La Cofradía Xlll
La terapia con lubricante es más fácil. .
Un par de semanas después tuvimos la ocasión de conversar con mi hermano.
– Y qué pasó después, llevaste lubricante? – le pregunté cuando estuvimos sólos. Él sabe que me excita su relato.
– Si, después del protocolo de carga de energía, desnudo, con mi erección parado al lado de la cama, le dije que tenía el lubricante y si quería seguir con en tratamiento. Me dijo que si, se dió vuelta y bajó las sábanas dejando sus nalgas desnudas. Realmente había aumentado de peso, sus nalgas estaban mejor cada vez.
– Estás bien así, o prefieres que saque toda la sábana? –
– Sácala toda – respondió.
Retiré la sábana, me arrodillé entre sus piernas, el se puso en cuatro. Lubriqué su ano y lubriqué me erección, lo pasé suavemente por su ano y luego lentamente introduje mi glande. La penetracion fue suave, sin ninguna resistencia, pero el igualmente se quejó.
– Te dolió? – le pregunté sin sacárselo.
– Un poco, pero está bien, sigue –
Continúe penetrando poco a poco y cada poco significaba un quejido. Finalmente llegué a fondo y me quedé quieto un momento mientras él se recuperaba.
– Acuéstate – le dije. Lentamente se acostó estirado con las piernas abiertas y yo encima de él. Esperé que su respiración se normalizara.
– Estás bien? – volví a preguntar.
– Si, estoy bien, aplastame más –
Me quedé quieto encima de el entregándole a chorros mi energía acumulada. Después de vaciar toda mi energía en su interior permanecí un rato más encima de él.
– Cómo te sientes? –
– Bien – respondió.
– No te duele ? –
– No, nada –
– Bueno, creo que terminé –
– No, no lo saques, espera un poco más –
– Estas seguro? –
– Si, me siento muy bien así, gracias –
Lo miraba, él con su cara de niño sonreía plácidamente.
– Tu hermana sigue bañandote? –
– Si, me gusta que me bañe –
– Te masturba? –
– Si –
– Hasta que eyaculas? –
– Si –
– Te hace sentir bien? –
– Si, mucho –
– Te gustaría coger con ella? –
– Es mi hermana –
– Pero te gustaría cogértela ? –
– Si, me gustaría, pero no puedo, es mi hermana –
– Talvez a ella también le gustaría… –
– Si, yo creo –
– Porqué lo dices? – pregunté mientras me acomodaba un poco. El se quejó con mi movimiento. Estaba profundamente dentro de él.
– Aaahh, por las ganas que pone cuando me masturba –
– Aquí? En la cama? –
– No, ahora me lleva a la ducha –
– Ella también desnuda? –
– Si, muévete un poco –
Se lo saqué un poco y lo volví a introducir. Se quejó largamente.
– Te dolió mucho –
– No, está rico –
– Te gusta que me mueva? –
– Si, me gusta mucho –
– y no te duele? –
– No, nada, sigue – me moví un par de veces más, sacándolo casi todo y metiéndolo profundamente hasta chocar con sus nalgas, cada metida era una quejido contra la almohada.
– Es que si sigo moviéndome, la terapia se va a transformar en una cogida y no vine a cogerte –
– No te vayas, quédate un poco más. Por favor, me hace muy bien –
Hice tres movimientos más, el último sacándolo completamente e introduciéndolo profundamente con fuerza, se quejó él y la cama crujió. Me quedé descansado encima de él un rato. Después le dije que era mucho el rato que estábamos con la terapia.
– Además si sigo voy a acabar dentro de ti –
– Si, acaba dentro, quiero sentirlo –
– No, no puedo – dije levantándome y sacando mi miembro, a pesar del esfuerzo que hacía con su ano para retenerme.
Finalmente se quedó acostado y resignado. Lo tapé con la sábana y me vestí. Me senté al lado de él y le hice cariño en la cabeza.
– Gracias – me dijo con una mirada dulce y sus grandes ojos. Me incliné y le di un beso en la mejilla, para hacer más suave la despedida. Me tomó la mano y la besó repetidas veces, lo que me incomodó.
– Cómo lo encontraste? – me preguntó su hermana al salir de la habitación.
– La verdad que muy bien, mejor de lo que esperaba – le respondí.
– Si, verdad? Le has hecho mucho bien, si ahora hasta se levanta –
– Si, me contó que lo duchabas –
Se puso roja y bajó la vista con vergüenza.
– No, está bien lo que haces, le ayuda mucho, yo te lo había pedido, recuerdas? –
– Si, pero ahora es distinto, estamos los dos parados frente a frente y yo masturbándolo… –
– Si eso te exita, es normal, te puedes masturbar tu también y así liberas tensiones –
– Pero qué va a pensar él si me ve masturbándome –
– Qué va a pensar, si te ama más que a él –
– Pero somos hermanos, y los hermanos no hacen esas cosas –
– Si, pero éste es un caso especial, es cómo una terapia para él –
– Si, no lo había pensado así –
– Tomas píldoras anticonceptivas ? –
– No ! – dijo abriendo los ojos.
– Sería bueno que lo hicieras, uno nunca sabe, y es mejor prevenir… –
Se quedó parada mirándome con sus hermosos ojos, como tratando de comprender lo que le estaba diciendo.
– Hasta la próxima semana – le dije dándole un beso en la mejilla y me dirigí a la puerta. Me alcanzó tomándome de un brazo y me dió un beso en los labios mirándome a los ojos. Ésa mirada me excitó, no sé porqué.
– Hasta la próxima – me dijo.
– Así que te cogiste al niño? – le dije a mi hermano.
– No, no me lo cogí, como dices, es parte de la terapia –
– Pero el quiere que te lo cojas –
– Porqué dices éso? – me preguntó.
– Porque te lo pidió –
– Pero él no es gay, se le para con su hermana –
– No he dicho que sea gay, sólo quiere que acabes dentro de él –
– Tú crees? –
– Si, tonto, es lo único que quiere, así que la próxima semana dale con todo –
– No sé… – trajiste el lubricante? –
– Si, claro –
– Vamos a la cama, mira que con esta conversación mi ano me está haciendo cosquillas –
Como estaba exitada y con poca ropa, enseguida quede desnuda y ayudé a mi hermano a desvestirse.
En la cama me puse en cuatro y esperé a mi hermano. Cuando tocó mi ano con sus dedos con lubricante, di un salto, me dió risa, era la tensión que tenia. A medida que sus dedos acariciaban y humentaban mi ano, me fui relajando y cuando sentí su dedo entrar se sintió rico, después dos dedos y finalmente su miembro, delicioso. Yo controlaba la situación, le decía como quería, cuánto y de qué forma. Primero lento, con cuidado, luego rápido y después furioso. Una calma para recuperar el aliento, después de nuevo con movimientos lentos y suaves, se sentía tan rico, después más rápido y luego con fuerza, me estremecía entera, y aunque no me dolía, no podía evitar las exclamaciones de placer.
– Voy a acabar – me dijo en un momento.
– Yo también, no puedo aguantar más – y nos entregamos a la lujuria y el placer.
– Te amo hermanita – de dijo al oído. De chica me lo decía, yo también lo amaba. Pero nunca como ahora, de haber sabido antes lo rico que es hacer el amor, lo hubiera hecho hace años. Aunque siempre me lo pregunté, cómo sería, pero él nunca me dió la oportunidad, aún cuando varias veces lo espié mientras se masturbaba.
– Yo también te amo hermanito, cada día más –
– Estás bien? –
– No puedo estar mejor – le trspondí.
– Que bueno, el que tú seas feliz, me hace féliz a mi –
– Tengo que ir al baño, aunque me gustaría estar toda la noche así, contigo –
– A mi también, pero no podemos –
– No, no podemos –
Después de la ducha me fui a acostar a mi cama. Sentía como mi ano me picaba y palpitaba pidiendo más. Pensé ir a la pieza de mi hermano, debe estar durmiendo y cansado, para qué lo voy a despertar. Y si mi papá llega ebrio de nuevo? No, pero no, está mi mamá, si ella no estuviera…pero no quiero que nada malo le pase. Seria como si ella tuviera que ir al sur, a visitar a su hermana, ahí si podría coger con mi papá.
Pero qué tonterías estoy pensando…será mejor dormir.
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