JIMMY EL REBELDE (I)
Cuando un chico no cede a un castigo voluntariamente… lo hará en contra de su voluntad.
Jimmy, que no se había dejado follar por un señor de negro, se rebeló tras los primeros 90 fustazos. (15 varillazos, 25 palmetazos, y 50 latigazos)
Plaf, 91… plaf… 92… plaf 93…
–Dejadme salir. Hijos de putaaaa!
Un guardia le dio un tortazo a mano abierta que le dejó la mano marcada en la cara.
–Calla, hijo puta, o lo tendrás peor.
Jimmy, dolorido, soltó una lágrima, pero no se achantó, seguía soberbio y altivo. No se iba a dejar amedrentar.
–Estás aquí por mala pécora y o aprendes a ser sumiso por las buenas, y acatar órdenes, o lo harás por la fuerza.
Plaf, 94, Plaf 95, Plaf, 96, Plaf 97, Plaf 98…. Plaf 9 y Plaf: 100 azotes.
–Hijos de perra ¡¡iros a la mierda!! Conmigo no podréis
–Como vemos que por las buenas no funciona, iremos por las malas –explicó un guardia a la vez que le sentaron en la especie de silla o trono, y le ataron con cinchas ambos brazos a los reposabrazos. Posteriormente hicieron lo mismo con las piernas. Cada una fue atada separada, abiertas, en una especie de cabestrillos, que se subieron hasta dejarle los pies por encima de su cabeza dejando todo su culo expuesto, indefenso.
Afortunadamente esta silla de médico dejaba su culo expuesto al aire, porque de haberlo apoyado Jimmy habría visto las estrellas de lo enrojecidas que tenía las nalgas tras las tres tandas de latigazos.
—
Una compuerta en la pared de al lado se abrió hacia el techo y de ella apareció ‘el hombre de negro’ al que Jimmy había rechazado, completamente desnudo y empalmado.
Con su pene tieso se acercó intimidante a Jimmy que con el culo abierto con las piernas en cabestrillo veía que no podía hacer nada para negarse. Es más, tampoco podía mover los brazos. Estaba atado por la cintura, por ambos brazos y por ambas piernas.
–No!, no!, no!!! cabrón –gritó Jimmy viendo que el ‘hombre de negro’ estaba a punto de violarle.
Plaf –el hombre de negro le dio un tortazo
–¡¡Calla!! Insolente –dijo el dador cuyo glande traspasó el ano de Jimmy penetrándole de golpe hasta enterrar sus huevos en el ojete de Jimmy que sollozó, violado.
Salió del él y se metió hasta en sus adentros… pero la cara de asco de Jimmy no mejoró.
Viendo la cara de asco de Jimmy el Dador le dio otro guantazo.
–No hay nada que hacer. –dijo el hombre de negro–. No se quiere dejar dominar. Traedme el gel incubus el dildo y la inyección.
Uno de los guardias acercó el gel y el otro el dildo y la jeringuilla cargada con un viscoso gel azul.
–Tienes tu última oportunidad de enmienda. ¿ves esto que tenemos aquí? Será tu perdición. Te haremos un zombi adicto a las pollas. Pero tú aún te puedes redimir. El castigo ha subido de nivel, pero tan sólo tienes que chupar nuestras tres pollas, tragarte nuestro semen, y sentarse en este dildo.
Cualquier otro chico hubiese aceptado el trato. No era mucho y de no aceptarlo se le iba a poner muy complicado a Jim, pero Jim era un chico travieso que se negaba.
Jim movió la cabeza diciendo no.
–Bueno, no me dejas otra oportunidad –le dijo el dador / hombre de negro, que cogió el consolador que tenía cargado con 6 supositorios blancos de sumisión que acercó peligrosamente al ojete de Jimmy, que aún permanecía atado boca arriba en el sillón de dentista, con los pies amarrados.
Jimmy puso cara de pavor pero él no estaba dispuesto a rendirse ni a atemorizarse. Tenía que mostrarse firme hasta el final.
El hombre de negro cogió el consolador y se lo ubicó en su ano.
Jimmy cerró los ojos al notarlo.
–Última oportunidad.
Jimmy no respondió nada y el hombre de negro presionó la parte de abajo del dildo lo que hizo que este expulsase crema lubricante por el glande. Jimmy notó humedecido su ano. Lo iban a penetrar con aquel consolador, pero él aguantaría.
Lo que Jimmy ignoraba era que dentro de aquel dildo había 6 supositorios blancos de sumisión, que darían 30 minutos de dominación total a su violador.
–¿Tienes algo que decir?
Jimmy no dijo nada y el Dador entendió la callada por respuesta y presionó el dildo que, lubricado, fácilmente traspasó el ano de Jimmy, que ponía caras con cada centímetro que, sin descanso, fue metiendo su violador. 8… 9… 10… 11… 12… (la cara de Jimmy era un poema pero quitando por su expresión, no dijo nada. Cerró los ojos). 13…. 14…. 15…
–Ougch. –exclamó Jimmy
–¿Algo que añadir? –se mofó el Dador.
Jimmy no dijo ni palabra. El Hombre de negro / dador, presionó un botón en la base del consolador, y los 6 supositorios fueron inyectados en lo profundo del ano de Jimmy que notó cómo algo se eyectaba en el interior de su ano.
–Te he inyectado 6 supositorios de dominación, Jimmy. Es un primer paso. Aún lo podemos revertir. Aún tienes dos minutos para decidir hasta que te empiecen a hacer efecto diluidos en tu ano por tu temperatura anal. Sabes que enseguida se derretirán y serán absorbidos por la sangre, convirtiéndote en mi esclavo. Yo no he querido llegar hasta aquí, ha sido tu tozudez la que te ha traído hasta aquí. Te lo ruego. No seas esclavo: puedes seguir siendo tú mismo si te sometes a la voluntad de tu superior sólo cuando él te lo pida… o serás una piltrafa para siempre.
Jimmy asimilaba lo que le estaban diciendo.
–Minuto y medio. Tienes tu última oportunidad. Aquí tengo esta jeringa, cargada, de gel azul. Si te la inyecto ahora en el pene, el efecto de los supositorios se revertirá. Pero estas son las nuevas condiciones: tienes que acceder a ser follado, por tu voluntad, por mí y por los dos policías. Si muestras sumisión, te dejas coger, por mí y por ellos dos, y luego accedes a chuparnos las pollas y tragarte todo nuestro semen, dejaré que sigas teniendo voluntad. ¿qué respondes? No te lo pienses mucho: te quedan 30 segundos.
Jimmy no estaba dispuesto a tragar. No iba a dejar ser follado. Él no se iba a someter a nadie… pero ¿y si era verdad todo lo que le habían contado?
El hombre de negro miraba un reloj.
–12 segundos… once… diez… ¿tu última palabra? …ocho… (Jimmy siguió sin decir nada)… seis… cinco… cuatro.. tres… dos …uno…
Los supositorios hicieron efecto y Jimmy perdió su voluntad. Sus ojos quedaron en blanco. Iba notando cómo le iban haciendo efecto.
–Aún tienes 30 segundos más: dí ‘si acepto, amo’ y te clavaré la jeringuilla en tus testiculos para revertir el efecto…
diez… nueve… (Jimmy no estaba dispuesto a sucumbir: había llegado hasta aquí y continuaría, pasase lo que pasase, hasta el final)
–Lo siento mucho chico.
Esas fueron las últimas palabras que Jimmy escuchó.
continuará
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