Le pertenezco 24/7 por amor
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por servicial10.
….. Era el primero de cuatro días en los que mi Dueña me iba a someter a una gran y decisiva prueba de humillación y servicio al compartirme con su amiga, la Señora Laura.
Como me había ordenado mi Señora me marché a otra habitación para dejarlas solas a ellas. A pesar de ello podía escuchar la conversación entre ambas.
– Realmente es un sueño, cariño. Nunca pensé ni siquiera imaginar que se pudiera encontrar alguien así, tan servicial, tan obediente, tan complaciente y dispuesto a entregarlo todo por su mujer y a la vez su Dueña.
– Yo tampoco creía que podría existir alguien así. Todo fue fruto de una serie de casualidades en una sala de chat. Al principio todo eran conversaciones normales, conociéndonos día tras día, hasta llegar a este punto. Fue él quien lo preparó todo, con cautela, con sigilo sin decirme nada de forma directa pero dejando en todo momento claro que yo sería su Reina y que se dedicaría por entero a mi siempre.
– ¿Y tú no te distes cuenta de su condición?
– No, para nada, ya te digo que me atraía este tipo de relaciones pero nunca creí que se dieran realmente y mucho menos en el grado en que está la nuestra.
– ¿Has avanzado mucho?
– Pues mira, el se encarga de realizar todas las tareas de la casa. Yo simplemente las superviso, incluso mi ropa interior y aquella que es más delicada me la lava a mano y además de forma inmediata pues sabe que no me gusta que tomen olor por dejarlas ahí en el cesto de la ropa. Hemos llegado a un punto en el que con solo mirarme ya él sabe si me apetece lo que me ha propuesto o no. Sus costumbres las ha amoldado totalmente a mi, incluso ha dejado de comer aquello que sabe que por su olor no lo soporto como es el pescado y otras cosas.
– Y en cuanto a prácticas propiamente D/s dime, ¿qué te gusta hacerle?
– Lo que más me excita es trabajarle los pezones, con dulzura pero demostrándole quien manda. Castigarle con la abstinencia de sexo es algo que me hace sentir realmente el poder que tengo sobre él, pues es un hombre muy caliente, que siempre está deseoso de sexo.
– Me gustaría ver como le trabajas los pezones, cielo.
– ¿Ahora, Laura?
Laura posó sus manos sobre los pechos de mi Dueña y juntando sus labios con los de ella.
– Si, por favor. Me estoy mojando solo de imaginarlo, cariño.
– ¡Esclavo, ven al comedor!
Rápidamente me presenté ante Ellas arrodillándome y agachando mi cabeza a la espera de recibir sus órdenes.
– Laura quiere saber como tienes tus pezones, perrito mío. ¡Enséñaselos a Laura!
Me erguí y tomando con mis manos cada uno de los pezones se los acerqué para que los viera y tocara.
– Ummm, están duros, y tienen una pequeña costra. Este, el derecho, más que el otro. ¿A que se debe?
– A veces me dedica más a uno que al otro aunque procuro que los dos estén siempre marcados.
Diciendo esto, mi Dueña acercó despacio su mano al pezón derecho, el más castigado.
– Mira mi uña lo que va a hacer, Laura
Su uña se fijó sobre la punta del pezón derecho, y sonriendo fue apretando hasta ir haciéndola desaparecer por la presión entre la piel. Cuando estaba totalmente clavada en mi pezón.
– Sonríe siempre esclavo mío, sabes que deseo que lo hagas como muestra de agradecimiento por quererte así. Laura, mira lo que voy a hacerle ahora.
Comenzó a retorcer su dedo a la vez que apretaba fuertemente sobre el pezón. Su cara mostraba satisfacción, orgullo, de saberse Dueña de mi. Mientras seguía retorciendo mi sonrisa se hacía cada vez más placentera a pesar del dolor tan extremo al que me estaba sometiendo. Miraba a Laura a la vez que le decía.
– ¿Te gusta, Laura?
– Me gusta tanto que me he puesto totalmente chorreando de verlo. ¿Me dejarás que pruebe yo, cariño?
– Claro te lo cedo para ti. Encárgate de él Laura.
Laura procedió a tomar mis dos pezones entre sus uñas pintadas y a pellizcarlos estirando de ellos sin llegar a soltarlos. Mi mirada de dolor se dirigió hacia mi Dueña, que sonreía viendo mi cara de súplica para que le dijera que los soltara. Sin embargo..
– Sigue cariño, creo por su expresión que le gusta como le estás trabajando sus pezones. ¿Verdad, mi esclavo?
– Si, mi Dueña.
De pronto soltó sus uñas bruscamente de mis pezones provocándome un dolor increíble en ellos. Siguió con los pellizcos y tirones para pasar a clavar sus uñas y retorcerlas como le había enseñado mi Dueña.
– Laura, ¿te enciendo un cigarrillo?
– Jajajajajajaj creo adivinar lo que deseas. Si, enciéndeme uno por favor.
Se lo encendió y tras darle una chupada se lo pasó a Laura que tomándolo siguió fumándolo muy lentamente, echándome el humo en la boca y esperando a que estuviera la punta del cigarrillo a su gusto.
– Creo que así está bien.
Tomó el pezón con sus dedos. Estaba dolorido e hinchado por lo que al tomarlo entre sus dedos sobresalía lo suficiente para no llegar ella a quemarse. Acercaba muy lentamente el cigarrillo a mi pezón haciendo que notara su calor cada vez más intensamente por su cercanía.
– Me gustará hacerle mi propia marca, cariño, ¿ te importa?
– No, mi esclavo es tuyo, te pertenece tanto como a mí. Si no te importa le llenaré la boca antes, no quiero escuchar a este puto esclavo, me desagrada hacerlo.
Se dirigió al dormitorio y volvió con el plug inflable con el que gustaba penetrarme para hacer las tareas de la casa. Me mandó abrir la boca, lo introdujo en ella y con su mano apretó el manómetro un par de veces hasta que mi boca se llenó plenamente de él.
– Ya puedes disponer del esclavo cuanto quieras, Laura.
Laura no se hizo de rogar y despacio, mirándome fijamente a la cara a la vez que daba una calada al cigarrillo y me echaba todo el humo para que lo tragara y saboreara, acercó la punta hasta entrar en contacto con el pezón. La quemazón era intensa. Sus dedos no retiraban el cigarrillo sino todo lo contrario. Mi Dueña me miraba sorprendida y agradecida a la vez, por complacerle como esclavo y hacer que se sintiera orgullosa de poseerme ante su amiga, la Señora Laura.
De vez en cuando separaba el cigarrillo para llevárselo a la boca y chuparlo con el fin de que la punta estuviera en todo momento a su gusto para seguir con el marcado de mi pezón. La ceniza la echaba en mi mano pues la boca estaba llena con el plug.
– Como verás aún queda bastante para terminar tu marcado. ¡Ofrécemelo, puto esclavo de mierda!
Con mi mano tomé el pezón y lo acerqué a la altura de su mano.
– ¡Muy bien!, sigamos perrito obediente.
Volvió a repetir la operación haciendo que notara como si mi pezón se derritiera en sus manos. El dolor era insoportable, pero no podía permitirme defraudar a mi Dueña. Por fin el cigarrillo estaba llegado a su fin. Lo separó, le dio una fuerte calada y poniendo mi mano para que lo apagara, me sorprendió con una carcajada a la vez que mi Dueña se levantaba y poniéndose tras de mi me tomó la cabeza diciéndome…
– Mi esclavo, tu mano no la deseamos. Lo siento pero es necesario hacerlo así, sentirás que te quiero más que nunca.
Diciendo esto sentí como el cigarrillo era aplastado en mi pezón con fuerza por la mano de la Señora Laura. Entendí entonces lo que había querido decir mi Dueña con sus palabras. Como si de un cenicero se tratase lo estuvo apagando varias veces aplastándolo contra el pezón. Cuando terminó…
– Ahora si debes levantar la mano, mi esclavo.
Miré a mi Dueña a la vez que levantaba la mano y le esgrimí una sonrisa mezclada con unas lágrimas de dolor. Ella me respondió con una caricia en mi cabeza y diciéndome…
– Me has hecho sentir muy orgullosa de poseerte como mi esclavo.
Me dejaron tumbado en el suelo mientras ellas comentaban lo ocurrido.
Ha sido maravilloso, nunca creí que pudiera a sentir tanto placer. Es tal la sensación de poder y dominio que me ha llenado por entera que necesito expresártelo, cariño. Vengo ahora mismo.
La Señora Laura se levantó y apareció al momento con un arnés doble en su mano. Frente a mi Dueña se lo puso introduciendo primero el pene en su coño para después ajustárselo a su cintura. Cuando lo tuvo puesto, se acercó a mi Dueña, se puso sobre ella a la vez que con su mano le iba introduciendo el otro pene en su coño. La penetración fue muy lenta, muy despacio, con movimientos calculados de cadera a la vez que sus manos y boca se dedicaban a sobar a mi Dueña introduciéndole la lengua en su boca y pasándose saliva de una boca a otra.
Los gemidos de las dos subían de tono a la vez que los movimientos de Laura se hacían más intensos y provocaban que las dos llegaran a un orgasmo bestial y sonoro. Las dos quedaron un rato abrazadas hasta poder separarse una de otra y tomándose de la mano lanzarse miradas cómplices y sonrientes. Laura encendió un cigarrillo que compartieron a la vez que con sus besos llevaban el humo de una boca a la otra. Se les notaba relajadas, satisfechas, tranquilas.
En una de las veces ambas dirigieron sus miradas hacia mi, tumbado en el suelo y sonriendo me dijeron..
– Tu Dueña puede estar muy orgullosa de ti como esclavo. Después de esto todo lo que podamos desear de ti sabemos que lo tendremos y que sabrás agradecernos nuestra dedicación para hacer de ti cada vez un mejor perro al servicio de tu Dueña y de quien ella disponga que le sirvas. …….. (Continuará)
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