LA ESTRATEGIA DE MONIKA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por JavierBuenosAires.
La estrategia de Monika fue clara: enloquecerme. Saberme prendido al juego que se daba con los mensajitos. Lo que empezó siendo un favor que le hacia facilitándole un trámite de la oficina en la que trabajo, siguió con mi inesperada sumisión, fogoneada discretamente por ella, que con frialdad manejaba los tiempos. Siempre me mandaba mensajes preguntando por el trámite y un día me dijo que yo era su genio de la lámpara. Yo le respondí bromeando acerca de frotar la lámpara y así comenzamos a jugar. Poco después yo ya me insinuaba cada vez más por la desesperación de la abstinencia sexual (soy casado pero con mi esposa no tenemos relaciones sexuales) y mis confesiones eran inusitadas… ella mantenía interés pero una prudencial y desesperante distancia. Le gustó que mantuviera mi abstinencia durante largas semanas. Pero claro, no era la abstinencia de quien no le interesa el sexo.
Como dije era fogoneado puntualmente tres veces por semana en horario de oficina. A veces intentaba yo tomar distancia, no escribirle y ella podía estar sin escribirme… pero con la excusa del curso del trámite yo caía, le escribía y mi calentura subía y subía. A ella le sorprendió descubrirse tan cómoda en el papel de interlocutora de un sumiso como yo (MI SUMISO como le gusta decir) que por primera vez se descubría como tal y se confesaba ante una mujer que conocía personalmente. Todo se mantuvo como un juego de mensajes, yo le contaba que mi enloquecimiento me llevaba a llevar puestas al trabajo unas bragas de mi mujer, o atarme los testículos con una soga fina el día que tenía que atenderla personalmente a ella en la oficina. Ese día fue increíble: pensé que vendría sola pero cayó con dos amigas y mantuvo una actitud distante, aunque los dos sabíamos el juego que jugábamos.
Una vez quedamos para un encuentro a la salida del trabajo… pero finalmente me dijo que no llegaría. Tal vez tuvo miedo pero me parece que también le dio placer ese manejo… y que yo ni protestara. Me fui rebajando de tal modo que le describí como me pondría en cuatro patas ante su presencia y besaría sus pies (cosa que le encantó), o cómo derramaría gemidos contra sus pechos cuando ella me sometiera a sus caprichos sin dejarme acabar. También le agradó que le describiera una escena en la cual ella estimulaba mi lujuria y cuando me veía con una gran erección aplicaba "piadosa" una toalla helada sobre mi bulto hasta aplacarlo… para luego recomenzar el juego. Diría que ella ha aprendido a dosificar al mínimo sus palabras, aumentando mi deseo con tan solo una palabra exacta, o un Jjjaaa escrito, que me encantaría ver personalmente dibujado en su boca. Pero sus "Quizás…" llenos de malicia son una tremenda estocada a mis proposiciones.
Y así pasan semanas en este juego en los cuales le describo como me afeito casi todo abajao, dejando un prudente triangulo de vello, lo cual me excita y luego debo aplicar hielo para intentar reducir mi desesperación por eyacular. Además nuestros mensajes son espaciados por interminables minutos, porque ambos estamos trabajando y no siempre podemos responder… y a veces Monika no responde… o, sin haber escrito en todo el día, a última hora me envía un "hasta el lunes…" sin que me dé lugar a nada más. Un viernes, día en el que ella no trabaja, me sorprendió con un mensaje que recibí por e-mail en mi oficina. Yo me puse como una moto y le dije que me gustaría complacerla yendo al baño y poniéndome en cuatro patas. Le ofrecía la opción de hacerlo vestido, totalmente desnudo o con los pantalones y calzoncillos hasta las rodillas.
Opto por lo segundo así que me fui corriendo al baño coloqué el espejo en el piso, contra la pared mas lejana, de tal modo que yo pudiera verme de atrás y de adelante. Hacía mucho frío en ese baño con la ventana entreabierta y me congelé por fuera durante cinco minutos… pero por dentro estaba tan caliente que aplaqué mi erección apoyando mi vientre y todo mi cuerpo boca abajo en el piso, jadeaba a mas no poder y la calentura no se aplacaba. Por suerte el piso estaba recién limpio, porque se derramo liquido preseminal que me apresure a lamer, me vestí, acomode el espejo en su lugar y corrí a escribirle. "Muy lindo, el lunes me seguís contando" me respondió… y ni el lunes ni el martes recibí respuesta.
Pero bueno, con la excusa de mis averiguaciones sobre su trámite volví a escribirle y le dije que si le agradaba podría ir al baño, bajar mis pantalones y slip, apoyar mi cola en la pared y tirar el torso para adelante, apoyando mis codos en el vanitory, le pregunte si me sugería algo y me preguntó: "¿Y la soguita?". Así que hice todo eso: me baje los pantalones y slip, ajuste mis huevos con la soguita, la pase por la raya de la cola y mordí tirando del otro extremo con mi boca, me incliné hasta que mis manos tocaran el piso para que mis huevos tocaran la pared y se enfriaran, pero con esa inclinación traccionaba para atrás mucho mis huevos y la soga se me hundía en la raya. Luego de un rato, para no despertar sospechas me vestí y le escribí otra vez para contárselo. Esto ocurre actualmente, así que no se cómo seguirá, en cualquier caso se los contaré en el próximo relato…
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