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Dominación Hombres, Incestos en Familia

Historia de dos hermanos

Como el amor entre dos hermanos pasan una tragedia familiar.
Hace mucho, en medio de la selva, como dirían la actual generación. Había una familia de cuatro. Mi papa, mi mama, mi hermano y yo. Tenía 11 primaveras cuando mi mama una noche nos abandonó. Al día siguiente, llego como siempre mi padre de la festividad borracho y monto en cólera al no encontrar a mi mama. Él era gordo y fornido. Que lo recuerde. Y siempre armaba lio cuando regresaba de noche allí. Una vez le dio un puñete a mi hermano por defender a mi mama. Aun así, el halo de los pelos hasta dentro de la chacra y la violo. Sus gritos y gemidos se escuchaban mientras yo estaba asustada y acurrucada con mi hermano. Después de un rato, regresaron casi desnudos. Mi mamá le colgaban retazos de su vestido que cubría poco su cuerpo. Su cara estaba roja con un hilillo de sangre en su boca. Sus brazos y piernas asomaban moretones, tierra y le chorreaba algo blanco entre sus piernas. Toda desgreñada siguió halándola, esta vez a su cama. El saco una botella y se tomó un trago de pico y siguió su faena. Yo seguí llorando, mi hermano con ira y lágrimas de impotencia, mi madre gimiendo en la cama, mucho más fuerte esta vez.

Ahora ella ya no estaba. No la culpare excepto por abandonarnos a mí y a mi hermano. ¿Porque no nos llevó?. Por pánico, por miedo. Pues debería saber lo que teníamos nosotros, sus hijos, cuando llego esa bestia y no encontrarla. Pero fue demasiado tarde. Vino y pregunto

—donde está la prostituta de su madre? —colérico con los ojos rojos como su cara, tambaleándose con la botella en la mano. Solo movíamos las cabezas negando saberlo. Busco dentro, busco fuera de la casa, si se puede llamar casa a esta choza de tablones a dos aguas y suelo de tierra apisonada. Pero, aun así, aquí fue donde nuestra mama nos pario. A mi hermano y cuatro primaveras después a mí.

Grito fuerte afuera al no encontrarla, molesto, maldiciéndola y demás improperios contra su dignidad. Y que la mataría si la encontraba. Grito y grito sonidos que los animales no lo entenderían, solo nosotros. Gritos que maldecían de donde la saco a mi mama y lo agradecida que debería estar por darle una casa. Pero solo sonaban las cigarras y demás sonidos de la selva. Nos metimos a nuestra cama antes que regresara tapándonos con nuestra frazada. Pero sus gritos seguían. Más nos preocupó cuando dejáramos de oírlo. Dentro de nuestra frazada nos abrazamos con solo lo que nos cubría para protegernos. Cada segundo nos parecía una eternidad de calma. En mi cabeza deseaba que no se acordara de nosotros. Tardo en regresar y lo que oímos fue sonido de botellas que alguien dejo en algún lugar.

—Isabel! —grito que me paralizo el corazón y siguió gritando. Oí el sonido de plástico que hacía de pared del cuarto. Halo la tela y tomo de mi tobillo para luego la muñeca —¡ven!, tú serás la mujer de la casa desde ahora.

Me rompió y quitaba la ropa cuando mi hermano nos veía asombrado y con miedo por lo que me hacía. Y sin mediar palabra se lanzó a rescatarme. Trato de hablar, pero el drogado no le dio tiempo. Salí desnuda llorando a afuera. Mientras le pegaba a mi hermano. Corrí en pánico algo lejos pero luego pensé en José. Y regrese en mis pasos preocupada y con miedo, hasta notar una figura que se acercaba. Me asuste más que estaba a punto de desmayarme. Trastabille al suelo.

—¡papa! no papa, no me golpees seré buena no como mama —le suplicaba sentada sobre las hojas caídas y secas del platanar. Lloraba como nunca que recuerde. El solo se acercó y quito la ropa para tumbarse encima mío. Me abrió las piernas y trate de patearlo. Arañe la tierra como un animal para arrastrarme fuera de su alcance hasta que un dolor me paralizo. Fue brutal, me partía en mi interior y siguió y siguió. Gritaba de dolor hasta que pareció que desaparecía y cambio a algo muy diferente. Él solo seguía empujando su pene sin detenerse. Solo trataba de escapar cuando me dio una cachetada que me tumbo a la tierra. Mi cuerpo inmóvil se movía esta ves solo por sus embates contra mi cosita…

Desperté en mi cama. Creí que lo haría en la parcela de plátanos. Pero estaba en la casa. Me levanté de asustada al recordar, abrí mis piernas y estaba con algo de sangre seca por donde orino y una baba blanca que salía dentro de mí. Y cambie a ver por mi alrededor. Si estaba en mi cama. Tenía el cuerpo adolorido los pelos de la cabeza con algo de tierra y paja como mi cuerpo. Y la cara la tenía adolorida que hasta abrir mi boca dolía. Pensé en mi hermano e iba a buscarlo, pero todo se me vino abajo con los dolores que sentía. Aun así, rodé sobre la cama. Tenía que buscar a mi hermano tratando de no encontrarme con mi papa. Avance apoyándome sobre todo lo que me ayudara a caminar y no encontré a nadie. Estaba solo aquí. En el umbral de la puerta agüeite por fuera de la casa y no había nadie solo las gallinas. No teníamos perros ya. Porque en sus arrebatos de locura no le dejaban hacer lo que acostumbraba y lo mato. Llore mucho esa noche. Era un buen perrito protector y juguetón conmigo. Solo recordarlo me hace llorar como ahora que ando buscando a mi hermano.

—¿Dónde estás? —pregunté, salí con cuidado y no estaba fuera de la casa. Cuando me senté fue cuando me di cuenta de mi desnudes. Así que lo explique por mi temor y no saber de mi hermano. Estaba regresando adentro cuando lo vi bajando del monte. Busqué algo dentro y encontré la toalla de mama y me envolví con ella. Traté de darle alcance, pero solo andaba renca y me detuve medio camino.

—José —grité varias veces, pero solo vi que seguía el camino de bajada. También tenía problemas al caminar. No bajaba como normalmente la hacía. Así que seguí tratando de subir hasta que poco a poco lo vi. Mi hermano estaba bien magreado en su cara. Estaba hinchado en su cara con sudor y sangre combinado con algo de tierra. Bajaba con un saco llevando herramientas encima.

—que haces aquí?! —increpo con una pregunta. Yo solo lo veía preocupada por lo que le hizo papa a mi hermano. Con más razón le dije que nos fuéramos. —hay que seguir —dijo mientras le ayudaba a bajar el saco a mi hermano. Aun así, lo veía llorar y ambos bajamos llorando hasta la casa.

Nos fuimos a bañar, pero él dijo que fuéramos a la cascada. Lleve lo necesario y caminamos rencos ambos. Poco a poco su sonido se hizo más fuerte al llegar. Nos sacamos lo puesto y nos metimos al embalse. Nadamos suave hasta llegar a su caída y empezamos a frotarnos la suciedad para luego enjabonarnos. Nos dolía todo y nos pedíamos perdón entre ambos. Estábamos bien adoloridos. Entre nosotros no había lo que en la ciudad criticarían falta de pudor. Desde chiquitos nos bañábamos juntos. No había casi intimidad en casa. Las separaciones de habitación eran casi transparentes o no había. Los sonidos se oían por todas las cuatro paredes principales de la casa. Estoy segura que hasta mi hermano recuerda cuando mi mama me pario. De regreso al otro lado del estanque le volví con el tema de irnos.

—Ya deja eso Isa¨! —me levanto la voz. —adonde iríamos? ¿Con quién?  —miro al estanque y se hecho agua a la cara.

—con mama —respondí mirándole y tratando de sentarme sin dolerme.

—acaso sabes dónde está?! —volvió a resondrarme —deja de joder con eso Isa¨. Esta es nuestra casa. Además, el …ya se fue a trabajar a no sé dónde. Dijo… que cuidáramos la chacra.

—tengo miedo, José —cubriendo mi cara entre mis manos.

—ya veremos —consoló mi hermano abrazándome con un brazo que espanto algo mis preocupaciones.

Regresamos juntos de la mano llevando nuestros útiles desnudos al llegar estábamos secos. Tendidos, comenzamos a planear los deberes y nos quedamos dormidos. Más adelante me desperté. José seguía dormitando. Busque algo para ponerme. Pase por la puerta principal esperando que nunca viniera papa. Y comencé arreglar la casa tratando de no hacer ruido. Para seguir con cocinar poco, solo para nosotros dos. Algo de plátanos macho con arroz. Cuando termine el seguía durmiendo. Así que empecé a hacerle medicina para ambos como me enseño mama. Fui a buscar hojas de Llantén afuera. Al menos hay muchas por el camino. Las lave y cocí en agua cuando estaban blandas las chanqué con el mortero y puse la pasta en el en un envase de botella de plástico cortada. Estaba hecha puré. Se la aplique con mis dedos después que lo despertara. “Mi pobre hermano, maldito”, le maldije en mis pensamientos. Se lo puse a ocho lugares y no pude seguir porque estaban tras de él. Amo a mi hermano, el siempre salía a mi rescate como con mi mama también. Como no le ayudaría yo. Me di la paciencia en cuidarlo lo más que pude.

Le estaba pasando la crema por su barriga cuando empecé a ver su Ullo pararse. En la selva le llamamos Ullo al pene y Ojote al trasero. También le decimos a las mujeres Huambrillas y a las mujeres alegres liberales Pishcotas. Bueno, al menos les enseñe algo de mi tierra.

No es que no lo haya poco visto. A papa se lo veía cuando salía del estanque y mama se lo chupaba. “Oh, sí, chupa suave que bien me siento”, recuerdo que decía eso. Para luego mama abrirse de piernas. Hasta allí veía. Mi hermano estaba sufriendo sobre la cama. Y quería reconfortarlo para que se sintiera bien. Así que me acerque a su pene y lo chupe como hacia mama.

—que haces Isa¨? —pregunto asombrado aun echado.

—trato de acerté sentir bien como lo hacía mama —concluye. Regrese mi atención de nuevo y empecé a ver su punta. Parecía una pepa de palta rosácea de la cual en sus bordes salía pequeñas espinillas y granitos el resto era forrado por enervaciones como raíces que bajaban hasta su base. Chupe y tenía sabor salado y su aroma era peculiar, deslice mi boca en esa pepa hasta llenar mi boca. Trate de balancearme como hacia mama, pero chocaba hasta mi garganta. Use mi lengua y sobaba con ella su pepa. Su pene se paró más y me parecía que crecía de ancho. No sabía si lo sentía bien mi hermano hasta que le pregunte y me dijo que no le tocara con mis dientes. Trate de nuevo y si parece que se relajó. Hasta oía sonidos guturales de él. Comencé a subir y bajar mi boca con su pene dentro. Y decía Ah AAh Ah Ah, creo que estaba haciéndolo bien. Y seguí frotando mi lengua en su pepa, bajando y subiendo hasta que dio una fuerte exclamación seguida por una inundación en mi boca. Trate de tragarla, pero fue mucha. Vi que le seguía saliendo disparada al aire y chorrearse por su pene y a lado. Seguí esta vez lamiéndole su pene y chupé esa baba blanca que emanaba de su punta. Que caso tenia. Su sabor me recordaba a pescado y lo chupe todo como hacia mama. Hasta que no quedo nada fuera. Volví a chupar, pero se ablando. Intente, pero ya no salía nada. Ahora me tocaba abrirme de piernas, pero él estaba echado. Imaginé otra posición y me senté sobre él. Pero su pene estaba desmayado creo. Tratando y tratando solo pude hacer que su pepa me frotara mi entrada donde papa me lo metió. Solo esperaba que no me doliera. Después tomo forma endureciéndose y pude meterlo. Si dolía poquito y me senté poco apoco hasta que pude asentarme sobre su pelvis. No lo negare me gusto sentía algo nunca antes experimentado. Cada movimiento que hacía para acomodarme me… me…

—Dios, no se —dije con los ojos cerrados. Trate de sacarlo, pero al instante me embargo en mi cuerpo esa sensación indescriptible esta vez regrese a mi anterior posición e igual. Sacará o metiera me sentía bien. Hasta mi respiración cambio a agitación.

—estás bien Isa¨—pregunto José agitado.

—Sí, estoy bien —le respondí tratando de no perder la ilación que tenía. Apoye mis manos sobre José y levante y bajaba mi ojote. Me estaba transformando, seguí y seguí —Oooh Dios!, Ah!, AAh!, UMH!, uuumh!, si quiero más! —gemía y mi hermano no se quedaba en estas nuevas sensaciones que ambos disfrutábamos. — te sientes bien? —pregunte.

—sii —respondió algo raro y seguimos. Hasta que mis piernas se cansaron del ejercicio. Me tumbe sobre José, creí que hasta aquí llegaría, pero mi hermano tomo el control y siguió metiendo y sacando se pene de mi interior.

—Aaaaaah aaah uuuuhm ah aah aaah oh auuuh —gemía y no paraba, decíamos palabras y sonidos juntos inteligibles mezcladas con frases que nos arrechaban. Sentí mis primeros orgasmos con mi hermano y nunca los olvidare. Hasta que el exhaló y sentí caliente en mi interior.  Yo solo seguía balanceándome con tal de no perder mi ilación orgásmica que reconocía como mío. Hasta que su pene se resbalo de mi seguido por esa baba blanca. Estaba extasiada, rico, lindo, hermoso, no podía estar más contenta después de muchos años de angustiante vida. Estaba feliz y viendo a mi hermano, igual.

—que nos sucedió Isa´? —pregunto jadeando, acurrucándome sobre él.

—No lo sé —dije, dándole un beso —pero me gusto. —nos reímos y descansamos un buen rato.

Me pare y sentía algo caliente por mis piernas al caminar a la cocina. Era la misma baba. Me puse a comerla, pero seguía saliendo de mi Raca. Otra palabra más para la vagina en la selva. Me pase una cuchara por su largo y me lo comía hasta que quedo en nada. Serví para ambos y me reuní con él a comer en la cama.

Parece para algunos una historia inaudita. Pero estén seguros que sucede. No por lo general, pero quien sabe. La tierra es ancha y llena de muchas variedades y matices que no hay que ignorar.

Pasamos los años más lindos de mi vida. Y no venía papa. Y era posible que nos hubiera abandonado como mama. Teniendo más fe a mi hermano en lo que decía. Hicimos una huerta donde cultive tomates, cebollines, frejoles, maíz y calabaza. Y mi hermano pescaba en el rio. Había variedad para comer y con los restos las gallinas se alimentaban bien. Gracias a eso teníamos más huevos. Y las noches la pasábamos muy bien juntos. Pronto cumpliría mis 15 años y crecería más para alcanzar mi hermano de estatura, espero.

Durante ese tiempo, lo más significativo fue mi primera menstruación. Me asusté, que corrí a buscar a mi hermano y mostrarle mi raca que sangraba. Él me dijo que era normal. Y me explico mientras me llevaba al estanque para que me lavara.

—Isa, eso vendrá cada mes desde ahora —dijo viéndome lavar mi entrepierna —desde ahora tendrás hijos como mama. No recuerdo que más hacia excepto que gritaba, se movía. Nada más. Creo que las mujeres saben qué hacer cuando llega el momento de parir.

Desde ese día, estaba casi siempre sentada, sintiendo como se me bajaba la sangre, dolores en mi vientre y mis tetas. José trato de ayudarme haciendo un alijo chico de tela. Y lo puso en la entrada de mi raca para cuando tuviera que salir a fuera, pero no ayudaba mucho. En fin, tuve que acostumbrarme a seguir así cada vez que me venía. Tres meses después de mi cumple sentí que me daban nauseas al comer. Y empezaba a engordar, pero no era la gordura normal. Me salía panza para adelante y no para los lados.

—Isa, ¡vas a tener un bebe! —dijo José emocionado acariciando mi pancita.

—¿Cuando? —pregunte con júbilo por lo nuevo que voy a experimentar.

—no lo sé, ¡jajaja! —respondió riendo emocionado —vamos a ser papa y mama —acariciándome y poniéndome su oreja en mi panza.

Mis senos se hinchaban. Y mis ansias lujuriosas se desbordaban, no solo en las noches en nuestra cama, sino en el día, en la chacra, en el estanque, en donde sea. Comíamos bien con lo que producíamos. Pero las posiciones cambiaron, gozaba mejor estando de cuatro. Y él me profería placer a mis anchas ambos gustosos. Poco a poco ya no podía hacer mis tareas habituales. Hasta que sentí que me escurría un líquido tibio escurriendo por mi vagina o raca. Iba a avisar a José, pero él fue a vender maíz y plátanos a un pueblo que encontró unos meses atrás lejos. No tenía mi apoyo. Así que espere horas. Ya me sentía nerviosa y luego me aparecieron los dolores. Me calmaban o aligeraba su intensidad al caminar algo. Trate de acomodar la cama donde nos pario mi mama. Como buscando consuelo en usar algo que alguien en mi misma situación paso o uso. No sabía que más hacer. Salvo esperar y recibir todo el embate que mi circunstancia me iba a descargar. Camine, jadeaba hasta me masturbaba con tal de bajar los dolores que se iban desbocando. Hasta que grite pujando como queriendo cagar. Lloraba nerviosa y seguí pujando con gritos cuando sentía que me venía el dolor. Me ladee sobre la cama. Y recordaba de mala manera a mi mama por no enseñarme pasar esta situación. ¿Porque todos los padres evaden estas discusiones con sus hijos?.

Sudaba. Ya no podía salir de este catre. Abierta de piernas y desnuda pujaba con cada contracción dolorosa que asomaba. Me puse de cuatro y levanté mi espalda apoyándola sobre el cabezal de la cama. Y puje en la contracción, mordiendo la suela de una sandalia, hasta donde pude para después palpar algo redondo fuera de mi vagina. Respire profusamente y trate de calmarme.

—Un poco más mi amor —dije, cayéndose la suela de mi boca. Claro, como si fuera fácil. Tenía la cabeza de mi hijo fuera, cubierta en sangre y otro líquido que no sabía que fuera. Estaba toda bañada de sudor y jadeaba a mares, y parecía que me desmayaría. Y el dolor era mi única compañera en este momento. Espere hasta que vino otra y… y cuando más la sentía más pujaba, hasta que cayó sobre el colchón donde yo estaba. Demás liquido salió de mí, bañando a mi criatura y caí en cuatro para no aplastarlo. cogí unas prendas y limpie a mi hijo lo mejor que pude y lo acerque a mis pechos.

Sudorosa, adolorida descansamos ambos para reponernos mientras llorábamos juntos. Ahora lloraba no de terror sino de alegría, de asombro por lo que logre. Feliz por mi primer bebe. Y si fue niño. Su llanto lleno la casa anunciando su llegada. No sé cómo se sentía mi hijo, nuestro primer hijo, pero yo estaba horrible. Estaba agitada de cansancio. Respiraba un poco más tranquila no como antes en la cúspide del dolor. Ya era de madrugada y el loquerío empezó ayer en la mañana con el líquido que me salía. ¿De qué hora a qué hora? Ni yo lo sé. Caminé con mi hijo en mi seno a la cocina y cogí el cuchillo. Su cordón me tocaba mi entrepierna mientras regresaba a la cama y lo corte. Salió algo de sangre y puje halando suave parada hasta que cayó un bulto en vuelto de sangre.

—¿Es que todo es sangre en esto? —Me pregunte, dolor y sangre. Le puse una cuerda atada a la parte de mi hijo después de pasarle un trapo húmedo para limpiarlo de todo y seguido me limpié. Mi vagina estaba grande y roja cuando me limpiaba. Caímos ambos a la cama y lo dejé sobre mi pezón mientras me puse a descansar. La leche no salía estuve un rato apretándolos hasta emanar unas gotas y se lo puse a su alcance. Si, ya estaba mamando. Y mientras terminaba con esa teta empecé a apretar con la otra. Yo solo quería descansar.

José regreso y encontró un panorama que lo preocupo y nos embarcó a la piragua. Cuando desperté habíamos llegado a ese pueblo. Me ayudo a bajar y fuimos a una posta médica donde nos confirmaron la buena salud de ambos. Me dijeron que era una mujer fuerte al saber cómo parí a la doctora.

 

PD: Por favor, agradecería de corazón tus comentarios que me ayudan a perfeccionarme en mis relatos. Gracias.

47 Lecturas/16 octubre, 2025/0 Comentarios/por berlith
Etiquetas: hermano, hermanos, hijo, madre, mama, padre, papa, vagina
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