Me aproveché de una muchacha
Estaba en un momento de debilidad y lo usé a mi favor..
Es mi segundo relato y como lo dije antes, soy un hombre de 70 años, solo tengo un hijo pero ya hace mucho que no vive conmigo, además llevo divorciado muchos años y no me he vuelto a casar, pero he tenido una vida sexual interesante a partir de ese momento, y con algunas chicas bastante más jóvenes que yo.
Casandra por ejemplo era una muchacha de 21 años, esto fue muchísimo tiempo, yo tenía unos 55 años más o menos. Ella vivía cerca de mi casa, no era femenina, no se maquillaba, tampoco se aseaba mucho, siempre vestía ropa deportiva de calidad dudosa ya que su familia no era para nada adinerada, también hablaba más como hablaría un chico que una chica. Pero aunque todas estas características hacían que Casandra pasara un poco desapercibida a la hora de atraer chicos, yo siempre la encontré muy linda y sobre todo muy sexy. A pesar de no ser muy femenina tenía un rostro de rasgos finos y muy lindos, tenía un cuerpo hermoso, sus pechos eran enormes y bien formados, su culo era grande y redondo, una exquisitez que casi nadie notaba.
Casandra tenía muchos problemas en su casa, no sé exactamente porque aunque hablaba bastante con ella. Pero un día la encontré cerca de mi casa, en un parque tarde por la noche, su mamá la había golpeado y la habían echado de su casa, estaba quebrada y no paraba de sollozar y no paraba de decirme que no tenía donde ir. Yo vivía solo, hasta el día de hoy, aunque le tenía cierta confianza, no me sentía cómodo diciendole que pasara la noche en mi casa, además pensaba que se negaría, pero para mí sorpresa fue ella quien me lo pidió, hacía frío y no tenía muchas opciones.
Le ofrecí lo mejor que tenía y traté de ser una compañía fortalecedora, no era fácil para ella siendo tan joven vivir eso. Casandra no quería volver a su casa, estaba aterrada, por lo que se quedó varios días en la mía. La verdad nunca ví a Casandra con lujuria ni nada por el estilo, no tengo problema en admitir que soy muy caliente y me gusta mucho el sexo, pero morboso nunca lo he sido, pero al convivir esos día con ella note más la belleza de cuerpo, quizá el hecho de que una vez, sin querer y sin que ella se diera cuenta la vi desnuda, también influyó.
Mi cuerpo comenzó a reaccionar, tenía erecciones y y me era inevitable pasar las noches masturbándome pensando en sus pechos grandes, su culo perfecto y su vagina con algunos pelos pero que se notaba suave. Cuando me masturbaba pensando en ella perdía el sentido de todo, razón por la que no noté que Casandra estaba parada en la puerta de mi habitación mirando boquiabierta como yo sobaba mi pene de arriba a abajo. Cuando me di cuenta me tapé con vergüenza, hubo un silencio largo, ella estaba roja, se disculpó y se fue. Fui tras ella para decirle que no se sintiera mal, y lamenté con vergüenza que ella tuviera que ver eso, Casandra dijo que no me preocupara, que ella era adulta y sabía que era algo natural y que todos lo hacían, en ese momento no me controlé y le pregunté -¿Tú lo haces?-, ella se puso roja como un tomate y tímidamente dijo -» A veces»- le pregunté si había tenido sexo, – Nunca he tenido novio, no sé suelen fijar en mi, aunque nunca fue algo que me quitara el sueño- me respondió ya más en confianza, -Entonces porqué te masturbas, si no te interesa- le pregunté, – Porque me gusta- dijo algo tímida. Aunque ya no había un ambiente incómodo, si se notaba una gran tensión sexual, tenía mi pene paradísimo, tenía tantas ganas de desnudarla y penetrarla, pero me despedí y me fui a dormir.
No habían señales de que las cosas en tres Casandra y su familia mejorará así que continuó en mi casa, y también continuó la tensión sexual, a veces mi pene rozaba su culo, cruzabamos miradas por lapsus de tiempo largos, hasta que una tarde ella se pone en la puerta de la habitación en donde yo estaba, que era donde tenía mi escritorio en cuál estaba sentado, me llama por mi nombre, y cuando volteo a ver y responde, Casandra estaba en la puerta totalmente desnuda, me quedé petrificado, y cuando estaba volviendo en mi Casandra dice -Quiero que me hagas mujer-, se notaba algo de nerviosismo en su voz, – ¿Qué significa eso?- dije. Casandra responde está vez con mucha más seguridad – Quiero que me cojas. Quiero saber con un macho de verdad penetra a su hembra. Quiero ver cómo usas ese pene enorme que ví el otro día-. No dije una sola palabra y me tiré sobre ella, la di vuelta y así parada como estaba y dándome la espalda le abrí las piernas, incliné su espalda y rápidamente me saqué mi pantalón y ropa interior dejando mi pene expuesto. Me agaché y comencé chuparle la vagina mientras me masturbaba, estaba desesperado por meterselo. Seguía lamiendo su tierna vagina mientras ella gemía tímidamente, hasta que no aguanté más, me paré y puse mi pene en su vagina y se lo metí de una. Estaba apretadísima, ella gritó – Para! Para! Me duele!-, no paré, ella sangraba y yo seguía con mis embestidas -Me duele! Para por favor!- me decía intentando alejarme, pero yo seguía metiendola, era demasiado rico y yo no podía parar. Los gritos de dolor poco a poco se transformaron en gritos de placer, Casandra no gemía, gritaba, y eso me exitaba sobremanera.
La llevé a la cama y la tiré de espalda, ahora podía mirarla a la cara mientras la penetraba. Le chupé un poco la vagina para humedecerla, aunque fue inútil porque ya estaba mojadísima, y continué penetrandola con la misma violencia que lo hacía en la puerta. Me encantaba ver su cara de placer mientras se lo metía a un rito tan salvaje. – Más, Más, Duro, métemelo Papi ah ah ah ah!- gemía y gritaba, y eso me ponía como loco, – Así es como un verdadero macho empotra a su hembra- no bajé nunca el ritmo, solo hasta que eyaculé, dentro de su vagina, chorros y chorros escurrían de dentro de su vagina, ella tomó un poco y se lo tragó, – Siempre lo quise probar- dijo de forma pícara.
Lo hicimos varias veces más, esa misma noche y otros días. Después supe que se había embarazado, pero no sé si de mi. Pocas veces usé condón con ella.
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