La niñera trans 1

Historia de una trans que logra cumplir una fantasía. .
Pues bueno, este es mi primer relato, espero que les guste.

Todo lo aquí narrado es ficticio, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

Antes de empezar he de contarles que soy trans, tengo 25 años, morena clara, ojos cafés claros, cabello castaño, un par de tetas bien paraditas, piernas torneadas por el gimnasio, mido 1.76 m y peso 55 kg.

Hacía ya algo de tiempo que me encontraba sin trabajo, la crisis en México, aunque no lo quieran aceptar muchos, es real y una de las carreras que más desempleados tiene es la de comunicación.

Debido a que mis ahorros cada vez eran menos, empecé a buscar otras opciones de trabajo, pero no hallaba nada que me guste y, aunque tengo necesidad, no voy a agarrar el primer trabajo que se me atraviese nada más para salir del apuro y pasar mis días molesta en un trabajo que no me gusta, en fin.

Una amiga me sugirió que podía hacerla de niñera, dado que prácticamente no se me nota que soy trans. Después de pensarmelo, decidí probar y empecé a publicar anuncios en redes sociales, ofreciendo mis servicios como niñera, principalmente por las noches.

He de decir que tengo un gusto por ver videos y leer relatos en este sitio, ustedes ya sabrán de cuáles. En este punto es preciso mencionar que tengo lo mío 17 cm de carne fresca entre las piernas, nada del otro mundo.

Pasaron los días y nada que me salía algo en los anuncios de niñera o en las vacantes a las que postulaba, la verdad me estaba desesperando, pues ya era más de medio día del jueves.

Como si el universo estuviera conspirando para mí, recibí un mensaje sobre una de mis publicaciones de niñera. Resulta que era una pareja que asistía a la boda de su mejor amiga de ambos, pero la invitación decía claramente que no se aceptaban niños. Ellos son padres de un nene, al que llamaremos Santi, tiene apenas 4 añitos.

Me dijeron que les urgía una niñera, porque la suya les había cancelado de último momento y ellos tendrían que viajar el viernes a medio día, pues la boda era en otro estado. Me hicieron una propuesta económica bastante buena que no pude desaprovechar, además de que tendría una casa lujosa para mí todo el fin de semana, porque los padres volverían la noche del domingo, así como también alimentos y licores.

Total que acepté y quedé con ellos para vernos al día siguiente por la mañana, tipo 10:00 u 11:00. Así que esa noche alisté mis cosas (ropa, zapatos, cosméticos, etc.) además de que guardé mis poppers y mi crys, porque uno nunca sabe cuando lo va a necesitar.

El viernes por la mañana a eso de las 10:30 llegué a la dirección que me indicaron y, en efecto, era una casa lujosa, la verdad que quedé sorprendida de la casa que tendría para mí solita todo un fin de semana.

Toqué el timbre y enseguida me abrieron, pasé y salieron los padres de Santi, me saludaron y me dijeron que me veía más joven, que no parecía que tuviera 25 años, a lo que agradecí por el cumplido. Les platiqué un poco sobre mí (sin decir que soy trans), de mis estudios, mis anteriores trabajos, sobre mi familia; en general lo necesario para hacerles ver que soy de confianza.

Ellos quedaron maravillados con todo lo que les dije y, sin más, me hicieron el pago por adelantado y me mostraron la casa. Quedé impresionada cuando vi que tiene una piscina climatizada y me vi tomándome un cóctel mientras disfruto el agua tibia.
Me dijeron que en el refrigerador tenía cosas tanto para hacer de comer como para calentar o que si quería podía pedir comida de la calle y ellos me reembolsaban lo que gastara.

Al final era momento de conocer al pequeñín al que cuidaría por tres días y dos noches. Lo llamaron y bajó corriendo las escaleras, al verme se escondió detrás de su mamá y esta le dijo que no tuviera miedo y que saludara.

Me saludó con su vocecita de niño mimado con un tímido -hola-, a lo que yo respondí de la misma manera y presentándome, me llamo Aitana (es el nombre que me puse al cambiar mi acta de nacimiento). Le estiré la mano para saludarlo y él correspondió.

Le explicaron qué es lo que haría yo y que ellos volverían el domingo por la noche, qué debía de obedecerme en todo y que se tenía que portar bien.

Santi se me quedó viendo y solo sonrió y les dijo a sus papás que se portaría bien y sería un niño obediente en todo lo que yo le dijera a los que los papás lo abrazaron.
No duró mucho el abrazo, porque ya se tenían que ir para tomar un vehículo y llegar con tiempo al aeropuerto.

Bueno, lo dejaré hasta aquí, porque no creí que se haría tan largo. No sé cuántas partes vayan a ser, yo pienso que máximo serán tres, pero uno nunca sabe.

Saludos desde Guadalajara, México.