Lo aguantó? Lo aguantó!
Un río, un nene y un mulato..
Soy Ramiro, o ese es el nombre que utilizaré. Vivo en una comunidad rural, donde todo mundo se conoce, todos saben de todos y todos comen prójimo.
Tengo 18 años, soy moreno o lo que llaman mulato, soy caliente como el agua pal café y esto que les cuento sucedió hace poco.
Al vivir en una comunidad rural hay pues mucho campo pa caminar, veredas que conectan con todo y un río, muy importante en la historia ese río.
Llevé el ganado a beber agua al río y pos con el calor que hace aprovecho para meterme a bañar. Me desnude para no tener que poner a secar la ropa después y a esa hora es raro que alguien vaya al río, salvo los hombres y el ganado. Ahí estaba yo tranquilo, disfrutando en la poza de agua cuando escucho una vocecita que me habla – No está muy profunda el agua – al levantarme para ver quién era, medio cuerpo de mi queda sumergido lo que me ayuda a tapar mis vergüenzas. Volteo a todos lados y no veo a nadie, el corazón se me acelera pues creo que las historias de los viejos ha cerca de seres mágicos, son ciertas. – el agua no está fría? – me vuelven a preguntar y está vez veo de quién se trata, Nicolás un niño que todo el mundo conoce y todo el mundo cuida, pues sus abuelos lo protegen cuando ya no se supo de sus padres al irse pal otro lado.
Nico es un niño de seis años, blanquito de cabello chino y sonrisa coqueta. Siempre que no está en la escuela, está haciendo alguna travesura digna de su edad. – Ay Nico, me acabas de sacar un pedo, cabrón! – le dije mientras que con mi mano sacudo mi verga y rasco mis webos. Nico solo ríe con esa ternura de los niños pequeños. Salgo de la poza y me dirigí al claro para tomar el sol. Nico me sigue como perrito, tras de mí. Me acuesto y pongo mis manos tras de mi cabeza, estiró mi cuerpo y me relajo. – Otra vez tu pipi está grande? – me dice el pequeño Nico mientras no quita la vista de mi verga que va en crecimiento y para mantener la atención en ella, con activar algunos músculos hago que mi verga de pequeños saltos. Lo que hace que el Nico se embobe mirando. – Se llama verga, Nico, ya te lo dije – el pequeño Nico sigue mirando como muevo mi verga y está sigue creciendo, hasta alcanzar su grosor total. No es por presumir pero estoy bien dotado, según mis novias me lo han dicho.
Nico estira su manita hasta alcanzarme agarra con firmeza mi verga y la comienza a observar más detenidamente. La mueve de un lado al otro, la gira, la palpa y oprime. Su cuerpecito desnudo está a un lado mío y al estirar mi brazo alcanzo su pequeño culo. Mi mano callosa hace contacto con su piel suavecita, lo acaricio y le doy pequeñas nalgadas.
– Ándale Nico, ya está lista mi verga para que juegues con ella. Oh qué, ya no te gustan los dulces que te doy? – A lo que el pequeño asienta con la cabeza y estirando su cuerpecito se mete mi verga a la boca… Sublime. Su boquita es caliente y humeda, solo puede meterse un aparte porque aún no tiene mucha experiencia pero en eso estoy. No me mal entiendan, no soy un enfermo que le gusta coger niños. Pero un hoyo es un hoyo y uno es caliente por estas tierras. Se de otros que en la borrachera desconocen al hijo, al sobrino, al nieto, al ahijado o cuando la vieja no les da na’ de na’ pos agarran lo primero que está a la mano.
Mi mano seguía acariciando el rico culo de Nico, que suerte tuve al descubrir que el hijo del tendero le daba dulces a Nico a cambio de favores, ustedes saben. – Hay niquito, ya tragas mas que la última vez que nos vimos y eso que fue ayer – le dije mientras lo levantaba en peso y lo acomodo de tal forma que su cabeza queda directamente sobre mi pubis y sus piernas abiertas, me dan todo el espectáculo visual de su pequeño hoyo. -me la vas a meter otra vez? – me cuestiona el pequeño mientras que con su manita masturba mi verga y su cara refleja preocupación. – Así es Nico, ahí traigo los dulces que te prometí y hoy seré menos brusco que hace unos días- le digo mientras escupo en mis dedos una buena cantidad de saliva -te pondré mucha saliva para que ni la sientas – abro sus nalgas y comienzo a meter la saliva con mi dedo medio. Nico se molesta, así que tengo que ser firme y le doy una pequeña y suave nalgada lo que hace que mis dedos queden marcados en su nalga. Vuelvo a abrir sus nalgas con ayuda de ambas manos y haciendo un esfuerzo me alcanzó el culo con mi lengua. La práctica me ha hecho bueno en el arte de mover la lengua para obtener lo que quiero. Abro mi boca grande y comencé a mover mi lengua haciendo presión en el culo blanco de Nico. -aaaaaay – le escucho gritar y su cabeza se recuesta en mi pierna derecha. Sus piernas están abiertas sobre mis hombros mientras mi cachetes se abren pasó entre las nalgas del Nico. El nene sigue masturbándome pero se a olvidado de lubricar mi vega – si no le pones saliva tú también te va a doler heeeey – al escucharme con voz firme el Nico reanuda su trabajo de chuparme la cabeza del pene.
Así estamos un buen rato, yo comiéndome el culo del Nico y el comiendo mi rabo. – ándale Nico vas pa’rriba, ya llegó la hora de tu muerte – le doy una nalgada y el nene se acomoda. Yo me quedo acostado boca arriba, agarro con mis dedos la base de mi verga para mantenerla firme, lo cual no es tan necesario pues el Nico ya empieza ha hacer bien su trabajo. Nicolas se coloca sobre mí abriendo sus piernas – No no no, de frente a mí que quiero ver que lo hagas bien – se da media vuelta y contempló su piel pálida quemada por el sol. Abre sus nalgas con sus manos y flexiona sus piernas, mi verga alcanza a tocar la piel de su culo y el nico se levanta abruptamente. – Nada más que si me duele ya no seguimos y me das los dulces – me advierte con su dedo. – Si si si Nico pero ya veremos de qué tanto bajes – contesto a su reprimenda un tanto enojado y ansioso.
Una vez más el Nico abre su culo con sus manitas y flexiona sus piernas, mi verga está que me duele de la excitación. Su piel expide un calor delicioso que me eriza la piel y me hace sudar. Hay un poco de resistencia al principio pero con paciencia y más saliva logro entrar – ayayayayayyy – grita Nicolás así que no apresuró nada. Nos quedamos quietos un momento. – ay Ramiro, ay Ramiro me duele – mientras su cara se llena de gestos y dolor. Casi me da pena reventarle el culo pero luego me acuerdo que mi novia me dejó caliente la noche anterior y se me pasa. Quietos los dos, esperamos, la cabeza de mi verga se siente aprisionada en la estrechez del culo de Nico. Agarro la cintura de Nico con mi mano callosa y lo acomodo. Empujó hacia arriba mi cadera, despacio para ir metiendo otro poco más de mí en el culito de Nico. – ayayayayayyy mmmmmm ayayayayyyyy –
Doy unas puntadas y vuelvo a arremeter, despacio voy abriendo me camino. Nico apoya sus manos blancas en mis morenas piernas que de tanto subir y bajar cerros están musculosas. Me sigo deslizando otro tanto, la carita de Nico es de dolor, su respiración es pausada y fuerte. En varias ocasiones desde que inicie la penetración ha querido salir corriendo pero no pienso soltar este culo hasta reventarlo todo.
– ay niquito, hay mi amor, ya te ganaste todos los dulces que quieras, perrito. Ya mi verga está hasta dentro tuyo – puedo sentir como sus nalgas frías hacen contacto con la piel de mi pubis. El pequeño Nico levanta la mirada hacia mi, abre sus ojos lentamente y me mira. Una mueca de dolor va y viene. Mientras siento como su corazón palpita en la punta de mi verga. – ay perrito, ya me sientes todo dentro tuyo? – le pregunto y moviéndose muy lentamente toca con su mano y sonríe – ya está toda dentro Ramiro!!! – una sonrisa da pasó, mostrándome su blanca dentadura. De su frente escurre sudor que limpió con mi mano. Ahí nos quedamos un rato más. Mi cuerpo tendido en el suelo, entre la yerba. Excitado y caliente. Mientras un niño de seis años esta sentado sobre mi completamente empalado por la carne del negro. Suelto el cuerpecito de Nico y vuelvo a colocar mis manos detrás de mi cabeza. – ándale Nicolás, que esos dulces no se van a ganar solos – le doy animos y con un empuje de mi cadera Nicolás empieza a subir, luego a bajar, otra vez sube y vuelve a bajar. Apoyándose de mis rodillas flexionadas el nene comienza a moverse deliciosamente. Primero despacio pero al tiempo que el dolor sede él agarra ritmo y velocidad.
En pocos minutos el nico literalmente me está montando, de la misma forma en que yo monto los caballos para amansar los. Su boquita se abre jalando aire y gimiendo como la perrita que ya es. Mis manos vuelven a apoderarse de sus nalgas abriendo más el estrecho hoyo que hay entre ellas. Sus brincos encima de mí son fuertes para este punto. Yo lo clavo a mi verga deteniendo su brincoteo. El pequeño niño vuelve a hacer una mueca de dolor, mueve su cabeza en varias direcciones y sus piernas flexionadas hacen un esfuerzo en vano por tratar de despegarse de mi. Levanto mi cadera una y otra y otra vez, varias veces y le hago gemir de dolor o placer. Nicolas está que no se la acaba – ya… me… due…le Ramirooooo – me dice con su voz ronca, su cuerpecito a punto de desfallecer y su cuerpecito todo colorado. – que quieres primero: mi leche o los dulces? – le pregunto mientras mis manos callosas marcan el ritmo de las cogidas. El nico no puede contestar, sus ojos se quedan en blanco, su boca se abre pero no sale palabra alguna, su vientre se hincha y desinfla según salga y entre mi verga. – ay niquito, hay perrito, hay te van mis chorros – y sin esperar nada más que el placer, hundo de una sola estocada toda mi verga en el culito maltratado de Nicolás mientras un trayazo de leche le inunda el intestino. Solo fue un depósito pero creo que en eso el alma se me salió del cuerpo. Nicolas está suelto, se dejó hacer todo, se ha ganado esos dulces a pulso.
Las vacas nos ven mientras rumen su comida en el hocico, el sol pega con fuerza y nuestras respiraciones son fuertes. Mis manos sueltan la cintura de Nico. Me muevo de lado y dejo caer el cuerpecito de Nico, mi verga sale como víbora de dentro de su madriguera y tras de ella deja un rastro de leche, sangre y caca. Controló mi respiración pero creo que al Nico le va a costar más tiempo. Me levanto, me llevo a Nico en los brazos, lo meto a la poza poco profunda y mojo su pequeño cuerpecito. Nico abre los ojos y vuelve en sí. Al ser poco profunda la poza solo me llega hasta las rodillas lo cual hace que tenga que hincar me o acostarme para lavar el sudor y la mancha de mi cuerpo. Recuperamos la respiración y la cordura.
Nicolas me acompaña de vuelta a la comunidad, yo lo cargo pues el niño no puede caminar rápido. Al llegar veo que el hijo del tendero nos mira con cierto recelo mientras el pequeño Nicolás se mete a la boca el último dulce que compré en la tienda esa mañana.
gran realto como sigue
Como sigue?
Buen relato… como sigue?
Excelente relato… Menuda corrida tuve después de pajearme gracias a ti.
bien hecho debes de hacerlo tu perrita en las experiencias que he tenido no se ustedes pero he visto que los nenes aprenden mas rapido que las nenas y a la hora de cabalgar los nenes ponen mas empeño. espero que sigas con la historia
Si es verdad
sigue por favor