La vida de un putito 3
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por putitopasdf.
Después de ser violado por los amigos de mi padre (me gusta el término violado) la relación de mis padres fue en picada culminando en el divorcio. A pesar de mis intentos por irme con mi padre (para intentar ser su puta de nuevo) o saber sobre el paradero de Alejandro, mi madre pensó que lo mejor sería quedarme con ella y mis hermanos. Esto me molesto mucho por lo que me volvi una persona solitaria y agresiva.
Debido a los problemas de mi familia y a mis propios problemas me acerqué al alcohol y las amistades negativas a la corta edad de 12 años. Cada que podía me iba a tomar con personas más grandes que yo y realmente no me importaban las consecuencias de mis actos. Llegaba en la madrugada y me dormía para despertar casi en la tarde para irme al colegio en donde me encontraba en el turno de la tarde. No pasó mucho tiempo cuando descubrí los bares y cantinas del centro de la ciudad y con mi habilidad para escabullirme me fue fácil entrar. Tenía muy bien maquilado todo dentro de esas cantinas. Llegaba los fines de semana de preferencia Viernes a eso de las 11 y adentro esperaba que la gente (hombres, claro) llegaran a un estado de ebriedad que permitía acercarme a ellos y ultimadamente conseguir alcohol gratis. Sin embargo anhelaba algo todavía más que el alcohol y la vida nocturna. Anhelaba los hombres que veía ahí. Casi todos mayores de 30 extremadamente masculinos, vulgares, machistas me atraían inevitablemente. Varias veces lograba convencerlos para que se dejaran mamarles la verga y me daba mis festines de mecos, aún así no conseguía todavía que me cogieran. Me sentía sin atractivo y muchas veces me enojaba regresar a casa sin siquiera probar una verga, tener mi ración de mecos y ni en sueños tener un pedazo de verga dentro de mi culo. No pasó mucho tiempo cuando mi tan deseado sueño pasó aunque no como yo lo había planeado.
Era un viernes y llamé a mi casa saliendo de la escuela para decirles a mis hermanos que avisaran a mi madre que no iría a la casa. Había juntado dinero trabajando por las mañana ayudando en un tienda para poder pasarme tres días totalmente borracho. Iba sin intenciones de coger, solamente con la idea de perderme en el alcohol y sumergir mis problemas en la bebida. Si bien me sentía mal por lo que hacía en ese momento culpaba al mundo entero pero no a mí ¿Quién se culpa a sí mismo? Fui a una cantina de las que más me gustaba que se encontraba cerca de uno de los centros militares más grandes de la ciudad. Militares, albañiles, policías, choferes, en fin toda la horda de machos que yo tanto idolatraba se encontraban en ese bar embriagándose en todo lo posible buscando culo y tetas. Por ese tiempo descubrí que hay una mezcla perfecta que me podía dar la oportunidad de conseguir vergas, la calentura sumada con el alcohol me abría muchos cierres cuando todo se juntaba en proporción. Llegué y como siempre logré inmiscuirme adentro. El olor a orina de los baños, el tabaco y el alcohol como siempre me atrajeron y fui directo a la barra a pedir una “caguama”. No pasó mucho tiempo cuando vi a tres hombres en una mesa muy animados platicando. Me acerqué con mis tan bien conocidas tácticas y les invité unas cervezas. Todo iba bien y cuando vi a uno de los que me atrajeron irse al baño y tanteando el camino pensé “es mí momento” muy a pesar de haber decidido no tener relaciones ese día. Lo seguí y cuando llegó al mingitorio (que para mi beneficio como en todas las cantinas no había separación) llegué y me puse junto a él viéndole la verga y viendo como orinaba.
Conocía la forma en que tenía que mirarlo y cuando noté que había sentido mi mirada observando su verga lo miré directamente a los ojos -¿Qué? ¿quieres verga puto?- me dijo entre broma y amenaza. Era mi momento -A huevo quiero exprimirte a mamadas la verga- La humillación no tardó en llegar y de un puñetazo terminé en el piso sintiendo mi cara hirviendo y regresando del susto al estado sobrio. Una patada en la cara y una en el estómago adornadas con las palabras ¡Sácate a la chingada puto maricón! Salió muy indignado y yo me quedé en el suelo sucio intentando recuperar el aire que había sacado de mi estómago. Salí sin ver atrás y me apresuré temeroso de que quizás me siguieran y realmente me mataran. A dos cuadras cuando tuve la seguridad de que nadie me seguía me senté en la banqueta de la avenida y me puse a llorar. ¿Acaso era tan feo? Sentía como si no tuviera ningún atractivo, rechazado por todos los hombres con una calentura que se desbordaba por todo mi cuerpo parecía ser el único que en todo el planeta no encontraba lo que quería. Oía historias de maestros que abusaban de sus alumnos, padres de sus hijos (como el mío) durante años, prostituidos por aquellos hombres que yo tanto deseaba. Las mujeres que rechazaban a esos hombres por considerarlos sin gracia, feos, y vulgares y yo deseando estar en cada una de las posiciones antes mencionadas pero sin la suerte de poder ser así. La masturbación no me llenaba, necesitaba sentirme sometido por un hombre, necesitaba de alguien más que hiciera todas mis fantasías realidad pero nadie llegaba. Mis dos experiencias previas con mi padre y después sus amigos parecían un hecho lejano que jamás sucedió.
Después de llorar un rato me decidí a caminar frustrado y sin confianza para seguir intentando buscando como regresar casa. Eran aproximadamente las 2 de la mañana y el metro había cerrado, por lo que me coloqué en la avenida que iba directo a mi casa esperando que pasara un camión que me llevará para allá. Ya era muy tarde y múltiples veces tipos muy extraños habían pasado cerca e inclusive me habían hablado preguntándome por cigarros o dinero, tenía miedo por lo que quería irme lo más pronto posible de ahí. A lo lejos vi un micro acercarse por lo que sin pensarlo mucho y sin ver su dirección decidí hacerle la parada. Se siguió y solo volteé decepcionado para verlo cuando a no mucho adelante se detuvo. –Quizás sí esté en servicio- me dije. Fui corriendo y cuando me acerqué tenía la puerta abierta por lo que me subí. Saqué dinero de mi bolsillo y cuando iba a dárselo lo rechazó –Te acerco chavo. No ando en servicio pero es muy peligrosa la zona como para que ande un morrito como tú solo por ahí- Se lo agradecí a él y al tipo que estaba sentado al lado de la puerta que yo pensé era su chalán. Me fui al fondo y me senté. El alcohol había hecho efecto y me empecé a sentir con sueño. No sé cuando me dormí pero sentí que fueron segundos.
Cuando volví a abrir los ojos miré el camino. Para mi suerte me acercaba a donde iba lo que me tranquilizo ¿Y el sujeto que estaba al lado de la puerta? Estaba al lado de mí. Me día cuenta e intentando ser discreto lo miré. Se estaba drogando, podía sentir el olor a tiner justo en mi nariz. Miré adelante y empecé a sentir miedo cuando noté que no me quitaba la mirada de encima. Vi como se metía la mano a la sudadera y un terror me llenó. Me levanté lentamente y toqué el timbre sin importarme dónde estaba. El micro no paró. Volví a tocar pero ni siquiera disminuía la velocidad ni me decía el chofer una palabra. Un brazo me tomó del cuello y me tiró sin ningún esfuerzo al suelo. Luchaba con todas las fuerzas posibles pero encima de mí se encontraba el mismo sujeto que se estaba drogando. No sé cuanto tiempo me opuse y aunque intentaba gritar no podía terminar de articular o emitir un sonido, solamente quejidos mezclándose con un silencio irreconocible y con los gruñidos del hombre que estaba encima de mi que de una manera magistral y veloz me tenía atado, amordazado e inmovilizado por completo. Me cargó y me bajó del micro. Lloraba pensando que era el fin, que me matarían o quizás me torturarían, no sé, infinidad de pensamientos pasan por tu cabeza en dicha situación. Cuando vi a mi alrededor me di cuenta que estábamos en un pueblo o algo parecido puesto que las calles eran amplias y las casas simples e inclusive en obra negra. Trababa de memorizar mí rededor pensando que si llamaban a mi familia para extorsionarla podría en un momento describir mis alrededores para ser rescatado.
El chofer del microbús se bajo y miré su rostro igualmente memorizándolo. Qué estúpidos al dejarme ver todo eso pero al mismo tiempo me sentía agradecido de que eso pasara. Entramos a una casa. Era una casa normal, una casa humilde con un peculiar olor que reconocía pero no lograba recordar donde lo había olido. Subimos unas escaleras, abrieron un cuarto y me tiraron en una cama. El hombre que previamente me había atado salió y cerró la puerta. Intenté desatarme pero las ataduras estaban muy bien hechas. Analicé el cuarto. Era un cuarto cualquiera de tamaño medio con una ventana con cortinas blancas, un ropero, la cama y un tocador. El tiempo se me hacía eterno cuando escuché como se abrió una puerta en la planta baja. Se oían voces que no lograba distinguir. Se reían, se decían cosas y platicaban sin preocupaciones. Una manada subía. Múltiples pasos hacían eco en la casa, en el cuarto y en mi cabeza. Un escalofrío recorrió mi cuerpo completo acelerando mi respiración y provocándome un sudor frío naciendo de mi piel. Se abrió la puerta y el mismo sujeto que me ató entró. Intenté descifrar su rostro en la penumbra pero me costaba trabajo distinguirlo. Me tomó y como si fuera un cabrillo me cargó y me sacó de ahí. Caminamos por un pasillo y me mente analítica seguí intentando grabar en vano todo lo que veía a mi alrededor. Llegamos a un cuarto donde había luz y se oían voces parlotear. Entramos.
Había 4 hombres ahí. El sujeto me dejó enfrente de ellos y me quitó los amarres. Temblaba de terror. Analizaba a los cuatro sujetos y por un momento sentí que me orinaba del miedo. En cuanto me quitó la mordaza mis dientes castañeaban. Dos de los hombres tenían piel oscura pero no morena. De ojos chicos y negros, labios filosos y cejas tupidas con cabello negro corto tipo militar de cuerpo ancho y fuerte tenía solo camisa de tirantes blanca y pantalones de mezclilla con tenis. Eran respectivamente el primero y el segundo (con bigote) de izquierda a derecho. El cuarto era un tipo delgado y alto de piel moreno claro, barba de candado ojos grandes y cejas finas peinado hacia atrás, con chamarra negra y pantalones de mezclilla y botas. Su mirada se clavaba tan fuerte en mí que me sentía intimidado. Pero el tercero era el peor. Todos sentimos miedo. Fantasmas, insectos, cosas intangibles o sucesos pero a la fecha creo quien más temor infunde es el ser humano. Un hombre tatuado prácticamente en todo lo que veía de su cuerpo, ojos totalmente penetrantes y piel clara con una ceja grande y tupida, labios carnosos y nariz tosca. Cuerpo obviamente ejercitado, pero delgado. Tenía un cigarro en la mano vestía playera grande y bermudas. Lo que aquí en México se le conoce como “cholo”. Los hombres de los lados se acercaron a mí que a pesar de estar liberado no me movía. Sin ningún aviso ni nada me tomaron bruscamente del cuello y me arrodillaron Se sacaron sus vergas que aun estaban flácidas. El hombre familiar de botas agarrando su verga me jalo del cabello y me acerco su verga –hoy serás nuestra puta y vas a obedecernos. Si gritas o intentas escapar te metemos una buena putiza para que te aplaques- No quería mamar su verga, tenía mucho miedo. El sujeto de corte militar me soltó una bofetada que volteó mi cabeza provocando que mi mejilla se calentara.
El hombre de botas me puso su verga enfrente y sentí el olor a orina. Lentamente abrí la boca y empecé a mamar. Evitaba metérmela toda y cerraba fuertemente lo ojos. Me agarró del cabello por ambos lados y metió su verga algo erecta hasta el fondo usando su tosca fuerza para mantenerme ahí. Me intentaba hacer para atrás pero el lograba utilizar eso a su favor follandome la boca. Pronto su verga se puso erecta. No era de buen tamaño pero cada que sentía su vello púbico en la nariz volvía a sentir ese olor característico a orina de días. Me soltó y el sujeto a su lado me tomó sin mucho esfuerzo de los hombros y me levantó para ponerme en la cama. Me puso boca arriba dejando solo mi cabeza colgando en el borde. Puso su verga y yo abrí la boca para evitar que me volviera a abofetear. Me empezaba a coger no solo la boca sino la garganta con violencia. No podía evitar sentir esa sensación de vomito y sacando mucha saliva las pocas veces que me dejaba libre la boca. Oí como me quitaron la sudadera y rompieron mi playera. Tenía unos huevos enormes y su verga de un tamaño considerable pegaba con el fondo de mi garganta.
Cuando la metía toda se quedaba ahí haciendo cortos movimientos que cortaban mi respiración. Intenté quitarlo de encima de per cuando me liberé voltee intentando respirar. Sin poner oposición debido al cansancio y las constantes amenazas – ¡Deja de quejarte puto! ¡Admite que te gusta y pide más joto de mierda!- me quitaron la ropa con movimientos violentos dejándome desnudo. Sentí como unos labios me besaban el culo y unas manos me nalgueaban con fuerza. Una mano me tomó y levantó la cabeza. Es común que pensemos que todas la vergas son grandes, sin embargo la realidad es diferente. Es por eso que cuando te encuentras con una verga verdaderamente grande es inevitable sorprenderse y hasta temerle. Una verga larga y gruesa, morena y llena de venas entro en mi boca abriéndomela hasta sus límites. Me follaba el hocico y cuando quise ver a su dueño vi al sujeto calvo de bigote enfrente de mí y emitiendo un gemido con las palabras -¡Eso puto cuando estés mamando verga mira al que te chingue la boca!- No pasó mucho tiempo cuando unos dedos se introdujeron en mi culo y una voz dijo –Está sucio wey hay que mandarlo a lavarse- Todo paro por un momento. El tipo de los tatuajes me pasó un aparato similar a una burbuja con una punta –Ve al baño y límpiate cabrón- Fue en ese momento cuando vi en su mano una cámara.
El baño estaba en la puerta de al lado y me acompaño el mismo tipo que me amordazo –Acompáñalo wey y si se intenta escapar ya sabes que hacer- Me tomó del brazo y entró al baño conmigo. Tenía mucho miedo, no me quejé de que él estuviera adentro. –Necesito una jeringa para limpiarme adentro- le dije al tipo –Para eso te dieron esa cosa wey, siendo puto no me digas que no la sabes usar- En ese momento no deduces nada, después cuando me dejaron libre y recordé todo fue cuando me dije –Obvio que me conocía alguien de ellos si no como sabían que era puto-. Usé la burbuja como me indicó y lavé mi culo. -¿Puedes decirme para que me quieren?- le pregunté. –Apúrate cabrón si acabamos rápido para mañana andas libre- Faltan pocas horas para la mañana, asumí, por lo que me apuré. –Estoy listo- le dije. Me volvió a tomar del brazo. A mi parecer no me había tardado más de 10 minutos pero cuando regresé todos los tipos se encontraban desnudos y estaba bebiendo cerveza y fumando. –Vas wey – dijo el de los tatuajes dejando su cerveza y tomando la cámara –ponte en cuatro- Me subí a la cama. Solamente me quería coger pero aún así el miedo que tenía era dominante aunque de cierta manera surgía un pequeño indicio de goce en la situación. Frente a mi se puso el tipo de corte militar. Tenía esas placas que los militares se cuelgan sabrá Dios para qué.
Me puse otra vez a mamar verga pero con un poco menos de terror. Una boca me mamaba el culo y lo succionaba. Pronto el placer empezó a surgir. Vi hacia arriba y el militar tenía ahora la cama. Verlo desde ese punto de vista, con ese cuerpo, ese corte, esa verga y la cámara me pusieron caliente y empecé a mamar la verga con devoción –Eso putito trágatela toda- me dijo mientras me tomaba del cabello y controlaba mis movimientos. El tipo de bigote y el de las botas se pusieron frente de mí poniéndome sus vergas ya erectas en mi cara. Empecé a mamar. Recordé esa noche hace casi un año cuando los amigos de mi papá me hicieron lo mismo, sin embargo esta situación tenía algo escalofriante y atractivo. No los conocía, eran unos cabrones y al parecer me veían totalmente como un objeto sexual. El tipo detrás de mí se quitó de lamer mi culo y se unió a ellos. Su verga era larga y peluda. Mamaba las vergas deseoso sintiendo como poco a poco el miedo desaparecía para dejar entrar al placer y entregarme por completo al acto. Me pasaba de una verga a otra mientras lamia sus huevos y masturbaba otras vergas.
El cholo me separó de su verga –abre la boca- saco un gargajo y me lo dejo ir a la boca. Me excité demasiado. Seguí mamando como loco saboreando el liquido que salida de esas vergas. De vez en cuando me escupían en la boca o en la cara embarrándome sus gargajos mientras me grababan haciéndome sentir la puta más baja del planeta. El bigotón se pasó atrás de mí. Se oyó el clic de un bote y un líquido frío se sintió en mi ano. Otro clic del bote y de pronto una verga empezó a destrozarme violentamente el culo. Intenté con mis manos detenerlo pero las agarró sometiéndolas por mi espalda y tomando impulso de ahí mientras los otros tres, un hombre de botas, un cholo y un militar me chingaban la garganta sin piedad. Empecé a gemir sin evitarlo mientras me daba un festín de verga y mi culo era sodomizado por un enorme pedazo de carne. El hombre de botas se fue a una mesa y trajo su cerveza para dármela de beber. Tomé y seguí mamando mientras ellos seguían tomando y fumando frente a mí. Se quitaron todos y el bigotón me volteo. El militar se pasó a mi culo para empezarlo a follar. Gemía sin poderlo evitar, la sensación que me llenaba solo podía descargarla gimiendo – ¡eso puta grita!- dijo el bigotón mientras me cacheteaba.
El hombre con botas se puso al lado de mí y me puso a mamar –Eres una perra- decía. El hombre de bigote al otro lado mío pellizcaba y chupa mis tetillas mientras el militar seguía follando mi culo tomando mis piernas y levantándolas. El cholo grababa cada una de las cosas que me pasaba y de vez en cuando se acercaba a mi rostro -¿Eres una perra miserable y sin dignidad verdad?- me preguntaba –Si papi- le respondía extasiado –soy la perra de mis machos- se empezaron a turnar mi culo y mi boca. Me cacheteaban, me escupían, me follaban… faltaba algo –quiero sus miados papis- dije. No lo pensaron, me tiraron al piso –ruega por nuestros miados puto- dijo el militar. Empecé a besarles los pies mientras repetía –Soy una puta quiero tragarme sus miados y que me preñen mis machos, por favor háganme una perra completa- lamía sus pies cuando el cholo fue por una botella de cerveza vacía y orinó dentro de ella.
Cuando la llenó me la dió- trágatelos- No lo pensé, me los tomé. Cuando terminé el bigotón me puso en cuatro en el piso y me volvió a ensartar. Me daba duro –Quiero otra verga dentro de mi- les dije. El cholo se puso detrás mientras de forma magistral el bigotón solo se declinaba para darle espacio al otro. Gemía de dolor –Para por favor me duele- Era actuación. Aunque en realidad me dolía el placer era enorme. El militar me soltó una bofetada –aguanta puto grita si quieres pero te la vas a tragar- Gemía de placer y dolor cuando por fin entró el cholo. Los dos hombres en mi culo me cogían-sí papi sí dámelo todo quiero que me preñes- empecé a mamar mas verga. Seguían turnándose mi culo con dos o una verga a dentro entrando y saliendo causando un placer magnífico que se complementaba con el hecho de saber que estos desconocidos me sometían. Legaba el momento cumbre. El militar me subió a la cama y me puso en cuatro empujando mi cabeza contra el colchón. Me follaba con rudeza. Podía oír como mis nalgas y sus muslos chocaban violentamente cuando por fin emitió un gemido mudo de placer y me lleno de mecos. Los demás se masturbaban mientras veían. Después el bigotón se la jalo y sentí como me dejo sus mecos afuera para luego meter su verga y batir sus mecos dentro intentando meter lo que quedó fuera.
El tipo de las botas me metió la verga pero a diferencia de los demás cuando estaba por venirse me tomó del cabello, me volteó y metió su verga en mí boca. La mezcla del semen de los otros dos y el suyo era el sabor que sentía cuando mamaba su verga y él se venía en mi boca. Se intentó quitar pero lo jale de las manos para seguir mamándole la verga. Unas risas se oyeron. Cuando un putito excede las expectativas de los machos que lo someten una risa incrédula de felicidad sale de sus bocas. El cholo me volteó boca arriba y parado, poniéndome horizontalmente me cogía mientras el militar grababa. Me follaba y gotas de sudor caían en mi cara. De ser para mí el más feo de los cuatro pasé a verlos como un macho atractivo y poderoso. Ese día fue cuando descubrí que el atractivo que dibujan los ojos a primer vista es una falacia cuando un hombre va más allá de lo que los ojos creen. El amor es una falacia, un ser que muta cuando múltiples encantos lo transforman. Sus ojos se clavaban en mis ojos y no podía dejar de verlo mientras entre abría su boca jadeando.
Cuando empezó a gemir más y su abdomen se puso totalmente duro saco su verga y echó todo su semen sobre mí. Intente recoger lo que podía. Me la jale en la posición en la que había quedado y cuando por fin eyaculé tragué mi propio semen. Era maravilloso. Cerré los ojos del placer que sentí y cuando los abrí el cholo me vio riéndose y jadeando me vió a los ojos. Yo me comunico con los ojos y digo lo que quiero con una mirada. Vencido dejé caer mi cuerpo y admiré la imagen del hombre que tenía enfrente de mí. Sus tatuajes, sus ojos, su aliento, su semen, su sudor. TODO. No me moví solo me quedé acostado mientras los hombres que me habían dominado se retiraban. Apagaron la luz y solo el destello del amanecer me iluminaba. Me quedé dormido. No sé si fue un sueño pero pocas horas después sentí un cuerpo abranzandome al son de las palabras:
“Quiero hacer tus sueños realidad”.
Al día siguiente amanecí en la misma habitación, eran las 2 de la tarde. En la puerta cerrada había una hoja con el mensaje “Te puedes bañar e irte” No había nadie en la casa. Me bañé. Cuando bajé vi en la mesa de la cocina comida y un sobre con dinero con otro mensaje escrito “Gracias”. Cuando terminé de comer me fui. Llegué a mi casa preguntado direcciones y con aproximadamente 3 horas de camino. Cuando llegué nadie me preguntó nada solo subí a mi habitación y me tiré en la cama. Mi celular sonó.
-¿Bueno?- respondí.
-¿Qué tal te la pasaste?- preguntó la voz de un hombre.
-¿Quién habla?-
-¿No te acuerdas de mí? Hace más o menos una semana nos conocimos en un bar, cuando estabas muy ebrio me dijiste que tu sueño era ser la perra de unos machos. Quise ser yo el que hiciera tu sueño realidad pero tú querías más.
-¿Tú estabas ayer ahí?-
-Sí. Fui yo el que te llevo a mi casa, el que le pagó a los hombres que tefollaron y quien te acompaño al baño.
Sentía mi latido en los ojos.
-¿Por qué? – pregunté atónito.
-Yo no te gustaba pero tú a mi sí. Si no podía tenerte quería al menos poder grabar lo que tanto quería hacerte y tenerlo como un recuerdo.
Al fin y al cabo sí había alguien que me deseaba.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!