Juego de escondidas con mi primo
Bajo la luna, el juego de escondidas se calienta. Dariel, de 14, y primo de 17, musculoso y sudoroso, se ocultan en una casa en construcción.
Hola a todos. Hace unos días descubrí este lugar y, desde entonces, no puedo parar de excitarme cada vez que leo un relato. Por eso, he decidido compartir una experiencia mía, 100% real, que viví con mi primo.
Me presento: mi nombre es Dariel, tengo 18 años, pero esta historia ocurrió cuando tenía 14 y mi primo, 17. En ese entonces, era rutina que mis amigos y yo, después de llegar de la escuela y comer, saliéramos a jugar en. Éramos siete amigos, todos entre 13 y 15 años, excepto mi primo, que, como ya mencioné, tenía 17. Era un poco inusual que él se uniera a nosotros, pero a veces lo hacía.
Un día, después de comer, una amiga me llamó para preguntarme si saldríamos a jugar más tarde. Le dije que sí, y hora y media después, todos estábamos reunidos excepto mi primo, en la calle donde solíamos jugar. Esa calle era algo escondida, con poco paso de vehículos, lo que nos permitía jugar tranquilos a lo que quisiéramos. Decidimos jugar a las escondidas, ya que había muchos lugares geniales para esconderse. Justo entonces, llegó mi primo y preguntó si podía unirse. Todos aceptamos encantados.
Les describo a mi primo de aquel entonces: medía alrededor de 1.67 , tenía cabello corto, liso y muy sexy, y una cara preciosa. Su cuerpo era bastante definido, especialmente sus piernas, ya que le encantaba hacer deporte y jugar fútbol. Aclaro que él es heterosexual, y en ese momento yo aún no tenía clara mi orientación sexual, pero siempre sentía nervios o cosquillas cuando él estaba cerca. Ese día, llevaba la camiseta y el short de su equipo de fútbol, que le quedaban increíblemente bien. El short, algo flojo, dejaba ver un buen paquete y resaltaba sus piernas marcadas y atractivas. Como venía de jugar fútbol, estaba un poco sudado. En un momento, se levantó la camiseta y pude ver sus abdominales bien definidos, como un auténtico «lavadero», y la marcada «V» de su abdomen, lo que me generó un cosquilleo y algo de morbo.
Jugamos piedra, papel o tijera para decidir quién contaría primero, y una amiga perdió, así que le tocó. Eran cerca de las 6:00 p. m., y como oscurecía temprano, ya estaba de noche. Todos corrimos a buscar un escondite. Vi que mi primo y un amigo se dirigían a un lote baldío grande, donde solíamos escondernos, así que los seguí. Mi amigo se ocultó entre la hierba alta, pero mi primo y yo seguimos corriendo hasta meternos en una casa en construcción, que apenas tenía estructura. Dentro, la luz de la luna apenas entraba, y nos escondimos bajo una ventana para vigilar si venía la que contaba.
Estando agachados, yo miraba hacia afuera, de espaldas a mi primo. De repente, sentí un bulto contra mis nalgas (que por cierto, siempre he sido bastante nalgón), pero no le di importancia, pensé que era su rodilla. Sin embargo, él hizo un ruido con los pies, y me voltee para decirle que guardara silencio. Al girarme, quedamos frente a frente. Su rostro, aún sudoroso, se veía increíblemente sexy. Bajé la mirada y noté que tenía una erección evidente bajo su short. Mi corazón empezó a latir con fuerza, nunca había estado en una situación así. Intenté ignorarlo, pensando que quizás era por los nervios, pero al mirarlo a los ojos, vi una una mirada distinta, una mirada de deseo que me desconcertó.
Me volví a girar, y entonces sentí su mano tocar una de mis nalgas. Le dije, bromeando, «¿Se te perdió algo?». Él se acercó a mi oído y susurró: «Nada, solo que bajo la luz de la luna te ves muy lindo, y no puedo evitarlo». Mi piel se erizó al instante. Le pregunté, nervioso, «¿Qué no puedes evitar?». Entonces, tomó mi mano y la llevó hacia atrás, haciéndome tocar su pene erecto sobre el short, que se sentía duro al tacto. En ese momento, mi corazón parecía detenerse. Habían pasado unos tres minutos, y ya habían encontrado a algunos de los otros chicos. De pronto, escuché pasos acercándose. Me asomé y la que contaba vio nuestras cabezas por la ventana, así que tuvimos que salir.
En la siguiente ronda, le tocó contar a un amigo. Mi primo me miró y, con un gesto de su dedo, me indicó que lo siguiera otra vez a la casa en construcción. Esta vez, nos fuimos detrás, donde había muchas plantas que nos ocultaban. Ahí, me susurró: «Veo que te gustó lo que sentiste y quieres más, ¿verdad?». Me quedé en silencio, sin saber qué responder. De repente, me dio un beso de lengua, intenso y apasionado, el mejor beso de mi vida. Yo, inexperto, no sabía cómo reaccionar. Luego, se levantó un poco, se bajó el short y, bajo la luz de la luna, vi su pene: unos 18 o 19 cm, grueso y ya con precum. Me quedé helado.
Mi primo tomó mis manos y me pidió que lo masajeara. Sentí el calor y la humedad de su erección mientras lo acariciaba lentamente, subiendo y bajando. Él soltó un gemido suave y me besó de nuevo, esta vez con más pasión. «Vaya, besas increíble, rey», me dijo, y eso me encendió aún más. Sin pensarlo, mi boca se a su pene, que estaba húmedo, y comencé a chuparlo. Él gemía silenciosamente, claramente excitado. De pronto, me dijo con voz agitada que parara porque, siendo novato, lo estaba lastimando. Me sacó de su pene y me enseñó cómo hacerlo bien. Seguí sus instrucciones, y pronto me dijo que lo estaba haciendo genial y que no parara. Dos minutos después, me advirtió que estaba a punto de venirse. Me sujetó con fuerza, y sentí cómo un líquido caliente y delicioso bajaba por mi garganta. Asustado pero excitado, logré soltarme. Él, en voz baja, dijo: «Wow, Dariel, qué talento tienes para esto». Sonreí tímidamente.
Luego, notó el bulto en mis pantalones y dijo: «Parece que tú aún no estás satisfecho». Se acercó, me besó de nuevo y comenzó a bajarme los pantalones. Lo empujé suavemente para detenerlo, pero él insistió: «No, no, los dos tenemos que quedar satisfechos». Me bajó los pantalones y el bóxer, y comentó: «Algo por aquí está por estallar». Mi pene, que entonces medía unos 12 cm, estaba erecto. Él lo tomó y comenzó a masturbarme con una destreza increíble sus movimientos eran seguros y precisos, exactamente cómo para llevarme al límite.. Mi respiración se aceleró, y podía sentir el calor subiendo por mi pecho. Mientras me masturbaba, acercó su rostro al mío, rozando mi mejilla con su aliento cálido, y susurró: «Déjate llevar, rey» y yo temblando. En unos segundos, me vine, y mi semen llegó a su mano. Él lo lamió y luego bajó a mi pene para «limpiarlo» con su boca. Le pedí que parara porque estaba muy sensible, y él se detuvo. Entonces, me dijo: «Rey, ¿por qué no vienes más tarde, como a medianoche? Quiero enseñarte algo que te va a gustar». Yo todavía aturdido por lo que acababa de pasar. Asentí con la cabeza, nos besamos una vez más y seguimos jugando como si nada.
Terminamos de jugar, y a las 9:00 p. m., cada quien volvió a su casa (mi primo vivía a dos casas de la mía). Después de bañarme, no podía sacarme de la cabeza la imagen de su pene. Me masturbé en el baño, pensando en él, y me fui a acostar, agotado pero aún excitado. Había olvidado por completo su propuesta de vernos a medianoche. Con el celular a mi lado, intenté dormir, pero el sueño no llegaba, hasta que…
Si quieren la parte 2, dejen un like. 😛
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