La vida no es tan solo metérselo, y sacárselo a las mujeres.

Un tipo que ha perdido toda su virilidad, tras emborracharse con un conocido descubre que aún puede disfrutar del sexo, pero de otra manera. .
Relativamente hace poco tiempo, conocí a un tipo, quien me contó la tragedia de su vida, ya que se divorció, a causa de su impotencia.
Previamente visitó a varios urólogos, y la conclusión fue la misma siempre, debido a los varicoceles, y varias condiciones, no tan solo quedó impotente, sino que simple, y sencillamente no se le para, ni usando un gato hidráulico.
Después del divorcio vino a vivir al campo, y ocasionalmente bajaba al pueblo, donde me conoció, en varias ocasiones, mientras bebíamos en el bar, me contó la tragedia de su vida, como ya les dije.
Yo lo escuché, y hasta traté de darle consuelo, diciéndole. “Que la vida no es tan solo metérselo, y sacárselo a las mujeres”.
En esos momentos él no comprendía, el trasfondo de mis palabras, así que seguimos bebiendo, hasta que el dueño del bar nos dijo que era hora de cerrar.
La cosa es que los dos teníamos ganas de seguir bebiendo, y antes de marcharnos del bar, compramos par de botellas de ron, y nos dirigimos, en su carro a su casa fuera del pueblo.
Ya en su casa, continué diciéndole. “Que el mundo no se ha acabado, por lo que a ti te ha pasado, lo que tienes que hacer, es reinventarte” Y si antes estaba confundido, tras escucharme decirle eso, se quedó bien bruto.
Me di cuenta de inmediato que Leonardo no había entendido nada, y fue cuando le propuse que hiciéramos un pequeño experimento, para demostrarle de que era lo que yo hablaba.
Él en esos momentos había bebido tanto, que la verdad es que, si le decía cualquier cosa, él de inmediato la aceptaba, sin discutir, ni poner en duda mis palabras.
Por lo que cuando le dije que se diera un buen baño, como parte del experimento, así lo hizo, es más, mientras se duchaba, entre al baño, y sin decirle nada le comencé a enjabonar la espalda, y parte de sus nalgas, para al poco rato mientras continuaba pasándome el jabón por todo su cuerpo, le pregunté cómo me sentía.
Después de darse otro trago de ron a pico de botella, me comentó que se sentía muy bien, yo le ayudé a salir de la ducha, y prácticamente lo conduje hasta su cama, donde le indiqué que se acostase, mientras que yo, tras secarlo, con una pequeña toalla, comencé a darle un masaje por todo su cuerpo.
Él siguió recibiendo mis masajes, y caricias por toda su espada, sus nalgas, y sus muslos, mientras que le fui diciendo que, a pesar de su condición, tenía un buen cuerpo.
Luego embadurné mis manos en aceite de oliva, y continué dándole esos masajes, sobre todo sobre sus nalgas, sin que él hiciera comentario alguno, suave y de manera bien lenta, a medida que le fui acariciando sus nalgas, también lo fui penetrando por su ano, con vario de mis dedos, cosa que, al principio, ni cuenta se dio o, mejor dicho, no le puso atención.
Pero al rato cuando ya le tenía varios de los dedos de una de mis manos, bien adentro de su culo, le volví a preguntar cómo se sentía, a lo que sin vergüenza alguna, me dijo. “De maravilla”.
No fue hasta que pasó un corto rato, que comenzó a sentir como yo me fui colocando sobre él, pero en la condición en que mi amigo, se encontraba, la verdad es que poco le importó, lo que yo le fuera hacer.
Aun sentía varios de mis dedos dentro de su culo, cuando le dije que el siguiente paso del experimento, era demostrarle a él que, para disfrutar del sexo, no era necesario tener una mujer, que bastaba con dejar que todo fuera fluyendo de manera natural.
A lo que leonardo, como un verdadero pendejo, no paraba de decirme que sí, hasta que comenzó a sentir que mis dedos los fui retirando uno a uno de su culo, pero casi de inmediato, le di una ardiente nalgada, y separándome de su lado, lo dejé tendido en su cama, completamente desnudo, y bien confundido.
Para luego despedirme, con toda mi calma, mientras que, bastante bebido me preguntaba que sucedía.
Como a la semana, volvió a bajar al pueblo, y nuevamente en el bar me encontró a mí, quien como si nada hubiera sucedido, lo saludé, y hasta le invité unas cervezas.
Después de un buen rato, y mucho antes de que fueran a cerrar el bar, le comenté que mejor seguíamos bebiendo en su casa, lo que a él le pareció una buena idea.
Aunque mi amigo, había bebido algo, no estaba borracho, por lo que cuando me preguntó qué había pasado, la otra noche, le respondió, diciéndole. “Si yo me hubiera aprovechado de ti en esos momentos, ahora no estaríamos charlando amigablemente, es más al encontrarme en el bar, de seguro, te pondrías a discutir conmigo, y de seguro mucha gente se hubiera enterado de que yo te había comido el culo. Y pienso que no exagero, al decir que uno de los dos ya estaría muerto”.
Lo cierto es que le pareció que yo en todo momento tenía razón, pero de inmediato le dije. “Ahora si tú quieres podemos hacer dos cosas, una es nos olvidamos de todo lo sucedido. Y la otra es que sigamos en donde lo habíamos dejado, tú decides.”
Lo cierto es que, aunque él se había tomado algunas cervezas, recordaba muy bien cómo se sentía, a medida que yo en aquella ocasión, le fui acariciando las nalgas, e introduciendo mis dedos dentro de su culo.
Por lo que casi de inmediato, sin decir nada, comenzó a quitarse toda su ropa, luego se fue a la ducha, y después de darse un buen baño, al salir de la ducha, ya lo esperaba al lado de la cama, y apenas se recostó bocabajo, comencé a masajear con aceite de oliva, todo su cuerpo, en especial su espalda y sus nalgas.
A medida que mis dedos fueron recorriendo sus nalgas, volvió a sentir esa sensación por todo su cuerpo, sin que yo se lo sugiriera separó sus piernas, y levantó ligeramente sus nalgas.
Aunque me dijo que sentía sumamente excitado, su verga, para su vergüenza, no reflejaba su estado de ánimo, comencé nuevamente a ir introduciendo mis dedos, dentro de su cuerpo, al principio uno, luego dos, y así sucesivamente, hasta que pude meter casi toda mi mano, él sentía como mi mano, entraba y salía de entre sus nalgas.
Mientras que no paraba de gemir, y moviendo sus caderas, comenzó a pedirme que le penetrase con mi verga.
Al poco rato extraje mis dedos embadurnados de aceite de su culo, y comenzó a sentir como la caliente cabeza de mi verga, lo fue penetrando.
Él me dijo, que jamás en toda su vida le habían dado por el culo, pero en esos instantes le pareció la cosa más rica del mundo, continuó moviendo sus caderas, de lado a lado, mientras que yo le seguía enterrando toda mi verga.
Por un buen rato fue sintiendo un placer que jamás, ni nunca antes él había sentido, mi miembro lo penetraba una, y otra vez, al tiempo que con mi boca comencé a mordisquear su nuca, y sus orejas, al tiempo que le fui preguntando, ¿Como se sentía?
A lo que alegremente me respondía, que increíblemente bien, pero que siguiera dándole bien duro, así continuamos por un largo rato, hasta que le indiqué que íbamos a cambiar de posición, y tras sacarle mi verga, hice que se recostase bocarriba, lo tomé por los tobillos, y levantando y separando sus piernas, dirigí nuevamente mi verga al centro de sus nalgas.
Por lo que pudo ver claramente como lo volvía a penetrar, él chillaba de placer, y felicidad, mientras que yo continué una y otra vez clavándole toda mi verga, hasta que me vine dentro de su culo.
Mi amigo se quedó extasiado, con su culo bien abierto, hasta que yo nuevamente dándole una ardiente nalgada le indiqué que se fuera a lavar, mientras que expulsaba toda mi leche de su culo, yo comencé a lavar mi verga, en el lavamanos frente a él.
En ese instante le dije. “Si quieres continuar la fiesta, dúchate, y te espero en la cama.” Desde luego que me obedeció sumisamente de inmediato, y al regresar a la cama, yo mantenía mi adormilada verga entre mis dedos, y nada más bastó que me quedase viéndola por un corto momento, para que entendiera que debía ponerse a mamármela.
Lo que sin pensarlo mucho se dedicó hacer, y a los pocos minutos, ya la tenía bien dura dentro de su boca, por lo que lo volví a penetrar.
Esa noche, me la volvió a mamar, hasta que acabé dentro de su boca, y garganta.
Desde esa fecha, digamos que yo me he venido convirtiendo en su marido, mientras que él poco a poco, se ha ido afeminando, aunque yo nunca se lo he pedido, pero me agrada, ver cómo se viste de mujer, se peina y hasta se maquilla.
La verdad es que me ha dicho que desde que comenzó a darme el culo, y mamar mi verga, disfruta mucho más del sexo que cuando estaba casado….