La lata de vegetales
Contraté a Javier para que me ayudara un solo día, pero verlo en pantaloncito me hizo querer ver algo más y ahí mi sorpresa..
Javier tiene 22 años, color trigueño, macizo, con una sombra de barba apenas visible, barba que es negra con vellitos caobas, a pesar de su cabellera negra, rizada y descuidada. Un chico de campo, inculto, sin refinamiento para nada. Cuando lo vi trabajando, sudoroso, enseguida me llampo la atención las piernotas, el nalgón y el pecho fuerte y definido.
Cuando estaba trabajando en mi jardín, pude verle marcado su paquetazo, solo la cabeza de la verga se le notaba gordisima.
Enseguida le puse el ojo y la verdad es que estaba con unas ganas de culear que me fui directo a tirarle.
- Oye, y tu cuantos hijos tienes?
- La verdad patrón, tengo uno de dos años y otro en camino.
- Y te alcanza con ésto que ganas acá
- Bueno, que le vamos a hacer, no hay trabajo y no hay plata.
- Déjame ver si encuentro algo que puedas hacer para que te ganes un dinerito extra. Ese «algo» lo dejé bien claro para que él entendiera.
A la hora de la salida le indiqué que se quedara un rato. Se subió a mi auto y pude percibir ese olor a macho sudado, todo el día sin bañarse, debajo del sol ardiente. Sólo para probarle le puse la mano suavemente, como si fuera un accidente, en su muslote. No se movió ni un poquito. De hecho tenía una cara de espanto. Llegamos a mi casa y se metio a un baño mientras yo estaba en el otro.
Cuando salió, estaba en toalla, el pecho fuerte, velludo, un poquito de panza y se le seguía marcando el paquetote. le sobresalía una mata de vello castaño, una verdadera mata.
Le quité la toalla y tenía la verga dormida. Me pegué a chupársela, la cabeza primero mientras le agarraba los huevos, que le colgaban entre la mata de pelo hirsuto. Apenas comenzó a crecer me di cuenta de lo que me esperaba. Esa verga no era tan larga pero era más gruesa que una lata de sopa. Una vaina impresionante, gorda, dura, venosa, oscura. Yo abría la boca hasta el máximo pero no me daba.
La escupí y la babeé todo lo que pude y Javier cerraba sus ojos y se dejaba llevar.
Tomé el lubricante y me embarré el culo yo mismo, me metí dos dedos para que quedara bien resbaloso. Inmediatamente me puse de lado y me acomodé. La cabezota de la verga era tan grande que yo, a mis 44 años y con mucha experiencia, estaba casi llorando de dolor. Me acomodaba y me meneaba lenta y pausadamente pero no, el huevo no entraba tan facilmente.
La cara de Javier era de placer, tenía los ojos cerrados, me imagino que pensando en una chocha o quien sabe que pero se veía muy guapo. poco a poco la verga fue entrando y yo me movía para acomodarme el culo. La verdad es que no era que lo estaba gozando, solo que la presión de sentir mi culo abriéndose como una flor me excitaba de más.-
Sentí cómo entraba y salía la pinga de mi culo con más y más rapidez hasta que de repente sentí la leche adentro de mi culo. Para ser sincero, tuve que correr al baño. Sentí como la leche se me escurría entre las piernas. El culo me quedó abierto, sangrando y adolorido pero yo estoy feliz.
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