Mariconcito, ya es hora de que me vuelvas a dar el culito.
un par de excompañeros de clases se rencuentran, se ponen a beber, y el recién llegado le pregunta al otro si su mujer sabe lo de ellos dos, confundido el otro no sabe de lo que le habla, hasta que el recién llegado le recuerda que cuando mezcla las bebidas le da por dejarse dar por el culo. .
Mariconcito, ya es hora de que me vuelvas a dar el culito.
Cuando recibí la llamada telefónica de mi ex compañero de clases, diciéndome que se encontraba en la ciudad, me alegré mucho.
Ya que ambos estudiamos juntos en la Universidad, y pasamos muy buenos ratos. Por lo que llamé a mi esposa, y le comenté que había quedado en encontrarme con mi amigo.
Fue cuando ella me dijo, que justo su mamá le había terminado de llamar, pidiéndole que le fuera ayudar, ya que su hermana comenzó labores de parto, y ella debía ir ayudar a su mamá con los otros hijos de mi cuñada.
Mi amigo y yo, quedamos en encontrarnos en un conocido café, y desde que lo vi llegar, comencé a recordar todas las barbaridades que habíamos hecho.
La verdad es que no me acordé de todo, apena me vio me dio un fuerte abrazo, y sonriendo me dijo. “Tengo entendido de que te casaste.” a lo que yo bien orgulloso le respondí que sí.
Fue cuando en un tono de voz más discreto, me preguntó. “¿Y tú mujer sabe lo nuestro?” A lo que yo algo confundido, le respondí que no. Él continuó, diciéndome. “Mejor así.” y comenzó a preguntarme por el resto del grupo.
Mientras que yo, me quedé tratando de aclarar mis pensamientos, ya que eso, de lo nuestro me tomó desprevenido.
Yo la verdad le daba vueltas a mi cabeza tratando de descifrar a que se refería, con esas palabras.
Por lo que ya después de salir del café e irnos a un pub, no pude aguantar más y se le pregunté. “¿A qué te refieres con lo nuestro?”
Mi amigo, se me quedó viendo, algo extrañado, y lleno de curiosidad me dijo. “Ahora me vas a venir con el cuento de que no te acuerdas de todas las cosas que hicimos juntos en la cama.”
Yo me quedé petrificado, ni idea tenía a lo que él se refería, y así se lo hice saber.
Fue cuando me dijo. “Acuérdate que cuando mezclas bebidas, siempre terminabas dejando que yo te diera por el culo.”
Yo asombrado le respondí que eso no era cierto, y que además era algo imposible que sucediera. “Ya que no acostumbro a mezclar bebidas.”
A lo que me respondió. “Por eso precisamente, como que cuando mezclas cerveza, con cualquier otra bebida fuerte, ya a los pocos minutos, estabas buscando que yo te midiera el aceite, cuando no era que deseabas hablar por mi micrófono.”
Yo la verdad es que no lo podía creer, y así se lo hice saber, así que algo indignado le dije. “No te creo, yo jamás me acostaría con otro hombre, y menos dejaría que me comiera el culo, eso es un cuento tuyo.”
Mi amigo, sencillamente, me dijo. “Si no me crees, lo podemos resolver de una manera bien sencilla, tú comenzaste bebiendo cerveza, si quieres, o si te atreves, para que veas que yo no miento, pide un tequila, ron, o güisqui, para que veas como en cosa de unos minutos, te entran las ganas de que te dé por el culo.”
Yo la verdad es que no sabía si creerle o no, por lo que cuando me volvió a decir. “Vamos atrévete, pide un trago fuerte, para que veas lo mucho que gozas cuando te lo meto.”
Yo estuve a punto de pararme de la mesa y retirarme, pero no sé si fue la curiosidad, o que, en lugar de marcharme, le dije. “Ok, yo voy a pedir un tequila, ¿y tú que vas a tomar?”
Por lo visto se te olvidó que yo lo que bebo es vodka, así que ya sabes, lo único que te pido es que te controles, por lo menos mientras salimos del pub.
Yo lo cierto es que pensé que era un vacilón de mi amigo, pero después de que me tomé el primer tequila, como que, de momento, si me acordé no tan solo que, en muchas ocasiones, él me había comido el culo, sino que yo voluntariamente también le había mamado su verga.
Aunque no le dije nada, cuando él me invitó la segunda ronda, yo gustosamente la acepté, y de momento como que mi mano se deslizó sobre su rodilla hasta su verga.
Fue cuando él me dijo. “Ya, contrólate, no quiero hacer un espectáculo aquí. Nos tomamos esta, y nos vamos a mi hotel.”
Yo de un solo trago me bajé el segundo tequila, y desde que salimos del pub, hasta que llegamos a su hotel, no dejé de decirle lo mucho que me hacía falta su verga, aunque a la vez, no podía creer que yo mismo dijera esas palabras.
Así que apenas entramos a la habitación, sin que él me dijera nada, me desnudé completamente, al mismo tiempo que mi amigo lo fue haciendo.
Así que apenas se recostó en su cama, yo me le tiré encima con la boca bien abierta, buscando con mis labios su parada verga.
Yo estuve mama que mama, lamiendo sus testículos, su colorado glande, y pasando mi lengua y labios a lo largo de todo el tallo de su verga, hasta que me dijo. “Mariconcito, ya es hora de que me vuelvas a dar el culito.”
Yo, aunque llevaba mucho tiempo sin dejar que nadie me comiera el culo, de inmediato, le di la espalda, y separando mis piernas lo más que pude, le ofrecí mis pálidas nalgas.
Él comenzó a penetrarme, al mismo tiempo que yo chillaba tanto de dolor como de placer, y a medida que su verga fue atravesando mi esfínter, como que fui recordando el sin número de ocasiones en que cuando yo me emborrachaba, mi amigo, y otros chicos, me comían el culo en la universidad.
El resto de la noche, fui sintiendo una, y otra vez, como su sabrosa verga se fue abriendo paso entre mis nalgas, al tiempo que yo no cesaba de mover mis caderas, y disfrutando de todo lo que mi amigo me hacía.
A la mañana siguiente al despertarme, me encontré con que mi amigo, se encontraba trepado sobre mí, con su verga bien dentro de mi culo.
En ese instante, no hizo falta de que yo estuviera borracho, para dejar que me siguiera dando sabrosamente por el culo.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!