Me convertí en la puta de mi primo de 13 años
Era solo un niño de 11 años, pero ya deseaba probar la carne de su primo de 13. La calentura de dos preadolescente los llevo…..
Esta es una obra de ficción gay que encontré en el internet. Los personajes y escenarios sexuales solo existió en la imaginación del autor.
Yo era un niño de 11 años que vivía en la zona rural del sur de México, en un pequeño pueblo que había sido el hogar de mi familia durante varias generaciones. Soy Andy y vivía con mi madre, que trabajaba en una tienda de comestibles local. Mi padre estaba fuera de escena, ya que se había divorciado de mi madre varios años antes. Rara vez lo veíamos, solo alguna visita ocasional. De vez en cuando, le enviaba algo de dinero a mi madre, pero era muy esporádico.
Lo bueno es que teníamos muchos familiares en el pueblo y sus alrededores que ayudaban a mamá a criarme. Mamá tenía dos hermanos menores, ambos casados y con hijos. Entonces, tenía muchos primos en todas partes, algunos mayores, otros menores que yo. Mis tíos eran muy cercanos a mi madre.
Los hechos de esta historia sucedieron a mediados de los años 90. Yo estaba en la escuela primaria, en quinto grado, y mi madre trabajaba en todo tipo de turnos en la tienda de comestibles, así que nunca sabíamos con mucha antelación cuándo estaría en casa.
Como dije, tenía muchos primos, pero la mayoría eran varones. Tenía un par de primas, pero eran mayores que yo y no me relacionaba mucho con ellas. Tenía un par de primos varones que eran casi de mi edad y con los que prácticamente crecí. Había uno en particular que me gustaba más, Marcos.
Marcos vivía con mi tío Oscar y su hermano, Jorge, en las afueras de la ciudad, en una granja de tamaño considerable. Marcos era mayor que yo, tenía 13 años, y ayudaba mucho a su padre, mi tío, en la granja. También era un deportista polifacético que practicaba varios deportes en la escuela.
Yo era un niño típico de la época. Tenía una bicicleta y jugaba Futbol con mis amigos. Sin embargo, no tenía un gran talento atlético. Era un niño tímido, con el pelo oscuro y un poco largo, y rizado. Era en general delgado, pero sin mucho tono muscular. Quiero decir, vamos, solo tenía 11 años. Pero había una característica inusual en mi cuerpo en ese entonces… mis nalgas. Eran considerablemente mas grandes y anchas, sobre todo, la parte superior de los muslos. Mi madre siempre me decía que mi trasero era «bonito». A veces me miraba en el espejo y veía la curva de mi trasero que casi estiraba el asiento de mis pantalones. Rezaba para que se encogiera, para que un día me despertara y descubriera que mi trasero era un tamaño normal para un niño delgado como yo. Quiero decir, no era extraño ni enorme, era regordete y lleno. Y para empeorar las cosas, no debía comprarme ropa nueva hasta justo antes de que comenzaran las clases para el nuevo año escolar, y eso era dentro de meses. Simplemente tendría que conformarme con mis pantalones cortos y viejos que se estaban quedando demasiado pequeños.
Como les dije antes, mi primo de 13 años, Marcos, era mi primo favorito. Crecimos juntos y siempre estaba en mi casa después de la escuela y los fines de semana. Marcos me gustaba mucho y lo admiraba literalmente. Era más grande y más alto que yo. A menudo pasaba la noche en mi casa. Siempre lo molestaba diciéndole que solo quería alejarse de su padre y su hermano y de sus tareas agrícolas. En esa época, Marcos comenzó a interesarse mucho en la lucha libre olimpica.
Había veces en las que jugábamos juntos en mi patio trasero, normalmente jugábamos a policías y ladrones o a cualquier juego que se nos ocurra. Pero últimamente, parecía que lo único que quería Marcos era jugar a la «lucha». Nos quitábamos las camisetas y luchábamos entre nosotros en el césped. Como era dos años mayor que yo y naturalmente más atlético y fuerte que yo, solía tumbarme boca arriba, y caer sobre mi vientre, mientras me sujetaba las muñecas en el suelo por encima de mi cabeza. Nos reíamos y nos burlábamos el uno del otro, y aunque yo solía perder (creo que a veces me dejaba ganar para que siguiera interesado en este «deporte»), siempre me encantaba sentir el contacto de su piel con la mía. Y admiraba el cuerpo en desarrollo de Marcos. Era muy fuerte, comparado conmigo, y me gustaba mirar sus músculos y su vientre plano. A Marcos le habían empezado a crecer algunos pelos en las axilas y en la parte inferior de las piernas. Pensé en mi propio cuerpo, que estaba completamente desprovisto de vello, a excepción de mis largos rizos oscuros. Él parecía un verdadero adolescente y yo parecía un bebé. A veces, cuando me había inmovilizado y estaba sentado sobre mi vientre, notaba con sorpresa que los pantalones cortos de Marcos se abultaban por delante muy notoriamente. ¡Eso ciertamente me interesó!
Un viernes por la tarde después de la escuela, Marcos y yo estábamos peleando en el patio trasero. Era todo lo que quería hacer. Como de costumbre, me inmovilizó sobre mi espalda en un instante y me estaba sometiendo debajo de él, cuando mis ojos bajaron a su entrepierna y pude ver ese notable bulto nuevamente. Él vio mis ojos y Marcos se inclinó hacia abajo para ver que es lo que estaba mirando, se miró el bulto obsceno en sus pantalones cortos. Luego volvió a mirarme y me miró directamente a los ojos, sonriendo.
«Eso a veces les pasa a los luchadores», dijo Marcos, «Nos pasa todo el tiempo».
Volví a mirar su pene apuntando directamente a mi cara. Parecía tan grande. Estaba fascinado y extrañamente excitado. Y aunque estábamos quietos y relajados, mi corazón latía rápido y me retorcí debajo de él.
Siguió mirándome directamente, luego comenzó a frotarse su entrepierna contra mí, haciendo que su bulto tocara levemente contra la piel desnuda de mi vientre. Era tan erótico, pero, a los 11 años, ni siquiera sabía lo que significaba «erótico». Simplemente seguí mirándolo mientras él me miraba.
«Si sigues mirándolo es porque quieres verlo mucho más de cerca, primo Andy». «, dijo Marcos mientras dejaba de frotarlo obscenamente, con eso, Marcos me soltó los brazos y se levantó de encima de mí. Me quedé allí tumbado un momento, asombrado por lo que acababa de pasar, cuando de repente Marcos se rió suavemente y dijo: «¿Ves, Andy? ¡A ti también se te paró!». Para mi horror y consternación, miré la parte delantera de mis shorts y si, allí estaba. Era mucho menos notoria que el bulto que tenia Marcos, ¡pero allí estaba, a la vista de todos! Marcos me sonrió y, volviéndose hacia la casa, dijo:
«¡Vamos, maricón, ya es hora de cenar!».La cena de esa noche fue normal, pero no podía dejar de pensar en la verga de Marcos y en lo dura y grande que debía haber sido para que sobresaliera tanto en sus pantalones cortos de algodón y su ropa interior. ¿Qué tan grande era? Recuerden, no tuve un padre que me hablara de penes y de la pubertad.
Esperaba volver a luchar con Marcos pronto. De repente, me di cuenta de que Marcos debió haber tenido una erección por mi culpa, ¡mientras estábamos luchando, forcejeando y dando vueltas en el patio trasero! Todo ese roce que tuvimos e nuestros cuerpos semidesnudos fue la causa de nuestras notorias erecciones. Aun no entendía bien lo que estaba pasando, pero me estaba empezando a gustar.
Como de costumbre, Marcos pasaba la noche en nuestra casa porque tenía práctica de fútbol en la escuela el sábado por la mañana, y nuestra casa estaba a poca distancia caminando de la escuela. Cuando Marcos pasaba la noche, dormía en mi habitación en un pequeño colchón inflable.
Después de cenar y limpiar los platos, Marcos y yo íbamos al estudio a ver la televisión. No había Internet ni computadoras ni videojuegos en ese entonces. Eras afortunado si tu televisor tenía color. Así que Marcos y yo nos sentamos en el sofá mientras mirábamos una película en la tv. Era un poco aburrido. Yo seguía pensando y recordando cuando Marcos estaba sentado sobre mi vientre desnudo, sonriéndome a los ojos mientras chocaba su pelvis y su enorme y dura verga en mi vientre. Quería ver su erección de cerca, pero al mismo tiempo me daba vergüenza querer verla. Mi madre me daría nalgadas si supiera los pensamientos sucios y asquerosos que tenía sobre Marcos y su miembro. Estaba mal y lo sabía, pero eso no me impidió querer ver la vergota de Marcos.
Finalmente, la tonta película terminó. Mi madre entró y apagó la televisión.
«Muy bien, chicos», dijo, «es hora de acostarse y acostarse».
Marcos y yo nos levantamos y fuimos a mi habitación. Cogí un par de calzoncillos Hanes blancos limpios, una toalla y crucé el pasillo hasta el baño para tomar una ducha caliente. Me sentía sucio por jugar en el patio esa tarde. Me desvestí y tiré mis shorts y mi ropa interior sucia en una pila en el suelo, comprobé la temperatura del agua y me metí en la regadera.
En ese momento, oí que se abría la puerta del baño y Marcos dijo: «Tengo que hacer pis». El inodoro estaba justo al lado de la ducha y oí la orina de Marcos salpicar en el recipiente. Era inusual, pero no inaudito, tener que compartir el baño con alguien. Miré muy silenciosamente por el extremo dela cortina de la ducha y allí estaba Marcos, sacudiéndose las últimas gotas de pis de la punta de su pene. Tenía cuidado de no hacer ningún ruido. Quería ver el pene de Marcos, pero no quería que supiera que lo estaba mirando. Sentí que mi corazón se aceleraba. Marcos se quedó allí de pie… No podía ver su cara. Simplemente sostenía su pene, que estaba flácido pero, incluso así, parecía mucho más grande que el mío.
«¿Te gusta mirar mi pene, Andy?»
Salté hacia atrás de la cortina de la ducha, casi cayéndome, sobresaltado por la voz burlona de Marcos. De repente, la cortina de la ducha se apartó de un tirón y Marcos estaba allí de pie en ropa interior, con su pene todavía en su mano, sonriéndome de manera extraña.
—¿Estabas mirando mi verga, Andy? Te vi en el borde de la cortina de la ducha y estabas mirando mi verga. ¿Te gusta mirar mi verga? ¿Te estás volviendo loco, Andy? —dijo Marcos. Estaba avergonzado y humillado. Sé que mi cara se debe haber puesto roja de vergüenza.
—¡N-no! —tartamudeé. No sabía qué decir. ESTABA mirando la verga adolescente de mi primo, con la esperanza de verla mejor. —¡N… no, no, Marcos! —protesté. Entonces, por alguna razón, miré hacia abajo y vi que Marcos todavía estaba sosteniendo su pene, de pronto, se bajó su ropa interior, y ahora lo acariciaba lentamente, de arriba abajo, mientras Marcos me miraba para ver como reaccionaba. Mi mandíbula se abrió un poco por la sorpresa y el shock. De repente miré de nuevo a la cara de Marcos y, para mi vergüenza, los ojos de Marcos miraban directamente a los míos. ¡Me había atrapado otra vez! Mi cara estaba sonrojada. Marcos me sonrió y sacudió la cabeza lentamente. Su mano nunca dejó de acariciar su pene, lo que me hizo mirar hacia abajo otra vez. ¡A Marcos se le estaba parando! Su pene se estaba volviendo más grueso en su mano, que continuó acariciándolo lentamente.
Entonces Marcos se quitó completamente sus calzoncillos blancos y estaba allí de pie, totalmente desnudo.
«Hazte a un lado», dijo Marcos en voz baja. «Mueve tu culo, Andy, voy a bañarme contigo». No me atreví a mirar mi propio pene, pero moví mi mano contra él y, para mi consternación y vergüenza, supe que mi pequeño pene de niño estaba tan duro como el acero en ese mismo momento. ¿Lo había visto Marcos? Señor, espero que no, pensé.
Marcos dijo: «Has tardado tanto, mirando mi pene y babeando por todas partes, que no habrá más agua caliente para mí. Vamos, amigo, podemos lavarnos el uno al otro para ahorrar tiempo». Empecé a discutir con él, pero me miró con severidad. La decisión estaba tomada y no tenía más opción que aceptarla. Marcos agarró el jabón, lo partió y luego me entregó la otra mitad. Sin más comentarios, comenzó a pasar el jabón por mi esbelto pecho, enjabonándose las manos con la espuma de jabón. Sus manos se sentían bien mientras lavaba mi pecho. Cerré los ojos y sentí sus manos rozando mis pezones con el jabón.
Mis ojos se abrieron de golpe cuando Marcos de repente ordenó: «¡Vamos, Andy, comienza a lavarme también!» Me sonrojé de nuevo mientras hacía espuma y comencé a lavarle los brazos y los hombros. Sus músculos se sentían duros y masculinos para un joven adolescente. «Date la vuelta. Necesito lavarte la espalda. ¡Hombre, estás sucio!» dijo Marcos.
Le di la espalda a Marcos y lo oí silbar suavemente. «¡Guau!», dijo, «¡mira ese trasero! Andy, tienes un trasero muy bonito, ¡casi como el de una chica! ¡Mierda, ese culo si que sobresale ahí, suave y liso!».
Empecé a darme la vuelta en protesta, pero Marcos me agarró del brazo y me apartó de él, con el trasero todavía bajo su mirada. «¡No, Andy, quédate quieto!», me ordenó Marcos. Llamó a mi trasero «culito». ¡Odiaba esa palabra! Estaba avergonzado, humillado. Fue entonces cuando sentí los dedos enjabonados de Marcos recorriendo de arriba a abajo la curva de mis nalgas.
Me encantó la sensación, pero al mismo tiempo, me sentí avergonzado y sucio. Los dedos enjabonados de Marcos continuaron acariciando mis nalgas, luego recorrieron arriba y abajo la curvatura por toda la linea entre ellas, apretando y sintiendo la suavidad de mi carne. Continuó silbando suavemente mientras me palpaba. Luego sus manos rodearon mis caderas y sintieron mi suave vientre, moviéndose sensualmente en círculos, como si estuviera completamente perdido en el momento. Mi pene estaba tan duro que casi me dolía. ¡Esto estaba mal! ¡Esto era sucio y estaba mal! Pero se sentía tan bien, tan maravilloso. Mi pequeño pene e apenas 8 cms se sacudió de repente, y sentí un hormigueo en mis pelotas, como si estuviera a punto de orinar.
De repente, salí de mi estado lo suficiente como para abrir la cortina de la ducha y salir de la bañera. Agarré mi toalla y la envolví alrededor de mi cuerpo desnudo, luego salí del baño sin decir una palabra. Justo cuando me iba, escuché a Marcos reír y decir: «¡Está bien, terminaré con esto y estaré allí en un minuto!»
Al darme cuenta de que había dejado mi ropa interior limpia en el baño en mi prisa por salir de allí, agarré otro par y me lo puse sobre mi pene tenso y duro. Terminé de secarme, apagué la luz del techo y me metí en mi cama. Parecía que solo habían pasado unos minutos antes de que escuchara que la puerta se abría y luego se cerraba. Luego escuché que la cerradura de la puerta se deslizaba en su lugar. La habitación estaba iluminada solo por la pequeña lámpara de noche, pero pude ver a Marcos acercarse a mi cama. Estaba usando solo su ropa interior, pero podía ver claramente su gran pene abultándose obscenamente, tensando la parte delantera de sus calzoncillos. Mis ojos se abrieron. Se acercó a mi cama y se sentó al lado de donde yo estaba acostada de lado, mirándolo.
Él extendió la mano y la colocó sobre mi hombro y dijo: «¿Qué pasa, Andy? ¿Por qué estás molesto? No hay nada de qué molestarse. Sé que te gusta mucho mirar mi verga, ¿no? Te gusta ver cómo se ve la verga de un adolescente, especialmente cuando está dura. Sé que es así. Algunos chicos son así, Andy. A algunos chicos les gustan ver los penes de otros chicos y les gusta jugar con ellos. No hay nada malo en eso, primo, nada en absoluto. Y ese es el tipo de chico que eres, Andy, te gustan más las vergas de los chicos que las chicas y sus coños. Lo sé. Está bien».
Marcos estaba acariciando suavemente mi brazo mientras me hablaba suave y tranquilizadoramente.
Al mismo tiempo, su mano estaba empujando lentamente la sábana de mi hombro hacia abajo y luego hacia mi cintura mientras sus dedos acariciaban mi piel.
Pero no era completamente consciente de eso. No, mis ojos estaban pegados a la hipnótica vista de la tela abultada de algodón que cubría el pene de Marcos entre sus jugosos muslos.
Sus muslos musculosos estaban bien separados mientras estaba sentado junto a mí en la cama. La otra mano de Marcos estaba entre sus piernas, acariciando su pene lenta y uniformemente, hipnotizándome con su poder y tamaño.
En retrospectiva, entiendo que el pene de Marcos no era un monstruo de gran tamaño.
No, el pene de Marcos era solo un poco más grande que el promedio para un niño de 13 años, aproximadamente unos 13 cms de largo y estaba circuncidado. Pero yo tenía 11 años. Mi pene y mis bolas eran comparativamente pequeños y sin vello. Estaba totalmente cautivado por el bulto de Marcos, aunque yo sabía que estaba mal, para mí, el bulto de Marcos era excitante y emocionante de ver. Quería verlo desnudo y duro. Anhelaba tocarlo, sentirlo y envolver mis dedos alrededor de su raíz.
Marcos siguió hablándome suavemente, acariciando mi barriga con una mano mientras acariciaba su duro bulto con la otra. «Está bien que mires mi pene todo lo que quieras, Andy. Está bien si quieres que me baje la ropa interior y la deje afuera para que puedas mirarla. Los chicos como tú son diferentes de la mayoría de los chicos, Andy. A la mayoría de los chicos les gusta mirar a las chicas y sus tetas y sus coños. Sin embargo, hay muchos chicos a los que les gustan otros chicos y les gusta jugar con los penes y los culos de otros chicos. A esos chicos se les llama «maricones» o «maricones». Es lo que son. Y es lo que eres tú, Andy».
«¡No soy maricón!», respondí indignado, con lágrimas formándose en mis ojos. »
¡No soy homo!» Estaba molesto, pero, extrañamente, mi mirada nunca dejó el grueso bulto entre los muslos de Marcos, ni por un segundo. Pude ver una mancha húmeda que crecía en la punta del bulto, justo donde estaba la cabeza el pene de Marcos. ¿Qué es eso? Me pregunté, ¿está orinando en su ropa interior?
«Sí, lo eres, Andy», dijo Marcos suavemente. «Lo sé por la forma en que estás mirando mi verga ahora mismo. La miras como si fuera comida y te estuvieras muriendo de hambre. Sé que quieres que me baje la ropa interior y te deje verla de verdad. Mira lo excitado que me has puesto con solo mirarla. Está dura y tiesa, primo. Está dura y gotea líquido preseminal porque me excita la forma en que te encanta. Sé que amas mi verga. Está bien, nunca le diré a nadie que te gusta la verga. Será nuestro secreto. Nunca se lo diremos a nadie».
Esto estaba muy mal, pensé para mí mismo. Esto es repugnante. Debería decirle a Marcos que se vaya a la cama y me deje en paz. Es vergonzoso. Pero…Pero no puedo. Mi pene está tan duro que me duele. Marcos está siendo muy amable conmigo y yo…
Me encanta mirar su cuerpo y su pene. Dijo que nunca se lo diría a nadie. Marcos es genial, lo conozco de toda la vida. Lo admiro y admiro su confianza en sí mismo. Y es extraño, pero cuando miro el bulto de su pene en sus calzoncillos, como lo estoy haciendo ahora mismo, puedo sentir mi boca inundarse de saliva. ¿Por qué hace eso?
«Quieres que me quite la ropa interior, ¿verdad, Andy?» susurró Marcos.
«Quieres ver mi pene. Sé que lo quieres. Eres un homo, primo, eso es lo que eres. Sé que quieres verlo». Los dedos de Marcos apretaron el bulto de su pene y la mancha húmeda se hizo aún más grande. Sentí que mis ojos se abrían y mi ritmo cardíaco aumentaba. Casi estaba jadeando.
«Dime que quieres ver mi pene, Andy», susurró Marcos, pero con un poco más de urgencia y autoridad que antes. Respiré más fuerte y tragué.
«Dime, pequeño primo homosexual. Dime». Me estaba ordenando que admitiera mi deseo.
«Quiero… quiero ver tu pene, Marcos «, susurré, con la cara enrojecida de vergüenza. ¡Quería verla con todas mis fuerzas!
«¿Qué?» dijo Marcos, «No te escuché, maricón». Tragué saliva y dije, «Por favor Marcos, ¿puedo ver tu pene? Quiero verla. Bájate la ropa interior y déjame ver tu gran verga, ¿por favor?»
«Eso está mejor, primo maricón, aquí está, solo para ti», dijo Marcos con una gran sonrisa en su rostro, y se levantó de donde estaba sentado al costado de la cama. Estaba acostado sobre mi lado izquierdo, frente a Marcos. Su muslo desnudo estaba a solo centímetros de mi cara cuando se puso de pie. Podía sentir que estaba mirando hacia mi cara, sus ojos clavándose en mí. Mi propia verguita me dolía por su dureza. Mi boca se inundó de saliva. Tragué saliva, pero entró más, Su gran bulto en la parte delantera de sus calzoncillos ya estaba empapado. ¿Cómo lo había llamado Marcos? «¿Pre-semen?» Al menos no era pis. Ansioso, observé cómo los dedos de Marcos se tomaban el elástico de su ropa interior y la bajaban lentamente por sus caderas. Marcos se rió entre dientes y dijo en voz baja:
«Andy, ¡deberías ver la expresión de tu cara! Te encanta esto, ¿no?»
Me encantó. Realmente me encantaba esto. Andy se bajó los calzoncillos lenta pero firmemente, ahora sobre su trasero y sobre sus muslos superiores. Al frente, la ropa interior se estiró obscenamente, luego el grueso e increíblemente duro miembro de Marcos apareció a la vista. Andy pudo ver algunos vellos púbicos oscuros y tenues sobre el pene del adolescente. ¡Entonces la erección de Marcos se liberó! Jadeé. Mis ojos se abrieron de par en par. Marcos se rió de nuevo y dijo: «Oh, Andy… ¡eres tan maricón!
Te encanta mi verga, ¿verdad, niño maricon? ¡Maldita sea, primo, estás babeando!». Lo estaba. La saliva se escapó de las comisuras de mis labios y me cayó sobre la barbilla. Estaba mortificado y avergonzado, pero su verga era hermosa. El miembro parecía muy grueso para los ojos de un niño de 11 años. Brillaba húmedo por donde había estado empapado durante tanto tiempo en la ropa interior de Marcos.
«Quieres sentirlo ahora», dijo Marcos en voz baja. No era una pregunta. Era una declaración de hechos que Marcos sabía que era verdad.
«Quieres poner tu mano sobre él y jugar con él», continuó. «Está bien, Andy, eso es lo que todos los maricas quieren hacer. ¡Toma, tócalo!». Una vez más, era una orden, una orden, no una solicitud. Lentamente extendí mi mano. El pene palpitante de Marcos estaba a escasos centímetros de distancia. ¡Estuvo mal, muy mal! Pero ya era demasiado tarde.
Mi mano se cerró alrededor de ese miembro increíblemente duro pero suave. Marcos suspiró en voz alta, casi demasiado fuerte, mientras su pene era tomado en mi mano. Gimió suavemente y yo miré brevemente hacia arriba y hacia abajo, luego volví a mirar mi premio. Marcos tenía los ojos cerrados y su cabeza estaba hacia atrás. Su pene se sentía increíble. Lo acaricié lentamente de arriba a abajo por su joven miembro adolescente, mi mano ahora resbaladiza por el «líquido preseminal» de mi primo.
«Eso se siente tan bien, Andy», susurró Marcos, «¡Juega con mi pene!» El pene de Marcosestaba a centímetros de mi cara mientras acariciaba de arriba a abajo el miembro. Mis dedos jugaban con la cabeza hinchada del pene y observé con asombro cómo el fluido resbaladizo y transparente que Marcos llamaba «líquido preseminal» seguía rezumando lentamente de la ranura en la punta de la cabeza del pene. Marcos dijo: «Esto es demasiado… Tengo que acostarme». Marcos se subió a la cama y me quitó las sábanas, luego se estiró boca arriba justo a mi lado. No quité la mano de la verga de Marcos, pero me di la vuelta y quedé boca arriba, nuestras piernas desnudas tocándose. Antes de que se acomodara, Marcos tomó la banda elástica de mi ropa interior y me quitó la ropa interior por completo. Marcos sonrió mientras miraba mi pequeña erección palpitante que sobresalía de mi vientre, y luego la tomó entre sus dedos y la acarició. ¡Me quedé sin aliento! Nadie más que yo había tocado mi verga desde que era muy pequeño, y se sentía tan bien.
«Está bien, Andy, vas a querer chuparme la verga ahora», susurró Marcos,»sé que realmente te gustará sentir mi verga en tu boca de maricón». Estabahorrorizado. ¿En mi boca? ¿Chuparle el pene? «No, Marcos», dije, «¡No puedo hacer eso!» Marcos se rió entre dientes y dijo: «¡Claro que puedes, maricon!
¡Eso es lo que hacen los maricas como tú! Es lo que quieres, sé que lo es. Te gustará, Andy, ¡te va a encantar! ¡Y a mí también me va a encantar!» «No puedo», dije en voz baja. «Sí que puedes, Andy, ¡estás hecho para chupar penes! Quiero decir, mírate babeando sobre mi verga solo por tocarla «, dijo Marcos. Me quedé en silencio por un segundo, y luego el tono de Marcos cambió drásticamente. Levantó la parte superior de su cuerpo y me miró directamente a los ojos y dijo: «Sé que no quieres que tu madre sepa que has estado jugando con mi carne, ¿verdad?» Su tono era casi amenazante. Jadeé. «No se lo dirías a mamá, ¿verdad?» susurré horrorizado. Si mi madre supiera que me gustaba el pene de Marcos, ¡nunca lo olvidaría! Estaría tan avergonzado y humillado. ¿Y qué pensaría de mí entonces? Marcos dijo:» No quisiera contarle a tu mamá que eres gay y todo eso. Pero…» Y lo dejó así por un momento.
De repente, Marcos se dio la vuelta y se sentó sobre mi pecho. Me agarró las manos y las sujetó a la cama por encima de mi cabeza, luego se inclinó, sonriendo y dijo: «¿Ves? ¡Igual que en las luchas! Solo que esta vez estamos desnudos y me vas a chupar la verga. ¿Verdad, Andy? ¡Vas a chuparme la verga esta noche y en cualquier otro momento en que quiera una mamada! Piénsalo, primo. Te encantará tener mi verga en la boca y muy pronto me rogarás que te deje chupármela todo el tiempo. Vas a ser muy bueno en eso y me hará muy feliz». Me sentí atrapado sin salida. ¿Se lo diría? No podía permitir que eso sucediera. Estaba llorando suavemente, mirando a mi primo sonriente con su verga goteando a solo unos centímetros de mis labios. ¡No puede decírselo a mi madre!
Mientras esos pensamientos pasaban por mi cabeza, Marcos acercó su trasero a mi pecho. Tomó el palpitante pene y empujó la cabeza húmeda contra mis labios, pasándolo de un lado a otro, untando mis labios con el pre-semen resbaladizo. Marcos me miraba lascivamente, observando mi rostro atentamente.
Me rendí. Me rendí. Me sometí. Sin decir palabra, simplemente abrí la boca y sentí la cálida y esponjosa cabeza de su verga deslizándose lentamente dentro de mi boca. Mi primer sabor de verga fue una impresión mental. Nunca lo olvidaré. No sabía mal ni fuerte ni repugnante, solo sabía a piel cálida. Se sentía como cuando tomas un bocado muy grande de comida en la cena. Mi boca simplemente se sentía llena. Sentí que mi boca se llenaba de saliva mientras la carne de Marcos se deslizaba dentro de mí. Mi lengua envolvió el cuerpo de su verga mientras se deslizaba dentro, y pude saborear el dulce espesor del néctar de su pre-semen que seguía fluyendo. Marcos hizo una mueca y gruñó: «¡Cuidado con los dientes, maricón!» Luego exhaló profundamente y suspiró cuando mi boca lo envolvió.
Ahora sé que esta primera mamada fue realmente pésima. Fui totalmente por puro instinto. Después de todo, era la primera vez que chupaba una verga , pero me emocionó mucho de una manera muy desagradable. Marcos gemía y gemía, aunque sé que el trabajo de succión fue pésimo. Después de todo, era la primera vez que a Marcos le chupaban la verga . Pero Marcos me dejó saber qué se sentía bien y qué no. En su inexperiencia, Marcos comenzó a frotarse contra mi cara, lo que me asustó al principio. Traté de empujarlo, ¡pero Marcos no quiso saber nada! «¡Oh, no, Andy, todavía no he terminado!» Después de unos segundos (que parecieron más), pude sacar su carne dura de mi boca y decir: «Quítate de encima de mí Marcos, me estás asustando. Si te acuestas en la cama, te lo seguiré haciendo”, Marcos me miró con escepticismo, supongo que pensando que podría escaparme. Pero la verdad era que me estaba gustando. Me gustaba la sensación y el sabor de su erección en mi boca, y me gustaba darle placer.
Así que se apartó de mi pecho y se recostó en la cama, con sus muslos musculosos bien abiertos, y me arrastré entre sus muslos y comencé a lamer su verga de nuevo. La cabeza rosada de su verga se deslizó de nuevo dentro de mi boca cálida y húmeda y Marcos gimió su agradecimiento. Comencé a sentir sus bolas y acariciarlas suavemente, lo que a Marcos también le gustó mucho. Supongo que lo estaba haciendo bien, porque de repente sentí que su verga se ponía aún más dura en mi boca y luego… ¡BLAM! Marcos empujó sus caderas hacia arriba, metiendo su verga más profundamente en mi boca, ¡y su verga explotó! ¡El cuerpo adolescente de 13 años de Marcos se puso rígido y chorro tras chorro de semen cálido se disparó en mi boca atónita! No sabía qué hacer, pero el instinto tomó el control y comencé a tragar. Me bebí su espeso y viscoso semen tan rápido como pude. Parecía que habíamos estado haciéndolo durantehoras, pero en realidad probablemente fue un minuto o 90 segundos. Después de todo, Marcos era un chico de 13 años al que le había hecho todo lo posible para meter su verga en mi boca, y estaba hipercaliente. Y era la primera vez que recibía una mamada. Así que su orgasmo fue a la vez sensacional y potente. Podía sentir algo del semen de Marcos en mi boca, y me di cuenta que me gustaba el sabor, en general. Recuerdo que sabía diferente a su presemen, era algo dulce a la vez y un poco salado y con un ligero sabor a nueces. Sí, me gustó mucho el sabor.
Marcos respiraba con dificultad cuando sintió que su verga empapada salía de mi boca. Me acosté a su lado, también respirando con dificultad, y nos quedamos en silencio y quietos mientras recuperábamos el aliento. Estaba avergonzado de lo que acababa de hacer, pero al mismo tiempo estaba eufórico. No odiaba chupar la verga de Marcos, de hecho, descubrí querealmente me gustaba… ¡mucho! Quería acurrucarme con mi primo Marcos, y pasé mi brazo sobre su pecho, sintiendo su desnudez y los abdominales firmes de su vientre. Marcos permaneció inmóvil. En unos segundos susurró: «¿Te gustó?» Lo miré y asentí con la cabeza con entusiasmo. «Sí, realmente me gustó, Marcos «, dije. Mi primo se rió suavemente y sentí los dedos desu mano peinando los rizos de mi cabello mientras decía: «Sabía que lo harías, Andy. Realmente eres bueno chupando vergas. Nunca antes había sentido algo tan bueno, fue increíble. Naciste como un chupador de vergas, Andy, ya debes haberlo visto. Y ahora que lo sabes, vas a estar chupándome la verga todo el tiempo. Y mientras lo hagas cuando yo quiero, será solo entre nosotros. Nadie más lo sabrá, y será mejor que no se lo digas a nadie. A la gente de aquí no le gustan los maricas como tú, pero mantenlo entre nosotros y podrás tener tanto de mi verga» como quieras. ¿Quieres eso, Andy? ¿Quieres ser mi chupavergas?
«Está bien, supongo», respondí, mis dedos frotando su vientre apretado. «Pero nunca se lo digas a nadie, ¿de acuerdo?» «Eso es lo que dije», susurró Marcos, «Chúpame la verga cuando yo quiero y guardaré tu secreto. Y otra cosa… Nunca más volveré a dormir en el maldito colchón de aire, voy a dormir en esta cama contigo». No era una pregunta. No ameritaba ninguna respuesta por mi parte. Era más bien una declaración. Con eso, Marcos se dio la vuelta sobre su costado, de espaldas a mí. En unos segundos, me di cuenta de que se había quedado dormido. Moví mi mano hacia abajo entre mis muslos desnudos, sentí mi verguita de diez centímetros todavía dura y luego después de unos minutos, también me quedé dormido.
Continuará…
Gran relato… Como sigue???
Uuff… que delicia de relato, no sabes como he disfrutado leyendo este relato. Estoy deseando que subas otra parte.
gran relatocomo sigue
Como sigue?
Uuff… Me encanta como inicia esta historia… Ojala subas pronto otra parte
Excelente relato… Como sigue??
Despues de leer este relato, no veo la hora de que subas otra parte… Menudo calentón me has provocado 🫦🫦🔥🔥
Excelente Relato, hiciste muy buen trabajo traduciendo y adaptando los nombres, reconoci el relato, viene de Nifty.org y el titulo original es «Becoming my Family Pussyboy» estuvo super que juntaste los primeros dos capítulos en uno… si esto les gusto prepárense para los que siguen que estan buenísimos, saludos y de nuevo felicidades excelente trabajo!