Ah, bueno, no hay problema, no quería molestar. Respondí dejando un breve silencio al fin de mi frase.
-No, está bien, recién termino de bañarme, ¿Querés pasar igualmente a ver?
Obvio que respondí que sí y entonces él me guió por el largo pasillo hasta la casa del fondo, su caminar era suave, y el perfume de una persona recién bañada aseveraba sus dichos. Ni bien entramos, se sentó a la mesa y me dijo que me fijara en la tele, mientras él terminaba de arreglar sus uñas. Apenas hice el gesto que revisaba, yo miraba a mi alrededor, sus fotos, sus adornos, los detalles de aquella casa que me podrían decir si con este travesti terminaríamos en la cama, reconozco que estaba nervioso. En cuanto acabé le dije que estaba todo en orden a lo que él asintió, pero ni se movió de su lugar:
– Hace calor, ¿no? Empezó la conversación
-Así es. Respondí
Entonces se levantó como exhibiendo su cuerpo y me ofreció algo fresco que enseguida estaba servido sobre la mesa, un jugo de naranja natural.
-Tomá, es jugo natural te va a hacer bien, veo que te cuidás
-Gracias, no tanto como vos. Respondí con doble intención
-Y, sí, yo bailo en la comparsa del barrio y tengo que lucir bien. ¿Te gusta? Me dijo señalando una de las fotos donde se lo veía muy ataviado con ropa muy chica, tacos y una gran cola al estilo pavo real.
-La verdad que estás muy bien, hermoso traje.
-Gracias. Y entonces se acercó a mí, se sacó la bata y me mostró que tenía puesta una tanga que resaltaba sus glúteos, me animé a tocar su cuerpo primero y luego lo acaricié por la cintura
Me tomó de la mano y me llevó derecho a la pieza, donde una gran cama de algo más de 2 plazas se coronaba con un espejo muy grande, entre besos y caricias me desnudó y yo le saqué lo único que tenía puesto, ni bien nos acostamos me entregó su cola, la que penetré suavemente, él no dejaba de moverse y me excitaba aún más, tomé su miembro que encontré muy duro y lo masturbaba, pero no para que acabe sino para mostrarle que no lo deseaba solo como pasivo; la saqué y se dio vuelta para continuar con algo más de franeleo, se puso mi pija en la boca y podía sentir su lengua acariciándome de forma que le pedí que pare o me haría acabar ahí, entonces me acostó boca arriba, me miró, se tragó nuevamente mi pene erecto y duro e inició un juego en el que no tardé mucho en derramar mi semen en su lengua mientras él me miraba directo a los ojos. No desperdició ni una gota de mi elixir y cuando ya dejé de bombear se acostó a mi lado.
-Me encantó. Espero verte pronto. Dijo
-A mí también, vendré con más tiempo, ahora me tengo que ir a trabajar. Y me levanté para cambiarme, él tan solo salió de la habitación y me esperó en el comedor con la bata, me gustó mucho verlo salir caminando desnudo.
Hablamos un poco más y me acompañó hasta la puerta donde, antes de abrirla, me besó en la boca y saludó con un hasta pronto; lo que empezó a suceder al menos una vez al mes.
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