La verdad, es que ya no lo estoy haciendo tan solo por el dinero….
Un joven entra a robar a una tienda de antigüedades, el dueño se da cuenta y a punta de pistola lo obliga a que regrese, ya en la tienda lo sodomiza, y lo obliga a vestirse de mujer..
La verdad, es que ya no lo estoy haciendo tan solo por el dinero….
Hace unos meses, cometí la mayor de mis estupideces, al querer hurtar de una tienda de antigüedades, un pequeño camafeo.
El dato me lo pasó un conocido mío, que me habló sobre la tienda, y el camafeo, me dijo que el dueño era un viejo maricón, y que dicho camafeo se encontraba colocado en una pequeña mesa estilo Luis XV, como parte de la decoración de la tienda.
En si el trabajo era bien sencillo, entrar supuestamente a curiosear dentro de la tienda, preguntar una que otra tontería, insinuármele al dueño, y apenas el viejo se distrajera, echarme el camafeo el bolsillo. Seguir preguntado tonterías, y sin prisa alguna retirarme.
En realidad, todo iba saliendo bien, a mí me pareció que el viejo se babeaba por mí, ya me había embolsillado esa cosa, terminé de preguntar tonterías, pero cuando me dirigía a la puerta de la tienda, el mismo viejo ese, me dio alcance, me toma del brazo, y me dice. “Has todo lo que te digo, o te meto un tiro.”
Yo pensé en salir corriendo, pero la verdad es que el viejo, ya me tenía fuertemente sujetado por el brazo, además que en su otra mano mantenía un revolver, pegado a mis costillas, con el que me apuntaba.
Así que no me quedó más remedio, que, a regañadientes, obedecerle, al escucharlo decirme. “Entra aquí, y toma asiento mientras que cierro la puerta de la tienda.”
Después de que cerró la puerta, entró en la pequeña habitación donde me encontraba, y viéndome de pies a cabeza, me preguntó. “¿Cuánto pensabas pedir por esto?” sacando el camafeo del bolsillo de mi camisa.
Cuando le dije la cantidad, comenzó a reírse, para luego decirme. “Ni idea tienes de lo que te ibas a robar, y por lo visto lo pensaba vender por unos cuantos centavos.
Te voy a dar una sola oportunidad, o haces lo que yo te diga, sin protestar, o llamo a la policía, además no tan solo va a ser mi palabra contra la tuya, sino que te tengo grabado en video, metiéndote el camafeo en tu bolsillo.”
Fue al terminar de decirme eso, que continuó diciéndome. “quítate toda la ropa, y ya sabes, sin protestar, ni decir nada.”
Sumisamente me comencé a desnudar, y al quedarme en interiores, y medias. Lo escuché decirme, es que aparte de ladrón, eres sordo, te dije que te quites toda la ropa.”
Por lo que así lo hice, quedándome de pie en el centro de aquella habitación, mientras que el viejo que, en ese momento, ya no me parecía que fuera maricón, comenzó a caminar a mi alrededor, fijando su mirada en mis nalgas, me dijo. “Por lo menos tienes un lindo culito.”
Al terminar de decir eso, se dirigió a un mueble, y sacó de una gaveta, un vestido, y varias prendas íntimas femeninas, diciéndome. “Póntelas, a ver cómo te queda”
Yo estaba a punto de decirle que yo no era maricón, pero justo antes de que abriese mi boca, colocó su arma, sobre mis labios al tiempo que me dijo. “Calladita te ves más bonita”
Por lo que no me quedó de otra, que obedecerle. Y comenzar a vestirme, con las prendas que sacó, una vez que me terminé de poner el vestido, me entregó una peluca negra, y sin necesidad de que me dijera nada, procedí a ponérmela.
Yo aparte de que me encontraba asustado, estaba bien molesto conmigo mismo, por haberme dejado atrapar de manera tan fácil.
En ese momento el viejo agarró una de mis nalgas, y me dijo. “Ahora te voy a comer el culo, y ya sabes nada de protestar, así que recuéstate bocabajo en el piso.”
Pensé que pude haber salido corriendo, pero como él estaba armado, y me tenía gravado en video, me desalentó.
Aunque de inmediato comencé a decirle que yo no era maricón, con la esperanza de que no me fuera hacer nada.
Pero fue en vano, él tan solo se sonrió, al tiempo que colocó una de sus manos sobre mi hombro, obligándome a tirarme al piso.
Ya en ese momento yo estaba llorando, del miedo, repitiéndole una, y otra vez que yo no era maricón.
En eso el viejo me ha dado un tremendo coscorrón, con la cacha del arma, ordenándome que me callara, por lo que aun sin dejar de llorar, me tire al piso quedándome callado.
Sentí que se fue colocando sobre mí, me subió la falda del vestido, y casi de inmediato me bajó los pantis, ordenándome que mantuviera las piernas abiertas, cosa que muy a mi pesar, hice.
De inmediato sentí varios de sus dedos toqueteando mis nalgas, por lo que iba a volver a decirle que yo no era maricón, que no me hiciera eso. Cuando lo escuche decirme. “Ya sé, no eras maricón, pero a partir de ahora lo serás, así que tienes dos opciones, una te resistes, y te va a doler mucho, o colaboras y aunque pueda que te duela algo, al final lo vas a disfrutar, tanto o más que yo, tú decides.”
Comencé a sentir sus dedos, embadurnados en algo como grasa, que entraron en contacto con mi esfínter.
Al principio uno, luego dos, y así sucesivamente hasta que prácticamente tenía metida toda su mano dentro de mi culo, metiéndola, y sacándola lentamente.
Al principio me encontraba muy tenso, pero a medida que él continuó introduciendo, y sacando sus dedos, me fue diciendo que me relajara, y así lo fui haciendo.
Aunque aún estaba llorando, y corriendo mis lagrimas por mi cara, diciéndome mentalmente, a mí mismo que eso me pasaba por pendejo, además de que no me atrevía a hacerle frente al viejo ese, por miedo a que no fuera a darme un tiro.
Ya él llevaba un buen rato, metiendo y sacando su mano de mi culo, cuando finalmente la sacó, lo que me dejó, a la espera de que me penetrase.
Lentamente fui sintiendo como su cuerpo se fue colocando sobre el mío, al tiempo que su verga, comencé a sentirla contra mi culo.
Yo esperaba que eso me doliera mucho, pero a medida que me fue penetrando, me fui dando cuenta, que lo que sentía, lejos de dolerme, comenzó a producirme algo de placer, aunque no le dije nada, desde luego.
Pero a medida que fui sintiendo como la caliente verga, de ese viejo me penetraba una, y otra vez, pienso yo que instintivamente, comencé a mover mis nalgas, a medida que él comenzó a mordisquearme las orejas, y el cuello.
Por un largo y buen rato, el viejo ese no dejó de darle verga a mi culo, mientras que yo, de forma involuntaria, además de mover mi culo, dejé escapar varios gemidos de placer, a medida que él continuaba metiendo, y sacando toda su verga, de entre mis nalgas.
Hasta que después de un buen rato, me apretó con más fuerza contra su cuerpo, y se fue quedando quieto, al poco rato extrajo su verga de mi culo, de inmediato se fue al baño, se lavó la verga, y regresó.
Yo pensaba que todo había terminado, y aunque me sentía sumamente avergonzado, por otra parte, el placer que me hizo sentir había sido algo completamente desconocido para mi hasta esos momentos.
Me tomó por el brazo, y tal como me encontraba me llevó a un pequeño baño, donde después de que expulse toda la leche que había dejado él dentro de mí, me indicó que me lavara.
Al regresar a la pequeña habitación me agarró por la nuca, y me dijo. “Ahora me lo mamas, hasta que se me pare, que quiero seguir comiéndote el culo, maricón”
Y aunque no vi el arma por ninguna parte, sumisamente le obedecí, comenzando a chupar su adormilada verga.
En cosa de pocos minutos se le volvió a poner bien dura, por lo que me indicó que me recostase bocarriba sobre una pequeña mesa, para luego agarrarme por los tobillos, separar mis piernas, y nuevamente clavarme toda su verga.
En ese instante me sorprendí al ver como esa cosa, mucho más grande, y gruesa que mi propia verga, era tragada por mi culo.
Nuevamente yo comencé a mover mis caderas, a medida que él seguía metiendo, y sacando toda su verga de entre mis nalgas, a medida que con sus manos me acariciaba la cara, y me decía que yo era su putita.
Yo no pude aguantarme y a medida que él seguía dándome por el culo, yo comencé a masturbarme, y en cosa de breves segundos me vine.
Mientras que él por otro largo rato, estuvo dándome por el culo, hasta que nuevamente se vino.
Después de volver a lavarme, y cambiarme de ropa, me puso unos cuantos billetes en el bolsillo de mi camisa, y me dijo. “Cuando te haga falta algo de dinero, ya sabes que hacer.”
Para serle franco he regresado en varias ocasiones, en las que luego de vestirme de chica, él hace conmigo lo que le da la gana, y la verdad, es que ya no lo estoy haciendo por el dinero precisamente ….
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