Luego de la expiación
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Cuando la sesión de sexo oral termino, cuando tragar por segunda vez de forma ininterrumpida sus 22cm de de puro placer y nectar celestial, nos dimos un respiro, una oportunidad para limpiar nuestro pecado y para descansar un poco.
Fueron dos horas inagotables.
En ese momento ya no existia rencor ni remordimientos, solo habia paz, lujuria y ganas de más.
Por eso al terminar su ultima sesión de sexo oral, donde me deleite exquisitamente con aquel maravilloso jugo, que ya muchas veces fue un placer haberlo bebido (ese día me parecio sublime), nos dirigimos a la bañera.
Ahí cada uno de forma altenada se fue mojando con agua tibia y agradable.
Él pidió el primer turno para usar el jabón.
Comenzó de forma muy suave a pasarlo por mi cuello, haciendo movimientos suaves y delicados, brindandome un masaje tan débil que lograba llevarme a niveles inalcanzables.
Siguió su labor por mi pecho deteniéndose en cada uno de mis pesones a la par de mis brazos y axilas.
En ellos se perdió infinitamente, rozandolos y sintiendo a cada una esas partes, recorriendo cada rincón sin dejar rastro alguno de todo lo anterior acontecido.
Para esa época aún contaba con 120kg en total y el tamaño de mis pectorales eran algo exagerado, cuestión por la cual no solo tomo su tiempo en lavar, sino que también jugo con ellos.
Mordiendo suavemente a cada uno, sacando el jabón y besando cada espacio, para volver a enjabonarlos y masajearlos.
Cuando ya notó su clara demora, prosiguió por mi abdomen e ingle, dando una especial atención a mis testitulos.
Estaban duros y colgantes, ardientes y deseosos, hinchados y espectantes.
No tardo en atenderlos, en saborearlos, en comerlos.
En ese momento olvide toda sensación vivida, toda experiencia pasada.
Sentí que de verdad podía flotar.
No fue mezquino con ninguno, los lleno de saliva, los mordió de forma suave y de forma ruda, los metio en su boca con delicadeza y con rudeza, los hizo suyos y me recordó sin dudas que sólo a el le pertenecían.
De igual forma así lo hice con mi pene.
No dudo en meterlo hasta el fondo, en perderlo en su garganta.
Saboreó mis 15cm con mucha hambre, con desesperación.
Cada succión y cada mordida, libraban de mi de forma excesiva mi líquido seminal.
Él no permitió que ninguna de ellas se escapara.
Mordía incluso mi glande exigiendo aún más, y por cada roce, mis boca soltaba increibles melodías de placer.
Luego de eso, y antes de llegar al punto final, se detuvo.
Se detuvo y de forma exagerada me giro contra la pared.
Me giro y me tomo del pelo, me tomo del pelo y me inclinó hacia adelante.
Me dejo en esa posición y se adueñó de mis glúteos.
Como tantas otras veces, comenzó bajando lentamente con su lengua, no dejo ningún espacio sin recorrer.
En ella no paso jabón, ni siquiera llego a darme un beso negro.
Simplemte mordía de forma violenta las periferias y me azotaba por cada leve sonido que realizaba al morderme.
Yo en ese punto no podia contener el dolor ni el placer.
Me era imposible no quejarme y mucho menor me era imposible no suplicar por más.
Y gracias a ello, me obligo a arrodillarme en la misma posición, sin mirarlo, sólo observando la pared.
En mi interior sabía lo que vendría, una nueva explosión en mi garganta, donde dejaria mis ojos llorando y la boca repleta de nectar.
Y simplemente me equivoque.
Comencé a sentir el agua más tibia de lo normal, sentía su mirada penetrandome y sentía en mi cuerpo una sensación extraña.
Veía la espuma deslizarse por mis formas, sentía su respiración agitada.
Sólo fue cuestiones de segundos para girarme y sentí el agua aún mas fuerte sobre mi cara.
Quemaba y mitigaba mi calentura.
Avivaba su deseo y complacía su fantasía.
Fue en ese momento donde me sentí totalmente suyo, fue ahí que entendí mi destino, yo era su presa, su mascota, su premio.
Me marcó como si de un poste o un arbusto de tratara.
Me hizo sentirme un esclavo, su esclavo.
Hasta que decidió ponerme de pie y nuevamente mirando hacía la pared.
Aún resuenan en mi sus palabras -esto tarde o temprano tenía que hacerlo-.
No comprendí si se refería a la acción ejecutada o era la antesala de lo que se vendría.
Pero eso ya es parte de la próxima historia.
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