La vida de un putito 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por putitopasdf.
En la vida de un putito la palabra violación no existe. Eso lo comprendes cuando te das cuenta de que estás para servir a los placeres de los hombres que te desean. Después de haber sido la puta de mi padre hace casi un año el tiempo había transcurrido lentamente. Nunca más volvió a repetirse aquella maravillosa noche y el parecía no recordar nada de lo que había sucedido. Me trataba como siempre lo había hecho e inclusive más afectuoso, pero nunca traspasaba las barreras que yo tan fervientemente esperaba que rompiera.
La relación de mis padres no iba del todo bien y constantemente discutían lo cual provocó que mi padre se hiciera más cercano a sus amigos del trabajo pasando más tiempo (todavía del que ya pasaba) fuera de la casa. Nunca entendí bien en que trabajaba mi papá, sin embargo sabía que era algo difícil de decir o explicar puesto que mi madre siempre le daba vueltas al asunto y evadía constante y absurdamente mis preguntas. La historia que contaré sucedió en una fiesta a la que fuimos invitados por un amigo de mi padre dicho amigo iba a contraer matrimonio. Viajamos por carretera, yo sabía que era fuera de la ciudad pero no tenía idea de a dónde íbamos. Todos estábamos muy arreglados, yo iba con una camisa de manga larga, un suéter y pantalones todo de tonos beige.
El camino fue largo para mí. Nadie hablaba y las pocas palabras que se emitían eran tan incomodas como el silencio que las precedía. Llegamos a la iglesia y para mi ingrata sorpresa conocía al novio. Alejandro era un joven de como 28 años de más de 1.80 (claro para mi edad yo lo veía como un gigante) de muy buen cuerpo, luchador de artes marciales mixtas por hobbie y arquitecto por profesión, era el sueño de muchas mujeres (y unos cuánto putos, entre ellos yo). De tez moreno clara, cabello negro y un rostro pulido por los mismos dioses era de esperarse que su futura esposa fuera el motivo de mis envidias. Eso era por dos razones: en primera por que se iba a casar con un hombre perfecto y en segundo porque el cuerpo que tenía lo quería tener yo. Por mi mente solo pasaba la idea “si yo tuviera ese cuerpo tendría a los hombres que quisiera a mis pies”. La incómoda boda duró una eternidad en la que obviamente yo estaba más que molesto. Cuando el martirio terminó y pensé que regresaríamos a casa fue peor mi sorpresa cuando descubrí que nos íbamos a quedar hasta el otro día pues iríamos a la fiesta. GENIAL.
Para distraerme me hice amigo de los pocos niños que estaban ahí, cosa fácil puesto que a pesar de ser obviamente maricón, los niños no me atraían en absoluto por lo que no existían barreras para trabar amistad con ellos, excepto con mis primos pero eso es otra historia. Conforme la noche avanzaba uno tras otro iban cayendo. Cuando ya era muy avanzada la noche y me sentía exhausto decidí ir a pedirle a mi padre que me llevará a la cama (si se podía en los dos sentidos, que mejor). Al llegar lo encontré en una mesa separada de la de las mujeres y solamente con hombres, entre ellos sus amigos. 4 son los de interés. Alejandro, el novio; José un mecánico borrachín intimo amigo de mi padre, un hombre robusto y grueso como de 1.75 con barba, facciones toscas y manos rudas así como ese interminable olor a aceite (no figuraba entre mis deseos); Nacho, “colega” (en ese momento no entendía colega de qué) de mi padre, más alto que José de tez más obscura cabello militar algo canoso, manos enormes y brazos largos, siempre tenía novias mucho más chicas que él razón por la cual mi madre lo detestaba (y yo también); por último Raúl (su nombre me daba risa) un tipo de unos 1.85 metros fanático del gimnasio, de cabello negro, de unos 30 años, instructor privado (y gigoló) que para mí siempre encajó en la imagen de un Adonis ridículo aunque admito que su voz gruesa y tosca me atraía (y siempre que podía le veía de soslayo la verga).
Cuando llegué con mi padre todos platicaban alegremente mientras yo no podía dejar de ver a Alejandro y sentir un cierto resentimiento por su reciente boda. –Ya quiero dormir papi- le dije a mi padre con tono quejumbroso. Mi padre me levantó y me puso en sus piernas –Aguanta un rato chinga ‘orita nos vamos a dormir- respondió con tono de burla. Alejandro me vio con su sonrisa perfecta y le dijo a mi padre –si quieres llévalo a la casa hay un cuarto sólo para ti y tú familia- Tú y él era lo que yo quería escuchar. –Ni madres ¡Duérmete! al rato nos vamos- dijo riendo mi papá mientras con su mano posaba mi cabeza en su pecho. Inevitablemente caí y quedé profundamente dormido. Cuando desperté un poco me estaba cargando (al menos creía que era él) y me llevaba dentro de la casa al cuarto reservado para mi familia. La casa a la que entramos se encontraba frente al terreno donde era la fiesta y que pertenecía a la familia de la novia que al parecer era una familia acaudalada. Abrió la puerta y me dejó en la cama. Ni la música ni el barullo podían despertarme por lo que caí dormido nuevamente. Dentro de mi conciencia sentí que dormí mucho sin embargo cuando volví a abrir los ojos todavía era noche. Sentía calor por lo que me quité la ropa y me metí en las sabanas quedando únicamente en calzoncillos. Tomaré un tiempo para explicar la siguiente sensación.
Para mí fue como si estuviera sumergido en una masa gelatinosa y obscura que me rodeaba completamente y por la cual lentamente un halo de luz cortaba y abría la misma para dejarme salir, lenta pero al mismo tiempo rápidamente salía de la masa que me oprimía y poco a poco pasé de la tierra de los sueños al mundo terrenal. No sé cuál era mi sueño pero para el momento en que poco a poco salía de mi letargo los sentidos no percibían más que una minúscula parte de lo que sucedía y fue lentamente como mis oídos oyeron voces susurrantes, mis ojos se acostumbraban a la tenue luz del cuarto, mi olfato percibía un olor a cigarro, mi boca saboreaba el olor a resaca y mi tacto podía sentir esa mano que me tocaba. Fue en ese momento cuando me desperté completamente pero permanecía con los ojos entre abiertos. -¿Y si grita?- dijo una de las voces quietas –Aquí traigo una cuerda y un trapo lo amordazamos y le atamos las manos- respondía otra voz. -¿No creen que nos mintió ese pendejo?- Espera. No CREEN ¿Cuántos había ahí? –Pues a mí me dijo que el ya se lo cogió y que apretaba bien rico que ni peros ponía y que es bien puto- Ya valió madre pensé ¿Mi papá? Era mi papá el que les dijo. Evidentemente no se encontraba ahí pero quienes eran los que estaban a punto de amordazarme y atarme y peor aún para hacerme qué. La mano que se posaba en mi cintura lentamente bajo hacía mis nalgas ¿en qué momento me desnudaron completamente? Yo me encontraba de lado viendo hacía un enorme ventanal. El cuarto era a mi percepción bastante grande y espacioso. Oí el ruido cuando se quitaron los zapatos y caminaron hacía mi.
Yo cerré fuertemente los ojos y temblaba mucho rezando que no se dieran cuenta de que estaba despierto. Los sonidos se callaron todos y la mano se detuvo en mi cadera. Poco a poco abrí los ojos y ante mí la imponente figura de Alejandro se dibujaba con una sonrisa tierna. Para este momento mis ojos se habían adecuado a la obscuridad y pude ver más de lo que había a mí alrededor. Fueron segundos en los que vi su sonrisa y pude notar que traía su corbata desabrochada y los botones superiores de su camisa abiertos, cuando sentí que la mano rápidamente se acercó a mi culo y que unos labios besaron mi hombro. Volteé y antes de poder emitir un sonido una mano tosca me tapo la boca. Era una mano con olor a aceite, la mano de José. En fracciones de segundos y emitiendo sordos sonidos múltiples manos aprovecharon mi debilidad infantil y me voltearon amordazándome y atándome las manos a la espalda –espérate cabrón todavía no sabemos si iba a gritar- dijo la voz de nacho- Va a gritar pero de lo contento que se va a poner el jotito- distinguí la voz de Raúl. Intentaba gritar pero entré la tela que me oprimía la boca y el impacto de lo que sucedía los ruidos que intentaba emitir simplemente no se oían. Una vez boca abajo sentí tantas cosas que mi cerebro no podía comprender. Una mano tocaba mi pene que estaba erecto por una extraña razón, otra me tomaba del cabello para besar mi cuello. Una más estaba húmeda y sobaba mi ano mientras un cuerpo parecía enredarme y someterme. Era el cuerpo de Alejandro. Una masa de carne conjunto de los 4 amigos de mi padre abusaban de mí.
Era el principio pero no sabía qué hacer ¿Por qué no lloraba? ¿Por qué no ponía más resistencia? Un dedo áspero entró en mi ano y me dilataba entrando y saliendo. –Ya que me voy a retirar del Club quiero ser el primero en chingarme al putito- dijo Alejandro. Unas risas se oyeron al unísono. Todos se alejaron y una mano me levanto el culo por el vientre, otra me tomaba del cuello y un cuerpo titánico se monto en mi. –No sabes cuánto esperé por esto- me susurró al oído Alejandro. Oí un cierre abrirse y empecé a sentir poco a poco como una verga larga entraba lentamente a mi culo y llenaba mi ser por completo casi atravesándome. Sentí su ropa chocar contra mi cuerpo. Estaba vestido y solamente se había sacado la verga. NO lo hacía con violencia. Era suave y lento dejándome sentir su aliento en mi oído. Me dolía pero mi culo lo recibía abierto. Cerré los ojos y la resistencia desapareció. Oí ropa caer. Fue entonces cuando noté que enfrente de mí había un espejo y vi la magnífica figura de Alejandro quitándose el saco, la corbata, la camisa, dejándome ver su perfecto y musculoso cuerpo atrás de mi y disfrutar aún más de su verga llenándome por completo.
Esa imagen en el espejo sigue siendo perfectamente recordada en mis deseos como una fotografía imborrable que aún a mis 23 años sigo recordando. Empecé a gemir quedamente. – Quítale el trapo wey parece que lo disfruta así podemos cogerle el hocico- Había olvidado que Alejandro no era el único. Mis sentidos fueron correctos. Nacho, José y Raúl estaban también en el cuarto. Al lado de mi se posó José y me quito la mordaza. No fue difícil. Mi boca podría haber caído por la habitación cuando vi que el mecánico tenía una verga gruesa, enorme y cabezona con un olor peculiar a orina. La introdujo en mi boca y sentía que se me rompía. Era muy gruesa para mi boca – No uses los dientes putito- me dijo mientras me tomaba del cabello y metía lentamente su verga. Sin importar que mi boca difícilmente tragaba esa verga él la metía y la sacaba mientras intentaba con todas mis fuerzas que no rozaran mis dientes. Alejandro me tomaba de la cadera y subía mas la velocidad mientras su verga parecía romperme por dentro. Cerraba los ojos intentando tragar la verga de José mientras unas manos me pellizcaban los pezones. –Dame chance- dijo Raúl. ¿Por qué salió la verga de Alejandro para dejar entrar a Raúl? Sentí que mi ano se rompía. Aunque todavía no averiguaba el largo de su verga sabía que era muy gruesa y cabezona. Metía y sacaba la cabeza consciente de su grosor tratando de acostumbrar a mi ano a semejante pedazo de carne. Fue imposible intentar gritar y emití un corto sonido antes de que aprovechando mi posición José metiera toda esa bestia en mi garganta. Mi padre y sus amigos tenían los mismos métodos. Sentía que vomitaba y arqueaba cuando José sacó su verga y entre risas dijo –Eso es callar a un puto a vergazos-
Los demás respondieron con risas forzadas al silencio. Raúl metió toda su verga en mi culo que sentía que se partía en dos mientras José enterraba y sacaba toda su enorme verga a mi garganta fallándola tan violentamente que provocaba una confusión ¿qué estaba más abierto mi culo o mi boca? Alguien mamaba mi verga pequeña y empecé a sentir un placer inconmensurable que ni mi padre logró el día que me desvirgó. Todos mis puntos erógenos eran estimulados al mismo tiempo, al límite. Mi pene, mi culo, mi boca y mis tetillas eran maniobrados al placer de mis violadores. Gemía sin poder evitarlo y lagrimas salieron de mis ojos ¿era el dolor? ¿El placer? No tenía ni la mínima idea pero era perfecto. Era mi cielo. Nacho se puso frente de mí y vi sus huevos enormes colgando y su verga curva y delgada. José sacó su verga y Nacho metía la suya. Así jugaban con mi boca turnándose mientras yo saboreaba el líquido preseminal con su sabor salado, antesala del sabor a semen que en ese momento deseaba con lujuria. Raúl subía de tono y podía sentir como mi culo se abría inmensamente y un líquido que recorría mi escroto y mis huevos. Salió de mí.
Por un momento un aire frío llenó mi culo de lo abierto que estaba y cuando dejaron mi boca en paz un quejido de cansancio y placer salió de mi boca. Alejandro me tomo y con su fuerza me puso frente a él. El acostado y yo boca abajo arriba de él. Quería volver a tenerlo dentro de mi y no pasó ni un segundo cuando ya lo tenía otra vez atravesándome. Perpendicular veía al techo emitiendo gemidos de satisfacción del ataque que (en ese momento no lo sabía) mi próstata recibía. Raúl se puso frente a mí y me puso a mamar su verga. Lo hacía con pasión y desenfreno y cuando llegaron los otros dos que faltaban me turnaba sus vergas para chuparlas buscando exprimirlas y recibir mi tan esperado premio. Instintivamente las tomaba y me cacheteaba con sus vergas, lamía sus huevos, pasaba sus cabezas por mis labios e intentaba inútilmente meterme dos a la boca –este si se pasa de puto- dijo Nacho.
De repente José se fue detrás de mi e hizo algo que por fin termino de partirme en dos. Intentaba meter su verga junto con la de Alejandro, las dos dentro de mi ano –lo vas a lastimar cabrón- le dijo Alejandro imponente ¿me quería? ¿o por que le preocupaba mi bienestar? –No hay pedo wey ‘orita poco a poco entra y vas a ver cómo va a pegar unos pinches gritos de placer- empecé a quejarme y Alejandro me tomo de la cabeza me puso junto a su cuello abrazándome y susurró al oído –tranquilo bebé relájate y deja entrar todo- la relajación que sentí cuando me dijo esto fue tan grande que permitió entrar la verga de José y un gemido de un placer destructor salió de su boca. Por mi parte sentía que me desmayaba del placer y el dolor que sentía. A la fecha me pregunto si el dolor y el placer están ligados. Alejandro me besaba y yo moría por comerme su saliva, su boca, su aliento todo lo que venía de él. José salió y le dio entrada a otra verga. Así se la pasaron mientras Alejandro me hacía el amor. Digo que me hacía el amor por que a diferencia de ellos yo me entregaba a él completamente. No importa cuántas veces me cogieran los demás o cuanto semen dejaran dentro y fuera de mí al único al que yo le respondía todo lo que él me daba era Alejandro. Debut y despedida. Así se turnaban continuamente.
Pronto Alejandro me puso en cuatro y pude ver a mis otros tres cabrones jalándosela listos para darme su leche. Alejandro jalaba mi cabello para poder admirar a mis cabrones listos para alimentarme. Recibí la leche de mis machos en la boca y como un urgido trataba de evitar cualquier desperdicio de leche tan deliciosa que sacaban mis machos. Se quitaron y Alejandro me follaba con una rudeza que sentía como mi culo se abría y un placer indescriptible empezó a llenarme. Pronto exploté. Sentí como si hubiera perdido todas mis fuerzas de repente y como si el mundo se desvaneciera. Era como si un rayo me hubiera atacado y toda su energía recorriera cada poro de mi cuerpo centrándose en mi abdomen y mi verga fuera la salida de toda esa mágica energía. No sé cuánto tiempo paso pero pronto sentí como mi recto se llenaba de algo y un gemido justo detrás de mí era el tañido de la fuerza que en ese momento pareció desvanecerse como si un castillo de arena callera dejando solamente como rastro el recuerdo. Mi espalda llena de sudor y el torso de Alejandro estaban juntos sincronizando por una fracción la respiración la cual era resultado de lo que había sucedido. Alejandro salió de mí y mi culo no pudo retener por más que intente toda la leche que me había dejado adentro. Quedé con el culo parado por unos minutos incapaz de moverme a falta de energía y consecuencia del cansancio de lo sucedido. Me desvanecí.
Al día siguiente amanecí en el mismo cuarto con mis calzoncillos puestos y tapado. Me levanté y me asomé por la ventana para ver al patio del que todavía venía una música aunque menos fuerte que la de la madrugada. Ahí estaban mi papá en la misma mesa con sus amigos. Me quedé viendo a Alejandro quien se encontraba con su esposa al lado. Me miró y lo miré. Una imperceptible sonrisa se dibujo en su boca y unos ojos de anhelo me vieron para después voltearse. Regresé a la cama y me di cuenta que me dolía mucho el ano. No fue un sueño, en realidad pasó. Alejandro, mi primer amor.
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