Lo que comencé como un juego se convirtió en toda una sabrosa realidad.
Un chico que al principio se disfraza de una zombi, por pasar el rato, al recibir un sin numero de atenciones de su acompañante, en agradecimiento decide no tan solo mamar su verga, sino que también dejarse dar por el culo, y gustosamente volverlo a repetir. .
Lo que comencé como un juego se convirtió en toda una sabrosa realidad.
Esta es una situación por la que pasé hace poco tiempo, en esos momentos habíamos terminado los exámenes del tercer semestre de la universidad.
Por lo que, junto a varios compañeros de clases, decidimos celebrar a finales del mes de octubre, una fiesta de brujas, o Halloween.
Lo que yo ignoraba, desde luego, era todo lo que me sucedería, por aceptar disfrazarme como una zombi…
En principio, ese no iba a ser mi disfraz, pero debido a un cumulo de situaciones, y errores involuntarios, ese fue mi disfraz, o, mejor dicho, el único que estaba disponible, en esos momentos.
Aunque soy bastante delgado, y no muy alto, hasta hace poco practicaba natación, por lo que dije que no me iba a disfrazar, y mucho menos disfrazarme como una zombi.
El disfraz estaba compuesto por un raído, y muy corto vestido blanco, con sus respectivas manchas de tierra, y sangre, además, unos zapatos de tacones muy altos todos manchados y desgastados, los que me dieron bastante trabajo dominar en tan corto tiempo.
Un liguero negro y sus respectivas medias negras, agujereadas por todos lados, y desde luego un sostén también de color negro, con un par de falsas tetas, y desde luego que unos ajustados pantis negras, pero completamente manchadas supuestamente de tierra y sangre.
Como acostumbro a llevar el cabello largo, uno de las chicos me ayudó a peinarme, primero lo empolvó completamente de talco.
Luego con un cepillo fue tomando, uno a uno varios mechones, y mientras los sujetaba en la punta, comenzó a pasar el cepillo, de arriba hacia abajo, por lo que todo mi pelo quedó como si me hubieran dado una fuerte descarga eléctrica.
Luego, me ayudó a vestir, y a maquillar no tan solo mi cara, sino el resto de mi cuerpo para que diera la impresión de que recién y había salido de una tumba.
En fin y modestia aparte, realmente parecía una zombi, por lo menos a las que se ven en el cine, pero además de eso, muy sexi.
Ya que aparte de llevar casi media nalga por fuera, debido a lo raído del vestido, mis falsas tetas apenas contenidas dentro de ese roto, y deshilachado sostén negro, gracias al maquillaje parecían bien reales, y hasta se movían a cada paso que yo daba.
Mis compañeros al verme, tan bien maquillado y vestido, soltaron uno que otro piropo, aunque en realidad fueron un conjunto de vulgaridades invitándome, para que se acostase con ellos.
Por mi parte, por seguir con la jodedera, también me puse a vacilarlos, tratando de hablar y de actuar como una zombi pero bien femenina.
Les diré que al final armamos una comparsa, la que fue todo un triunfo, ya que competimos bailando thriller de Michael Jackson, y debido a eso ganamos el primer premio.
Al finalizar, tal y como nos encontrábamos, sin tan siquiera cambiarnos de ropa, salimos a celebrar, pero a medida que la noche fue avanzando, mis compañeros, se fueron retirando, hasta que al final quedamos un par de chicos y yo.
Pero como habíamos bebido tanto, finalmente ellos dos se quedaron dormidos, en la mesa en que nos encontrábamos, estaba ya por marcharme.
Pensando como haría con ese par de tontos, cuando a la mesa se acercó un tipo, mucho mayor que nosotros, con una botella en una mano, pidiendo permiso para sentarse.
Como ya estábamos por irnos, le dije que sí, pero apenas tomó asiento, me di cuenta la manera en que me miraba.
Por lo que antes de que fuera a generarse alguna equivocación de su parte, le dije. “Antes de que continúe déjeme decirle que yo soy un chico, y que esto que ve es tan solo un disfraz por lo de la fiesta de brujas.”
Aclarado cualquier malentendido que pudiera surgir, comenzamos a charlar, mientras que él me sirvió un trago de su botella, pero al terminar de beber, le dije que debíamos marcharnos mis dos amigos y yo, ya que pensaba dejarlos en su residencia y yo posteriormente seguir a mi casa.
De inmediato él viejo se ofreció a llevarnos en su auto, por lo que tomando en cuenta de que a esa hora iba a ser muy difícil que encontrase un taxi, acepté.
A mis amigos los dejamos en la puerta de la residencia estudiantil, uno abrazando al otro, y nos marchamos, supuestamente con rumbo a mi casa.
Pero de momento, justo después de que a medida que él manejaba, como yo llevaba la botella en la mano, y me había dado varios tragos.
Cuando él me dijo que le agradaría mucho mostrarme la magnífica vista que hay de la ciudad, desde la terraza de su apartamento.
Yo ciertamente debí haber dicho que no, que sería en otra ocasión, pero su manera de mirarme, y de decírmelo, como que no me quedó más remedio que aceptar su proposición, además me estaba haciendo el favor de llevarme a mi casa.
En efecto apenas llegamos a uno de los más lujosos edificios de esa zona, directamente entramos al estacionamiento localizado en el sótano del edificio.
Pero antes de bajarnos, él me pidió por favor, que, al salir del auto, y luego pasar frente al guardia de seguridad, y hasta entrar en su apartamento, me comportase como si fuera una chica.
Ya que se vería raro que él, anduviera acompañado de un hombre disfrazado de mujer.
Yo comprendí cuál era su preocupación, así que, sin tratar de esforzarme mucho, y gracias a los tacos, caminé tomado de su brazo, desde que nos bajamos del auto, hasta que llegamos a la puerta de su apartamento.
Pero al llegar a su apartamento y tras pasar la puerta, de inmediato, a modo de celebración, me volvió a servir otro trago diciéndome, que lo había hecho de manera espectacular, que seguramente había engañado tanto al guardia de seguridad, como a cualquiera que nos hubiera visto.
Yo lo cierto es que, al ver el lujoso apartamento, y la vista que había desde su terraza, quedé impresionado.
Pero desde el momentos en que entramos a su apartamento, yo continué imitando a una mujer, como si se tratara de un juego, pero a medida que él siguió observándome, y siendo tan cortes conmigo, yo de manera más femenina actuaba.
No tan solo hablando, sino que también contoneando mis nalgas, como una puta que busca cliente.
Yo mismo me di cuenta, de que actuaba como una puta, y aunque traté por unos segundos, de no darle cabeza a eso, estuve a punto de darle las gracias y marcharme.
Finalmente me dije a mi mismo. “Él no te conoce, y más nadie se va a enterar de lo que aquí suceda, así que diviértete.”
Por lo que continué desvergonzadamente imitando a una mujer, es más pienso que en determinados momentos realmente sentía que yo era una chica, y no un chico disfrazado de mujer.
El viejo por su parte sin prisa alguna me llevó a la terraza, y a medida que me fue mostrando la hermosa vista nocturna desde su apartamento, se colocó tras de mí.
Y aunque de momento a mi mente vino el chiste de la paloma, sentí su cuerpo pegado al mío, y quizás por lo mucho que había bebido, me dio un ataque de risa.
Mi anfitrión algo serio, me preguntó de qué me reía, por lo que decidí contarle el chiste, que, aunque es algo macabro no sé por qué razón siempre me ha causado gracia.
Se trata de un tipo que invita a una mujer a su apartamento, y cuando se están besando y acariciando mutuamente, en el balcón del apartamento se da cuenta que es un trasvesti.
En ese instante el tipo le pregunta al travesti, como se llamas, y de manera muy femenina el travesti le responde Paloma.
De momento el tipo le dice. “Pues a volar Paloma.” y lo empuja del balcón, sé que es que es morboso, de muy mal gusto, pero no se siempre me ha causado mucha gracia.
Por lo que cuando después de salir de la terraza, se lo conté, me di cuenta de que a él no le causó mucha gracia, aunque caballerosamente se limitó a decirme, está bueno, pero algo macabro.
Yo me sentí como si hubiera metido las patas, y de inmediato sin cambiar mi manera de actuar, me disculpé con él diciéndole, de la manera más femenina que pude, y acercándome a su cuerpo. “Perdóname, sé que es un mal chiste, y te prometo que no vuelvo hacerte otro, pero en su lugar puedo hacer algo que seguramente te agradará mucho.”
Y a medida que le fui diciendo esas palabras, me fui deslizando lentamente hasta el piso, y tras ponerme de rodillas frente a él, con mis dedos lentamente bajé la cremallera de su pantalón, y con una habilidad que desconocía que yo tuviera, extraje su miembro de dentro del pantalón e interiores.
En esos momentos, hasta llegué a preguntarme a mí mismo, cómo era posible que yo estuviera haciendo tal cosa.
Sin esperar respuesta alguna de mi parte, con mis dedos manipulé su miembro, lentamente le fui jalando para atrás, y para adelante, y a los pocos segundos, con mi propia lengua comencé a lamer su colorado glande.
En fracciones de segundos, vi con cierto asombro, su miembro fue adquiriendo un mayor tamaño, y grosor.
No conforme con eso, dirigí la cabeza de su verga directo dentro de mi boca, para dedicarme a chuparla, suavemente, una y otra vez.
Al tiempo que de manera seductora desde mi posición trataba de ver su rostro, que reflejaba una gran satisfacción.
Por un buen rato me dediqué a seguir mamando, chupando y lamiendo toda su verga, incluso hasta sus oscuros testículos, los que chupaba por completo, introduciéndolos totalmente dentro de mi boca.
Así continué por un buen rato, él tomó asiento en una cómoda butaca colocada frente a su televisor, mientras que yo continuaba mama que mama.
En cierto momento, el mismo me pidió que me detuviera, y sin dejar de agarrar su verga me dijo que deseaba ver como yo bailaba frente a él, pero sin quitarme toda la ropa, a lo sumo los pantis.
Yo por mi parte tratando de mostrarme lo más seductora posible, comencé a mover mis nalgas frente a él, contoneando mi todo cuerpo, para luego lentamente y de manera bien discreta, ir bajándome los pantis, sin que mi pedacito de carne fuera expuesto, por aquello de no romper la ilusión que deseaba crear.
Él se veía sumamente satisfecho por lo que estaba ante sus ojos, de momento se puso de pie, y mientras que yo prácticamente me encontraba en cuatro patas, me tomó por la cintura, y con su gruesa y larga verga comenzó a pasarla entre mis nalgas.
En ese mismo instante como que caí en cuenta de lo que estaba a punto de pasarme, y aunque quizás pude salir corriendo, decidí esperar a ver qué sucedía, algo en mi me pedía que me dejase penetrar.
Sus dedos fueron embadurnados, con su propia saliva, y luego los sentí como se iban abriendo paso entre de mis nalgas, al poco rato, los extrajo, y casi de inmediato sentí la caliente y dura cabeza de su verga, como me la fue enterrando dentro de mi culo.
Yo chillé por el dolor que sentía, y hasta unas cuantas lagrimas corrieron por mis mejillas, hasta que finalmente sentí que tenía dentro de mí, toda su gruesa verga.
Al principio algo adolorido, y quejumbroso, maldiciendo la hora en que permití que todo eso sucediera, no hacía otra cosa que quedarme quieto, pero de momento me dijo, acercando su boca a mi oído. “Relájate nena, y comienza a mover ese sabroso culito que tienes, para que tanto tu como yo lo disfrutemos.”
No bien había terminado de decirme eso, cuando sentí sus labios y dientes sobre mi nuca, mordisqueándome suavemente, él me lamía las orejas, al tiempo que comenzó a bombear mis nalgas, metiendo y sacando casi totalmente su verga de mi culo.
Yo, aunque de manera lenta, comencé a mover mi culo, y a medida que lo iba sintiendo más y más dentro de mí el dolor fue dando paso a una gran satisfacción, como nunca antes la había sentido.
Y eso, que esa fue la primera vez, que alguien me daba por el culo, a medida que continuó clavando su verga dentro de mí, yo más y con mayor fuerza movía mis caderas.
Estaba disfrutando plenamente el ser sodomizado por él, así que al tiempo que el continuaba metiendo y sacando su gruesa verga de mi culo, con mayor fuerza yo restregaba mi cuerpo contra el de él.
Esa madrugada, me hizo sumamente feliz, aunque no les voy a negar que me dejó mi pobre culito bien adolorido.
Cuando después de un largo rato, finalmente se vino dentro de mí, me sentí en la gloria, y traté de ponerme a masturbarme, pero él lo evitó, agarrando mi propia verga, y jalándomela de una manera, que, en cosa de tres o cuatro segundos, ya yo me había corrido también.
Por un buen rato me quedé con su verga dentro de mi culo, hasta que él dándome una fuerte y sabrosa nalgada me dijo que me fuera a lavar.
Yo no tan solo me lave, sino que también me dediqué a lavar su verga, para luego sin que ni tan siquiera me lo insinuase, dedicarme nuevamente a mamársela, hasta que lo hice correrse dentro de mi boca.
Ese día salimos de su apartamento ya casi amaneciendo, antes de quedarme en casa, quedamos en vernos nuevamente, siempre y cuando yo llegase hasta su apartamento vestidito de mujer, cosa que al principio se me hizo algo difícil.
Porque como iba a salir yo de casa así vestido, después de un buen tiempo que pasé con él, he tenido otros compañeros, pero seguramente ninguno como él.
Me gustó este relato y me trae a colación la razón de.mi identidad trav. Esperaba sentada en el sofá la llegada de Mike. Vestía un peto rojo y faldita y colaless del mismo color. Medias de encaje y tacos.
Cuando me vio, Mike me trató de Juana y caliente me puso en cuatro me metió su verga a fierro pelado hasta dejarme su carga de semen que se deslizó por mis piernas…
Desde ese momento mi ser fue el de una loca por el sexo: Juana, la loca por el pene…