La vida en el campo III
Continua la saga de nuestro protagonista, nos narra su primer encuentro con la hija de los Martínez y un poco más de la dinámica en sus tierras..
Nunca había compartido mi morada con nadie, mucho menos había permitido que alguien compartiera mi lecho de descanso, pero está noche, una pequeña de 7 años me mira asustada con sus ojos marrón.
Delgadita por la desnutrición, piel morena tan suave como la seda, de su ser emana un peculiar aroma, el aroma del miedo.
Seguía cansado de la faena anterior pero mi erecto pene buscaba acción, ya les dije que no soy un semental, pero los primeros días era un burro en primavera.
Tímidamente respondía la niña Martinez a mis preguntas, me enteré que el sacerdote es homosexual y ha abusado de los padres e hijos de estas familias por décadas.
El anterior dueño tenía un particular fetiche por acostarse con mujeres casadas y un peculiar gusto por el sexo incestuoso, así las niñas han sido penetradas por sus hermanos y padres.
La decencia para estas familias es importante, por eso las orgias que celebraban no incluían a sus vecinos, cada familia fue violentada de forma independiente, tiempo después me enteré que los mismos métodos aplicaron para todos, excepto la señora campos, mujer que no tiene esposo y que vive con sus 3 preciosas hijas, pero después hablaremos de ellas.
Pegada a mi erección la pequeña niña Martinez de 7 años chupa mi pene con el mismo ánimo mostrado en su casa.
Sin la hermana para compartir se mete el glande y algunos centímetros más en la boca, chupa, lame, muerde y de vez en cuando se atraganta causando arcadas aprisionando mi glande para mayor placer, aunque eso último era involuntario.
Ningún pene hasta el día de hoy le había causado eso, entre mamada, beso y bocanada de aire me confesó que soy el pene más grande que ha visto inflando más mi gigantesco ego.
La felación siguió adelante y me enteré de algunas cosas más, las familias de aquí son extremadamente pobres, logran salir su día a día con bastante esfuerzo, incluso hay días que se han quedado sin comer.
En algún momento me sentí culpable de su situación, pero desaparecio rapidamente cuando la pequeña metió un dedo en mi ano, que delicia, les adelanto que sigo siendo virgen de mi ano, pero todos mis niños han metido sus dedos en mi recto.
Su pequeña, húmeda y cálida boca complaciendo a mi miembro, una mano masajeando mis casi vacios testículos y un dedo tocando mi próstata.
Tuve que detenerla varias veces de lo contrario terminaría en su boca y lo que quería era penetrar su carne.
La chiquilla me suplicó que no se lo hiciera por adelante, tengo un pene normal, 16 centímetros justos 4. y algo, casi 5 de diámetro, para la pequeña es un tamaño monumental, dude unos segundos si debía proceder, pero la pequeña es ahora mi propiedad y debía aprender su lugar.
Esa primera noche ejerci mis «derechos» al tiempo que descubrí un lado sádico que me desconocía. De la misma forma en que ignore a su pequeño hermano, forcé a la menor de los Martínez a aceptarme en su interior.
Primero bajé a probar esa dulce vulva, la primera en mi vida, pequeña, cerrada, morena clara, lampiña, hasta el día de hoy emana un aroma que me vuelve loco y admito que es mi favorita, disfruto chupando con fuerza, muerdo con firmeza discreta los delgados labios, introduzco con violencia mi lengua profanando lo mas profundo.
Esa primera noche reafirme mi sexualidad, me gustan las mujeres, pero en estás tierras, para mantener mi control y poder absoluto debo sodomizar a todos los hombres para recordarles su lugar.
Imagina una bestia devorando su presa, algo tan grande y fuerte como un jaguar sujetando entre sus fauces a una pequeña y sobre todo TIERNA liebre.
Acostada en mi cama, piernas abiertas al rededor de mi rolliza cintura, ate sus muñecas a la cabecera de mi espalda, es sumisa, pero quería hacerla sentir impotente e indefensa.
Le repetí una y otra vez que me pertenece, le recordé que su madre me pertenece, frotaba mi inflado glande por su diminuta vagina, gruesas lágrimas rodaban por sus mejillas, un suave sollozo arrullaba mis sentidos llevándome a un trance hipnótico que enfocaba mis deseos.
Por momentos la pequeña niña Martinez aceptaba su destino, un par de ocasiones luchó con sus minúsculas fuerzas descubriendo que todo estaba perdido para ella.
Lloró cuando le dije que su padre es un maricon sumiso quien de estar presente la sujetaría por mí para poder violarla sin el mayor esfuerzo, la pequeña sabía que eso es verdad, no intento defender a su padre, cerraba los ojos apretando con fuerza sus labios como soportando dolor, supongo que recordó como hace unas horas penetre al hombre que llama papá y debería protegerla, pero ambos sabemos que no haría nada por ella.
Mi glande expandía de forma casi grotesca sus delgados labios vaginales, mi líquido preseminal impregnado en todos los pliegues reducía la fricción causandome un placer indescriptible.
Aprovechando el morbo del momento le recordé a su madre y como la muy zorra se me entregó frente a todos sus hijos, le recordé los gemidos, le recordé como ella y su hermana limpiaro mi pene después de inseminar las entrañas de su progenitora, le recordé que esa tarde se salvó, su madre me ofreció ambas hermanas pero escogí a su pequeño hermano que se me fue entregado sin protestar.
Pobre pequeña niña Martinez, desahuciada se dejó hacer a partir de ese momento, sollozos y lágrimas, mi banderazo de salida.
Con firmeza presioné mi glande en esa vulva de 7 años, los labios se expandieron para recibir la punta de mi lanza, a los sollozos los sustituyeron gruñidos de dolor, las lágrimas ahora eran un rio que fluía sin control.
Cuánto placer, milímetro a milímetro profane esa pequeña cueva hasta donde se me fue permitido, poco más de medio pene, tal ves 10 centímetros de carne rompieron cualquier remanente de virginidad.
En todo el proceso la chiquilla me regaló gritos y llanto, un deseo ardió en mi interior esa noche, un deseo que sigue vivo hasta el día de hoy, el deseo de tener vaginas tiernas solo para mí y nadie más.
Aplastada por mi peso, sujeta con fuerza por mis brazos, abierta de piernas formando casi un split, gruñendo de dolor, llorando de agonía y desesperación, así fue la primera vez entre la pequeña niña Martínez y yo.
Bombeo torpe, firme, lamentable para ella le tocó ser mi primera nena, sacie mi recién descubiertos bajos instintos por más de 20 minutos, en ese lapso la diminuta vagina soporto el estrujó de mi miembro que cuál pistón entraba y salía.
Me tiemblan las manos al escribir esto, recordarlo siempre acelera mi corazón, la adrenalina recorre mi torrente sanguíneo igual que esa noche transformando al apático hombre en un depredador sexual.
El paraíso en la tierra, los inmaduros pliegues internos colman de caricias mi falo, restos de saliva hacen la bendita función de lubricante, para la pequeña es el infierno pero no me importa, otros la han usado desde que es una neonata, es más el miedo y la impresión.
Su llanto cesó casi al final del asalto, sutiles gruñidos acompañan mis empujes, no recuerdo en que momento mi boca comenzó a hablar esa noche, lo que si recuerdo es que la niña aceptaba mis halagos y torpes besos suspirando.
En algún momento debió acostumbrarse a mi tamaño, entre resignación y sumisión no tenía muchas opciones.
Al final las últimas reservas de semen mojaron su interior, jadeos acompañaron cada disparo que profabana su inverme e inmadura vulva.
Aferrado con fuerza a su cuerpo le clave el falo hasta lo más profundo, haciendo un calculo rápido, no más 8 centímetros fueron necesarios para topar y tapar.
Maravillado por el pequeño río de semen, flujos y un poco de sangre que salía de su interior caí en cuenta de mis acciones, acaba de violar a una pequeña niña desnutrida con el consentimiento de sus padres y podré volver a hacer todas las veces que quiera a partir de ahora.
Sollozando la niña asintió y se preparó para retirarse cuando le dije que mañana por la mañana me la cogería por el culo, se sorprendió cuando le dije que dormiría conmigo, quiero tenerla a mi lado cuando abra los ojos y poder cojerla sin perder tiempo.
Por primera vez a mis 40 años comparto mi lecho y es una pequeña de 7 años a la que acabo de violar.
En otra ocasión les cuento como nos fué en la mañana.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!