Las aventuras de Karim
De cómo me inicié, experimenté y entrené hasta ser lo que ahora soy.
Aunque desde siempre me encantó leer los relatos de ésta y muchas otras páginas, nunca me animé a contar las historias de mis experiencias ni las de la persona que más quise y que hace poco perdí, víctima del cáncer. En honor a él y a las múltiples historias que tuvimos antes de conocernos y las que tuvimos estando juntos es que ahora me animo a comenzar a escribir, no sólo de mi historia, sino que en un futuro hablaré de la suya también.
Por mi parte, soy un chico normal, «carilindo» dicen, porque soy blanco, de ojos grises verdosos, con mandíbula cuadrada y una barba que si bien suelo recortar, dicen me da un porte masculino. Tengo 36 años, mido 1,78 metros y no tengo idea de mi peso aunque tengo cuerpo de lo que estereotipa la mayoría como «nutria» (ni gordo ni flaco). Mucho tiempo hice deportes y fui al gimnasio y aunque ya hace varios años que no hago dichas actividades, mantengo la espalda ancha y las piernas y nalgas redondas que con tanto esfuerzo logré obtener.
A continuación les narraré a través de varias anécdotas, cómo poco a poco pasé de un niño inocente a un sátiro sin límites por el placer.
Mi primer contacto sexual fue a los 8 años cuando Rafa, el hijo mayor de mi padrastro (que en ese momento tenía 11 años), una noche me preguntó que si sabía hacerme «la paja». Cómo hasta ese momento fui muy inocente, le dije que no y él me enseñó lo que había que hacer, asegurándose de no tocarme y me explico con palabras lo que era «una mamada» y «coger una mujer».
Todas estas explicaciones revolucionaron mi mente y sobre todo el placer que sentí con esa primera paja comenzaron a despertar en mi la curiosidad de saber más de todo el tema sexual.
Un par de años después con tres primos, Daniel que ya tenía 15, Agustín de 13, Ramón de 8 y yo con 10, jugando a las cartas y por idea de Daniel, comenzamos a apostar y el que perdía debía meter y sacar de su boca la verga del ganador un cierto número de veces. He allí cuando recibí y di mis primeras andanzas en el sexo oral. Hasta ese momento nunca había tenido ningún contacto con el semen hasta que en un momento que perdí y Agustín ganó, en mitad de la «penitencia», Agustín comenzó a soltar un chorro de líquido que en su momento pensé que era orina y que ni siquiera él sabía que podía arrojar. Allí Daniel nos explicó lo que era eyacular y se masturbó delante de nosotros para que lo viéramos. Los demás veían con recelo pero yo no podía evitar mirar con atención su verga de unos 16×5 soltando varios chorros de ese líquido blanco y muy espeso que luego trató de frotar en nosotros como especie de maldad y que rechazamos corriendo del cuarto dónde jugábamos.
Cada vez que venían las vacaciones de verano repetíamos los cuatro el juego y aunque Daniel intentó que en algún momento avanzáramos a apoyar la verga en el culo del otro, nunca nos atrevimos aunque poco a poco pudimos ir viendo cómo nos crecía la virilidad a medida que nos desarrollábamos y nos sentíamos sementales. Cuando tenía 14 que fue el último verano que estuve de vacaciones allí, yo ya tenía unos 16×4, Agustín unos 18×7 y Ramón que aún era más chico unos 10×3. La de Daniel no creció mucho más y terminó en unos 17×5. Seguíamos jugando a las cartas pero con la regla de que no había que eyacular en la boca de los demás. Aunque cuando Daniel perdía y Agustín ganaba podía notar de reojo que Agustín se retorcía y Daniel tragaba grueso. Se notaba como le llenaba la garganta de leche espesa aunque nunca quisieron reconocerlo.
Finalmente cumplí 15 y mis experiencias se limitaban a los juegos con mis primos, hasta que un día de la forma menos imaginada pude ir más allá… Un amigo del colegio llamado Jaime iba mucho a casa a estudiar porque era muy malo en matemáticas y yo lo ayudaba porque siempre me gustó dar clases. Un día llegó a casa y mi familia estaba de viaje habiéndome quedado yo sólo así que comenzamos a hablar tonterías, hasta que Jaime sacó una película porno y me dijo para verla. Cerramos todas las puertas y ventanas y pusimos la peli. Ni bien arrancó, se me comenzó a parar la verga que ya para ese momento medía unos 17×5 (actualmente mide 18×5,5 aprox) y comencé a frotarla sobre el short. Cuando a la chica comenzaron a hacerle sexo anal entre dos, mi calentura no pudo más y sin importarme que estuviese Jaime me saqué la verga para masturbarme… Unos segundos después sentí que se caía el control de la tv y Jaime que estaba a mi lado bajo a recogerlo pero en lugar de volver a sentarse se metió mi verga en su boca… La sorpresa fue grande pero el placer fue mucho mayor y lo dejé que continuara… Jaime era un experto chupando vergas porque se tragaba la mía hasta el fondo, y en poco tiempo le dije que estaba por acabar y comenzó a chupar más el glande y succionar y tragar todo mi semen sin dejar caer ni una gota…
Luego de ésto estaba algo nervioso porque imaginé que él querría que yo se la chupara y no era para nada lo que yo deseaba… Pero simplemente me dijo… «Quieres que veamos otra porno más interesante?» Le dije que si y puso otra película pero ésta vez aparecían dos chicos, uno haciéndole una chupada a otro tal y cómo me lo había hecho Jaime hacía minutos. Comencé a erectarme de nuevo aunque lentamente hasta que llegó el momento en que el chico que hacía la mamada comenzó a sentarse en la verga del otro… En ese momento mi pene se erectó nuevamente casi instantáneamente y Jaime me miró con cara de «puedo hacerlo también?» Lo agarré por la cintura y lo dirigí a mi verga parada en la que comenzó a sentarse dándome un placer impresionante. La mezcla de sentir que finalmente era un macho dominando una putita y la sensación de ese agujero estrecho, suave y caliente comprimiendo mi verga me volvió loco y en tan sólo un par de minutos volví a descargar mi semen, ésta vez en las profundidades del culo de Jaime que se estremeció al sentir mi descarga y eyaculó también sobre mi pecho.
Esperaba un desastre escatológico al sacarla pero Jaime era ya todo un experto… Mi verga salió completamente limpia a excepción de los residuos de mi propio semen que él se dedicó a limpiar hasta la última gota. Luego me explicó que para ésto era necesario hacerse un lavado (un enema) y a pesar de que en ese momento nunca me imaginé que me sería útil la información, mucho tiempo después agradezco haberla escuchado.
Fue así cómo Jaime y yo comenzamos regularmente a follar, el cómo pasivo y yo como activo ya que en ese momento yo me consideraba aún hetero y lo que hacía con él era simplemente «entrenar para cuando estuviese con una mujer de verdad». Qué ingenuo se puede llegar a ser cuando se es adolescente, no?
Bueno amigos, con ésto doy fin a mi primer relato. Espero les guste y pronto continuaré publicando cómo seguí aprendiendo muchas cosas, por las buenas y por las no tan buenas!
Saludos!
Karim
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!