Irresistible
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por akatsuKN.
Presionó las yemas de sus dedos en la cadera de Esteban, atrayéndolo fuerte contra su pelvis, logrando que su miembro penetrara su cuerpo sin previa preparación.
Esteban presionó sus manos y mordió la cobija bajo su cuerpo. Sintió como Kevin tiraba de su cabello para hacer que elevara la mirada, luego continúo penetrándolo.
Su cuerpo se mecía junto con la cama. Sentía como la pelvis de Kevin golpeaba contra sus pompis y el rebote producía que volviera a entrar dentro de sí. De sus ojos salieron un par de lágrimas que se perdieron en su rostro por la fuerza en la que intentaba contener el dolor.
Kevin dejó de presionar su mano izquierda contra la espalda baja ajena para darle una planada firme en el muslo de Esteban, haciendo que adquiriera un tono rojizo, pero también que su esfínter anal se contrajera.
Esteban separó su quijada para liberar la cobija y maldecirlo.
Pero Kevin sólo sonrió e incrementó sus embestidas.
Los ojos de Esteban giraron por un segundo, poniéndose blancos, pero el mayor le robó el placer al detenerse subidamente. Se retiró de su cuerpo para tomar las piernas de Esteban y acomodarlo, dejando que su pelvis se elevara y admirando el dilatado esfínter que se contraía con su respiración agitada.
Kevin relamió sus labios mientras posaba su mano derecha en el muslo de Esteban, deslizándola hasta tocar el esfínter e introducir su índice. Reanudando las embestidas que anteriormente protagoniza su falo.
Esteban logró desatar sus manos del precario nudo que había hecho Kevin con su corbata en ellas, pero antes de poder huir completamente de él, le tomó por el tobillo y jaló hacia sí, retirando sus dedos de su interior para tomar su falo, diciéndolo hacia su cuerpo.
Le penetró de nuevo.
Tomó los brazos contrarios para tirar del torso de Esteban, haciendo que se elevara, entonces pasó sus manos por su cuello sin dejar de embestirlo. Presionó su derecha sobre las manos de Esteban que no había parado de moverse, intentado retirar el cuerpo de Kevin del suyo.
Sus ojos volvieron a ponerse blancos mientras Kevin presionaba sutilmente su cuello, de sus labios se emitió el gemido más placentero que Kevin le pudo haber robado en su vida.
Finalmente Kevin elevó más su pelvis, intentando llegar a los adentros de Esteban para depositar su esperma.
Tras terminar de eyacular soltó a Esteban, quien cayó exhausto sobre la cama pero mantenía la pelvis elevada.
Kevin sólo se limpió, acomodó su pantalón y buscó las cuerdas de siempre.
La pasó varias veces por el torso, los brazos, las piernas y el cuello de Esteban hasta que quedó listo. Lo cargó porque sabía que él ya no se movería.
Llegó hasta su sala de estar, dejó al menor sobre la mesa de centro mientras acomodaba la polea y una nueva cuerda más resistente, no sin antes colocarle una morcada con pelotita y el cubreojos negro.
“Deberías de guardarme como si fuera un arma.”
Kevin preparó a Esteban, tomó la ligadura para pasara por debajo la cuerda más grande; comenzó a usar su polea para elevarlo cada vez más.
“Enmárcame en tu pared para mantenerme fuera de los problemas.”
Una vez habiéndolo dejado suspendido del techo y tras asegurarse de que fuera seguro tomó uno de los libros que estaba leyendo ese trimestre del año, con él en las manos fue hasta uno de sus sofás, se sentó.
Reanudó su lectura.
Escuchaba un goteo lento pero continuo. Sonrió.
Dejó de leer para enfocar la mesa de negra, en al que ya se había formado un pequeño charco del semen que escurría desde el interior de Esteban.
Sin duda, el mejor mueble de la casa era ese pelirrojo. Sabía que esa cara bonita también lucía bien como trofeo. Y eso le encantaba.
La mordaza no lo dejaba sonreír, pero sabía que si Kevin lo veía, se daría cuenta de que todo su amor era para esas cinco letras.
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