Le comimos el culo al contable………..
Cinco obreros de la construcción se antojan de comerle el culo a el joven contable de la empresa, y lo logran..
Le comimos el culo al contable………..
Desde el primer día en que el contable comenzó a trabajar, en la constructora, comenzamos a hostigado, lo bueno es que como somos obreros, él no debía tener ningún contacto laboral.
Por lo que no podía acudir a su jefe, para decirle que varios empleados, habíamos estado faltado el respeto.
Es más, él se limitaba a entrar a las instalaciones de la empresa, daba los buenos días, y se dirigía a su oficina, pero todo comenzó a suceder fuera, a pocos metros de la entrada, nos encontrábamos los cinco jodedores de siempre, pero al él pasar, de seguro escuchó que yo les decía a los otros. “Se fijaron que culito tan llamativo tiene.”
Uno de mis compañeros respondió. “De seguro, a que todavía nadie se lo ha comido.” Otro de los chicos preguntó. “¿Vieron la boquita que tiene? Mandada hacer para que se ponga a mamar, mi verga.”
A todas estas, el contable seguía caminando, sin pensar que todas esas palabras eran dirigidas a su persona.
A medida que él caminaba, le dio curiosidad, por ver a la hembra a la que le estábamos diciendo todas esas cosas.
Pero al medio detenerme, y voltear, tan solo nos vio a nosotros, y al no ver a ninguna mujer cerca, fue cuando uno de mis compañeros viéndolo de frente, y dirigiéndose a él, le dijo. “Si lindo, mis amigos, y yo estamos hablando de tu lindo culito”.
El contable se quedó prácticamente petrificado, confundido, sin idea de lo que nosotros le estábamos diciendo, o porque se lo estábamos diciendo.
Aceleró su paso no sin antes ver que uno de mis compañeros, le guiño un ojo, y encima le mandó un beso volado.
El nuevo contable procuró no demostrar que lo había visto, y mucho menos escuchado, por lo que siguió caminando, como si eso no fuera con él.
Desde ese primer día en adelante, cada vez que iba llegando a la empresa, se topaba con nosotros, lo bueno, era que él no tenía a quien quejarse, que le iba a decir a su jefe, que varios tipos, nos la pasábamos diciéndole cosas indecorosas, de seguro se hubieran reído de él.
Como a los pocos días, ya cansado de tanto abuso por parte de nosotros, él iba pasando sin hacernos el menor caso, cuando escuchó, que le decíamos. “Adiós culito lindo”.
Eso le dio una rabia, que se detuve en seco, dio media vuelta y una vez que estuve frente a nosotros, antes de que dijera algo, lo rodeamos.
De seguro iba a reclamarnos que no siguiéramos faltándole el respeto, cuando yo, di un paso hacia adelante, por lo que el contable instintivamente dio un paso hacia atrás.
Pero al hacerlo, chocó con el que se encontraba, justo tras del, este le apretó sus nalgas, cosa que de seguro el contable no esperaba que eso sucediera, él se quedó paralizado, sin poder hacer nada, o decir palabra alguna.
Por unos instantes, no pudo ni moverse, se encontraba encajonado entre nosotros cinco, hasta que finalmente, pudo salir corriendo.
Al siguiente día, en lugar de pasar de largo, procuró nuevamente hablar con nosotros. cuando nuevamente los cinco lo acorralamos.
Fue cuando, le dije. “Discúlpanos, pero eso se lo hacemos a los empleados nuevos, nada más por pasar el rato. Y para que veas que todo fue un vacilón, te invitamos a tomar unas cervezas con nosotros”. En esos momentos, se sonrió algo asustado. Y desde luego aceptó la invitación.
Así que ese viernes en la tarde al salir de la obra, tras encontrarlos nuevamente en la calle, nos acompañó a un bar cercano, donde comenzamos a beber, y pasar el rato, contando chistes, y hablando pendejadas.
Pero cuando ya él iba como por su sexta o séptima cerveza, se dio cuenta de que yo, había comenzado por colocar mi mano sobre uno de sus hombros, y a medida que seguíamos bebiendo, la había ido bajando, y prácticamente le estaba agarrando las nalgas.
Cuando me lo hizo notar, me disculpé, no sin antes darle una nalgadita. Cosa que él no lo vio del todo mal.
Al rato alguien del grupo, dijo tener hambre, y que nos invitaba a su casa a comer, apenas llegamos a su casa, seguimos bebiendo, pero al rato mientras se preparaba la carne a la parrilla.
Y así mientras seguimos bebiendo, y charlando, hasta que, en cierto momento, mientras aun el contable continuaba bebiendo, lo volvimos a rodear.
Al principio, quizás pensó que seguíamos con el vacilón, pero cuando le dije de manera seria. “Quítate la ropa”.
El contable no pensaba hacerlo, es más lo tomó como parte de lo que él entendía era una pesada broma, pero nuevamente no se lo pedí, sino que se lo ordené que se quitase toda la ropa.
Ante mi insistencia, me preguntó para qué, y mi respuesta fue. “Para comerte ese culo.” Fue cuando a pesar de lo bebido que él estaba, no podía creer lo que yo le había dicho, así que nos dijo muy asustado. “¿Por qué me hacen eso?” Y mi respuesta fue. “Porque tienes un lindo culito, que los cinco nos queremos comerte”.
Y aunque el contable ofreció resistencia, con suma facilidad, lo llevamos hasta una de las habitaciones, al tiempo que le seguíamos diciendo. “No te preocupes, que por eso no ha muerto nadie”.
Él comenzó a llorar, nos pedía que no le hiciéramos daño, y nos decía de manera insistente. “Yo no soy maricón.”
Pero mientras más nos pedía que lo soltásemos, mis amigos y yo más nos excitábamos, y con mayor entusiasmo le seguíamos diciendo que le íbamos a comer el culo.
En un abrir y cerrar de ojos, a medida que lo fuimos llevando hasta el cuarto, le fuimos quitando toda la ropa, a pesar de la pobre oposición que él realizaba.
Le quitamos el slip, luego lo acostarnos a lo ancho, en una cama, y aunque él trataba de que desistiéramos de nuestras intenciones, lo acostarnos boca abajo a la fuerza, separarnos sus piernas, y comencé a meterle mis dedos, llenos de vaselina, por su culo.
Él seguía pidiendo que no le hiciéramos eso, cuando uno de los chico, le dijo. “Deja de chillar, o te pongo a mamar.”
Eso bastó para que el contable cerrase su boca, dejando que siguiera, penetrándolo con mis dedos, manoseando su culo, hasta que de momento me detuve.
Saqué mis dedos, y a los pocos segundos fue sintiendo como la colorada cabeza de mi verga comenzó a penétrale.
La verdad es que trató de hacer lo imposible, por evitar que le hiciera eso, pero nosotros cinco, no tan solo somos mayores que él, sino que también somos más altos, gruesos y corpulentos.
Por lo que todo el esfuerzo físico que trató de hacer, por evitar que lo sodomizara, resultó ser en vano.
Fue sintiendo no tan solo como mi verga se fue deslizando dentro de su culo, sin mucho esfuerzo de mi parte.
Aunque de seguro sintió algo de dolor, lo que realmente le dolía era lo impotente que fue, para evitar que le hiciéramos todo eso.
Así que, mi verga entraba, y salía de dentro de sus nalgas, una y otra vez, sin que él pudiera evitarlo.
Cuando de momento, dándole una ardiente nalgada, le dije. “Vamos pon de tu parte, y mueve ese culito”.
Él estaba aterrado, y tras recibir esa nalgada, comenzó a mover sus caderas, de lado a lado, yo sentía como toda mi verga, entraba y salía de su cuerpo, una y otra vez.
Pero en cierto momento al levantar la vista, encontró frente a su rostro, otra verga, completamente erecta, a pocos centímetros de su boca.
Uno de mis compañeros se había quitado los pantalones, y sentado frente a él, por lo que cuando le dijo, en un tono bien amenazante. “Vamos maricón ponte a mamar”, no le quedó otra opción que sumisamente obedecerle.
Así que a medida que mientras yo le daba bien duro por el culo, otro le tenía ensartado por la boca, uno de los otros tres, que esperaban su turno, mientras seguían bebe que bebe, dijo. “Lo tienen como un pollo asado a la vara.”
Lo que a mí me hizo reír, pero él por miedo a lo que le pudiéramos hacer, continuó moviendo con más fuerzas, sus nalgas, y chupando aquella gruesa verga, con su boca, al punto que, en cierto momento, creo que comenzó a disfrutarlo.
Realmente no pasó mucho rato, cuando al que él le mamaba su verga se vino dentro de su boca, obligándolo a que se tragase una gran parte de su leche.
Cosa que me excitó más, ya que aceleré mis movimientos, y lo apreté con más fuerza entre mis brazos, al tiempo que le mordisqueaba la nuca, sin que el contable hiciera nada por evitarlo.
Así tras detenerme, y volverle a empujar toda mi verga dentro de su culo, me vine por completo dentro del.
Cuando saqué mi verga, el contable sintió el vació que dejé dentro de su cuerpo, y casi de inmediato otro de los chicos, dándole otra ardiente nalgada, le dijo. “Bueno acompáñame al baño para que te laves, que a mí no me gusta, enterrar mi verga en un culo lleno de leche”.
Cabizbajo, caminó hasta el baño, y sacando agua del lavamanos, sentado en el inodoro comenzó a lavarse con agua y jabón, cuando de momento como que le dieron ganas de cagar, y expulsó todo lo que yo había dejado dentro de su culo.
Para luego volver a lavarse, tanto las nalgas, como su esfínter con mucha agua y jabón, pero apenas terminó de lavar su culo, regresó a la cama.
Otro de mis compañeros lo tomó por los tobillos, separó sus piernas, y sin que fuera su intención, el joven contable vio claramente como aquel trozo de carne desaparecía entre sus nalgas.
Ya ni se quejaba del dolor, lo que, si hizo, fue ponerse a chillar de placer, cuando el de turno le empujaba su gruesa verga dentro de su culo.
Ya no hizo falta que le ordenásemos que moviera el culo, ya que el contable lo estaba haciendo de manera voluntaria, era como si quisiera sentir, más y más adentro del toda aquella parada verga, que nuestro compañero le tenía enterrada.
Al poco rato el flaco, prácticamente colocó sus nalgas sobre la cara del contable, y la verga del Flaco sobre su boca, por lo que no le quedó más remedio que ponerse a mamar.
Así estuvo gran parte de esa noche, lavándose una y otra vez sus nalgas, dejando que le comieran el culo como nos daba la gana, cuando no era que una, y otra vez lo poníamos a mamar, sin que hiciera nada por evitarlo.
Además de que ocasionalmente se bebía alguna que otra cerveza, hasta que perdió el sentido, quedándose dormido, o más bien borracho.
Al día siguiente, se levantó con su culo adolorido, lleno de semen por todas partes, encontró su ropa, por lo menos su pantalón y camisa.
Tras vestirse, salió corriendo, seguramente con ganas de denunciarnos a la policía, acusándonos de secuestro, y todo lo demás, pero la vergüenza que debió sentir, le impidió que lo hiciera, por temor a que se fueran a burlar del.
Cuando regresó el lunes a trabajar, nos vio de lejos, seguramente con miedo, de que no fuéramos a decirles a todo el mundo que le habíamos comido el culo.
Por lo que cuando me le acerqué y secamente, le dije. “Escucha culito lindo, a la salida te esperamos en el baño de empleados”, a él no le quedó más remedio que asentar de manera afirmativa, con su cabeza.
Esa tarde al salir hizo lo que yo le había ordenado, fue al baño de los obreros, y ya dentro, entré tras de él y le dije. “Ahora te quitas toda la ropa, y nos esperas en las duchas.”
A él no le quedó más remedio que obedecer, y tras los cinco entrar completamente desnudos a las duchas, hicimos fiesta con su culo y boca, dejándole después de un par de horas, tirado en las duchas.
Cuando comenzó a reunir las fuerzas para pararse, entró uno de los guardias, y al verlo en ese estado, simplemente le dijo. “Así que tú eres el nuevo”.
Al tiempo que fue sacando su verga del pantalón, para que él comenzara a mamársela, ese guardia, en otras ocasiones también le ha dado por el culo, al igual que otros obreros de la empresa, sin que el contable se atreva en momento alguno a negarse a sus requerimientos.
A la tercera o cuarta vez que le ordenamos ir a la casa de uno de mis compañeros, apenas llegaba, se desnudaba, hasta que ese día, que le ordenamos que se pusiera una ropa de mujer que había sobre la cama.
La verdad es que, al verlo parecía lo que era, un maricón vestido de mujer.
La cosa es que, durante un buen tiempo, siempre, siempre, siempre, le dábamos esas órdenes, y él nos obedecía sin atreverme a chistar.
Ya hoy en día no hemos podido seguir burlándonos de él, ya que renunció al trabajo, pero ahora nos visita, cuando quiere……
donde se puede dejar la hoja de vida en esa empresa necesito ese trabajo