Mariano y su sobrina Daniela (Iniciación)
Daniela, de 15 años, llega a casa de su tío Mariano con un videocasete y un plan perverso. Manipula y seduce a su tío, entrando a su juego de poder, tabú y violencia..
La lluvia sonaba en los cristales de la casa de Mariano cuando el timbre retumbó en la casa. Mariano apartó la cortina con dos dedos, ahí estaba Daniela, empapada pero envuelta en un abrigo de lana negra demasiado grande para su pequeño cuerpo. Las gotas resbalaban por las botas altas de cuero, brillantes bajo la luz de la calle.
Al abrir la puerta, el aire frío trajo su perfume —jazmín barato, pero agradable—.
—Tío… —susurró, sacudiendo el agua del cabello—. Traje algo para ti.
Mariano observó un bulto bajo su brazo izquierdo: una bolsa de papel manchada de humedad.
—Son las once, Daniela.
Ella puso una sonrisa angelical y apoyó una mano en el marco, rozando su pecho al pasar. El abrigo goteó sobre el piso.
—¿Veniste sola? —preguntó él, cerrando la puerta con el codo y avanzando hacia la sala tras de Daniela.
—Sí, mi mamá tuvo fiesta en su trabajo, me dijo legará hasta la mañana.
Dejó caer la bolsa sobre la mesa con un golpe sordo. Dentro, un videocasete sin etiqueta.
—Ya lo miré— dijo, abriendo el cierre del abrigo hasta el pecho—. Y para ser honesta, me sorprendió.
Mariano apretó los puños. Habían acordado que si le disgustaba el contenido no se volvería a tocar el tema, pero ahí estaban hablando de nuevo acerca del vídeo, eso solo significaba una cosa.
—Sal ahora mismo.
Daniela se rió, dejando caer la el abrigo al suelo. Bajo él, un body negro de red con un enorme huevo en la entrepierna y una diminuta tanga de hilo que apenas le cubría, además de tacones. Una excelente elección para su pequeño cuerpo de 15 años.
—Hace calor, ¿no? —murmuró, pasando un dedo por su clavícula—. Aunque tú siempre sudas… hasta cuando duermes.
Él dio un paso atrás. El espejo del pasillo reflejó su silueta —ella delgada pero curvas interesantes, él rígido como un ataúd de pie—.
—¿Qué quieres?
—Que me enseñes… —avanzó, hacia él— …a coger como en tu video.
El repasaba mentalmente los detalles del vestuario de Daniela, cada detalle era una réplica exacta una de las chicas de la grabación. —¿Te gusta mi ropa, tío? —preguntó, pasando las palmas por la red negra—. Lo compré… tomando como modelo a la chica del video.
Mariano tragó en seco. El whisky le ardía en la garganta.
—Te vas ahora mismo.
Ella se acercó, haciendo sonar los tacones sobre el suelo.
—Mentiroso —susurró—. Tus ojos no dejan de mirarme aquí —se señaló el pequeño trozo de tela que le cubría la panocha—. Ésta vez me depilé toda, mira parece de niña .
Un espasmo le recorrió el cuerpo de Mariano. Daniela lo notó y sonrió —Mira, también traje unos dibujos —, abriendo un pequeño cuaderno sobre la mesa. Páginas y páginas de posturas copiadas de los videos, pero con su propio rostro y cuerpo dibujado en cada una. En la última hoja, un boceto de Mariano con el cinturón desenrollado, y una anotación con lápiz: «La práctica hace al maestro».
—Me toqué imaginando esto —confesó, guiando su mano hacia el cuaderno—.
—Me encantó cuando la azotas con el cinturón—
—¡Esto es una perversión!
—No —Daniela se subió de un salto a la mesa, separando las piernas hasta hacer crecer el hueco en el body de red—. Esto es un tributo. Yo quiero… lo que les hiciste a ellas.
Él retrocedió, pero su mirada se clavó en el hilo negro de la tanga corriendo desde la espalda entrando en medio de sus nalgas hasta perderse entre sus labios vaginales.
—Mírame —ordenó ella, bajando la voz a un susurro ronco—. Dime qué parte de tu «perversión» quieres que haga primero.
Con dedos que apenas temblaban, Daniela deslizó el su mano desde el ombligo hasta el cuello, apretándolo con fuerza.
—¿Te gustaría apretarme? Yo sé que sí —presionó más sobre su cuello—. ¿mientras me perforas aquí…? —llevo su otra mano a desplazar la tanga hacia un lado dejando a la vista su panocha juvenil— …porque ahí siempre enfocabas la cámara.
—Vas a arrepentirte de esto.
Daniela ladeó la cabeza, jugueteando con su clítoris.
—Lo dudo… porque ya tengo mojado el chocho desde que toqué el timbre.—
El cuaderno cayó al suelo cuando Mariano empujó a Daniela sobre la mesa. Su aliento olía a whisky barato y a culpa reprimida.
—Comeme donde las otras no querían— susurró Daniela, alzando las piernas y arqueando la espalda hasta que logro colocar el trasero hasta la altura de la cara de Mariano. Sus dedos ahora jugaban en la entrada del pequeño orifico tras su vagina.
Mariano la agarró por las caderas y sumió la cara en la entrepierna de Daniela, dando lamidas planas y largas sobre el clítoris.
—Ahhh tío! — Ella se retorció al sentir su boca.
—¿Esto es lo que quieres? —gruñó, mordiendo uno de sus labios vaginales hasta dejar marcas rojas en él—. ¿Querías comprobar si era verdad todo lo que viste?
Daniela resopló fuerte, frotándose contra él como una gata en celo.
—No quiero que me trates como a ellas— dijo, lamiéndose los labios —. Quiero que trates peor.
Mariano comenzó a desabrochar su cinturón, un brillo apareció en los ojos de Daniela, mariano lo dejó caer al suelo.
—Eres una niña estúpida jugando con fuego.
—Entonces quémame— retó, abriendo las piernas lo suficiente para que sus labios vaginales también abrieran—. O ¿es que ya no puedes hacerlo como antes?
Mariano maldijo entre dientes y hundió los dedos en el elástico de la tanga, tirando con brusquedad hasta que ésta se rompió y la aventó a un lado. Daniela gimió, pero no de dolor.
—Sí… así— jadeó, mordiéndose el labio lascivamente—. Usa esos dientes como en el video.
Las manos de Daniela se enredaron en su pelo canoso, guiándolo hacia donde el calor era más intenso. Mariano mordía con fuerza, no solo los labios íntimos, también mordía con fuerza el clítoris hasta dejarlo hinchado y muy rojo.
—No te detengas— ordenó, apretando sus muslos alrededor de su cabeza—. Ahógame de dolor.
Mariano mordió con fuerza un labio, haciéndola gritar sonoramente y retorcerla de dolor. —Espera, eso me doli…..— Daniela con lágrimas intentó zafarse e incorporarse, solo logrando recibir una fuerte cachetada —Cállate puta— dijo mariano, ahora tomándola del cuello y bajándola violentamente de la mesa —Ya solo puedes obedecerme—
Afuera, la lluvia comenzó a golpear los cristales con más fuerza, ahogando los sonidos de dolor.
Mariano la colocó a gatas frente al cuaderno caído, tragó saliva al ver los dibujos detallados en tinta roja y lápiz, cada uno más explícito que el anterior. Daniela aparecía en todas, pero en algunas páginas había esbozos de otras figuras femeninas – siluetas reconocibles de las grabaciones.
—¿Qué mas hay aquí?—
—Practiqué con mis dedos… y con esto— dijo Daniela, extendiendo la mano y sacando de entre las bolsas del abrigo un dildo con forma de tentáculo de pulpo humedecido por la lluvia, dejándolo caer sobre el dibujo de Mariano con el cinturón levantado.
El aire se espesó con el olor a mujer excitada y silicona caliente.
—La página 24 es mi favorita— susurró, pasando las hojas hasta mostrar un boceto de ella misma de rodillas, con un cinturón en el cuello y la lengua extendida hacia la verga de su tío, dibujada con especial atención. —Me vine tres veces dibujando esta. Quiero tu verga ahogándome.—
Mariano sintió cómo el sudor frío le corría por la espalda mientras se quitaba el pantalón y alcanzaba el cinturón del suelo, rodeando con éste el cuello de la chica. Encajó la otra punta en la hebilla y jaló con fuerza.
Daniela no espero órdenes, con las manos buscó la verga erecta de su tío y la llevo a su boca tratando de tragarla por completo, mientras el tío colocaba el tentáculo de pulpo en el suelo bajo el culo de la chica.
—Antes de seguir, métete la punta en el culo— ordenó Mariano —hasta donde no puedas más—
Daniela obediente, insertó el delgado extremo del dildo en su culo, empujando poco a poco y aguantando el dolor hasta que no pudo entrar un centímetro más.
—Ahora saca tu teléfono y dámelo— Mariano la rodeo hasta mirarla por detrás, se aseguro de encuadrar bien a Daniela con el cinturón en su cuello y el dildo insertado en su ano, le tomó una primer foto.
—¿Quien es tu mejor amiga?— preguntó Mariano —la tengo como Sofy Mor—
Mariano abrió el WhatsApp de Sofy, y poniendo como texto “Mor, mira como me tienen, y me encanta.” envió la foto. Puso el cel de Daniela en silencioso y lo dejó sobre la mesa.
—NOOOOO ¿QUÉ HACES?— reclamo Daniela, mientras su tío la empujo hacia abajo, haciendo que el pulpo se insertara más en su culo y la enorme verga de su tío comenzaba a entrar por su boca.
Mariano la tomo del cabello y le perforó la boca lo mas profundo que podía, a Daniela le comenzaron a brotar lágrimas, parte por el dolor en el culo, parte por aguantar las arcadas y parte por no poder respirar normalmente. Pero el cinturón se mantenía flojo.
En algún momento Mariano logró traspasar la garganta de Daniela, ella no pudo hacer nada mas que aguantar la verga de su tío con los huevos pegados en sus labios. En ese momento Mariano aprieta con fuerza el cinturón en el cuello de Daniela cortando por completo la respiración. Daniela intentaba sacar la verga del tío para respirar, pero el sólo apretaba mas el cinturón, sobre el cuello y sobre la verga.
Pasaron solo unos instantes para que Mariano comenzara a aventar su espeso semen en la garganta de Daniela, dándose el tiempo para vaciarse todo. Solo entonces comenzó a aflojar en cinturón, Daniela cae casi inconsciente y escupiendo flemas con semen por su boca, con los ojos rojos y llenos de lágrimas.
—¿Así querías que te tratara? —rugió Mariano, quitando el cinturón del cuello y doblándolo en dos—. ¿Como a una puta de esos videos?
Daniela no podía ni responder, tan solo estaba llorando con la cara agachada casi tocando el suelo, se había olvidado de su culo, su pequeño culo se había tragado casi todo el tentáculo sin darse cuenta.
La chica apenas estaba tomando consciencia del objeto dilatando en exceso su ano cuando el primer azote cayó sobre sus nalgas con un chasquido seco, dejando una franja rosada que inmediatamente se volvió rojo intenso. Daniela gimió, pero no de dolor, aquella acción la hizo olvidarse de nuevo de su ano y le hizo arquear la espalda, presentando más carne para el castigo.
—¡Dame otro! —exigió, exponiendo hacia arriba sus nalgas y mostrando insertado el tentáculo en su culo como un trofeo. —. ¡Más fuerte!, como cuando le rompiste la piel a esa rubia del casete!
Mariano sintió el sudor correrle por la sien. El aire apestaba a sexo y a cuero caliente. El segundo golpe cruzó las nalgas de Daniela con precisión quirúrgica, levantando un gemido gutural que resonó en la habitación.
—¡Ah no mames! Sí… wey, sí… — jadeó ella, revolviéndose para mostrar la humedad brillante entre sus piernas
Mariano encontró de nuevo el cuello de Daniela, ésta vez con sus manos. Sometiéndola dejó el tentáculo intacto en el culo de su sobrina, y colocó su verga en la entrada vaginal. Antes de que Daniela pudiera decir algo, ya tenía la larga verga de su tío metida hasta el fondo en su vagina.
Mariano apretaba fuerte el cuello de Daniela con ambas manos, mientras se daba el lujo de penetrarla lentamente, sintiendo en el interior de la vagina la minúscula vibración por la textura de los tentáculos en el dildo insertado en el culo de la pequeña chica.
Daniela no podía gritar el enorme placer de ser penetrada simultaneamente por su tío en la panocha y por el tentáculo en su ano. Simplemente se sumergió en un trance sexual que le permitía el goce de sentirse abusada, sin tener presente nada más.
—Ahora eres mí propiedad, como lo fue en su tiempo la chica del video— Dijo Mariano, soltando levemente el cuello para esperar una respuesta.
—Yo no soy ella —expresó con trabajo, apretando la mano callosa de Mariano en su cuello—. Soy mejor. Más joven. Más hambrienta.
Cuando los dedos se apretaron mas alrededor de su garganta, Daniela explotó de placer.
—¡Hijo de tu puta madre! Ahhhhhhh, más, dame más, sí, más fuerte… Pendeja, eres una pendeja — sus piernas temblaron y todo su cuerpo se estremeció con fuerza animal.
—Así… oh dios, así… —el body de red se desgarró cuando él la penetró con un empujón brutal, las manos todavía enrolladas en su garganta—. ¡Dame otra vez con el cinturón mientras me lo haces!
El sonido del cuero contra la piel se mezcló con sus gritos orgásmicos. Daniela alcanzó entre jadeos el teléfono en la mesa, activando la cámara con dedos temblorosos.
—Quiero… grabar… tu cara… cuando te vengas dentro de mí —entrecortó, mientras la verga de Mariano bombeaba su vagina—. Para presumir lo que tengo.
La grabación capturó el momento exacto en que Mariano le llenaba de semen la vagina—los ojos en blanco, la boca torcida en un gruñido primitivo, las venas del cuello como cuerdas de violín. Daniela sonrió para el video, mostrando los dientes manchados de lápiz labial, unas manos en su cuello, y a su tío eyaculando dentro de ella (lástima que no se veía el tentáculo insertado en su ano).
Fuera, un trueno sacudió la casa, pero nadie lo escuchó.
—Para la próxima toma… —susurró directamente a la lente— …traeré a mi amiga. A la que le mandamos la foto.
Y le envió el nuevo video a Sofy Mor.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!