Humillación contra mi voluntad en la escuela
Historia de cómo tomé el semen de todos mis amigos y cómo me humillaron en los vestuarios del instituto..
Buenas, me presento, soy Christopher y actualmente tengo 21 años de edad, sin embargo este relato ocurrió cuando tenía 16 años. Comenzaré describiendo cómo era yo en ese entonces, era un chico de una estatura promedio (apenas 1.68m o así), piel blanca, pelo negro y ojos color café claro (como avellana), de contextura delgada y con unos pequeños indicios de músculos apenas en desarrollo producto de jugar fútbol con mis amigos, lo único que realmente se me marcaba era la V en la parte baja de mi abdomen, un poco más abajo mi pene de unos catorce centímetros, un grosor normal y un glande entre rosa y morado, con venas marcadas pero tampoco exageradas, lo cierto es que muchas personas me consideran atractivo y siempre he tenido confianza en mi físico, obviamente tengo mis inseguridades pero sé que tengo ventajas para los estándares de la mayoría.
Vengo de una familia de clase media, nunca tuve grandes lujos pero tampoco me faltó nada, no me puedo quejar. Asistía al instituto público de mi zona, debo decir que era un buen instituto, al estar en la zona en que yo vivía mis compañeros tenían realidades similares a las mías, todo era bastante tranquilo en ese sentido y la educación era buena. Era un instituto pequeño en un pueblo relativamente pequeño con apenas un salón por nivel. Yo en ese entonces me consideraba heterosexual, yo no era homofóbico ni nada pero nunca vi a los chicos con otros ojos, es más, siempre hablaba con mis amigos de chicas y a veces las conversaciones subían de tono por las hormonas de la edad, varias veces habremos hecho pajas grupales viendo porno aunque nunca hubo alguna mutua o algo fuera de tocarnos, corrernos y limpiarnos cada uno por su cuenta.
El relato que vengo a contar sucedió un día luego de haber tenido clases de educación física, era la última hora de clases de los viernes, es decir, la última clase de toda la semana, el hecho de ser jóvenes de aquella edad que disfrutaban del deporte, siendo día viernes era increíble, disfrutábamos mucho esa clase y siempre sudábamos mucho, al terminar la clase el profesor se despidió y todos nos fuimos a los vestuarios como de costumbre, chicas y chicos por su lado. Al ser un instituto pequeño apenas éramos doce hombres en esa clase, pero solo mi grupo de amigos (éramos cinco) y tres más solíamos bañarnos luego de terminar la clase, cada uno comenzó a desvestirse y nos queda en bóxer (a pesar de habernos visto en bolas y pajéandonos antes aún nos daba vergüenza con el resto de chicos), apenas habían cuatro duchas en ese vestíbulo así que siempre dejábamos que estos tres chicos que no eran de nuestro grupo se bañaran primero y uno de nosotros para que de esa manera ellos pudieran irse rápido y no nos tuvieran que esperar. Así fue que ellos entraron a bañarse y también José, de mi grupo, el resto nos quedamos en las bancas hablando cosas del partido que habíamos tenido en clase como de costumbre mientras estábamos en bóxeres, en eso la conversación cambió cuando Dante mencionó que él había visto como Sofía se le había quedado viendo mientras jugábamos, todos sabíamos que él estaba enamorada de ella y comenzó a hablar de lo hermosa que era y de lo mucho que quería hacerla suya, comenzó a excitarse y nos dice «miren como me pongo» apuntando a su bóxer que ya parecía tienda de campaña. Dante era el chico más musculoso del grupo, jugaba rugby por lo que tenía brazos y piernas musculosas, su pene medía unos quince centímetros y tenía un glande bonito de color rojo y rosa. En eso estaba mostrándonos cuando dos de los chicos empezaron a salir de las duchas, Dante se puso nervioso y trató de disimular, se puso un bolso encima y esperó a que los chicos se vistieran y se fueran, en eso yo me metí a la ducha y Martín hizo lo mismo. Escuchaba los sonidos de las duchas cerrándose y abriéndose cuando alguno terminaba y otro iniciara, yo me bañé como de costumbre y cuando salí de la ducha veo que José, Camilo y Dante estaban totalmente desnudos, todos con su manos en sus penes y gimiendo mientras veían una escena porno en el teléfono de Dante que estaba sobre una banca.
«¿Qué hacen?», pregunté sorprendido. «Nada, este (Dante) que me empezó a decir cómo le gustaría estar con Sofía, cómo le gustaría sentir su choca caliente y pues no aguantamos», me explicó José con su cuerpo moreno levemente tonificado aún mojado mientras tocaba su pene de unos trece centímetros, era un pene circuncidado bastante grueso con muchas venas. «¿No les da miedo que los pillen?», pregunté, me dijeron que habían cerrado la puerta y que serían rápidos, «únete, nos da morbo estar haciéndolo en la escuela», me dijo Camilo riendo, un chico rubio de ojos verdes con el pene más grande del grupo, unos diecisiete centímetros aunque delgado, glande rosa y muchos pelos rubios en sus testículos, su cuerpo era delgado y sus abdominales se comenzaban a marcar producto de hacer tanto deporte como cualquier joven de la edad. Yo dudé un poco pero finalmente acepté, me saqué los bóxer que me había puesto al terminar mi ducha y me senté junto a ellos, la escena era de una chica teniendo una doble penetración, un chico abajo y otro arriba y mientras tenía un pene negro en la boca al mismo tiempo. Martín salió de la ducha en ese momento y nos quedó mirando, José le explicó la situación y le dijo que se uniera, dudó un poco también pero finalmente se sentó a mi lado con su cuerpo delgado mojado y tocándose su pene de unos catorce centímetros ligeramente curvado a la izquierda, lo que más me llamaba la atención de Martín eran sus piernas increíblemente musculosas. Todos estábamos en un trance viendo la escena hasta que en un momento los hombres comienzan a eyacular en un bol y la chica se traga el semen de ellos desde el bol, era primera vez que veíamos algo así. «¿Vieron eso? Bua, qué morbo me dio imaginar a alguien bebiendo así mi semen», dijo Camilo y el resto asentimos. Aún nadie había eyaculado, todos seguíamos tocándonos y gimiendo mientras Dante buscaba otro video, «tengo una idea, una muy morbosa», dijo Camilo deteniendo a Dante, «¿conocen el juego de la galleta, no?», preguntó, todos dijimos que sí, era casi como cultura general para cualquier persona que estuviera mínimamente en el internet, «ni de loco voy a hacer eso», se negó Dante rotundamente, «no, no estoy proponiendo eso, qué asco debe ser mezclar comida y semen», Camilo se paró a buscar su bolso que estaba en otra banca, sacó una botella de agua de metal y la vació en la ducha, «todos eyaculamos aquí y el último en eyacular debe tomarse el semen de todos». La idea nos repugnó a todos, yo incluido, sin embargo Camilo insistió «vamos, no sean maricas, no por hacer esto van a ser gays, solo es un juego entre amigos, no saldrá de aquí, solo será para reírnos, hemos hecho cosas humillantes antes», era cierto, habíamos comido cosas asquerosas, nos habíamos cortado el pelo como castigo y demás cosas, pero jamás algo así, «solo si prometen que no salga de aquí», dijo José con su mano aún en su pene, «vamos, solo será algo de una vez», dijo José tratando de que el resto aceptara y apoyar a Camilo. Estuvimos discutiendo un rato y entre muchos argumentos a favor y en contra terminamos aceptando, decidimos poner la botella en una banca y todos parados frente a ella listos para nuestra competencia.
La escena era bastante morbosa, cinco chicos con cuerpos delgados a musculosos con sus penes al aire en los vestuarios de la escuela masturbándose para que el último en hacerlo degustara la hombría del resto. Comencé a masturbarle lo más fuerte y rápido que pude para evitar ser el último, en poco más de un minuto Martín fue el primero en correrse dentro de la botella, unos tres chorros cargados de semen espeso cayeron en la botella, «sí, vamos», celebró mientras el resto comenzamos a masturbarnos aún más rápido, acto seguido fue Camilo el que lo siguió, introdujo todo su pene en la botella y cinco trallazos de leche cayeron en la botella, su pene salió con un poco del semen que previamente Martín había dejado ahí producto de haber metido su pene en la botella pero a Camilo poco le importó, solo corrió a la ducha a limpiarse celebrando no ser el perdedor. José fue el siguiente y dejó tres chorros más en aquella botella mientras celebraba su victoria, solo quedábamos Dante y yo, ambos muy nerviosos, sentí que yo iba a ganar cuando me comencé a acercar a la botella pero Dante fue más listo y la tomó con sus manos antes de que yo pudiera hacerlo y logró eyacular tres trallazos justo antes de que yo lograra hacer lo mismo, terminé corriéndome en la botella que ahora estaba en las manos de Dante, eso provocó que uno de mis chorros cayera en las manos de Dante «qué puto asco», gritó tratando de limpiarse la mano tratando de dejar un poco de mi semen en la botella para luego correr al lavamanos y se lavarse mientras yo comencé a asustarme, «no crean que lo voy a hacer» miré asustado a todos, «ni de loco, no soy maricón», dije, tratando de tomar la botella para botar el semen por el lavamanos pero antes de que lo hiciera Camilo corrió y me agarró la mano impidiéndomelo, «no, hicimos un trato, te lo vas a tomar, tú aceptaste, hazte cargo de las consecuencias», dijo riendo con una mirada llena de maldad, me aterró mucho ver su cuerpo desnudo con una botella de semen en la mano, «chicos, ayúdenme», dijo, yo no supe reaccionar pero Dante y Martín sí, ambos se me acercaron y me obligaron a arrodillarse contra mi voluntad, traté de forcejear pero Dante era mucho más fuerte, «me echaste tu semen en la mano y ahora tendrás que tomarte el mío, es mi venganza», dijo Dante.
José seguía sentado así que Camilo lo llamó y le pidió acercarse, «toma, tú échaselo en la boca mientras yo se la abro», dijo Camilo mientras con sus manos me forzaba a abrir la boca mientras yo aún seguía tratando de liberarme de Dante y Martín mientras algunas lágrimas caían de mis ojos, Dante y Martín me tenían bien afirmado y Camilo me obligó a abrir la boca, «rápido, que se resiste», dijo Camilo, en eso noto que José comenzó a echarme el semen grupal en la boca, ahora años después lo veo como una situación muy morbosa por lo humillante, un poco de semen líquido cayó rápidamente en mi boca de José y algunas partes más espesas tardaron un poco más en caer, al sentir que el semen caía en mi boca cerré los ojos, traté de gritar y escupir mientras volvía a forcejear con más fuerza y solo logré que un poco de semen fuera de mi boca a las manos de Camilo, quien se molestó, «puto de mierda, qué puto asco», dijo, golpeándome en la cara y escupiendo en mi boca, luego comenzó a reírse por lo que acababa de hacer, volvió a escupir al ver que le daba morbo humillarme, José entonces notó que aún quedaba semen en la botella y la llenó con un poco de agua para revolverla y volver a echarme los restos de semen en la boca. El sabor era muy fuerte, sentía un sabor ácido que me hacía querer vomitar, pero Camilo me cerró la boca y me obligó a tragar mientras yo seguía llorando y me sentía increíblemente humillado y ultrajado. Una vez que vieron que yo ya no oponía resistencia me soltaron y yo simplemente me eché a llorar en el piso.
Fue entonces que los chicos al verme tan humillado y tan destrozado parecieron volver a ablandar sus corazones, me agarraron de los brazos y me trataron de levantar, traté de que no me tocaran pero ellos insistieron, me sentía muy débil, ellos me llevaron a una de las bancas mientras yo seguía llorando, en eso Martín me abrazó y yo seguí llorando en su pecho, no sé cuánto tiempo habré estado así pero perdí mi sentido orientación, al reaccionar noté que los chicos ya estaban vestidos y yo ahora estaba llorando en el pecho de Dante, yo solo estaba vestido en la parte de abajo, «perdón, de verdad, lo sentimos mucho», dijo Camilo con un tono de real arrepentimiento y un poco de miedo, el resto de chicos también me pidieron disculpas, todos realmente parecían arrepentidos, si bien yo me sentía realmente destrozado sabía que yo había aceptado ser parte de ese juego también así que los perdoné aunque aún dolido y con dudas de qué hacer a continuación, me puse la camiseta y me levanté para abandonar el lugar, José me detuvo y me dijo, «oye, en serio lo sentimos y estamos muy arrepentidos, estuvimos hablando y creemos que lo más justo para que nos perdones es que tú nos humilles a cada uno de nosotros de la forma en que tú quieras», dijo, probablemente por un miedo a una denuncia, a pesar de todo lo que yo sentía, el hecho de humillar a mis amigos de la forma en que yo quisiera alteró mis hormonas y sabía que se me venían unos días increíblemente morbosos.
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