Lo convertí en maricón, o ya lo era…
Un joven poco a poco es convencido por el dueño de una tienda para que lo masturbe, le mame su verga y se deje dar por el culo, para posteriormente hacer que se vista de nena..
Lo convertí en maricón, o ya lo era…
Un día, en entró en mi tienda, un joven como de unos diecinueve o veinte años, al que conocía de vista únicamente, ya que su madre era clienta mía.
Me di cuenta de que pasaba algo raro, por lo que me quedé observándolo, ya que cuando un guardia de seguridad se acercaba a mi tienda, aquel chico se puso algo nervioso.
Por lo que le dije si quieres te puedes pasar a la parte de atrás, y cuando el guardia terminé de pasar te aviso.
Rápidamente tomó un pequeño paquete que cargaba, y pasó a la tras tienda, al poco rato entré a la tras tienda, y le dije que el guardia ya se había marchado.
Pero que, si quería, se podía quedar viendo algunas revistas dando tiempo a que no quedase nadie por la calle, y al terminar de decirle eso, regresé al frente de mi tienda.
Cuando al poco rato regresé a la tras tienda para decirle que ya el camino estaba libre, me lo encontré, sentado en el sofá en el que en ocasiones yo aprovecho, para tomar una siesta, ojeando algunas de las muchas revistas que yo tenía de mujeres desnudas.
En ese momento como que le dio algo de vergüenza, y sin saber qué hacer, comenzó a despedirse, pero con unas ganas locas de llevarse, aunque fuera una sola de esas revistas. Pero le dije de inmediato. “Si quieres verlas, puedes hacerlo aquí, pero no te las lleves, después te la encuentra tu madre, y me metes en tremendo problema”.
Se dio cuenta de que yo tenía razón, pero antes de que él decidiera seguir su camino, le volvió a decir. “Si quieres verlas puedes hacerlo aquí, nadie te va a molestar”.
Tras lo cual salí nuevamente de la tras tienda, regresando al negocio, desde ese día por las siguientes semanas, el chico era un asiduo visitante a la tras tienda.
Un día mientras el chico veía unas de las revistas, comenzó a pasar su mano por encina de su pantalón acariciando sin darse cuenta su erecto miembro bajo la tela. Hasta le dije. “Si quieres hacerte una paja, por mí no te detengas, que yo también me la hago cuando veo esas fotos”.
Al él levantar su vista, yo me encontraba bien cerca de él, y también estaba acariciando mi verga bajo el pantalón.
Mientras miraba la foto de una rubia, con sus piernas bien abiertas e introduciendo sus dedos dentro de su coño.
Yo de inmediato di vuelta dejándolo a solas, y sin perder tiempo el sacó su parado miembro y comenzó a masajearlo entre sus dedos, al principio lentamente, pero a medida que seguía viendo la foto de esa rubia, comenzó a acelerar los movimientos de su mano, una y otra vez hasta que se vino entre sus dedos.
Con el pasar de las semanas, cada vez él se sentía mucho más cómodo, masturbándose en la tras tienda, y en ocasiones ante mi presencia, que con una amplia sonrisa lo observaba.
Por eso un día en que él ojeaba una de las muchas revistas, no le extraño que yo tomase asiento a su lado, y mientras él se comenzaba a masturbar, saqué la mía.
Que en comparación con la de él es mucho más grande, y al igual que el chico comencé a masturbarme justo a su lado.
Y así por lo menos una vez a la semana, tanto él como yo nos masturbábamos juntos, mientras que le decía que se imaginase a esa chica con su coño abierto frente a él.
Pero un día de esos, en que estábamos a punto de comenzar, le pregunté si lo dejaba tocar su miembro, y que si él lo deseaba podía también tocar el mío.
En esos momentos me pareció, que él no pensaba aceptar, pero al nuevamente preguntárselo, y después decirle. “Deja que yo te la toque un poco para que veas lo rico que se siente.”
De seguro que le dio algo de curiosidad por saber que se sentía y al decirme que sí, rápidamente coloqué mi mano sobre su pequeño miembro, y de inmediato comencé a moverla de arriba abajo, y el placer que sintió, rápidamente se reflejó en su cara.
Tanto que rápidamente se vino entre mis dedos, después de eso yo fui al baño, me lavé las manos y le dije que nos veríamos la siguiente semana.
Lo cierto es que lo me presioné, pero a la semana siguiente, le propuse que al mismo tiempo que él me tocaba a mi yo sé la tocase a él.
Tomando en cuenta lo bien que se había sentido, y como yo era tan bueno conmigo, finalmente aceptó.
Cuando agarró por primera vez, mi verga entre sus dedos, sentí su mano tan caliente y palpitante, que me quedé impresionado.
Yo también le agarré su miembro y como la primera vez no hice nada más que tocárselo que se viniera inmediatamente, a diferencia mía por más que él movía su mano sobre mi verga yo no me venía, hasta que después de un largo rato, eyaculé un fuerte chorro de leche.
Mi invitado se quedó bastante sorprendido con lo que había pasado, pero al terminar le di las gracias, y justo antes de irse a su casa, le introduje un billete en su bolsillo, cosa que a él no me molesto.
En las siguientes ocasiones en que pasaba a visitarme a mi negocio, sin perder tiempo, él comenzaba a masturbarme, cosa que me comenzó a gustar mucho.
Así continuó hiendo a mi tienda una y otra vez, hasta que un día, le pregunté si me dejaba tocar sus nalgas, al tiempo que sacaba otro billete y lo colocaba nuevamente en su bolsillo.
Por lo que sin pensar en las consecuencias me dijo que sí, además, ya las fotos de las chicas no le llamaban tanto la atención, como el ver mi erecta verga entre sus dedos y el sentirla en sus manos.
En ese momento, calmadamente se bajó tanto los pantalones como sus interiores, y sin que yo se lo pidiera se los quitó completamente, y en mi rostro vio una gran sonrisa de satisfacción.
Tomé asiento en el sofá, y suavemente comencé a pasar mis dedos por sobre sus blancas y pálidas nalgas, lenta y suavemente.
Con toda mi calma continué acariciando sus nalgas, hasta que, de la misma manera suave y constante, continué presionando mis dedos entre la unión de sus nalgas.
Casi como un susurró le pedí que abriese un poco sus piernas lo que cuando terminó de hacer, continué pasando la yema de mis dedos entre sus dos nalgas hasta que llegué a donde debía llegar, a todo el centro del medio del hueco de su apretado culito.
En ese instante dio un pequeño respingo, cuando mis dedos comenzaron a tocar más profundamente, a medida que yo lo tocaba, yo por su parte, comenzó a masturbarse y cuando sintió mis dedos acariciando su esfínter, sin poder controlarse finalmente se vino.
En esos momentos me detuve, le di una suave nalgada y le dije que nos veríamos otro día.
Yo estaba deseoso de volver a acariciar sus paradas nalgas que, al día siguiente, como de costumbre, pasó a la tras tienda, y de inmediato se quitó toda la ropa, y mientras me esperaba le había dejado unas revistas de chicos con tetas, algunos vestidos de mujer, pero a los que en su mayoría otro hombre se encontraba tras ellos empujándole la verga.
Esas imágenes capturaron toda su atención. Pero al entrar yo a la tras tienda dejó de ver las fotos, quizás no quería que me diera cuenta de que las estaba viendo.
Al él parame a su lado se puso de pie y me dio un abrazo, y de inmediato mis manos comenzaban a toquetear todo su culito.
Tomé asiento en el sofá, y él se colocó de espaldas a mí, abriendo ligeramente sus piernas y mostrándome todo su culo, el cual yo de inmediato seguí acariciando, tal y como lo había estado haciendo el día anterior, solo que cuando comenzó a masturbarse, de manera suave y colocando una de mis manos sobre las él impedí que continuase haciéndose el mismo la paja.
Justo en ese instante al voltear a verme, se dio cuenta de que ya tenía fuera del pantalón toda mi erecta verga, y supo lo que le esperaba.
Sin decir una palabra permaneció de espalda y con la misma suavidad que le había tratado le tomé por la cintura y lentamente fue dirigiendo mi verga hacia sus paradas nalgas.
Antes de continuar, le unté su culo con algo de vaselina, tras lo cual continué acercando más y más mi verga a sus paradas nalguitas.
Cuando sentí el calor de su esfínter y él sintió la dureza de la cabeza de mi glande, fue algo increíble, de seguro si le dolió, pero a medida que lo comencé a penetrar, comenzó a quejarse de ese insoportable dolor, pero a los pocos segundos, se dejó de quejar, y comenzó a mover divinamente su culo, finalmente se encontrarme totalmente empalado por mí y bien sujeto entre mis brazos.
De momento comenzó a mover sus nalgas, de un lado a otro a medida que yo sacaba y metía por completo, toda mi verga dentro de su culo.
Era tanto el placer que él sentía, que insistentemente con voz afeminada, me pedía una y otra vez que no parase de hacerle eso.
Lo que yo no deje de hacer hasta que finalmente llené toda su tripa con mi leche, cuando saqué finalmente mi verga de su culo, una rara sensación de haber sido utilizado se apoderó de mí por unos instantes, pero de inmediato también sentí que yo también lo había utilizado a él para darme el gustazo de comerle el culo.
Al terminar le indiqué que podía entrar al baño, para que se lavase, después de que salió le entregue sus pantalones y después de ponérselos, lo observé caminando con sus piernas ligeramente abiertas, se marchó a su casa.
En siguientes ocasiones en que me visitó, una y otra vez volvimos a tener relaciones y en una de esas ocasiones, apenas había terminado de desnudarse totalmente, le pedí que me mamase la verga.
Como de costumbre no lo pensó mucho, así que mientras yo tomaba asiento en el sofá, se agachó para acercar su boca a mi verga pero, además, antes de que él colocase sus labios sobre mi glande, derramé un poco de leche azucarada sobre la cabeza de mi verga.
Él tomó mi verga entre sus manos y lentamente se dedicó a lamérmela completamente, retirando la con su lengua los hilos de leche azucarada que corrían por mi tallo, y apenas me la limpió completamente comenzó a mamármela, sentía la calentura y humedad de su boca chupándome sabrosamente toda mi verga, hasta donde ya no podía más.
Coloqué mis manos sobre su cabeza, y de esa manera fui guiando la sabrosa mamada que me estaba dando, hasta que finalmente su boca se llenó con toda mi leche, la que en gran parte se tragó.
Me di cuenta de que quedo satisfecho, pero con unas tremendas ganas de continuar, le dije que me acostase en el sofá boca arriba, separando sus piernas, y untándome mis dedos con vaselina, comencé a introducirlos dentro de su culo, al principio uno después dos, luego tres hasta que finalmente llegué a meterme casi toda mi mano dentro de sus nalgas, mientras que él como una puta movía sus caderas y se masturbaba.
En siguientes ocasiones, le fui convenciendo poco a poco de que en ocasiones se pusiera algunas prendas femeninas, hasta que un buen día terminó completamente vestida como toda una niña.
Ese día ni tan siquiera abrí mi negocio, los dos nos quedamos encerrados, mientras que yo le besaba intensamente, y acariciaba casi todo su cuerpo, él procuraba hablarme todo el tiempo como si fuera toda una chica.
La que a medida que yo la besaba, me pedía incesantemente que se lo metiera, hasta que finalmente lo volví hacer.
Subiendo la pequeña falda a cuadros que Rolando estaba usando en esos momentos, y tras bajar sus pantis lo volví a penetrar.
Mientras estuvo conmigo, me contó que un día estando en el baño del club deportivo, accidentalmente se le quedó viendo, la verga a uno de sus compañeros de equipo, mientras se daba una ducha después de estar practicando fútbol.
Y como ellos dos eran los últimos, se pueden imaginar lo que sucedió, pero de eso y otras cosas les hablaré en otra ocasión.
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