Lo de cleptómano se me quitó, ahora soy gay.
Un joven es atrapado saliendo de una joyería, después de apropiarse de un reloj, los guardias que lo atrapan le dan la opción de dejarse dar por el culo, o llamar a la policía, desde ese día se le quitó lo de andar agarrando lo que no le pertenece, pero ahora es maricón..
Pienso que, en el pasado debí padecer de alguna condición mental, ya que en un sin número de veces no me podía contener las ganas de apropiarme de algo.
Ya sea en una tienda, en casa de alguna amistad, o de mi propia familia, la mayoría de las veces eran cosas insignificantes, o de muy poco valor, pero en ocasiones después de que llegaba a casa, y las volvía a ver detenidamente, me daba cuenta de que tenían cierto valor.
Hasta que recientemente, me encontraba en el centro comercial, con el dinero para comprarme un reloj, por lo que entré en una de las joyerías, con esa intención.
La joven que me estaba atendiendo de manera descuidada, dejó sobre el mostrador un elegante reloj de pulsera, extraplano, en oro blanco, el cual no era lo que pensaba comprar.
Yo lo vi de reojo, y no le puse la menor atención, y mientras la empleada me mostraba otros relojes, pero sin darme cuenta, distraídamente coloqué mi mano sobre el reloj, y de igual forma lo metí en uno de los bolsillos de mi chaqueta, mientras mostraba gran interés en un modelo menos lujoso, y tras comprarlo salir tranquilamente de la joyería.
Ya me había alejado de la joyería, cuando un agente de seguridad del centro comercial me detuvo, pidiéndome que lo acompañase, a lo que yo indignado me negué, hasta que de momento apareció a mi lado, otro guardia.
De inmediato me tomó por mi brazo derecho, llevándolo tras mi espalda con fuerza, lastimándome me dijo. “Sino quieres que te rompa el brazo, no opongas resistencia y acompáñanos.” La verdad es que me dio miedo a que me fuera a romper mi brazo, por lo que le obedecí sin hacer ningún alboroto, ni llamar la atención.
En lugar de regresar a la joyería, nos dirigimos al sótano del centro comercial, luego entramos a las oficinas de seguridad, y de inmediato me metieron a un pequeño cuarto, no bien entramos, me ordenaron que vaciara mis bolsillos, como me negué, a la fuerza ellos dos me revisaron los bolsillos, colocando todo sobre un pequeño escritorio.
Ya en esos momentos estaba muerto de miedo y vergüenza, jamás en la vida me había pasado algo como eso, sobre el escritorio quedaron el estuche del reloj que recién había comprado y el llamativo reloj, que me había embolsillado aun con su etiqueta puesta.
En eso entró un señor muy bien vestido, que debía ser el dueño o gerente de la joyería, le entregaron el reloj, y mi reloj recién comprado, él los miró, vio la factura de compra, y les dijo a las guardias. “Esto es del, pero este el reloj, no lo pagó.”
Para de inmediato marcharse, no sin antes decirles a las guardias. “No pienso levantar cargos, así que la dejo en sus manos, ustedes decidan.”
Yo estaba que me moría de la vergüenza, y apenas se marchó el tipo ese, comencé a rogarle a los dos guardias que me dejasen ir, que eso había sido una equivocación de mi parte.
El guardia que primero me detuvo, rápidamente me dio la impresión de que me iba a dejar ir, pero el tipo que fue la que me sujetó por el brazo, a diferencia del primero, le decía de manera bien grosera y vulgar que llamaran a la policía, para que me arrestasen y me llevaran detenido.
Yo estaba a punto de llorar, diciéndoles que no llamasen a la policía, que yo no quería que mis padres, ni mis amistades se enterasen de nada de lo ocurrido.
Cuando el mismo guardia me dijo, en un tono de voz bien diferente. “A menos que nos quieras complacer, haciéndonos un pequeño favor, no llamaremos a nadie, y nadie se va a enterar de lo ocurrido.”
Nada más de ver el rostro de ese guardia, y escuchar el tono de su voz, me imaginé el tipo de favor al que se refería, por un instante pensé que su compañero no estaba de acuerdo con la manera en que él procedía.
Pero rápidamente me di cuenta de mi error, al ver como lascivamente se acariciaba su verga por encima de la tela de su pantalón.
Por lo que, resignado a mi suerte, sumisamente les pregunté qué era lo que ellos dos deseaban, de inmediato el segundo guardia, me dijo. “Por los momentos ve quitándote toda la ropa.”
Al tiempo que su compañero, fue apagando las luces de la entrada, y cerrando la puerta principal con llave, por lo que como ya les dije resignado y sin atreverme a protestar comencé a ir quitándome toda la ropa, frente a los dos guardias.
A medida que me fui desnudando, estuve escuchando algunos de sus comentarios sobre mis nalgas, mi cintura, y sobre el resto de mi cuerpo, cuando finalmente me quité los interiores y vieron mi miembro bien encogido, debido al miedo que tenía, por lo que uno de ellos le dijo al otro, que yo parecía un nene de trece.
Aunque yo tenía una clara idea de lo que me esperaba, no por eso deje de estar sumamente asustado y bien nervioso, cuando los dos guardias comenzaron a acariciar mis nalgas, y a besarme por todo mi cuerpo, por lo que poco faltó para que me pusiera a llorar.
A medida que fui sintiendo sus manos y sus labios sobre mi desnudo cuerpo, mi corazón comenzó a palpitar con fuerza.
Sus manos se fueron enterrando entre mis muslos, hasta que de manera descarada y sin vergüenza alguna uno de ellos me agarró por mi pene, al tiempo que el otro continuó acariciando mis nalgas, a lamer y besar mi cuello.
En esos instantes, a medida que uno de ellos comenzó a pasar sus dedos por sobre mi esfínter, no sé qué me pasó que, de un estado de total ansiedad, pasé a uno de total relajación, separando mis piernas, y ofreciendo mis labios para que uno de ellos me besara.
Casi de inmediato, mientras uno continuaba acariciando mis muslos, el otro se despojó de los pantalones y de sus interiores, aunque si se llegó a desabotonar la camisa, no se la quitó.
Mientras tanto, el otro hizo más o menos lo mismo, para de inmediato seguir agarrándome los muslos, y diciéndome que me agachara y me pusiera a mamar su inmensa verga.
En mi vida había hecho nada semejante, aunque en más de una ocasión le había sido infiel a mi novia, con otras mujeres, jamás en mi vida ni tan siquiera había pensado en relacionarme con otro hombre.
Pero mientras su compañero continuó acariciándome las nalgas, al tiempo que me iba introduciendo sus dedos dentro de mi culo, como si fuera algo de lo más normal en mí, me dediqué a mamar y lamer la inmensa verga que tenía frente a mi boca, su compañero sacó su verga, y tras comenzar a pasármela entre mis nalgas, embadurnada de vaselina.
Lo que al principio pensé que era algo denigrante, a medida que le mamaba su verga a uno, el otro comenzó a enterrarme toda su verga presionándola contra mi esfínter.
Acto seguido tanto él como yo comenzamos a mover nuestras caderas, por lo que nuestros cuerpos además de chocarse mutuamente, fui sintiendo como me iba penetrando por el culo, lo que al principio me dolió un poco, pero quizás gracias a la vaselina se fue deslizando divinamente dentro de mi cuerpo.
Así que mientras al primero yo gustosamente le seguía mamando toda su verga, el grandote y yo disfrutábamos todo lo que mutuamente estábamos haciendo, cuando al que le mamaba su verga se dio cuenta de que mi verga se encontraba completamente erecta, por lo que casi de inmediato me puse a masturbarme, al tiempo que sentía a esas dos vergas dentro de mi cuerpo.
Lo cierto es que más rápido que inmediatamente me vine, al tiempo que disfrutaba todo lo que aquellos dos guardias me estaban haciendo, sentía como una y otra vez sus vergas entraban y salían ya fuera de mi culo, o de mi boca.
Esa tarde dentro de las oficinas de seguridad, los dos guardias y yo hicimos de todo, ellos me chuparon el cuello, las orejas y hasta los pequeños pezones de mi pecho, yo les mamé sus vergas, y de ocioso hasta les pedí que en repetidas veces me dieran por el culo.
En fin, con decirles que cuando me detuvieron, eran como las cinco de la tarde, y cuando salí de ese lugar ya había oscurecido.
Desde ese día se me quitó la tontería de apropiarme de baratijas, ahora disfruto el tener sexo con algún que otro hombre que me domine, y haga que yo a la fuerza, me deje dar por culo, y esté dispuesto a disfrutarlo tanto como yo.
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