Juegos de niños
A los 9 años descubro un juego que me queda gustando..
Esto pasó cuando yo tenía nueve años. A esa edad tenía un amiguito de 10 años, con el que jugábamos a ser novios, nos dábamos besos en la boca con muchas ganas. Cada vez que teníamos la oportunidad, lo hacíamos.
Una vez fuimos con su mamá a una casa que tenía en arriendo y que recién habían desocupado. Luego de regresar y como la casa estaba cerca, a mi amiguito se le ocurrió la maravillosa idea de coger las llaves e ir a esa casa cuando quisiéramos besarnos y así lo hicimos un día, pero no fuimos solos, fuimos con su hermano que tenía como 8 años.
Mientras nosotros nos besábamos en un cuarto, el hermano se quedaba en la sala vigilando que nadie viniera.
En ese cuarto, había en el piso una colchón donde dormía el señor que cuidaba la casa por las noches y después de besarnos mucho, nos acostamos en la colchón, él sobre mí, y empezamos a restregar nuestras partes por encima de la ropa. Yo sentía cosquillitas en mi vagina. Sentía muy rico.
De repente vi a su hermano que nos observaba y me detuve. El hermano mayor lo regañó y le dijo que se regresara para la sala, pero el hermanito le dijo que él también quería hacer eso que estamos haciendo. Otro día, porque ya nos tenemos que ir. Le dijo. Y salimos de esa casa.
Cuando estuvimos en la casa de mi noviecito me preguntó si me había gustado lo que habíamos hecho. Yo le dije que sí. Entonces me preguntó si quería hacerlo otra vez. También le dije que sí. La idea era volver otra vez.
Al día siguiente regresamos los tres a la casa, en la tarde después del colegio. He hicimos lo mismo de siempre. El hermanito se quedó en la sala y nosotros nos fuimos al cuarto. Esa vez nos acostamos enseguida en el colchón y empezamos a restregar nuestras partes, como lo habíamos hecho el día anterior. Al rato fue el hermano menor al cuarto a decirnos que si no lo dejábamos hacer lo que estábamos haciendo, le diría a su mamá. Su hermano le dijo, está bien, pero un ratito nada más. El hermanito se subió sobre mí y empezó a besarme desesperadamente y a frotarse contra mi parte. Después nos fuimos.
Al día siguiente volvimos a la casa, pero solos mi noviecito y yo. Se nos estaba convirtiendo en una adición, pero esta vez fuimos más allá. Me propuso quitarnos la ropa de abajo, para sentir más rico y así lo hicimos. El restregaba su pene en mi vagina y se sentía rico.
Estábamos tan concentrados en disfrutar que no sentimos cuando llegó el señor que vigilaba la casa y nos encontró en plena acción. ¿Qué está pasando aquí? Gritó. A mí el corazón se me quería salir al sentirme descubierta. Lo primero que pensé es que le contaría a mi madre. Le dijo a mi noviecito que se fuera o sino le iba a contar a la mamá y me quedé yo sola con aquel señor, como de 48 años, de mediana estatura y grueso.
Yo intentaba vestirme, pero no encontraba mi ropa interior, fue cuando me di cuenta que el señor, la tenía en sus manos. Del miedo que tenía ni siquiera me atrevía a pedirselas. Simplemente me tapaba esperando a que él me las entregara. Pero no fue así tan seencillo… Si quieres que te entregue tu ropa, tienes que hacer lo que yo te pida. ¿Entendiste? Asentí con la cabeza. Acuéstate en el colchón. Me acosté. Ahora abre bien las piernas. Lo dudé, pero lo hice. Se fue arrodillando hasta estar acostado con su cara frente a mi vagina y me empezó a chupar. Yo sentía muy rico como ese señor me lamía con su lengua la vagina y mi botoncito y me dejaba hacer. Yo a esa edad ya me tocaba y estaba sintiendo algo parecido a cuando lo hacía. Así estuvo un largo rato hasta que sentí que mi cuerpo temblaba. Luego de eso me dijo. Si tú no dices nada de esto, yo no le digo a tu mamá que te vi con el hijo de la vecina. Aún nerviosa le dije, está bien. Me regresó mi ropa, me vestí y me fui de esa casa.
Mi noviecito me preguntó qué había pasado, que por qué me había demorado tanto. Le dije que el señor me estaba regañando por lo que estábamos haciendo y me creyó.
Duramos varios días sin regresar a la casa, pero, cuando volvimos, fuimos otra vez con el hermanito para que echara un ojo y no volvieran a descubrirnos.
Esa vez le enseñé a mi noviecito lo que había descubierto gracias a aquel señor, pero le dije que lo había visto en una película, y le pedí que me chupara mi vagina. También sentía muy rico cuando él me la chupaba, yo le señalaba con el dedo el lugar donde mas me gustaba que lo hiciera.
Su hermanito, que siempre iba a ver qué hacíamos, se antojó y quería hacer lo mismo conmigo. A mi noviecito no le gustaba mucho la idea, pero a mí me daba igual, e incluso me quedó gustando más como lo hacía el hermanito, porque lo hacía con más ganas y más desesperación y eso me excitaba mucho.
Así estuvimos jugando todas las tardes por una semana, hasta que ocuparon la casa.
buen relato
Cuenta más.