La vida en el campo IV
Nuestro protagonista encuentra a su favorita y narra un poco la sumisión de sus padres..
Mi vida está divida en 2 capitulos, los primeros 40 años son trabajar y trabajar, los otros 40 son disfrutar de los frutos de mi trabajo de una forma que no imaginé.
Me despertó el sonido de alguien llamando a mi puerta muy temprano por la mañana, los padres Martinez «preocupados» por la integridad de su hija acudieron para comprobar su estado.
Les mostré a su pequeña vastaga tirada en mi cama, desnuda, de su irritada vulva escurre un hilo de sangre, saliva, flujos y semen secos.
Fuera de eso, la chiquilla duerme plácidamente recuperándose del encuentro anterior, les narre a los padres con lujo de detalle como fué que posei a su pequeña, hice énfasis en la parte donde ninguno de los la ayudaría, sino que, por el contrario, me habrían auxiliado en mi labor.
Ambos padres bajaron la mirada y asintieron, sabían que sin mi no tendrían a dónde ir, no tendrían árboles frutales a los cuales recurrir cuando no tenían nada más que comer.
En silencio se disculparon por la intromisión y «pidieron permiso» para irse, mi pervertida cabeza tenía otros planes.
Sentando en mi sofá recibo un delicioso oral del padre que escucha la narrativa de su esposa de como la hice mía y como sintió más placer conmigo que con ningún otro hombre, mi pene llega hasta los lugares que él ni nadie habían llegado, le contó como su hijo bebió mi semen directo de su cuenca vaginal, como sus hijas limpiaron y chuparon mi pene hasta conseguir una segunda erección, le narro como viole el ano de su pequeño hijo que gruñía y lloraba en silencio aferrado al cuerpo de su madre, el padre de familia mamaba mi pene con ainco y voracidad a todo eso.
Magree el cuerpo de la mujer durante todo el relato, ella sumisa observa a su maridito mamar la verga de su nuevo dueño, metí mis dedos en su vagina y ano, mordí, chupe y dejé marcas bastante visibles en todo el cuerpo de la sumisa y húmeda mujer, la muy zorra se excitó con todo esto.
Al terminar el relato la madre se invirtieron los papeles, era la madre la que escuchaba como su maridito me chupo el pene en el marco de mi casa, le contó a su esposa como le pedí algo más y me ofreció el culo como moneda de pago, le contó a su esposa lo que ella ya sabía, como le pedí que trajera a la menor de sus hijas para divertirnos los tres, pude ver su pene parado cuando le contaba a su esposa todo lo que les hice pasar, su hija mamandole el culo, como lo cojí con fuerza y violencia, el maricon coincidió con su esposa diciendo que llegue a lugares donde nunca nadie había llegado y disfrutó de mi cogida como nunca había disfrutado con nadie, su recompensa fue un buen apretón de testículos que lo hizo gemir como señorita.
La señora Martinez gimió de gusto acompasando a su esposo, gimió aún más fuerte cuando le narro como le restregó el pene y testículos en el rostro a su hija que fue testigo en primera fila del subir y bajar de su padre empalandose feliz en mi lanza.
Al terminar su relato detuve a la mujer y los mandé a su casa, tenía los huevos cargados, la verga dura y bien lubricada para romperle el culito a su hija, los mandé a su casa con la promesa de visitarlos más tarde, pero por ahora, el culito de su hija aguarda.
Al despedirlos le pedí a ambos padres que escupieran tanta saliva como pudieran, pues al volver al cuarto me voy a comer a su indefensa y sumisa hija de 7 años que será a partir de hoy solo para mí.
Con la verga parada, dura, caliente, palpitante y muy lubricada procedí a subirme con cuidado a la cama para no despertarla, así, acostada de lado con el culito parado acomodé mi miembro en la entrada de su ano, empuje esperando encontrar resistencia pero para mí sorpresa casi 6 centímetros de verga entraron en su pequeño anito.
La invasión despertó a la pequeña que despertó sobresaltada, rápidamente me monté sobre su cuerpo hundiendo la mitad de mi mástil en su ajustada gruta anal, un gruñido largo ahogado por la almohada escapo de su garganta, un gruñido ahogado y nada más.
Está vez no hubo llanto, supongo que la han usado tantas veces por su ano que lo tiene más que acostumbrado, cabe resaltar que pese al uso, me dió uno de los apretones de verga más deliciosos que he sentido hasta el día de hoy, la pequeña niña Martinez de 7 años se volvió mi favorita ese día.
Mi pequeña amante soportó como campeón todos mis embistes, la saliva de sus padres hizo su trabajo como lubricante y facilitó labor, esa mañana no me detuve basta tener todo mi pene enterrado en el ano de mi favorita.
Los gruñidos fueron cambiados por gritos apagados de dolor cada vez que forzaba más de mi pene, la pequeña lanzaba súplicas que llegaban a oídos sordos, todo mi cuerpo en sus piernitas aprisionadas por mis nalgas, mi mano izquierda aferrada con fuerza a su cintura, con la derecha la sujeto con fuerza del hombro y la jalo hacía mi cada vez que empujó más mi verga.
Un momento de bombeo a la misma distancia y sin aviso otro empujón que clava otra pequeña fracción de mi miembro en su estrecho canal anal, una y otra vez repetí esa técnica hasta que pasados algunos 10 minutos conseguí incrustar todo mi miembro barnizado por la saliva de sus padres, los 16 centímetros de pene, en la cavidad anal de una nena de 7 años.
Mi favorita soportó por algo más de 20 minutos un bombeo que a diferencia de las otras veces tuvo más ritmo y cadencia.
La unión adulto y menor es un acto atroz, ruin, bajo, aquellos que lo practicamos merecemos cualquier castigo que se nos aplique, lo acepto, pero, el placer de tener tu pene en el recto o vulva de un menor es indescriptible, te lo digo, en este momento de mi vida ya he probado varias mujeres y hombres adultos, el sexo con ellos puede llegar a ser bastante bueno, pero tener sexo con un menor es una experiencia increíble.
Durante todo el coito le decía palabras bonitas a mi favorita, lo rico que siento, que la cuidaría, lo hermosa que es, lo mucho que disfruto esto, cuan valiente es por aceptarme en su ano y vagina, le prometí que no pasaría más hambre, le prometí que nadie más se la cogería, la chiquilla entre quejas y llanto decía si, por favor, me duele, cuide de mí, no nos heche, y demás palabras de sumisión.
El vaiven se aceleró, la respiración se agitó, mis huevos se estrellaban con fuerza en su puchita, mi pelvis molia a golpes sus nalguitas, mis gemidos de macho a punto de reventar se hicieron presentes, tense mi cuerpo dejando caer todo mi peso sobre ella, grité como loco que la amaba y que nadie más se cogería, solo yo, la pequeña solo gritaba entre llanto si una y otra vez.
Entre tanta violencia y sacudidas la pequeña se quedó inmóvil. Que valiente es mi favorita, soportó mi miembro por su ano hasta que descargué todo mi semen en su interior tan violentamente que seguro le llegó hasta donde nunca nadie había llegado.
Cuando retire mi flácido pene un hermoso agujero quedó detrás, su ano rojo, abierto, roto, escurriendo un hilillo de saliva, algo de samgre y un poco de mi semen que se negaba a salir debido a lo profundo que lo deposité, toda una otra de arte.
Mi favorita se quedó ahí, tirada en mi cama, culo y pucha rotos, rebozando semen, agotada, adolorida y sin voluntad.
La dejé descansar en mi cama y salí directo a la casa de los Martínez, dentro me encontré a la madre y dos hijos desayunando tortillas y frijol, no me había tomado la molesta de cubrirme cintura para abajo, mi pene rojo por las gotas de sangre del ano de su hermana e hija, barnizado con restos de saliva de los padres, algo de semen y otro poco de heces.
Les dije con voz autoritaria que dormiría un rato, la siguiente sería la mayor y que quería que llegaran la niña y el niño, pero al niño lo quería vestido de niña, le pedí a la madre que atara las manos del menor en su espalda y más valía que no se pudiera soltar, hoy los tres dormirían en mi cama.
La niña me miró con ojos de terror, el chiquillo por primera vez me miró con miedo, la madre, zorra morbosa caliente, se relamio los labios.
Lo que pasó esa tarde/noche es para otra historia.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!