La voluntad de Oriana 1
Un depravado oculto tras el velo de un hombre normal se topa con una droga que le permite realizar sus actos más sucios.
Mí nombre es Augusto. Yo trabajaba como bibliotecario de un colegio muy caro de Belgrano. A mis 40 años llevaba casi dos años sin estar con una mujer. Mis niveles de desesperación por sentir el calor de un cuerpo femenino eran altos. Pero siempre mantuve mí compostura. A pesar de tantas polleras cortas dejando ver tanta pierna joven. Mí cabeza superior seguía dominando a la inferior. Sabía los problemas en los que me podía metér si alguien me agarraba tan solo mirando a una de estas niñas. Obviamente no había noche que no me masturbara imaginando cosas que ni el más asqueroso de los degenerados pensaría hacer con estás chicas. Apenas acababa y sentía mí semen caliente sobre mí abdomen, solía preguntarme si yo no era un monstruo más de tantos que andan sueltos. – Es solo una fantasía. Todo está en mí cabeza. – me respondía al instante.
Y al otro día ahí estaban ellas de vuelta. Con sus pieles blancas y suaves, su pelo bien cuidado y sus olores a hembras listas para ser inseminadas. Mí pene me lo pedía. Latía cada vez que las veía. Una más hermosa que la otra. Siempre sonriendo e intentando sacar un baile nuevo para tik tok.
Solía preguntarme que gusto tendrían sus flujos. Serían más suaves que los de una mujer que superó los 30 años?
¿Como serian los labios de sus vaginas? ¿Tendrán bellos, o ya se depilarán?. ¿Y si se depilan lo hacen por qué esperan que pronto alguien las vea desnudas? Muchas de ellas seguro ven pornografía cuando nadie las ve. Con qué se masturbarán?. Acaso verán una penetración y acariciaran sus jóvenes clítoris ansiando un trozo de carne que se abra camino en sus pequeños cuerpos?
Solia pensar que las jovencitas no tenían deseo sexual más que algo muy romántico con el muchacho del que ellas estuvieran enamoradas. Pero con el pasar de la edad supe que el deseo de sexo está, y va de la mano de los instintos más bajos. Una hembra que busca ser dominada e inseminada por un macho. Y esto una vez que se despierta es irrefrenable.
Solo pensar todo lo que pasaría en esas pelvis con la situación y las palabras correctas. Uhhh! Me la pone dura. Lista para hacer de ellas las jóvenes portadoras de mis crías.
Y así pasaba mí vida tan cerca y tan lejos de la belleza femenina en su esplendor. Preguntándome; ¿Por qué las leyes del hombre prohíben lo que la naturaleza nos regala?.
En otro aspecto de mí vida estaba Edgardo, mí viejo amigo de la infancia incondicional y siempre presente. Con el, habiamos vivido muchas cosas, por lo que nos entendíamos con solo vernos. No sé si la palabra “hermano” le haría honor a tal afecto y cariño que sentía por el.
El único gran problema que tenía Edgardo es que era muy dependiente de las drogas, sumado a esto le gustaba probar cualquier alucinógeno nuevo que caía en sus manos. Conocía mucha gente de muchos lugares, por lo que tenía acceso a sustancias muy fuertes y poco conocidas para los improvisados.
Yo por otra parte lo único que compartía con el, en este vicio, era fumar un cigarrillo de marihuana de vez en cuándo. Además de haber tomado alguna que otra línea de cocaína hace ya muchos años.
Aun así, parecía ser un hombre que tenía estos vicios bajo control dado que no era un drogadicto sin remedio que uno se puede encontrar en un callejón o debajo de un puente. El era un vicioso que tenía un buen trabajo y ganaba lo suficiente para poder vivir bien, alimentar a sus hijos y financiar sus pasatiempos.
Cierta noche estábamos compartiendo un whisky , como solíamos hacer cada vez que nos juntabamos. Aunque él, tenía mucha más cultura alcohólica que yo . Nuestras charlas iban y venían por toda clase de temas y así pasábamos las horas hasta que yo caía del cansancio y me despedía hasta la próxima.
– Ya te vas a ír ?. Flojito de mierda!-.
– Siii boludo, no doy más-. Respondí.
– Pero aguantá un toque más . Si mañana es sábado, no laburás!-
– Pero no doy más boludo-.
– Y si yo te digo que te puedo hacer cambiar de opinión?-
– Yo te digo que me fui Edgardito querido.-
– Uhhh que flojo que sos! – concluyó abriendo los brazos para darme el abrazo de despedida.
Siempre era reconfortante sentir el abrazo de un amigo. En ese momento pensé – por qué no quedarme a disfrutar un poco más? Total para descansar ya voy a tener tiempo cuando me muera.-
– Sabés que?-. Dije. – Me quedo a seguir tomando ese whisky y cuando se acabe tomamos vino.-
– Ahora sí escucho a un hombre!- respondió con una sonrisa.
La conversación siguió por largas horas entre filosofia y risas de chistes baratos. Pronto los primeros rayos de sol salieron. Mí cansancio seguía estando, pero yo no quería irme, solo quería que siga el gran momento que estaba viviendo con mí gran amigo.
– Te diste cuenta que ya salió el sol?- me dijo.
– Si, no puedo creer como todavía sigo acá. Estoy que me desmayo pero hacía mucho tiempo no me reía ni la pasaba tan bien como ahora-.
– Suerte que te quedáste, entonces-. Dijo Edgardo con una cara un poco más seria, y continuó. – Pensás que fue una decisión tuya el desistir de irte y quedarte toda la noche?-
Yo no entendí lo que quería decir. – Este tipo está borracho- pensé. – Y si boludo. De quien va a ser?- pregunté.
– La decisión la tomaste vos. Gracias a este líquido-. Dijo Edgardo sacando un frasquito del bolsillo.
El líquido era de color verde y transparente , como poca témpera diluida en mucha agua.
– Que es eso?-. Pregunté.
– Esto es lo que te va a llevar a que nunca te digan que no a nada. Es un ácido que me hicieron llegar de Países Bajos , le dicen Voluntad. Un poco de esto sobre la piel y la persona hace lo que vos le digas. Pero no de manera consciente, si no que su cerebro transforma lo que escucha en deseo, y si lo que escucha es lo que otra persona le esté sugiriendo, entonces eso va a ser lo que desee en ese momento y por un par de horas. Y aunque el efecto pase. Nunca se va a arrepentir de lo que haya hecho-.
Yo no podía creer que algo así se haya inventado. Por qué yo mismo ni me di cuenta de que durante horas había estado bajo el efecto de una droga y aún así no estaba enojado , si no agradecido, y tenía muchas ganas de volver a repetir la velada con él , esa misma noche.
-Edgardo. Eso es oro!- Exclamé.
-Esto es mejor que el oro. Con esto te podés llenar de oro.-
-Necesito conseguir un poco de eso-.
– No te preocupes amigo-. Me dijo. – Voy a compartirlo solo con vos. Te voy a dar la primera muestra. Y con ella vos te vas a tener que encargar de conseguir todas las que quieras. Pero te lo advierto, es muy caro comprarlo, y el contacto solo habla conmigo, por lo que, cada vez que quieras me pedís.
– Ok. Cuánto está ese frasquito que vos tenés?.- pregunté.
– Un millón y medio de dólares.- respondió.
– Y como mierda hiciste para conseguir esa plata?!-
– Sencillo. Me dieron dos gotas a manera de prueba. Para testearlo usé la primera gota con la maestra de mí hijo, que es una perra infernal, y desde que la conozco me para la pija con esos jeans ajustados. Me aseguré de tocarle la mano con mí dedo mojado por esa gota, y le dije -Creo que vos tendrías que dejar que yo te rompa bien, pero bien el orto hoy a la noche en tu casa-. Ella me miró un instante, y me dijo -Si… sería genial-. Y me pasó su dirección. Esa noche la garché, como la puta que es. Le di bomba toda la noche y le llené todos sus agujeros de leche, hasta que mis huevos quedaron vacíos. Al ver qué funcionaba, me aseguré de investigar cual era la rutina de Julia Razzaro, la mujer del hombre más rico del país. Al enterarme que el único momento en que está sin custodia eran sus visitas al teatro, compré un boleto cercano al palco dónde ella se sienta. En un momento durante la obra, me acerqué sigilosamente y tocando su mano le dije: -Creo que sería muy bueno si transfirieras a mí cuenta 2 millones de dólares-. A lo que ella respondió: -Si, obvio!. Dame tu cbu-.
No podía creer lo que me contaba. Mí cabeza solo pensaba en todo lo que podía hacer con ese ácido.
Edgardo se levantó, tomó de su alacena otro frasquito similar al que contenía la “Voluntad”, y lo llenó, hasta alcanzar un cuarto aproximadamente.
– Ahí tenés para entretenerte un buen rato. Recordá, que con una gota sobre la piel es suficiente. Si la sabés usar, tu vida a partir de hoy no va a ser la misma-.
Esa mañana me fui a mí casa con el frasquito y me dormí sin poder procesar todo lo que había pasado. Varias ideas rondaban en mí cabeza pero todas eran sobre dinero y mujeres.
Al siguiente Lunes volví a mí rutina en la biblioteca. Volví a ver sus piernas, sus pequeños pechos, sus hermosas caritas. Sus gestos tan femeninos. Todas y cada una eran hermosas de diferentes maneras.
Pero también además de alumnas había profesoras, una en particular, Oriana. Profesora de Ciencias Sociales era la más bonita de todas, además de la más joven con sus 28 años. Pero la más creída también . Sabía que era hermosa y que atraía las miradas de todos. Tuvo una hija a los 16 y la pareja la abandonó apenas se enteró que estaba embarazada. Los rumores dicen que después de todo lo que vivió , nunca más volvió a formar pareja, y que ahora se dedica a usar a los hombres. Se acuesta con ellos los enamora y después los deja. Ninguno entra a su casa como pareja ni como amigo.
Más allá de que me calentaba mucho, también me causaba bronca que se piense tan lista y tan suficiente. -Que es?. Si no, otra cosa que un buen culo y un buen par de tetas?-.
En el instante que la vi entrar a la biblioteca me convencí que ella sería mí primer sujeto de prueba de Voluntad. Una buena descarga de esperma en el útero la iba a dejar contenta y le iba a cambiar la cara de asco que siempre tiene al mirarme.
– Necesito el libro Manual de Sociedad y Comunidad para 6 to-. Me dijo con tono seco y antipático sin dirigirme la mirada, como era usual.
– Buen día no?.- respondí con una sonrisa.
– Buen día. Podés darme el libro por favór?-.
Las palabras salían cada vez más duras y antipáticas de su boca. Eso me llenó de ira, pero me controlé, por que mí dedo índice estaba húmedo por la poción mágica. Procedi a extenderle la mano para obligarla a tomarla para saludarme o dejarla como una mal educada delante de los asistentes de la biblioteca.
Ella miró mí mano, y con esa mirada de asco me miró a mí por primera vez en el día.
– Buen día.- Repetí, siempre sonriendo.
Después de unos instantes de leer la situación y muy de mala gana extiende su mano y me permite agarrarla, aunque ella no apreta la mía.
– Tenés el libro?, o no?-. Dice.
– Si lo tengo-. Le respondo.
– Sabés que tengo también?!-
– Que?- responde ella, con los rasgos más relajados.
– Tengo los huevos llenos de leche. Yo creo que hoy a la noche me tenés que invitar a tu casa, hacerme una buena cena , esperarme bien entangadita, y atenderme como una buena hembra atiende a su macho. Y si lo hacés todo bien, y me siento a gusto , después te premio llenándote la cajeta de leche. Te parece?-
Me miró fijo. Cómo procesando lo que acababa de escuchar. Me miró durante algunos instantes que parecieron milenios. Me jugué a que iba a funcionar pero si no lo hacía iba a pasar el peor momento de mí vida.
Hasta que se decide a hablar bajo. Solo para que escuche yo.
– Si, absolutamente. Te espero hoy a las 20 hs en mí casa. Voy a hacer todo lo posible por complacer a mí macho-. Sonríe.
Había sexo en su mirada y complicidad en su sonrisa. Yo no podía creerlo. Mí corazón latía a 2000 por hora.
– Así me gusta-. Le digo. – Ahora cuando te vayas quiero mirarte menear ese culo como una buena puta. Que te lo desee todo el colegio que a la noche te lo rompo yo. Tomá tu libro.-
– Si Augusto-. Responde siempre sonriendo. Pero ahora el serio era yo y hablé con vos clara y seria.
– No. Augusto no. Soy tu papi. Llamáme papi.-
– Cómo quieras papi-. Dijo.
– Y vos sos mí puta. De hoy en adelante yo soy tu papi y vos mí puta. Escuchaste?!-
– Si papi-. Respondió.
– Que sos? – repregunte.
– Tu puta papi-.
– Muy bien. Ahora tomatelás y andáte meneando el ojete así me la pones gomosa para la noche-.
– Si papi.-
Tenía tal erección que la hubiera garchado en ese mismo escritorio si no fuera que me excitaba más hacerlo en su casa. Todavía me invadía el miedo de que saliera de la biblioteca y me denunciase con la primera autoridad que se cruzara en su camino. Cuando el tiempo pasó, y nadie vino a reclamarme nada. Me empecé a tranquilizar.
El día fue pasando. Y la idea de usar voluntad con cuánta mujer se me cruzara nunca se me fue de la cabeza. Pero supe que con una era más que suficiente. Por ahora.
Cerca del mediodía Oriana aparece de vuelta. Mirándome con ojos y sonrisa cómplice desde que cruza la puerta de la biblioteca.
– Te devuelvo el libro papi. Te espero esta noche.- dijo y se fue meneando ese culo hermoso.
Esa tarde llegué a mi casa apurado por bañarme y sacarme la transpiración del día. Sobretodo mí pene, que al ver tanta pendeja hermosa se humedece con mucho fluido preseminal generando olor. Pero pronto cai en la idea de que ella iba a ser mí hembra esa noche. Y una hembra tiene que atender a su macho sin condiciones. Entonces así como llegué, volví a salir esta vez hacia mí destino más importante.
Toco el timbre de su departamento. Por el portero suena su voz. -Pasa papi-.
La puerta se habilita y paso.
Cuando bajo del ascensor. Su puerta está entreabierta. Yo iba a golpear, pero recuerdo que un macho no pide permiso para entrar a su casa. Y esta noche todo lo de ella era mío para disfrutarlo.
Cuando entro, la veo con un baby doll rojo transparente. Con corpiño y tanga de encaje del mismo color. Se me puso al palo al instante.
– Hola papi.- me dijo. Se acercó, me abrazó por los hombros y me dio un hermoso beso húmedo y cálido como hacía mucho tiempo no me daban. Casi acabo. Aguanté.
– Ya está la cena?!-. Pregunté.
– Si papi. Sentate que ya te sirvo.-
– Muy bien-. Respondí.
La mesa estaba servida con velas y dos platos. Había olor a pollo al horno. Y una botella de un Rutini 2015 en la mesa. Dos copas. Nunca ninguna mujer me había atendido así. Me siento a la mesa sin poder dejar de mirar ese cuerpo hermoso.
– Que hermoso culo que tenés putita mía. Vení que te lo acaricio un poquito-. Ordené.
Oriana sonrió, y sin mediar palabra se acercó a mí y se puso de espaldas dejándome esa cola a disposición. Comencé a acariciarla . Era un culo hecho para mí. Con algún pocito de celulitis muy pequeño que me calentaba aún más. Yo acariciaba sus nalgas y las apretaba de tal forma que por debajo de la tanga pude ver los pliegues de su orificio.
– Servíme vino puta-.
– Si papi-. Sin alejar su cola de mí mano se inclinó para agarrar la botella y servir en mí copa.
Mis dedos se tentaron y se metieron por debajo de la tanga roja. Toqué su agujerito , y mí índice comenzó a abrirse camino y vencer la resistencia de su ano.
– No te muevas. Quédate así-. Dije.
Ella se quedó inclinada con las manos apoyadas en la mesa. Su pelo húmedo olia a flores. Su cuerpo a perfume de baño. Su piel era muy suave. La primera falange entró. Ella soltó un gemido pequeño.
– Te duele puta?- pregunté.
– No papi. Seguí si querés-.
– Obvio que voy a seguir. Pero si te duele quiero saberlo. Por qué quiero que te duela-. Y metí de golpe todo mí dedo en seco.
– Aaahhh!!-. Gritó. – Si, eso me dolió papi-. Dijo después de gritar con la voz temblorosa.
– Ahora sí-. Dije sonriendo. Mí pene estaba a punto de explotar.
– Mami que pasó?-. Una voz fina interrumpió la velada.
Una pequeña figura se asomaba por la puerta de un cuarto. De pelo lacio y rostro angelical, de piel blanca con pecas. Vestía una remerita blanca con pequeñas flores rojas. Y un pantalóncito muy corto de color rosa claro.
Oriana quiso sacarse mí dedo del culo. Pero yo no la dejé. Y dije.
– Quedate dónde estas-.
Sentí sus nervios , la contracción en los músculos de su ano apretaron mí dedo.
– Quien es?- pregunté.
– Es mí hija papi-. Respondió con vos temerosa. – Te pido perdón por la interrupción. Ya la mando a su cuarto.
Mí cabeza perdió cualquier sentido de cordura. Ver a ese ángel hermoso y radiante me dio ideas muy oscuras.
– No no. Dejala. Decile que venga a compartir una cena con nosotros -.
Oriana me miró con una sonrisa. Mi dedo seguía en lo profundo de su cola.
– Sol. Vení. Sentate a la mesa- le dijo sonriendo. Sin cambiar la posición en la que estaba.
La princesa se acercaba con cara de miedo. No sabía de qué se trataba la escena que estaba viendo.
– Mamá quien es el. Que te hace?-. Preguntó con voz temblorosa.
– El es…- El macho de tu mamá-. Interrumpí.
– Y tu mamá es mí puta -.
– Si Solcito. El es mí macho-. Confirmó Oriana.
De un solo movimiento saqué mí dedo de su culo.
– AAHHHHH!-. Gritó.
– Mamaaaaa! Dijo Sol cada vez más nerviosa. Con lágrimas en los ojos.
No era lo que yo quería. No me excitaba ver sufrir a un ángel como Sol. Por lo que se me ocurrió una idea.
– Oriana dame tu mano-. Dije.
Ella extendió su mano sin mediar palabra. Yo saqué mí frasquito, lo abrí y mojé la llema de su dedo índice con una gotita.
– Ahora anda y pone está gotita sobre su frente y decile que no tenga miedo. Que está noche vos le vas a enseñar a ser mujer-.
– Si papi-. Contestó.
Pronto caminó hasta Sol y puso el dedo sobre su frente.
– No tengas miedo mí amor. Hoy mamá te va a enseñar a ser mujer-. Dijo.
Los ojos de Sol se llenaron de alegría. Una sonrisa se dibujo en sus labios. La noche recién empezaba.
Esta historia me encantó, espero que puedas continuar la historia.
tremendo relato, ojala la continúes, tiene mucho potencial.