Machito mujeriego es abusado por su hijo
Hombre maduro es sodomizado por su propio hijo.
Antonio es un hombre ya bastante maduro. Desde que se casó, muy joven, hasta hace relativamente poco tiempo, disfrutó coger con cuanta mujer se le pusiera enfrente.
Actualmente ya está viejo. La verga ya no le responde, pero aún hay una parte de su cuerpo que puede dar mucho placer: su culito vírgen. Y su hijo va a disfrutarlo plenamente…
Su hijo menor nunca sintió un cariño fuerte hacia él. Más bien, le desesperaba su forma de ser. Y, desde hace años, cuando el viejo se emborrachaba, aprovechaba para sacar información de sus aventuras, a la vez que lo manoseaba cuando Antonio ya estaba demasiado ebrio.
Esta vez, sin embargo, ya se cansó de toqueteos y de fantasear. Está dispuesto a enterrar su verga en esa cueva sagrada, ese agujerito antiguo y aún vírgen. Aprovechó que el papá ya llevaba tiempo sin probar una gota de alcohol. Días atrás estuvo haciéndole plática para tentarlo a beber. De igual forma, ya se había preparado con una botella de mezcal. El sábado por la tarde, Antonio ya había comprado algunas cervezas y ya estaba alegre. Luis le dijo que si podía ir a su cuarto a ayúdarle a mover un ropero. Antonio vio la botella y le brillaron los ojos. Su hijo le dijo que podía invitarle pero con la condición que no le dijera a su mamá que él le había ofrecido el alcohol. El viejo cayó en la trampa, y se chingó varios tragos. Luis esperó a que la madre se fuera a dormir (los esposos ya no dormían juntos desde hace décadas) y bajó a la recámara del viejo a hacerle plática. Al poco tiempo el papá ya estaba bastante ebrio, pero no lo suficiente para dejarse profanar. No había opción: un pequeño somnífero hecho polvo fue a dar al vaso donde le sirvió el alcohol. No hubo que esperar mucho pues a la media hora el plato estaba servido. El hombre quiso levantarse a orinar, pero no pudo. «Compasivamente» su hijo lo ayudó. De igual forma, lo ayudó a regresar a su cama. Con suavidad, lo acomodó convenientemente y comenzó a bajar el pantalón y la trusa. La camisa se la dejó puesta, pues le calentaba mucho verlo con la ropa a medio quitar. Empezó a acariciar las nalgas pequeñas y pálidas, a amasarlas y a morderlas. El otrora macho y semental, ahora estaba inconsciente y sometido a su hijo. Por impulso, comenzó a lamer la oreja de su padre, el cuello, la espalda. Estaba como poseído. Tomó el frasco del lubricante y vació una cantidad generosa en el culo de su padre. Se puso un condón y le echó también. Su verga estaba a punto de estallar. Por fin iba a explorar ese terreno nunca antes profanado. Antes metió un dedo. Luego dos. Y por último, se animó. Ahí estaba esa cabeza entrando por el tunel apretado de su padre. No lo sintió tan apretado como imaginaba. Pero el morbo de ver como iba entrando y luego voltear a ver como el rostro estaba pegado a la almohada y su boca babeaba, lo prendió y le dejó ir todo el chorizo. La bombeada duró poco porque la calentura lo hizo explotar. Pero a los 20 minutos el pito del hijo se volvió a parar y estaba listo para una nueva faena. Se puso otro condón mientras veía el que se había quitado hace poco, con restos de sangre y algo de excremento. Pensó: «Ni modo, papito. Naciste para dar placer y ahora te toca dármelo a mí. » Esta vez el mete y saca duró más, pero salió tanta leche del pito del hijo como la primera vez. Al terminar, besó las nalgas, recogió los condones; limpió con cuidado el culito de su padre. Le dió un besito en la oreja derecha. Le tomó unas fotos al cuerpo desnudo y recién violado. Lo vistió. Y se quedó a dormir cerca para cuidar de él. A la mañana siguiente, el padre se despertó pero aún tenía los efectos del somnífero. A las horas se fue recuperando. Cuando regresó de cagar comentó que le dolía el culo, pero lo atribuyó a hemorroides. Luis le dijo que si quería le compraba un anestésico para que se sintiera mejor y todo siguió como si nada hubiera pasado.
Espero les guste mi relato.



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