LA Carcel. Cap I: El salón de clases.
¿A quién le puede importar asistir a clases un martes de verano? A mí me importaba. No las clases, a ningún preso le importaban las clases que solo sirven para el buen puntaje durante las audiencias y para distraerse del tedio del pabellón. En realidad me interesaba el profesor, porque tenía buen pa.
Cap. I: El salón de clases.
¿A quién le puede importar asistir a clases un martes de verano? A mí me importaba. No las clases, a ningún preso le importaban las clases que solo sirven para el buen puntaje durante las audiencias y para distraerse del tedio del pabellón. En realidad me interesaba el profesor, porque tenía buen paquete y una barba con cara de machote hétero típico que por esos días encontraba sumamente atractivo.
Así que me bañé con particular esmero, porque la esperanza es lo último que se pierde supongo. Me sorprendí lavándome concienzudamente el ano, lo refregué bien con jabón y dejé que el agua se encargara del resto. Cuando salí estaba tenso y nervioso, pero me apuré durante el llamado a filas.
Educación quedaba en un pabellón aparte, retirado del resto de edificios dentro del campo, junto con enfermería y otras oficinas. Los que íbamos a clases cruzábamos un par de rejas y luego deambulábamos por el pasillo hasta encontrar la clase que nos tocaba. La mía era al fondo, la última puerta; no había nadie en el aula. El profe entró unos momentos después mientras yo intentaba disimular mi nerviosismo. Luego lo habitual, papeles, cosas del día. Apenas le prestaba atención, porque cuando él iba y venía entre el pizarrón y el escritorio yo le miraba el bulto. Debió darse cuenta porque se paró frente a mí mesita, innecesariamente cerca para terminar una explicación. El pantalón le ajustaba la entrepierna marcándole un bulto que por momento parecía crecer a simple vista.
“¿Querés aprobar o querés probar?” me soltó de pronto con una sonrisa burlona. Fingí no entender pero no me dio mucho tiempo. “Me estas mirando la pija en vez del pizarrón” tiró. Trague saliva todo lo ostentosamente que pude y por primera vez le miré el bulto sin cortarme. Lo tenía hinchado y enorme, pero la puerta estaba abierta y no quería que por nada del mundo la guardia pasara a chuzmear y me encontrara atorado de pija.
Entendió mi preocupación al instante y me aseguró en un susurró que no vendría nadie, aunque posiblemente era más su calentura hablando porque el pantalón le estallaba con la pija dura. Igual me arrodillé sin demora, con él sentado contra el borde del escritorio, y le saqué la pija afuera. Era larga y venosa, pero yo tenía tanta sed de pija que apenas la miré, la hundí en mi boca todo lo que pude y me quedé ahí quietito respirando por la nariz el olor a perfume y pija que me llenaba la nariz mientras le iba sintiendo el sabor con la lengua. Se la mamé suavecito, disfrutando la textura de la piel caliente con la lengua.
Apenas se acomodó contra el borde del escritorio y separó las piernas apoyando su mano suavemente en mi nuca mientras relojeaba la puerta de a ratos ahogando suspiros. Era plena siesta, la guardia debía estar durmiendo como monos amontonados en la oficina y si me distraía un segundo de la verga que me inundaba la garganta se podía escuchar a las palomas arrullándose afuera sobre las tejas destruidas.
Enseguida volví a la realidad, con mi nariz hundida en su bragueta entreabierta, y la lengua por debajo de la pija tratando de lamer mientras tragaba y la cabeza me tocaba la campanilla. Me ahogaba pero lo estaba disfrutando tanto que no quería retroceder más que para aspirar un poco de aire y volver a hundirme en su entrepierna. Me estaba cogiendo la boca de la mejor forma, lenta y profunda, dándome tiempo a llenarme la garganta y disfrutando de sus avances que me hacían babear espeso sobre su verga.
No sé cuánto tiempo pasó; al final su verga me entraba profundo sin esfuerzo, su mano me sujetaba la nuca más por placer que por necesidad porque ambos colaborábamos para que me rellenara la garganta. Cada tanto se la sacaba apenas para babearla un poco y adentro nuevamente, esperando cuando quisiera acabar.
Se demoró un poco, y ya empezaba a preocuparme por la guardia, pero de pronto se le escapó un gemido ahogado y me sujetó el pelo con rudeza por primera vez. Iba a sacarla para que acabara en mi lengua pero no me dejó, con un manotazo me sujetó apretándome contra su verga hundiéndola en mi garganta y me dio un par de empujones fuertes que empezaron a ahogarme. Tosí y me dio arcadas, pero me apartó las manos con su otro brazo y me sujetó luego con ambas manos inclinándose sobre mí con las piernas abiertas a mi lado para darme verga a fondo.
Me acabo en el fondo de la garganta ahogándome, pero yo feliz con la nariz hundida en su entrepierna y los huevos aplastados contra el mentón mientras lentamente me llenaba la boca y me obligaba a tragar para no chorrearnos de leche. Se la chupe suavemente hasta dejarla brillante, aunque me había olvidado del pasillo.
Cuando salí el pasillo estaba vacío, los guardias debían seguir escondidos en la oficina aburridos de la vida. Atrás mío el profe se acomodaba la ropa aún pero al levantar la vista me sonrió cómplice y enseguida me hizo un gesto de limpiarme el mentón. Me toqué y sentí la humedad, riéndome de su expresión me limpié con los dedos y los chupé goloso. Él abrió la boca, la cerró, y se rio sin volver a mirarme. Afuera los guardias bostezaban.
Bufff que mamada le diste, seguro que para las nuevas clases además de darte el biberón, te da una buena cogida y te deja preñadito, seguro que lo estás deseando.
Pero queeee ricoooo… Me encanta tu estilo.