La Cofradía Xl
Mi hermano me cuenta la historia del chico con leucemia. .
No es fácil tener la oportunidad, el tiempo y el lugar para los relatos de mi hermano, me excitan mucho y cada vez que hace un alto o una pausa, tenemos que hacer el amor.
Es por eso que los relatos eran espaciados en el tiempo.
Bueno ese día se nos dió la oportunidad, nuestros padres salieron y quedamos solos.
– Ya se fueron, ahora cuéntame lo del chico con leucemia – le dije.
» Llegué a la dirección que me habían dado, toqué el timbre y salió una chica de unos 16 años.
-Hola! Busco a una chica que se llama Sandra –
– Soy yo, para qué será? – me dijo intrigada.
– Mira, vengo de la Cofradía, me dieron esta dirección y tu nombre –
– Ah, si, claro, pasa – abriendo la puerta y haciéndose a un lado.
– Mamá! Llegó la persona que dijo Patricia – gritó hacia adentro.
– Patricia es una amiga que nos habló de una persona que hacía curaciones milagrosas – me dijo sonriendo.
– Hola! Cómo está? – me saludó estirándome su mano.
– Bien, gracias. Pero debo aclarar que no soy un curandero ni hago milagros – dije.
La señora se quedó extrañada, mirándome sin soltar mi mano.
– Perdón, pero me dijeron que usted era un curandero o algo así – dijo soltando mi mano.
– Lo que pasa es que pertenezco a un grupo de personas que nos reunimos, juntamos nuestras energías y las enviamos a personas que están enfermas. Es como las cadenas de oración, pero no tiene que ver con ninguna religión –
– Ah, disculpe, entonces usted no puede hacer nada por mi hijo? – preguntó angustiada.
– Sólo transmitirle mi energía y esperar de que eso le sirva en su lucha contra la enfermedad –
– Quiere verlo? –
– Si, claro – ya estaba ahí y no podía decir que no.
– Pase por aquí… – guiándome hacia un dormitorio.
En la cama yacía un chico de unos 12 años, pálido, de un amarillo verdoso, ojos hundidos y negras ojeras. Era muy difícil que pudiera hacer algo por él, estaba prácticamente agonizando. Me dió mucha pena, caminé hasta la cama, me senté y le tomé su helada y huesuda mano. Abrió los ojos y me miró.
– Hola, vengo a tratar de ayudarte, no vengo a hacer milagros. Te digo esto porque no voy a prometer nada, sólo que haré el mayor esfuerzo por ayudarte a salir adelante – le dije dándole un suave apretón de manos.
– Bueno – dijo devolviendo el apretón más suavemente aún.
– Van a tener que dejarme sólo con él, necesito el mayor silencio posible y sin interrupciones – les dije a ellas.
Una vez que salieron y cerraron la puerta, le conté lo que iba a hacer. Me dió una mirada turbia y asintió con la cabeza cerrando los ojos. Estaba realmente grave, y decidí hacer mi mayor esfuerzo.
Una vez desnudo, parado frente a su cama y cargado de energía, toqué su hombro.
Abrió los ojos y me miró, dirigió su mirada a mi erección y entendió lo que iba a pasar.
– Me va a doler mucho? – preguntó entregado a lo que le pidiera.
– No, no te voy a penetrar, sólo necesito conectar mi glande con tu ano, si tu me lo permites – le dije seriamente. Comenzó a darse vuelta, lo destapé y le ayudé a quedar de cubito estomacal. Estaba desnudo de la cintura hacia abajo. Le abrí las piernas piernas y me puse de rodillas entre ellas. Para hacer un mejor contacto, mojé con saliba mi glande y su ano. Casi no tenía nalgas, sólo huesos. Puse mi glande en su ano y me acosté sobre él sin aplastarlo.
– Estás bien? – le pregunté al escuchar su quejido.
– Si, estoy bien – me respondió
– Te duele algo ? – le pregunté sabiendo que no lo había penetrado.
– No, nada, estoy bien así –
– Sólo son unos minutos – le dije en su oído. Realmente le hacía falta un baño, su pelo, su nuca, su espalda, en realidad todo olía mal.
– Ya, terminé, me voy a levantar – le dije al oído.
– Tan rápido? – preguntó.
– Quieres que me quede un rato más así ? – le pregunté. Había terminado de entregar mi energía y no quería que se me devolviera, pero me quedé un poco más encima de él.
– Qué edad tienes? – pregunté
– Tengo 13, casi 14 –
Tenía cara de niño, pero su estatura decía que era mayor.
– Bueno, tengo que irme, descansa y trata de comer algo –
– Vas a venir mañana? –
– No, no puedo, la próxima semana, el jueves –
– Y no puedes venir antes? –
– No sé, voy a tratar de venir el martes –
– Voy a estar esperándote – dijo tomando una de mis manos.
Ya llevaba más de 10 minutos encima de él. Me levanté lentamente sacando mi miembro de su ano, no lo había penetrado, pero tanto rato encima de él, mi glande se había pegado a su esfínter anal.
Se quedó como lo dejé, lo cubrí con la ropa de cama, me senté a su lado y le hice cariño en su espalda.
– Gracias, hacía mucho que no me sentía tan bien –
– Chao, no vemos la próxima semana – me despedí de él.
Al salir de la pieza me encontré con su hermana, me estaba esperando.
– Cómo está? – me preguntó.
– Bien, que tome un poco de caldo y si puedes bañarlo, mejor, le hace falta un baño –
– Pero cómo lo baño? –
– Tienes que bañarlo en la cama, no tiene fuerza para levantarse –
– Bueno, yo lo voy a bañar –
– Que bueno hija que te encargues de tu hermano – dijo la mamá que venia saliendo de la cocina.
– Tiene que tomar caldos – dijo Sandra.
– Si, si lo escuché de la cocina –
– Voy a volver el martes – dije.
– Muchas gracias joven – dijo ella
– No me de las gracias todavía, esperemos a ver como evoluciona.
– Hija, acompáñalo a la puerta –
– Entonces vienes el martes ? –
– Si, por aquí estaré – me despedí con un beso en la mejilla y me fui.
» Parece que te gustó ella…con beso en la mejilla el perla.
Y? Qué pasó el martes?
El martes llegué más temprano, toqué el timbre y salió Sandra.
– Hola! Que bueno que viniste – me saludo con un beso en la mejilla.
– Pasa, pasa, te est estábamos echando de menos –
Entre a la pieza y ahí estaba él, demacrado como la vez anterior, pero ahora tenía una sonrisa al verme. Caminé hasta la cama y me senté. Me tomó una mano y la acarició.
– Está mucho mejor – dijo Sandra detrás de mí.
– Acabo de bañarlo – añadió.
– Que bueno, falta que le hacía – dije riendo.
– Desde que tu me dijiste, lo baño todos los días – Ven – me dijo tomándome de una mano.
– Mientras lo bañaba se le paró – dijo en voz baja acercándose a mi oído.
– Que bueno, es buena señal – le dije.
– Tu, tu piensas que está bien que se le pare? –
– Si, esta bien, es normal que eso pase –
– Yo me asusté y no seguí lavando su pene –
– No tienes que tener miedo, no te va a pasar nada –
– No lo digo por mi, lo digo por él, no le vaya a hacer mal –
– No, mal no le va a hacer, todo lo contrario, si logras que eyacule, le va a hacer muy bien –
– Quieres que lo masturbe? –
– No, yo no quiero nada, sólo digo que le vendría bien, le hará sentirse mejor –
– Bueno, lo voy a pensar – dijo dándome la espalda y se fue.
Entré nuevamente al dormitorio, cerré la puerta y comencé a desnudarme bajo a atenta mirada de él.
– Estás listo? – le pregunté.
Se dió vuelta, bajó un poco la ropa de cama y se subió la polera. Retiré la ropa de cama dejándolo desnudo. Me arrodillé entre sus piernas, mojé mi glande y su ano, puse con cuidado me miembro en su ano. Él dejó escapar un quejido largo.
– Te duele? – le pregunté. – No te lo he metido -agregué.
– No, no me duele, está rico, es que sentí tu energía, fue como una penetración –
– Te han penetrado antes? – le pregunté mientras me acostaba sobre él sin hacer presión.
– No, nunca me han penetrado – tenia la mejilla contra la almohada.
– Te gustaría que lo hiciera ahora? –
– Si, me gustaría sentirlo –
– Bueno, si te duele me dices –
– Está bien –
Hice un poco de presión y se quejo. Saqué mi pene eché más saliba en el glande y en su ano, lo puse y presioné suavemente.
Volvió a quejarse, entonces le dije que no seguiría con éso.
– No, por favo, sigue –
– Aunque te duela ? –
– Si, me gusta, se siente rico –
– Tienes que relajarte, lo voy a hacer despacio –
Lentamente, centímetro a centímetro, por cada uno hacia una pausa y esperaba que me dijera que siguiera. Finalmente entró todo y me quedé quieto.
– Así que se te paró cuando tu hermana te estaba lavando? –
– Si, que vergüenza, le dije que me perdonara, que no era mi intención –
– Está bien, no te preocupes, ella estaba preocupada por ti, pensaba que te haría mal, yo le dije que era todo lo contrario –
– Entonces qué hago cuando se me pare de nuevo? –
– Nada, tu sólo cierra tus ojos y deja que ella se encargue de todo –
– Bueno, ya me tengo que ir –
– No, por favor, quédate un rato más –
– No te duele? Te lo tengo todo adentro –
– No, no me duele, se siente rico –
– Y si me muevo? – dije sacándolo un par de centímetros y hundiéndolo nuevamente.
– Mmmm, me duele un poquito pero esta rico –
Me quedé quieto un rato. Comencé a preguntarle por él, si antes le excitaba algo si se masturbaba, etcétera. Entre tanto me movía un poco, un par de centímetros. Se agarraba de las sábanas y me respondía.
– A la Sandra, la espiaba, me excitaba verla desnuda. Aveces entraba a su pieza y ella estaba leyendo, le veía sus piernas hasta los calzones. Eso me excitaba, al principio me retaba, pero después me pedía cosas, como jugos, bebidas y otras cosas, entonces me dejaba ver, incluso aveces abría sus piernas –
– Y éso te calentaba? –
– Si, mucho, aveces me iba a masturbar al baño después de verla.
– Bueno, eso es normal, yo tengo dos hermanas y las he visto desnudas a las dos –
– Y éso te calienta a ti también? –
– Bueno, ahora si que me voy –
– No, quédate otro ratito –
– No puedo, llevo mucho rato contigo aplastandote –
– Me gusta que me aplastes –
– La próxima semana, ahí te prometo que va a ser con todo, voy a traer un lubricante anal –
Saqué lentamente mi miembro desde el fondo de su ano, él se quejaba por la nariz. Cuando lo saqué todo, mantenía la erección, me levanté y me senté a su lado. Se puso de lado y me lo agarró, lo movía suavemente.
– Todo ésto tenías adentro mío? –
– Si, todo –
– Que rico –
Lo dejé que jugará un poco más y luego comencé a vestirme. Me despedí de él, hasta la semana siguiente.
Al salir de la habitación me encontré con Sandra.
– Cómo está? Necesita algo? – me preguntó.
– Si, necesita descansar, déjalo dormir un rato, me dijo que tenia sueño. A qué hora lo bañas? En la mañana, en la tarde o en la noche? – le pregunté.
– En la mañana voy a clases y en la tarde no tengo tiempo, así que lo baño en la noche. Hoy lo bañé en la tarde porque venias tú –
– En la noche me parece bien, así tienes más tiempo y lo puedes hacer con más calma –
– Si, claro, a mi también me parece bien – dijo ella.
– Me voy – dije despidiéndome de ella en el antejardin. Me echó los brazos al cuello, la tomé por la cintura, me besó en la mejilla e hice lo mismo, su pelvis apretaba mi erección. La solté y ella me soltó.
– Buenas noches – dije saliendo.
– Buenas – alcancé a escuchar.
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