Lo dulce de un castigo.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Lo dulce de un castigo (cuento real)
La hermana mayor lo había castigado, por el hecho innegable de encontrarlo masturbándose a horas del mediodía, y justo a la mitad de la cocina. Quedó boquiabierta cuando le miró recostado sobre la mesa, alzadas las piernas, mismas que vestían medías de encaje, y mientras jadeaba de loco placer una vez que se penetraba con los dedos de su mano izquierda y se tocaba su pene con la otra. Le pareció cosa de locura verle ahí practicando dicha perversión, más aún, cuando notó que calzaba sus zapatillas de tacón alto.
__ ¿Qué haces degenerado? – Dijo la hermana llevándose las manos a la boca.
Pero el hermano, casi a punto de explotar, no permitió que el clímax por venir se estropeara, y continuó con su salvaje deseo. La hermana lo abofeteo, pero ya entonces aquel había expulsado la carga seminal. Bajó la mirada avergonzado, y la hermana, sin deseos de gritarle más, le envió a su cuarto. Ella estaba a cargo de la casa, por lo tanto ordenaba y podría castigarle, lo cual hizo.
__ ¡No saldrás de la casa en un mes, ni verás televisión; de la escuela a casa y nada más!
El hermano de dieciséis años obedeció y se lamentó por no haber tomado precauciones al respecto, pero creyó justo su castigo de encierro. La hermana por su lado, se encontraba atónita y dudaba de la sexualidad de su hermano. Por eso, y notando algo de rareza en ella, su amiga llamada julia, preguntó la causa de su rostro serio. Sentadas ambas en una mesa de una fuente de sodas, la hermana contó lo sucedido con su hermano, exceptuando la vestimenta femenina, pues no se atrevió a referirle aquello por vergüenza.
__ No te preocupes Luisa, muchos adolescentes se masturban todo el tiempo, no tienes de que preocuparte.
Luisa sorbió de su soda, mientras Julia notaba que aún había algo más, y dado que deseaba saber más, para así poder ayudarla, tomó de nuevo la palabra.
__ Por tu cara, veo que algo más te ha sorprendido, puedes contarme, mira que tengo experiencia al respecto.
Luisa la miró a los ojos, y puesto que tenía una gran confianza en ella, le relató al punto lo que vio de su hermano.
__ Si tu preocupación es que Andrés se vuelva gay, creo difícil que eso sea una realidad, a menos que le veas de acomedido con otros chavos igual a él.
__ Es lo que me preocupa, aunque Andrés no tiene casi amigos, no dudo que ahora comience a procurar a algunos.
Las amigas cambiaron de tema, dejando aquella situación embarazosa, para después. Así, por espacio de varios días, Andrés procuró mantenerse alejado de la tentación, y se encerraba en su cuarto.
Un buen día, a eso de la diez de la mañana de un sábado, llegaron ambas amigas a la casa de Luisa. Aún castigado, Andrés fregaba los platos, además de que debía limpiar su cuarto y hacer otras tareas. Sentadas ambas amigas en la sala, platicaban como siempre lo hacían, hasta que les interrumpió el sonar del celular de Luisa. Contestó y no demoró más de medio minuto tal llamada. Se trataba de su jefe, quien pedía que acudiese a la oficina pues solicitaba unos papeles importantes.
__ Si quieres ven conmigo Julia, casi estoy seguro que no tardaré, o si lo deseas espérame aquí, sirve que le eches un ojo a mi hermano y no salga de casa sin permiso.
__ Si no te molesta, espero aquí.
Luisa tomó la bolsa y se levantó del sofá, dejando a julia viendo el televisor. Una vez que Luisa saliera en su auto, Julia apagó la tv, y se dirigió a la cocina donde miraba a Andrés fregar los platos. Él no se percataba que le espiaban, y ataviado con un mandil de plástico y usando guantes de hule de color purpura, continuaba en su labor. Entonces, Julia se adelantó sin que el castigado Andrés lo notase, y colocándose a espaldas de este, le sorprendió pasándole su brazo izquierdo por el cuello hasta caer en el pecho mientras su brazo derecho abajo, se ocupaba de tocarle el pene. Para esto, Julia usaba ya un par de guantes de látex largos transparentes, con los cuales comenzó a jugar con el miembro de Andrés. El calenturiento adolescente, lejos de sentirse avergonzado, comenzó a jadear pues ardía en un deseo incontrolable.
__ ¡Te voy hacer un delicioso handjob, sucio y pervertido niño! – Le susurró Julia al oído a su ardiente víctima.
Y sin que aquel opusiera resistencia, ella comenzó a manipular su pene ya erecto, liso y depilado. Julia paseaba su otra mano por las nalgas del abusado, y comenzaba a jugar en su ano acariciándole con sus dedos. Se inclinó, y abriendo un poco las piernas de Andrés, comenzó a lamer con su ardiente lengua su blanco trasero. Inmediatamente, aquella misma lengua, se ocupó del esfínter y el ano, a lo cual Andrés jadeaba con una locura que no conocía. Julia giró el cuerpo del muchacho, y viendo su pene erecto, lo lamió por todo su contorno, mientras Andrés enredaba los dedos de sus purpuras guantes aún con espuma sobre los cabellos de la bella Julia. Ella metía e introducía el pene en su boca, y de vez en cuando besaba los lisos testículos. Andrés sentía que explotaría, y su dominante pareja notando aquello, tomó asiento en una silla y sujetó a su víctima por el talle poniendo el vientre de este en sus rodillas. Comenzó a propinarle sendas nalgadas, y lamiendo sus ahulados dedos, penetró con estos el ardiente ano del joven. Acto seguido, lo sentó sobre ella y manipulando su incontrolable falo, le hizo expulsar tanto semen, que dejó al castigado Andrés sin fuerza. Entonces, ella abrió sus piernas, y tomando al muchacho por la nuca, le acercó a su vagina, donde este comenzó a lamerle aquel sitio depilado y rosáceo. Luego, introdujo los dedos de sus guantes aún puestos sobre su mano en aquel rico hueco.
Andrés vivió una increíble experiencia que lo llevó a amar aquel método de locura y deseo sin igual. Luisa notó con satisfacción, que su hermano ya no intentaba masturbarse. Sin embargo, Andrés pensaba solamente en Julia, y ella deseaba como parte de sus fantasías, dominar al chico. Por tal motivo, envío un mail invitándole a su casa y gozar una vez más. Esta vez, como archivo adjunto, envió varias fotos de ella, para reanimar el deseo loco de Andrés. Este, al ver las fotos en su ordenador, se éxito sobremanera. Una de las imágenes, enseñaba a Julia vistiendo un corpiño de pvc, botas altas hasta el muslo, guantes de látex negros y un enorme dildo provisto de un arnés. En otra foto, ella se encontraba de espaldas al fregadero, usando solamente unos guantes de hule color azul y el mismo dildo. Otra, enseñaba a ella vistiendo unos leggins negros brillosos de látex y unas sandalias altas cristalinas, mientras se aferraba a los pechos con sus manos.
Andrés pidió permiso a su hermana Luisa para hacer una tarea, y no dudando ella, pues llevaba aquel su mochila, le otorgó el permiso. Pero aquel muchacho, en su deseo incontrolable, llevaba además de algunos cuadernos y libros, una peluca de negro color, un vestido strapless y unos tacones, con los cuales se disfrazaría para Julia. Ella lo recibió vestida con el corpiño de la foto, unas botas de charol a las rodillas, los guantes transparentes con los cuales lo había dominado la primera vez y para el loco deseo e impresión de Andrés, el dildo colocado en el arnés ceñido a su cintura. Andrés fue penetrado gustosamente por Julia, quien además le satisfizo con un excelente fisting. Por espacio de media hora, el ardiente muchacho jadeo al sentir como aquel dildo entraba y salía de su lujurioso ano. Le encantaba ver el rostro libidinoso de su amante, como tocaba sus pechos, como le acomodaba en toda clase de posiciones, mientras él se veía sexy con su peluca puesta, el vestido ceñido a su delgado torso, y los tacones de su hermana; conjunto todo aquel, que le hizo visitar un verdadero paraíso de placer muchas veces.
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