Le comí el culo al hijo del patrón.
Un peón cuenta como se encontró desnudo al hijo de su patrón en una poza, y como el chico se dejó dar por el culo..
Le comí el culo al hijo del patrón.
Hasta esos momentos jamás en mi vida había ni tan siquiera pensado en comerle el culo a otro hombre.
Me encontraba recogiendo el ganado, cuando al acércame a una pequeña poza me encontré al joven hijo del patrón, que se encontraba acostado en la poza, completamente desnudo, disfrutando de un baño, pero acariciando sus nalgas, y hasta me pareció ver que se estaba metiendo los dedos en el culo.
Hasta que, al levantar la vista, se encontró con que, yo estaba parado frente a él, yo no le di importancia.
Mientras que, y él se veía bastante nervioso, y pensé que estaba avergonzado, al encontrarse completamente desnudo frente a mí.
Tras un corto saludo, le dije que trabajaba en la finca, por lo que estaba recogiendo el ganado.
A todas estas él permanecía recostado sobre su pecho, y comenzó a decirme que era el hijo del dueño de la finca.
No se los voy a negar, pero al ver a ese tipo así desnudo recostado en la orilla de la poza, no pude evitar clavar mis ojos en sus nalgas.
Quizás debido a eso él se veía algo cortado, o mejor dicho avergonzado, porque otro hombre le viera desnudo, en particular porque me llamaban la atención, sus nalgas, lo raro fue que en cierto momento me pareció que él separó más sus piernas.
Con la idea de cambiar el tema o, mejor dicho, de ponerse a pensar en otra cosa, se le ocurrió preguntarme ¿qué si yo conocía a alguien que buscase trabajo?, que le dijera que su padre estaba por contratar a una persona para que se hiciera cargo de los trabajos en la finca.
Yo sin quitarle los ojos de sus nalgas le dije. “Bueno, pueda que no tenga que buscar más, yo puedo hacerme cargo de la finca, solo que tiene que decirme cuanto paga, y que tengo que hacer”.
De seguro él no se esperaba que le dijera eso, así que me dijo que podíamos vernos más tarde en la casa de la finca, y sentarnos hablar de lo que él necesitaba.
Sin dejar de verle el culo, me bajé del caballo, di unos cuantos pasos quebrada abajo, de donde él se encontraba recostado en el agua, y sin vergüenza alguna he sacado mi verga para ponerse a orinar.
No sé qué le pasó a él, que se quedó viendo fijamente mi verga, al tiempo que decidió salir del agua.
Al terminar de orinar comencé a sacudírmela, pero de momento mi mano comenzó a subir y bajar por todo el tallo de mi verga, la que en cosa de segundos era evidente que se me había puesto completamente erecta y dura.
Él retiró sus ojos de mi verga, y dándome la espalada, se inclinó ligeramente, y separando sus piernas, supuestamente para recoger su ropa del suelo, mostrándome sus rosadas nalgas, cuando lo que me provocó fue tomarlo por la cintura, y que mi verga ya bien dura y caliente acomodarla entre la raja de sus nalgas.
En mi vida había agarrado a un hombre así, es más jamás ni nunca pensé en tan siquiera llegar a tener sexo con otro hombre, pero al estar en esa situación, tanto él como yo fuimos incapaces de retirarnos.
Yo pegué mi cuerpo al suyo, lo abracé, y le dije como susurrando. “Abre un poco las nalgas para metértelo, mamacita”.
Él con sus propias manos separó sus nalgas, y poco a poco comencé a sentir como mi verga, rozaba y presionaba contra su esfínter, hasta que comencé a penetrarle.
Es verdad que el dolor no se hizo esperar, de inmediato chillo, pero casi de inmediato se quedó callado.
Ya que a medida que yo continuaba metiendo mi verga entre sus nalgas, lo fui abrazando con mayor fuerza, quedándose él completamente a mi merced.
Lentamente bajo el ardiente sol del mediodía, nos fuimos recostando sobre la orilla de la quebrada, así que mientras que él se quedó recibiendo una y otra vez toda mi verga por su culo, yo le mordisqueaba y besaba su cuello, su nuca y sus orejas.
Por un buen rato, yo, lo apreté contra mi cuerpo, acaricié sus tetillas, manoseé como quise sus nalgas.
Mientras que él movía su culo contra mi cuerpo, y gemía de placer, pidiéndome que le diera más y más duro, hasta que finalmente me vine completamente dentro de su culo.
Al terminar él se quedó tirado sobre la orilla de la quebrada, con su culo bien abierto, mientras que yo sin decir más nada, después de lavar mi verga en la quebrada, me subí el pantalón, me monté en mi caballo, y me marché.
De inmediato me dirigí a seguir recogiendo las reses, mientras que pensaba, si yo le había comido el culo, o él me lo había dado voluntariamente.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!